Formas de volver a casa
Segunda parte
11.
Dos goles bastaron para que México no hiciera realidad el sueño del quinto partido. Dos anotaciones que quizá no debieron existir porque sucedieron, como suele pasar en el futbol, después del minuto ochenta. La selección mexicana nunca había estado tan cerca de acariciar cuartos de final e, incluso, semifinales en la copa del mundo. Y digo nunca de manera falsa: el equipo de todos se quedó, de nuevo, en los octavos. Perdió como siempre.
12.
El México-Holanda era un cambio a la endemoniada Argentina que eliminó al equipo nacional en las competiciones anteriores. Era, todos lo sabíamos, un juego que se antojaba complicadísimo. Los rivales pesan mucho, claro, pero las actuaciones ante Brasil y Croacia ilusionaron como pocas veces. El tri no era esa caricatura de la eliminatoria kafkiana del CONCACAF que calificó al repechaje gracias a un gol tardío que Estados Unidos propinó a Panamá. Tampoco era el equipo perdido y confundido que compitió ante Argentina en Sudáfrica y Alemania. Por primera vez en mi vida, el tri era el tri era el tri era el tri.
13.
El partido lo viví de diferentes maneras: un poco incrédulo porque veía que los de verde dominaban a los de naranja (Van Persie pasó de noche); con la idea real de un triunfo; con miedo cuando Robben escapaba a la línea defensiva. Por ochenta minutos lo viví como un partido más, sin ninguna trascendencia real y sin maravillarme demasiado. Hubo lapsos del juego en que Holanda estaba deslucida por completo. Ellos no eran los que golearon, para quizá desquitarse por el mundial pasado, a España. Tampoco eran los campeones sin corona. Pero lamento no haberlo disfrutado como debí, una parte de mí supo que el triunfo tenía que ser sufrido o no ser.
14.
Quizá soy muy pesimista, pero para mí el partido cambió cuando Héctor Moreno tuvo que salir de cambio hacia el final del primer tiempo. Es una jugada de lo más interesante: Robben entra al área chica después de que robó el balón, Rafa Márquez y Moreno se barrieron, sólo uno de ellos se levantó. Los dioses del futbol, más que otros, operan de manera misteriosa: en esos segundos previos a que el central mexicano tuviera su lesión, Márquez cometió una falta que pudo marcarse como penal, aunque aún tengo dudas al respecto. El árbitro decidió marcarlo una hora después.
15.
La lesión de Moreno es una que me duele a un nivel muy personal. Antes de ser hincha mexicano, soy puma. Y no puedo negar que mis pumas tristes no tienen mucho que hacer en la selección. Antes del mundial del 2010, el equipo universitario acababa de ganar la liguilla y había tres titulares de la cantera en la selección nacional: Israel Castro, Efraín Juárez y Pablo Barrera. Castro, como muchos otros futbolistas, llegó en buen momento pero aparecerá como una nota al pie de página en los anales de la selección. Efraín Juárez y Pablo Barrera, como Layún o Vázquez el día de hoy, tuvieron partidos que les valió ser parte fundamental de ese equipo. Incluso dieron el salto al futbol británico (al Celtic de Escocia y al West Ham de la Liga Premier, respectivamente), sólo para regresar con la cabeza abajo después de dar penas en Europa. Con Juárez, Héctor Moreno, aún jugador de Pumas y próximo a representar al AZ Alkmaar de Holanda, levantó la Copa del Mundo sub-17 en 2005. Casi diez años después, Moreno es el único jugador en la selección de sangre azul y piel dorada. Su lesión fue un mal augurio.
16.
Pero entró Diego Reyes, un joven defensa central que se consolidó en el América y recién comienza su carrera internacional, acompañando a Héctor Herrera, en el Porto (equipo que se ha caracterizado por llevar a Europa a grandes jugadores del continente americano para después revenderlos a otros equipos: James Rodríguez —el seguro MVP de Brasil 2014—, Hulk, Falcao). No creo que Reyes lo hubiera hecho mal, aunque las estadísticas indican que hubo muchos más tiros de esquina desde que ingresó al partido. El gol de Sneijder, por ejemplo, se dio gracias a uno de esos.
17.
