CEO: El sonido de la caja de Pandora en la tierra de las maravillas
Cierto es que la industria de la música se concentra entre el Reino Unido y los Estados Unidos; ambas son industrias culturales muy poderosas que intentan acaparar tanto las expresiones más comerciales como la vanguardia de última generación. Habrá que denotar que no se trata sólo de defender todas esas formas de arte sino que representan un porcentaje importante del Producto Interno Bruto en ambas economías. Al momento de acaparar también se maximizan las ganancias. Su abrumadora producción está enfocada hacia abarcar nuestra atención completa.
Afortunadamente existen otras escenas igual de apasionantes y creativas. En mayor o menor medida, allí están Francia y Brasil –un tanto a la saga- y en un sitio preponderante Canadá y Escandinavia –como un bloque cultural-. Tenemos que considerar a esta región como una potencia en material artística que aglutina muchas de las expresiones más avanzadas. Lo que sucede es que en un esquema de sociedades del bienestar que si funcionan se dan las condiciones ideales para que el ocio creativo y el ejercicio de la inteligencia deriven en multitud de propuestas estéticas. Un punto clave resultan los apoyos oficiales para todos aquellos jóvenes que se dedican al arte y el deporte. Aunado a los largos periodos de recogimiento que el clima les obliga a guardar. Hay mucho tiempo para trabajar en total concentración.
Así las cosas, estamos ante un territorio que nos ha dado a Bjork, Sigur Rós, The Knife, Lindstrom, Todd Terje, Club 8, Nils Peter Molvaer y otros muchos creadores inquietantes. En aquel ámbito se ha desarrollado lo que entendemos como Nu jazz y también hay una corriente muy seria de heavy metal extremo; es decir, el espectro de alternativas es vasto y en constante progresión. Del espace-cosmic disco a la fiereza guitarrera y de allí a lo etéreo tanto en la electrónica como en el jazz.
En aquel caldo de cultivo lleno de nutrientes no dejan de surgir o bien reaparecer artistas que traen consigo un soplo de aire fresco a los sonidos del momento. En el caso del sueco Eric Berglund fueron 4 años desde su debut con White Magic los que transcurrieron para que retornara este mes con una segunda entrega que nos hace reconciliar con el efecto positivo que produce la música en la diaria rutina: nos quita el mal humor, trae una vibra energética, nos sumerge en su experiencia sensible.
Se trata de la vuelta de un tipo que tuvo en sus manos uno de los proyectos que mayor interés despertó en cuanto a pop electrónico. Eric fue el 50% de The Tough Alliance, un dueto que hoy se considera de culto pero que no terminó por estallar masivamente. Posteriormente a esta iniciativa inconclusa, se dedicó a sacar adelante a su propio sello discográfico. En Sincerely Yours ha trabajado con buen gusto y tacto; a él le debemos los fichajes de JJ, Memory Tapes y Air France, entre otros.
Wonderland (Modular, 2014) es un disco que entusiasma porque suena totalmente actual y juguetón. Bajo el estandarte del pop electrónico recibe influencias de tropicalismo, de sonido balear y hasta de new age al estilo de Enya (recordemos que Panda Bear también es fan). Para concebirlo y grabarlo se movió de Gotemburgo hasta los tupidos bosques del sur de Suecia. No niega esa parte como de mitología nórdica —algo hay de su folklore— pero se muestra como una especie de Elfo del siglo XXI.
Su mejor baza es, sin duda, “Whorehouse, que nos hace saltar por doquier y es lo más cercano a un tema para pista de baile, en el resto baja la velocidad e incluso se atreve con partículas de música clásica. Tal es su habilidad al momento de hacer coincidir estilos. Pese a la brevedad del álbum –sólo 8 cortes- nos hace acordar tanto de Animal Collective como de El guincho e incluso de la rítmica tan dance de Timbalad, pero especialmente y con sumo placer de Taken by Trees. De pocos discos puede decirse que sean exuberantes y sobrios a la vez —parecería hasta un contrasentido—.
Además, allí están algunas letras descaradamente gays que le traerán seguidores adicionales. Durante su escucha iremos de sorpresa en sorpresa –aunque no se trata de una obra perfecta- pero allí están el tema que le da nombre y “Mirage” para hacernos viajar a lo largo y ancho del mundo imaginario y alucinante que Eric ha creado con la ayuda del productor Kendal Johansson (también en el disco pasado) y de su inseparable Dan Lissvik, al que considera: “un hermano pequeño y mayor a la vez”.
Wonderland es una odisea a través de un pop hedonista y raruno a partes iguales; lleno de capas y capas de sonidos. Berglund ha declarado que mientras hacía el disco se sentía como si estuviera abriendo la caja de Pandora y el resultado no lo deja mentir: seduce con elegancia. Mientras lo dejo correr una y otra vez, encuentro con una frase ajena que lo define a la perfección: “es difícil pensar en una música más apropiada para bailar con lágrimas en los ojos”. Dejemos que el momento se expanda y dure una eternidad.