El “estrangulamiento” de Wall Street
“El libre mercado sólo es libre hasta que la gente rica empieza a perder dinero”
Visto en r/wallstreetbets
A principios del 2021 fuimos testigos de un evento que marcará un hito en la historia financiera del planeta. El escándalo de GameStop que puso en jaque a Wall Street, es un fenómeno lo suficientemente extraño como para poner de acuerdo a Ted Cruz y a Alexandria Ocasio-Cortez.
Si quisiéramos dar una respuesta rápida y fácil para explicar lo que está sucediendo, diríamos que un grupo bastante numeroso de troles de internet se puso de acuerdo para comprar las acciones de una compañía que estaba al borde de la bancarrota, con el fin de obligar a grandes fondos de inversión a tener pérdidas multimillonarias.
Sin embargo, algo más sucedió. Si se ve más allá de los memes, el delirio colectivo, la politización del problema y la aparente irracionalidad de la turba de Reddit, se podrá encontrar una estrategia bien pensada, genial y digna de cualquier financiero profesional que se respete.
Para decirlo llanamente, el escándalo de GameStop no es fruto del azar o de la mera burla de foros en línea: es un movimiento deliberado e intrigante que ha mostrado las grietas de un sistema financiero que se creía invencible.
Michael Burry y el génesis del Gamestonk
Esta historia empieza hace dos años. En concreto, al 16 de agosto del 2019, fecha en la que el Dr. Michael Burry – aquél personaje que saltó a la fama por descubrir, antes que nadie, la burbuja inmobiliaria que detonó la crisis financiera del 2008 -, escribió una carta al consejo directivo de Gamestop, una compañía dedicada a la venta minorista de videojuegos y otros electrónicos.
Para ese entonces, la compañía, como muchos retailers de medios físicos (en paz descansen Blockbuster y Tower Records), ya estaba en franca decadencia. Pero Burry les expuso un plan para salir a flote. En un momento donde el valor de las acciones de Gamestop había tocado un abismo por debajo de los 4 dólares, el fundador del fondo de inversión Scion Capital vio una ventana de oportunidad inigualable.
A diferencia de la gran mayoría de los jugadores en la bolsa, que confiaban en que el valor de las acciones de Gamestop continuaría a la baja (luego de una estrepitosa caída del 70% de su valor a lo largo del año previo), Burry creía que las acciones de la compañía estaban siendo infravaloradas en el mercado. Para él, la empresa contaba con la liquidez suficiente para revertir su decaimiento, y también con las condiciones para continuar siendo rentable para los accionistas.
Aquellos que sostenían una visión pesimista, creían que la desaparición de Gamestop era inminente por su modelo de negocios insostenible. El diagnóstico que pesaba sobre la empresa era muy parecido al que llevó a la extinción de Blockbuster: la venta de videojuegos física estaba siendo desplazada y superada por las ventas digitales y en línea.
Una proyección bastante razonable y justificada, si consideramos el éxito de plataformas como Steam y el peso de las tiendas digitales que ya vienen precargadas en toda marca de consolas. Pero Burry tenía un motivo para mantenerse optimista: la nueva generación de consolas todavía incluía unidades de disco físicas; es decir, se mantenía la oportunidad de seguir vendiendo videojuegos en formato físico.
Menos de una semana después de que la posición del Dr. Burry se hiciera pública, las acciones de Gamestop dispararon su valor en un 20%, creando así una de las condiciones necesarias para poner en marcha lo que sucedería después.
Chewy y el segundo aire
A pesar del oxígeno que le dio Michael Burry a la moribunda empresa, el sentimiento negativo en el mercado siguió atormentando a Gamestop hasta ya bien entrados en el 2020. Principalmente, claro, por la llegada de la pandemia de Covid-19.
Era evidente que los cierres y cuarentenas en todo el mundo impactarían con mayor fuerza a aquellos negocios cuyo principal canal de venta estaba a nivel de piso. Y Gamestop no fue la excepción. Desde el primer semestre del año, la empresa tuvo un fuerte golpe económico.