Pero casi cuarenta minutos antes de la anotación de Sneijder, Giovani Dos Santos, el improbable salvador del equipo mexicano, adelantó el marcador gracias a un gol inesperado. La mayoría de los goles son de jugadas en las que el balón avanza, retrocede, da un rodeo y llega siempre. Pero también existen esos goles que salen de la nada: el de James Rodríguez a los uruguayos, el de Van Persie a los españoles, el de André Schürrle a Argelia y el de Giovani Dos Santos. Gio es ese jugador de gran técnica y buen disparo, pero todavía no atino a descifrar por qué sólo lo hemos visto en destellos (el fenomenal gol del 2011 en Copa América vivirá, mucho tiempo, como muestra de la picardía mexicana). El jugador que porta el diez debería ser menos esporádico que Dos Santos.
18.
¿Qué fue lo que hizo que México perdiera ese fatídico partido? Quizá el jersey de Holanda fue suficiente para que los representantes del futbol mexicano (El Piojo, por desgracia, incluido) se sintieran menos y defendieran una ventaja mínima que no aseguraba nada. Nunca había sido parte de la afición que pedía que terminara el juego para disfrutar del resultado, pero ahí estaba yo, en la recta final del partido, saboreando una victoria que nunca sentí mía, pidiendo que los diez minutos pasaran lo más rápido posibles. Anoto también que el cambio de Dos Santos por Aquino fue rarísimo: sin un compañero con el que Chicharito haga dupla (sea Dos Santos o Peralta), hay poco que el goleador mexicano pueda hacer. Luego vino Sneijder, después seis minutos fatales de tiempo extra. Finalmente llegó Robben, quien se cayó por el mínimo contacto de Rafa Márquez. Quizá el árbitro vio la falta que sí era en el primer tiempo. No puedo asegurar, como dicen muchos a modo de consuelo, que ese segundo penal era una forma de ser justo por la falta que no se marcó. A México le ganaron los árbitros y una parte de mí lo ve apropiado. Somos la cuna del “Tirantes” en la Lucha Libre. La figura de parcialidad no existe.
19.
De todo lo que pasó después del partido, me quedo con tres minutos de video que vi gracias a Luis Reséndiz: una cámara siguió a Arjen Robben minutos después de la jugada que condenó a los jugadores mexicanos. Las imágenes de ese momento dicen mucho de cómo se vivió la jugada. Diego Reyes le reclamó, seguro en inglés, que por qué hacía eso. Robben decía poco, su mirada estaba en la cancha y daba muestras de sincero arrepentimiento. Márquez también se le acerca, el holandés evita todo tipo de contacto. Sus compañeros de equipo se acercan y él mismo decide no intentar vencer a Ochoa. Quizá fue la mejor decisión que tomó porque le daba la oportunidad de redimirse y fallar su tiro o sepultar al equipo mexicano. Llega el gol, cerca del minuto 94, y Robben sonríe. Todos sus compañeros llegan a abrazarlo y a decirle gracias. Él no grita ni celebra el sufrido triunfo naranja, quedó evidenciado ante todo el mundo.
20.
Hay un par de selecciones que, con los mexicanos, regresan a casa después de una actuación más que digna: Chile pagó caro la ruleta rusa de los penales, pero se fue después de enamorar a varios espectadores, y Estados Unidos se despide con una gran actuación del portero veterano Tim Howard, quien nos dio otra alegría a los habitantes del mundo cibernético, #ThingsTimHowardCouldSave. En la ronda de cuartos habrá otros dos equipos latinoamericanos a los que me siento, quizá por ser un poco los underdogs, unido: Costa Rica y Colombia. Del primero no hay que decir mucho, son dignos representantes de la CONCACAF. Los cafetaleros, en cambio, venían con la difícil misión de reemplazar a Falcao. Pero tenemos a James Rodríguez. (Su nombre no se pronuncia yéimes, sino ja-mes).
21.
Colombia se repuso de no llevar al goleador estrella, Radamel Falcao codiciado por todos los equipos después de su paso por el Atlético de Madrid. Actualmente milita en la Liga Francesa, mucho menos exigente que la inglesa, alemana o española, pero con contratos millonarios para sus estrellas. En el AS Monaco, equipo que le dio a Rafa Márquez la oportunidad de jugar en Europa, Falcao juega al lado de James Rodríguez. Si Falcao parece salido del manga Captain Tsubasa, James Rodríguez es un personaje de Doce cuentos peregrinos. Rodríguez, más que colombiano, es un orgulloso representante de Macondo. Para muestra, un gol.
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