Efraín Huerta: años de formación
La familia de Efraín Huerta Romo se mudó a la Ciudad de México en 1930, encabezada por su madre, Sara Romo Liceaga, con el objetivo de que sus hermanos mayores, Salvador y José ingresaran a la Universidad Nacional a la carrera de Derecho. Efraín quiso ingresar a la Academia de San Carlos, pues desde hacía varios años se dedicaba al dibujo, pero tenía que revalidar algunas materias y cuando tuvo su certificado en regla, para no perder más tiempo, se inscribió a la Escuela Nacional Preparatoria. Cursaría los primeros años de Leyes en Filosofía y Letras.
Mi abuela y sus hijos vivieron primero en la calle de Jesús Carranza, en Peralvillo, de hecho los conocidos de Huerta a veces se referían a él en las notas de prensa como el poeta del rumbo de Peralvillo. Después, se mudaron a la calle Plaza de Santiago 11-18, hacia Tlatelolco.
Sus maestros
En la Escuela Nacional Preparatoria tuvo maestros brillantes, como Agustín Loera y Chávez quien impartía Historia del Arte, por su influencia, Efraín recordaba cómo, con Rafael Solana, “recorrimos la Ciudad de México en busca de huellas del arte mudéjar; por él fuimos a Cuernavaca (frescos de Diego Rivera) y a Taxco (Santa Prisca). Él [Solana] escribía y yo dibujaba. El trabajo nos lo encuadernaban en la Biblioteca Nacional, entonces dirigida por don Enrique Fernández Ledesma” (Mecanuscrito de Efraín Huerta, ca. 1977).
Con Antonio Caso estudió Sociología y fue aprobado con 10 por un ensayo sobre el marxismo. Con Julio Torri, la epopeya castellana; con Eduardo Colín, literatura española del siglo XIX y comienzos del XX; otros de sus maestros fueron Erasmo Castellanos Quinto, Nicolás Rangel y Roberto Chico Goerne. Efraín guardó sus apuntes literarios en pequeñas libretas negras, tipo moleskine, que les enseñó a usar a sus alumnos don Genaro Estrada. Mi padre las llamó las damas negras.
José Revueltas y la militancia
“Muy cierto: entre pintas y pegas (pintas de ABAJO LA BURGUESÍA y pegas de volantes y consignas impresas), se nos iba [a Efraín y a José Revueltas] parte de la noche. Durante el día, en los mítines, en los vestíbulos de los teatros, vocéabamos El Machete, que desapareció” (Beatriz Reyes Nevares, “Efraín Huerta, poeta, militante” Entrevista en: Siempre!, 24 de mayo de 1978).
En alguna ocasión le pregunté a mi padre que por qué a Revueltas siempre lo capturaban y a él no. Me respondió que en aquellos años entrenaba para ser corredor de medio fondo y los policías jamás le daban alcance.
En 1933, con José Revueltas integró el dueto Reivindicación. “En este asunto hay mucho de invención, de varia invención, como decía el clásico. Pepe Revueltas me atribuía la paternidad de canciones que él no conocía porque no tenía radio, y yo sí. Se las cantaba a lo largo de la calle de la Santa Veracruz, cuando ya habíamos terminado las prolongadas juntas que, como nos lo demostró un compañero, se podían realizar en veinte minutos. O menos, o no realizarlas” (Id.).
“Éramos una minoría ruidosa. Estudiantil. Bueno, se trataba de la batalladora Federación Estudiantil Universitaria, y después, ya abiertamente, de la Juventud Comunista. Formábamos una vanguardia gritona, inerme pero sin miedo. No olvidaremos el día 20 de noviembre de 1935, cuando hostigamos por todo Insurgentes, Juárez, Madero y el Zócalo, a los ‘camisas doradas’, infantería y caballería fascistas financiadas por los ricos regiomontanos. Les dimos la batalla en pleno Zócalo y finalmente se desintegraron. Ya comenté en otra parte mi extrañeza al no leer este episodio en las memorias de Siqueiros, Me llamaban el Coronelazo, si fueron David y Rosendo Gómez Lorenzo (‘el capitán Sangre Fría’), más los choferes del Frente Único de Trabajadores del Volante (estoy casi seguro de que así se llamaba la agrupación), quienes nos protegieron en una parcial retirada hacia Catedral y Seminario, porque la caballería fascista se nos venía encima”.
Las revistas literarias
Rafael Solana y Miguel N. Lira habían hecho ya la revista Taller poético, Efraín comenzó a colaborar con ellos en los cuatro números que hicieron. Después, con Alberto Quintero Álvarez, Enrique Guerrero y Octavio Paz fundan la revista Taller. Paz había hecho ya la revista Barandal con Salvador Toscano y otros y, también Cuadernos del Valle de México, con Toscano y José Alvarado.
Por iniciativa de Octavio Paz invitaron a colaborar con ellos a varios poetas del exilio español, de algunos Efraín Huerta había publicado semblanzas en El Nacional. Se reunían en El Papagayo en la avenida Juárez, con José Herrera Petere, Antonio Sánchez Barbudo, Juan Gil Albert, Lorenzo Varela, Francisco Giner de los Ríos, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre y Juan Rejano.
Efraín fue amigo cercano de Herrera Petere y de Emilio Prados, quienes disfrutaron de los guisos que mi abuela Sara les preparaba con su cálida hospitalidad y estupendo sazón (Efraín Huerta. “Libros y Antilibros”. El Gallo Ilustrado No. 792, 28 de agosto de 1977).
En esos años publicó sus primeros libros, Absoluto amor, 1935 y Línea del alba, 1936, en septiembre de ese año Efraín comenzó a ejercer el periodismo profesional y murió “en la raya”, como se dice en el gremio periodístico.