Tierra Adentro

Titulo: Raras. Ensayos sobre el amor, lo femenino, la voluntad creadora

Autor: Brenda Ríos

Editorial: Oceano / Turner

Lugar y Año: Ciudad de México, 2019

En un contexto donde todavía los derechos reproductivos y la pauperización económica resuenan con mayor énfasis en las historias de las mujeres invisibilizadas (por su clase y fenotipo) no es rara la excitación que nos producen las genealogías de la escritura femenina. Quizá por una cuestión incluso de cuidado, sororidad, o una exigencia orgánica de reconocernos en otras voces y cuerpas, escribir sobre literatura de mujeres convoca a hacerlo desde la propia experiencia y los placeres que devienen de la corporalidad. El cuerpo habla, sostiene un diálogo que durante nuestra historia ha sido una narrativa interna, casi oculta entre los pliegues de tela; en el centro de las oquedades, recubiertas de la savia dulce y transparente, en la luminosidad del carmesí, de la violencia. La vivencia de saberse encerradas hizo que las obras escritas por mujeres alcanzaran un pulso cuya fuerza cambió de manera determinante la literatura en menos de un siglo.

 

En la escritura todo se trata —de alguna forma— de amor, deseo y muerte, de nosotras mismas; pero, principalmente, de quien quiera escucharnos, leernos, esas mentes son a las que damos nuestra devoción, nuestros verdaderos amores o delirios. Es cierto que en la pasión escritural una se va llenando de amores, hijos, amantes, también de iguales: mujeres que, sin importar la distancia temporal, geográfica o incluso de contexto, pautan las líneas de aquello que ahora nombramos sororidad, un cariño que se une al agradecimiento de quiénes hemos decidido crecer sin la atadura patriarcal.

 

Es a las no santas a quienes dedicamos nuestros desvelos, las faltas de tiempo y palabra; a las raras, locas, pretenciosas, pasionarias; todo menos insulsas. Ellas nos han invitado a seguirlas hasta al punto de hablar solas, de pretender que con los cientos de horas delante de páginas en blanco podamos, aunque sea por un minuto, estar a su lado.

 

Con Raras. Ensayos sobre el amor, lo femenino, la voluntad creadora (2019), la llamada que hace Brenda Ríos (Acapulco, Guerrero, 1978), es para entrar a las raíces de su escritura, cuyos hilos conforman los patrones de su poética construida por tradiciones, murmullos y sonidos que provienen de diversos puntos de la cartografía literaria. Poeta y ensayista, ganadora del Premio Estatal de Poesía María Luisa Ocampo y del Premio Nacional de Poesía Ignacio Manuel Altamirano, Ríos ha logrado que su voz tenga una resonancia capaz de crear un registro personal, pero con un estruendo que nos persigue desde la primera línea. Ese poder ha hecho que ejecute una ruta no del acontecer eternamente femenino —figura ya de por sí cursi y de la cual deseamos huir—, sino de los tránsitos y experiencias de las mujeres con las que Ríos comparte la intimidad suficiente como para realizar retratos de cuerpo entero.  Ciertamente su selección no obedece a otra cosa que a su deseo, como si el recorrido de sus veinticinco compañeras fueran instrucciones para llegar a ella misma, a su propio centro, al origen de sus pasiones: la literatura, la vida y las formas diversas que concierta.

 

Ríos no es benevolente y, por tanto, cliché; las buenas costumbres no las entiende desde el tono cándido o ceremonioso con el que en ocasiones —y de manera errada— un autor convoca fantasmas sobre tierra yerma. El caso de Raras, ensayos sobre el amor, o femenino, la voluntad creadora es en sí una estructura que obedece a la urgencia de explorar a su lado las posibilidades del cuerpo herido, marginado, ausente; aunque en ocasiones extrañan sus momentos de inconsistencia, pues su voz alcanza tonos sumamente altos y, de pronto, baja hasta desmoronar el ritmo. Resulta notorio cuando la autora decide dejar de lado el orden y cumplirse el deseo de que estén todas las mujeres que la representan, sea por su gusto literario, o su educación sentimental. Particularmente el ejercicio de haber incluido el texto de la poeta Xel-Ha López es muestra de ello.

 

Pese al sentido de extravío que se atisba entre los matices del libro, en muchos momentos y de la nada, una voz en llamas nos regresa a la caricia que deviene del llanto, de los recuerdos de infancias oscuras, tal es el caso del texto dedicado a Jean Rhys y las maneras en las que su escritura edifica un puente para que aquellos secretos, como el abuso y maltrato infantil, salgan a la luz; aunque pague el costo de ser rara, de la manera en que lo expone Ríos: “la mujer que no se adapta es una marginal y una mártir de sí misma”. La intimidad expuesta en el lenguaje está lejos de ser un defecto, ni en sus disertaciones ni en la selección de sus personajes, sino una auténtica muestra de fidelidad hacia sí misma, y así lo advierte: “Este libro es personal. No podría ser de otra manera. Son ensayos personales que van desde ideas inocentes hasta desplazamientos más aletargados. Ejercicios de diálogo. Están aquí porque me las encontré al mismo tiempo. Porque las vi de manera distinta con los años”.