A pesar de ello, en agosto del 2020, Ryan Cohen, fundador de Chewy -una de las principales empresas dedicadas a la venta en línea de productos para mascotas-, anunció su participación como accionista en Gamestop, adquiriendo una posición del 9% de la compañía. Gracias al involucramiento del joven millonario, las acciones de Gamestop, volvieron a dar un brinco de más del 25%, sobrepasando el umbral de los 6 dólares por acción.
Pero Ryan Cohen no nada más llevó dinero a la compañía, sino que también propuso un plan para salvarla. Su idea era usar su experiencia en el e-commerce -dado el éxito demostrado en su empresa anterior- para migrar el negocio de Gamestop a Internet y convertir al retailer en una competencia de Amazon.
Un mes después de anunciar su participación como accionista, Cohen tuvo acercamientos con la directiva de la empresa para materializar su plan. Sus pláticas tuvieron un nuevo efecto positivo en el valor de las acciones de Gamestop, que pasaron por encima de los 10 dólares; un movimiento del 28%.
El “short squeeze” o una muerte por mil cortes
El hecho de que un multimillonario decidiera participar en Gamestop cimbró al mercado accionario, pero también a uno de los rincones más oscuros de Internet. El 1 de septiembre, apareció un post en wallstreetbets, un foro de Reddit dedicado a la discusión de estrategias de inversión en la bolsa y los memes financieros (ellos mismos se describen “como si 4chan encontrara una terminal de Bloomberg”). En el post -publicado por el usuario “airdoon”- se explicaba una estrategia muy particular relacionada con las acciones de Gamestop: el “short squeeze” u obligar a los vendedores en corto a liquidar sus posiciones a precios muy elevados.
¿Pero qué quiere decir esto?
Lo primero que hay que entender es el short-selling o venta en corto. Este tipo de inversión se hace cuando se cree que el precio de una acción va a la baja. Esta creencia puede darse por muchas razones, por ejemplo, porque se estima que el valor de una acción está sobrevalorado; porque las condiciones financieras de una empresa dan señales preocupantes; o bien porque el contexto en el corto plazo puede afectar el prestigio de una compañía (como cuando se destapa algún escándalo).
Es decir, a diferencia del tipo más intuitivo de inversión en la bolsa, donde se compra una acción para luego venderse más cara, en la venta en corto se hace lo contrario: se vende una acción esperando comprarla más barata en el futuro.
En la práctica, para hacer una venta en corto, el inversionista primero tiene que pedir prestada una acción para venderla al instante, sin importar el precio (digamos a 10 pesos). Con el dinero de la venta en mano, espera a que se cumpla su pronóstico de que el precio de esa acción baje. Si eso sucede, el accionista recompra la misma acción, pero a un precio menor (supongamos que baja a 8 pesos). Le devuelve al prestamista la acción que le fue otorgada, y el inversionista se queda con la diferencia de la venta en corto como ganancia (en este ejemplo, 2 pesos).
Hasta aquí todo puede parecer lógico. Pero una diferencia importante entre la venta en corto y en largo (aquella donde compramos esperando vender más caro) es la exposición al riesgo. La venta en corto supone una posición mucho más vulnerable, porque no hay un tope en las pérdidas que un inversionista puede sufrir.
Pensémoslo así: si compramos una acción esperando venderla más cara, pero nunca sube de precio -y, al contrario, se cae-, lo más que podemos perder es el precio que nos costó la acción (si sucediera el peor escenario, y su valor se fuera a cero). En cambio, si pedimos prestada una acción y la vendemos esperando que baje de precio para comprarla más barata, pero nunca baja de precio -y, por el contrario, sube-, entonces lo que podemos perder es ilimitado. Entre más sube el precio de la acción, más perdemos. Y, teóricamente, puede subir al infinito, porque no hay un tope hacia arriba.
