Tierra Adentro

Yo no entiendo de esas cosas
sólo sé que aquí me vine porque
si es que soy mujer
ninguno lo verifique

(Sor Juana Inés de la Cruz, respondiendo a un caballero del Perú)

 

El tricolor tuvo una breve participación en la séptima edición del Mundial Femenil en Canadá: de los siete que se han celebrado, México sólo ha participado en tres y nunca ha podido ganar un partido. La selección quedó fuera de la copa el pasado miércoles 17 de junio, tras ser derrotada por el equipo galo. El marcador quedó 5 a 0 y los sueños de las mexicanas de llevarse al menos una victoria, se desvanecieron. Marie-Laure Delie mató a nuestra selección en el segundo 35 cuando cayó el primer gol, a partir de ese momento nuestras jugadoras no hicieron lo posible por sobrevivir a la tan temible —y previsible— goleada.

Las mexicanas tuvieron buenas oportunidades para quedarse durante una ronda más, pero desaprovecharon la ocasión ante Colombia y empataron el partido que las podría haber animado a prolongar su estancia en Canadá. Las malas decisiones del director técnico —por favor, que Cuéllar nos diga qué pensaba cuando hacía cambios en los últimos minutos de los partidos—, aunado a una deficiente preparación de las seleccionadas —sí, chicas, se esforzaron, eso no quiere decir que estuvieran preparadas—, dieron como resultado la eliminatoria del mundial.

Si bien es cierto que el DT Leonardo Cuéllar trabaja con lo que tiene, también es cierto que en todos los años que ha entrenado a la selección femenil —desde 1998— no ha podido avanzar casi nada. Años jugando de la misma manera, años de que no quiera confiar en los nuevos talentos —el caso de Fabiola Ibarra: jugó cuatro minutos en dos partidos y fue quien anotó el gol contra Inglaterra—, años de que el futbol femenil mexicano esté estancado porque no se le presta la atención adecuada. No todo es culpa de las jugadoras, existen diferentes razones por las cuales México no avanza en el campo del futbol femenil. En este país son escasos los espacios para que las mujeres se desarrollen como jugadoras profesionales de futbol. En el 2011 en entrevista para «Cancha» del periódico Reforma[1], la delantera Charlyn Corral mencionó algo en lo que la Federación Mexicana de Futbol (FMF) debería prestar más atención: las mujeres no tienen dónde comenzar a entrenar, ni cómo profesionalizarse. Charlyn Corral y Cecilia Santiago iniciaron jugando con niños, como lo hizo también «Marigol», Maribel Domínguez. A los hombres los forman muy jóvenes, desde los cuatro años ya aprenden aspectos técnicos. En cambio, si una joven decide que quiere jugar de manera profesional podrá comenzar sus entrenamientos siendo una niña, en clubes para varones y sin que se le dé mucha importancia. Luego llega un momento en el que deben dejar de entrenar con los niños, quizá después puedan acceder a alguno de los 24 equipos de la Liga Mexicana de Futbol Femenil.

Buena parte de las seleccionadas del tri nacieron en territorio estadounidense: algunas son de California, otras de Texas y una más de Idaho. Las goleadoras Mónica Ocampo y Charlyn Corral han jugado en Estados Unidos. La primera es delantera del Sky Blue FC, y la segunda formó parte del equipo de la universidad a la que asistió —en el 2014 fue fichada para el club finlandés Merilappi United—. En cambio, la mayor parte de las seleccionadas francesas juegan en clubes como Paris Saint-German (el caso de Delie, o el Olympique de Lyon (Le Sommer). Se trata de jugadoras con más técnica y experiencia: era difícil derrotar a un equipo tan bien cimentado como éste. La selección francesa es sólo un ejemplo de cómo, si se cuenta con las bases necesarias, puedes hacer que los resultados sean favorables. Por supuesto, no se puede comparar del todo: las situaciones de cada país son muy diferentes tanto económica como culturalmente. Stephane Mayor y Valeria Miranda juegan dentro de los equipos de la UNAM y de la UDLAP respectivamente, lo que quiere decir: no se dedican enteramente al futbol. Fabiola Ibarra, juega para el Club Tijuana. Como mujer, sólo queda migrar.

Espero que la Liga de Futbol Femenil Profesional que prometió la FMF, sea una realidad. Desarrollar las ligas del sector amateur es importante. Parece que la Federación se acuerda de que existen las seleccionadas cuando se trata de ganar dinero: ¿qué porcentaje de las ganancias del nuevo uniforme (que por cierto, es el primer uniforme de la selección mexicana en ser diseñado específicamente para mujeres) le dan a la selección? ¿Y por qué no se ven estos partidos en televisión abierta? Para apoyar a esta selección hay que pagar el servicio de cable. Entonces no hay cómo llamar la atención de las otras «Marigol» que juegan el llanero con los de la cuadra. No tenemos cómo decirles que no están solas, que hay otras ahí jugando, y que emigran para hacerlo de manera profesional.

