Tierra Adentro

Al sur de la línea imaginaria del Ecuador, en Guayaquil, un 13 de julio de 1931 nació Miguel Donoso Pareja, un valioso promotor de los talleres literarios en México, maestro de importantes escritores que hoy lo recuerdan con enorme gratitud. Expulsado de su patria tras el golpe militar de 1963, y luego de permanecer en prisión durante diez meses, llegó a México, donde residiría alrededor de dieciocho años y escribiría algunos de sus libros fundamentales. Él mismo narra que pudo regresar a Ecuador pocos años después, «pero México me agarró, podría decir que me sedujo con todo lo que me ofrecía generosamente su desarrollo cultural».[1] Al quedarse, Donoso modificó el quehacer literario en nuestro país.

La revista Tierra Adentro y la figura del escritor ecuatoriano se encuentran íntimamente ligadas: Donoso Pareja fue director de la publicación de 1977 a 1981 y en el primer número (aparecido en el otoño de 1974) encontramos un testimonio suyo, donde anota claramente lo que debía ser un taller literario:

Antes que nada, creo que un taller debe ir paulatinamente profundizando en los problemas creativos. En otras palabras, pienso que un taller no debe quedarse en su dimensión técnica o artesanal. Un taller tiene como propósito formar escritores, pero escritores de un nuevo tipo, más sensibles a la crítica y más sensibles a su entorno social […]. Por eso, al enfrentarnos a los trabajos de los participantes, hemos adoptado, en principio, un análisis crítico formal, pero dinámico. A partir de aquí vamos paulatinamente pasando a otros tipos de crítica.[2]

Se trata de una encuesta realizada a él y a los integrantes del taller piloto que tenía a su cargo en San Luis Potosí, cuyo fin era formar futuros coordinadores a nivel regional. Sobre esto, Juan Gerardo Sampedro refiere: «La idea que lo animaba era que sus ex alumnos […] formaran otros [talleres]: David Ojeda e Ignacio Betancourt tomaron el de Puebla, José de Jesús Sampedro inició un taller en La Laguna y Alberto Huerta en Las Islas Marías».[3] Con el antecedente de Juan José Arreola, considerado el pionero de los talleres literarios en México, el de Donoso Pareja fue un parteaguas al fincar su espacio de operaciones en el interior de la República y cumplió su propósito, pues futuros coordinadores emergieron de esa primera tentativa. A decir de Cheli Zárate: «En América Latina ha surgido una nueva modalidad de trabajo literario: el taller, como una experiencia comunitaria sistemática donde se “pule” el oficio de escritor, aunque tal actividad se remonta seguramente a mucho tiempo atrás pero sin la sistematización de ahora».[4]

Miguel Donoso Pareja, que también ejercía su labor como tallerista en la Ciudad de México, modificó el modo de afrontar el proceso creativo de estos escritores. Muestra de ello es la siguiente afirmación sobre el aspecto teórico llevado a la práctica de la escritura: «Puedo señalar que el trabajo se hace a partir de los textos de los coordinados (a escribir se aprende escribiendo), y que el revestimiento teórico se va dando a partir del texto mismo».[5] Aquel taller piloto buscaba acortar el camino de los noveles escritores, acelerar su proceso de crecimiento y otorgarles las herramientas para que desplegaran su oficio con libertad, pero también con indiscutible compromiso. Es necesario añadir que muchos de los textos que se producían en aquel espacio fueron publicados en la revista Tierra Adentro, además de que en sus páginas se daban a conocer los trabajos galardonados en diversos certámenes, que fueron obtenidos en más de una ocasión por alumnos del escritor ecuatoriano.

Los talleres actuales de gran parte del país son, en mayor o menor medida, consecuencia del trabajo emprendido por Donoso Pareja. Recuerdo una sentencia que el poeta Javier Sicilia solía utilizar en su taller de Cuernavaca hace aproximadamente una década: «Escribir es como cualquier otro oficio; un carpintero no sabe armar una silla de la nada, tiene que aprender a utilizar las herramientas». Leo ahora a Juan Gerardo Sampedro y me doy cuenta de que en su anécdota la idea persiste: «Cuando explicaba el ejercicio de la escritura, [Miguel Donoso] remarcaba que se trataba de un oficio como el del carpintero que hace una silla, pero la herramienta del escritor es el lenguaje».[6] Honestamente, el origen de la sentencia se me escapa (viene a mi memoria la analogía entre los dos oficios utilizada por Faulkner en una entrevista), pero seguramente Javier Sicilia, contemporáneo de Sampedro, abrevó en la misma fuente. En ese sentido, los escritores de generaciones recientes somos también herederos de la labor del ecuatoriano.

El pasado 16 de marzo falleció Miguel Donso Pareja. Tenía ochenta y tres años. Las reacciones surgieron inmediatas y unánimes: sufrimos la pérdida de un gran maestro. Ejemplo de esas reacciones es el siguiente testimonio de Juan Villoro, alumno suyo durante cuatro años: «Miguel me ayudó no sólo a escribir, sino a ser independiente. No hay un solo día en que no piense en él. Es mucho lo que le debo; es más lo que me queda por pagarle».[7] A partir de estas palabras, si lo pensamos detenidamente, quienes nos dedicamos a escribir no sólo somos herederos de las enseñanzas de Donoso Pareja, también estamos en deuda con él, y esa deuda, mientras existan jóvenes escritores en busca de formación, no podrá ser saldada.

 

 

[1] José Ángel Leyva, «Miguel Donoso Pareja. De la imposibilidad de volver», en Casa del Tiempo, México, abril de 2003, p. 71.

[2] Miguel Donoso Pareja, «Encuesta del taller literario de San Luis Potosí», en Tierra Adentro, México, núm. 1, otoño de 1974, p. 22.

[3] Juan Gerardo Sampedro, «Paisajes de la memoria: Miguel Donoso Pareja (1931-2015)», en Milenio, 19 de marzo de 2015, http://www.milenio.com/firmas/juan_gerardo_sampedro/Miguel-Donoso-Pareja_18_484331611.html, consultado el 22 de marzo de 2015.

[4] Cheli Zárate, «Los talleres literarios en Cuba», en Tierra Adentro, México, núm. 18, abril-mayo-junio de 1979, p. 33.

[5] Miguel Donoso Pareja, «Los talleres literarios: fantasía y verdad», en Tierra Adentro, número 10, abril-mayo-junio de 1977, p. 38.

[6] Juan Gerardo Sampedro, op. cit.

[7] S. A., «Villoro: Mi vida no sería lo que es sin Donoso Pareja», en El Universal, 16 de marzo de 2015, http://m.eluniversal.com.mx/notas/cultura/2015/muerte-miguel-donoso-pareja-juan-villoro-1085085.html, consultado el 21 de marzo de 2015.


Autores
Poeta. Autor del libro Oscuridad del agua (ISC, 2012). Licenciado en Letras por la Universidad Autónoma del Estado de Morelos. Fue becario del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Morelos (2004) y de la Fundación para las Letras Mexicanas (2009- 2011). Actualmente es becario del Programa de Estímulo a la Creación y al Desarrollo Artístico–Oaxaca.