En otras palabras, mientras que en la inversión a largo plazo la pérdida máxima está limitada al 100% de la inversión, en el caso de la venta en corto puede ser del 200%, 500%, 1000% o más.
Aunado a eso, la venta en corto implica pedir prestada la acción y hay que considerar los pagos de intereses y primas por el tiempo que el inversionista se tarda en devolverla.
En esas circunstancias, un “short squeeze” o “estrangulamiento de las posiciones en corto” se logra cuando se infla el precio de una acción a pesar de los pronósticos bajistas, obligando a los vendedores en corto a liquidar sus posiciones para mitigar pérdidas.
Recordemos que el short-selling implica un préstamo de acciones. Por lo tanto, el inversionista que hace una venta en corto está obligado a comprar nuevamente las acciones que está vendiendo. Sólo así puede saldar su deuda.
Además, tiene la premura de liquidar su posición para que los intereses y primas del préstamo no le coman sus potenciales ganancias, o bien incrementen sus pérdidas. Por ende, si su pronóstico sobre la caída del precio de una acción falla, entre más tiempo se tarde en cerrar su inversión, mayor será su pérdida.
Cuando, finalmente, el inversor decide terminar su posición, genera un efecto adicional muy interesante. Dado que volverá a comprar la acción, pero al precio en el que se está ofertando, produce una retroalimentación positiva en el sentimiento del mercado: al recomprar la acción, el mercado entiende que aumenta la demanda y, en consecuencia, sube el precio de las acciones. Sólo imagínense cómo reacciona el mercado cuando no es un solo vendedor en corto el que liquida su posición, sino una masa de ellos: las acciones suben estrepitosamente.
Contra sus propios pronósticos, este tipo de inversionistas ayudan a crear una inercia de aumento de precios cuando se ven obligados a liquidar sus ventas cortas. Y esto puede acabar atrayendo a más compradores y así darle un mayor impulso al precio de la acción. En cambio, si se tardan demasiado, salirse de este negocio puede costarles muy caro, sobre todo si otros vendedores en corto deciden abandonar el barco antes que ellos. Este bucle puede continuar hasta que todas las posiciones en corto sean liquidadas.
“Airdoon”, el usuario que propuso la genial estrategia en Reddit, se dio cuenta del grado de vulnerabilidad al que estaban expuestos los short-sellers de Gamestop.
Según su propia argumentación, Gamestop era una de las acciones con más ventas en corto dentro del mercado. De hecho, una inmensa mayoría de sus acciones existentes se estaban vendiendo en corto. Del total de acciones de Gamestop que se intercambiaban públicamente (el “float”, en la tabla de arriba), más de un 121% se estaba vendiendo en corto (el “ShortInt” o “interés en corto”).
¿Cómo es posible que se puedan vender en corto más del 100% de las acciones disponibles en el mercado? ¿Cómo se logran intercambiar más acciones que las que existen?
Gracias a que esas acciones son deuda.
Piénsenlo así: cuando hay un sentimiento negativo generalizado sobre el valor de una empresa, hay más probabilidades de que los inversionistas vendan en corto las acciones de esa compañía en vez de tomar posiciones largas. Y sí más inversionistas en corto entran a un mercado, entonces la cantidad de acciones prestadas también aumenta.
Imaginen que pido prestada una acción para venderla en corto. Eso quiere decir que le debo una acción a alguien más (llamémosle A). Yo me deshice de esa acción al precio de mercado, porque espero que su valor baje en el futuro. La persona a la que le vendí la acción (llamémosle B) le presta esa misma acción a otro inversionista que también pretende venderla en corto. Entonces, adquiere una deuda de una acción con B. Por lo tanto, aunque se están realizando diferentes transacciones con una sola acción, ya hay una deuda acumulada de dos acciones diferentes (la que yo le debo a A y la que el otro inversionista le debe a B).