Tantos años de desarrollar el juego varonil y creemos que ellos están mejor dotados para al balompié que nosotras: entre las mujeres existe el talento, pero hace falta fomentarlo. Desde mi punto de vista, formar a las jugadoras a edad temprana hará una diferencia, detectar muy temprano a las futuras estrellas y entrenarlas desde los cuatro o cinco años, ayudaría a cumplir con las expectativas de la FMF. Si pretenden que México llegue a cuartos de final en una copa mundial, necesitan proporcionarle las herramientas adecuadas a las jugadoras. De lo que la Federación no se percata: si nuestra selección mejora, aumenta el negocio.

México sigue siendo el país de la inequidad de género, un territorio peligroso para las mujeres. En diferentes ámbitos ellas tienen menos oportunidades, por ejemplo, el sueldo de las futbolistas es menor que el de muchos jugadores de clubes de primera división[2].

Cuando ellas están en la cancha, los comentaristas no siempre las toman en serio: en los partidos de juego varonil hurgan entre la tribuna para encontrar a la «chica sexy» y hacer comentarios sobre su cuerpo; si ellas participan dentro del juego, los narradores suplican que no le peguen en la cara a la más bonita, como si eso fuera lo interesante del partido. Predominan las narraciones de los encuentros, pero sobre todo predominan las notas y videos sobre las jugadoras más guapas; pocos hablan del juego. Los relatores esperan describir a las jugadoras así: «aunque enérgica, sigue siendo muy femenina». Lo bueno es que el futbol femenil se ha salvado de la súper-sexualización: no tenemos que verlas en uniformes ceñidos y ajustados estratégicamente para mostrar ciertas partes del cuerpo —gracias a Dios no es futbol americano en lencería—. Pero a la FIFA se le ocurrió hacer algo más humillante, como dudan que muchas de las jugadoras sean realmente mujeres porque, según ellos, son demasiado buenas para ser féminas, entonces las someten a otro tipo de violencia: la verificación de sexo. ¿Se imaginan una prueba como ésta pero para que te den una beca de creación? Sucede que no creen en el talento, entonces sospechan cuando una jugadora destaca, me pregunto, ¿necesariamente debemos tener algo de hombres para despuntar en el área que sea? Muchos creen que las mujeres no pueden y no podrán nunca jugar al futbol, pero lo que es peor: muchos aseguran que no podrán sobresalir en ninguna cosa, aunque los hechos los desmientan. Recuerdo que en los primeros años de la carrera en la Facultad de Filosofía y Letras, una joven me confesó que no le gustaba la literatura hecha por mujeres: para ella los hombres eran los verdaderos genios. Pues sí, descartó fácilmente a Safo, Sor Juana, Virginia Woolf, Marguerite Yourcenar, Josefina Vicens, Inés Arredondo, Clarice Lispector, Alejandra Pizarnik, entre muchas otras constructoras de genialidades.

¿Por qué tenemos que comparar a las jugadoras con los astros del futbol varonil y ponerles apodos? Marta la «Pelé con falda» o Mónica González la «Rafa Márquez» del tri femenil… Más recientemente, Megan Rapinoe, seleccionada de Estados Unidos, se comparó a sí misma con Lionel Messi:[3] porque las jugadoras no encuentran todavía su ídolo del futbol femenino (se olvidaron de Mia Hamm, Michel Akers, Sun Wen o Carolina Morace). Las chicas deben aprender a jugar como ellas, ya lo dijo la holandesa Viviane Miedema para FIFA.com cuando se le preguntó sobre qué piensa de ser comparada con Arjen Robben: «es un poco extraño ser comparada siempre con un hombre. Soy Viviane Miedema, y no juego como lo hacen los hombres».[4]

Sobre todas las cosas, hay que entender que hombres y mujeres —como si sólo existieran dos géneros, pero ya a estos terrenos no da tiempo de meterse— juegan diferente, porque ambos tipos de futbol se han desarrollado de otras maneras. Las mexicanas empezaron a jugar profesionalmente —sin la aceptación de la FMF— en 1970, mientras que los hombres lo hacían ya desde cincuenta años atrás. Así que todavía falta camino por recorrer.

La creación de la liga es un primer paso para formar y preparar mejor a las jugadoras, pero ¿funcionará? Ya que la Federación sólo entiende de montos estimados, espero que le vean futuro a este negocio. Con la inclusión del equipo mexicano femenil en el videojuego FIFA 16 y la creación del nuevo uniforme, deben de existir varios intereses para impulsar el futbol femenil en nuestro país.

 

 

[1] Véase el vídeo de Cancha: “Las guerreras del tri: Charlyn Corral” https://www.youtube.com/watch?v=7fX-cxk74j8

[2] Véase “El futbol femenil y su brecha salarial” por Iván Pérez Montiel en El Economista, 28 de junio 2011 http://eleconomista.com.mx/historias-juego/deportes/2011/06/28/futbol-femenil-su-brecha-salarial

[3] Véase “At Women’s World Cup, Seeing Signs of Lionel Messi, Not Mia Hamm” por Victor Mather en The New York Times, 12 de junio 2015 http://www.nytimes.com/2015/06/13/sports/soccer/at-womens-world-cup-seeing-signs-of-lionel-messi-not-mia-hamm.html?_r=0

[4]Véase “Miedema: I play very different to Robben” en FIFA.com, 10 de marzo 2015 http://www.fifa.com/womensworldcup/news/y=2015/m=3/news=miedema-i-play-very-differently-to-robben-2556714.html