El nuevo orden amoroso

Titulo: La ternura caníbal
Autor: Enrique Serna
Editorial: Colofón
Lugar y Año: México, 2013
En un ensayo sobre Jorge Ibargüengoitia que publicó recientemente en la revista Letras Libres, Enrique Serna (Ciudad de México, 1959) dice algo que bien podría aplicarse para su propia obra: “el humor cruel es quizá la única herramienta eficaz para diagnosticar las patologías sociales”. Así, el ojo satírico de Serna le sirve para diseccionar una realidad que muy pocos ven o que ven pero se callan, tal vez porque en la meritocracia social es mejor visto quedarse callado que decir las verdades. Entonces, si quieren nombrarse, las patologías sociales sólo se pueden presentar a través del lenguaje mordaz e incisivo en cuentos satíricos como los del propio Ibargüengoitia o José Joaquín Blanco y, desde hace unos años, Serna.
En La ternura caníbal, el tercer libro de cuentos de Serna después de Amores de segunda mano (Cal y Arena, 1994) y El orgasmógrafo (Seix Barral, 2010), nadie queda a salvo de su corrosivo humor: machos con celos enfermizos que llevan a la mismísima tumba, parejas swingers pero con arrebatos de último momento o cansadas de la larga vida de casados hasta para emprender un viaje al Amazonas, locas del ayer enamoradas platónicamente de mayates a los que protegen en secreto, poetas provincianos que ven una oportunidad de éxito al amparo de una de las vacas sagradas de la literatura, las envidias en la relación de pareja cuando ambos buscan la vida chic del arte o mujeres convenencieras que declaran sus artimañas en el lecho de muerte de su esposo… Con gran maestría, en cuentos de impecable factura, Serna presenta una variedad de nuevas formas en el orden amoroso. Sólo viéndonos en la parodia podemos distinguir nuestro lugar en el retrato: como la sociedad inglesa de la que se burlaba Wilde en sus obras de teatro y en las que esa sociedad sólo atinaba a soltar estruendosas carcajadas.
Un par de los cuentos ahora reunidos en La ternura caníbal ya se habían publicado en revistas: “La incondicional” en Letras Libres y “Cine cosmos” en Luvina. Sin embargo, a lo largo del libro me llamó la atención que varios de los cuentos tuvieran como ingrediente que desata el final escenas de bravuconerías, pleitos, golpes, botellazos como de cantina… Quiero pensar que no es deliberado –pues los cuentos se escribieron con varios años de diferencia–, pero al leer el libro de corrido uno no puede dejar de pensar que la fórmula tan repetida va en detrimento de los cuentos pues además de ser efectista es predecible que aparezca ese arranque de furia en algún protagonista de la historia.
Finalmente, hay que lamentar que la edición de La ternura caníbal a cargo de la editorial española Páginas de espuma esté plagada de tantas erratas, como se consigna en una hojita adjunta de fe de erratas, y de otras tantas que no se registraron en ella. Leer a saltos el libro con la susodicha hojita al lado le quita emoción y fluidez a la lectura.