Así es como se puede crear un “interés en corto” (ShortInt en la tabla) que sobrepase más del 100% de las acciones existentes. A medida que se incrementa el “interés en corto” de una acción, la brecha entre las acciones disponibles y las acciones necesarias para cubrir las deudas de las ventas en corto se hace más grande; es decir, la misma oferta de acciones deja de alcanzar para cubrir la demanda abierta por las posiciones en corto.
“Airdoon” se dio cuenta de que esto estaba sucediendo con Gamestop. Se había creado una especie de “burbuja” entre la cantidad de posiciones en corto (cantidad de acciones prestadas) y el número de acciones realmente disponibles para cubrir esas posiciones.
Sólo hacía falta cambiar el sentimiento negativo sobre el valor de Gamestop para poner en marcha el “estrangulamiento”. Y ahí es donde las proyecciones de Michael Burry y la noticia de la participación de Ryan Cohen como accionista de la empresa, podrían servir como catalizadores.
De hecho, Airdoon ya señalaba el sufrimiento de algunos de los short-sellers a causa de los aumentos de precio en las acciones en agosto y septiembre del 2020. Más noticias a favor de la compañía podrían detonar movimientos para liquidar las posiciones en corto y activar la retroalimentación positiva.
Esas noticias llegaron en octubre y luego ya entrado el 2021. Sin embargo, a pesar del crecimiento en el precio de las acciones de Gamestop, los vendedores en corto decidieron seguir apostando a la baja, para mitigar el impulso alcista que estaba teniendo la acción en el mercado. Así que hicieron más ventas en corto para proteger su posición.
Pero no contaban con la coordinación masiva de Reddit. Los usuarios del foro se hicieron, rápidamente, con la mayor cantidad de acciones disponibles en el mercado. Si la demanda de acciones de Gamestop estaba excedida en las posiciones en corto, entonces, mientras se compraran más acciones y no se vendieran ni se prestaran para realizar más ventas cortas, se podía obligar a los grandes inversionistas a liquidar sus posiciones o esperar una muerte por mil cortes en intereses y primas.
Y la “burbuja” reventó.
Al controlar la poca oferta de acciones de Gamestop, los usuarios de Reddit “exprimieron” a los vendedores en corto con precios cada vez más elevados para cerrar sus posiciones. Algo muy parecido a lo que sucedió con Volkwagen en el 2008, cuando, por un breve momento, se convirtió en la compañía más valiosa del planeta como consecuencia de la desesperación de los short-sellers por cerrar sus posiciones.
…
En menos de un mes, el precio de las acciones de Gamestop subió en más de 1500%, pasando de menos de 20 a casi 350 dólares. La acción coordinada de los más de 5 millones de usuarios afiliados a wallstreetbets, junto con las condiciones abiertas por Burry y Cohen, resultó en un golpe fulminante para dos grandes fondos de inversión: Citron Research y Melvin Capital. Sólo este último perdió el 53% de su capital en el transcurso de enero.
Aunque también hubo grandes ganadores. Uno de los diez fondos de inversión más grandes del mundo, Blackrock, pudo haber generado ganancias por más de 2 mil millones de dólares gracias a estas circunstancias.
Más allá de las pérdidas o ganancias monetarias, el escándalo de GameStop (o “GameStonk”) dejó al descubierto muchas cosas. Reveló la capacidad de coordinación de los foros de internet para actuar en masa contra las “ballenas” del mercado; convirtió a los que parecían ser héroes del mercado en villanos; hizo patente el resentimiento millenial por la crisis del 2008; y reabrió el debate sobre las regulaciones del mercado bursátil.
Sin embargo, tal vez lo más importante de estos eventos increíbles es que le regresa a la gente esa sensación amarga de desconfianza frente al sistema financiero institucional. Esa desconfianza que queda mejor expresada por la prosa elocuente de los propios usuarios de Reddit:
“El libre mercado sólo es libre hasta que la gente rica empieza a perder dinero”