 

Mientras enfoco las pequeñas instrucciones que, a manera de prólogo, la autora ofrece para caminar a su lado, pienso en la manera en que el paseo y la digresión se emparentan de manera eficaz en la escritura. Finalmente se trata de mujeres que rompieron las regla; por ello, la poética es clara no solo por tratarse de mujeres escritoras con vidas al límite, sino porque la lectura termina siendo un espacio de seguridad. Virginie Despentes retoma las maneras en que la memoria, —incluso aquella que nos trae de vuelta a los dolores de la juventud— se vuelve una calle de diversos sentidos, un pasadizo de posibilidades —incluso la de salvarse a sí misma—, cuyas interrupciones no son sino recorridos que nos permiten reflexionar sobre aquello oculto, lo que no puede decirse, de lo que solo las voces fuertes se atreven a hablar y nombrarse desde ese lugar. Raras, marca en la compulsión y la tristeza un espacio libre de juicios acerca de cómo ser escritora.

 

Una de las tesis en Raras es la del encuentro con la creación, y funciona como un hilo conductor entre la diversidad de estilos y voces, también es el pretexto ideal para acallar sus propias dudas, las que en extremo llevan a la esterilidad. Cuando retoma a la poeta colombiana Fátima Vélez, lo hace con lucidez y cuidado, igual a las formas que las doulas, o cuidadoras de otras mujeres, tienen para mitigar las distintas formas de dolor, sea por parto, aborto, violación y pérdida. Me gusta imaginar que después de cada uno de estos momentos, la vida se da como un bálsamo, y que una encuentra el alivio incluso en las creaciones más complejas. Nada es simple, aun el escenario más común: la casa, así lo intuye Ríos en el poemario de Vélez, Diseño de interiores.

 

El cuidado de varias cosas a la vez (el hogar, la comida, la crianza y el trabajo creativo) se puede sentir en los poemas de Diseño de interiores. Son versos para imaginar el mundo poético en la parte más elemental de la vida diaria, en las alcobas, las tareas diarias. En los catálogos de lo visible, lo más tangible. La poesía no será algo abstracto que celebre la noche o la belleza inalcanzable, esos poemas feroces por su propia simplicidad. Los elementos combinan, crean nuevos sentidos. No es la edad de la poeta, la poca o mucha experiencia. El trabajo de Vélez me hace reflexionar sobre la importancia del “hallazgo” en el poema, esa informalidad, esa pretensión de que no importa si no se logra, eso es justo lo que hace al poema un suceso de develamiento y simpleza.

 

En cada uno de los veinticinco ensayos, Brenda nos asigna pequeñas notas para entender su propia escritura. Eso que puede ser visto como inconsistencia, para la autora es el ritmo vital, aquello que sale de los esquemas automáticos, de las estructuras abigarradas, de lo que se torna ceremonia y distinción. De ahí que esta colección deambule entre Clarice Lispector y la interprete Becky G, entre Anïs NinAmy Winehouse y la poeta Xel-Ha López. En el caso de Nin, la apuesta se vuelve un hallazgo por ser casi una autora desconocida entre las generaciones más jóvenes, y en definitiva nos otorga una mirada valiosa.

 

La colección es personal y por eso Brenda Ríos, nos muestra la cartografía de su creación intima y llena de matices. Quizá el aporte más significativo sea el hecho de que, sin importar los orígenes o la tradición, la literatura siempre obedece a las reglas del deseo: para la cuerpa no hay otra forma de escribirse en el mundo.


Autores
(Ciudad de México, 1984) Investigadora, docente, escritora y crítica. Es maestra en Estudios Latinoamericanos por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y Doctora en Sociología por la Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco. Realizó una estancia de investigación en la Universidad de Buenos Aires y ha publicado artículos y reseñas en revistas como Este País, Pliego 16, Fundación, Casa del Tiempo, Revista de la Universidad, Écfrasis, Tierra Adentro. En 2011-2013 fue Becaria de la Fundación de Letras Mexicanas en el área de ensayo y en 2019 fue Becaria Fonca en el área de ensayo. Fue finalista en el Premio Internacional de Literatura Aura Estrada en su edición 2020 y aceptada por Ucross Foundation para hacer una estancia artística en el verano del 2021.