Con la propia cuchara

Titulo: Todo alrededor de lo que se vacía / All around what empties out
Autor: Linh Dinh
Traductor: Luis Alberto Arellano
Editorial: Mantis Editores-Colegio de Puebla
Lugar y Año: México, 2012
Todo alrededor de lo que se vacía / All around what empties out reúne dos de los primeros poemarios de Linh Dinh, poeta estadounidense nacido en Vietnam en 1963 y radicado en el país norteamericano desde 1975; el volumen original se publicó en 2003 y la versión que de él ha preparado Luis Alberto Arellano, apareció en fechas recientes en edición bilingüe.
Se trata de un libro poderoso y ejecutado en un conjunto de voces, que operan desde una fundamental extrañeza que intentaré mostrar en estas líneas. En el primer poemario, “Boxeo ebrio”, el lector se encuentra —choca— con una propuesta lírica que desmonta las coordenadas naturales del poema. Los textos toman cuerpo a partir de retazos, materiales cotidianos adulterados por vía de la acumulación y la dislocación. En el poema “Carta a mi cama”, aquello a lo que se habla es el lecho —nada ideal— de quien enuncia: “Revuelta cama, esponja sentimental, amor de mi vida, / testigo de todos mis horrores, mis derrames Valdez, mis crímenes […] no confieses nuestros secretos a la inteligencia enemiga”. El inicial delirio que sitúa a la cama como ser amado, se contamina muy rápido con el derrame Exxon-Valdez de 1989 —el percance ecológico más pernicioso acecido en Alaska—, mientras reclama lealtad ante una inteligencia enemiga. Ambas imágenes podrían verse, a primera impresión, como tópicos transfigurados de la intimidad de la voz lírica; sin embargo, también cunde la sensación que los sucesos sociales repercuten, como polución y paranoia ante un enemigo, al interior del poema. Esta sensación se refuerza conforme se avanza en la lectura y encuentra muy rápido una expresión concentrada en el texto “Arquitectura vietnamita tradicional”, donde al describirse un recinto se asienta lo siguiente:
Los techos están pintados con libreros, mesas, camas y animales durmiendo, etc., todos de cabeza, para imitar el piso. Los pisos tienen un solo foco desnudo. // Sobre un pedestal en el centro del cuarto está un retrete simbólico […] hecho de papel maché. No hay retretes reales en ninguna parte de la casa. // En una larga repisa, muy alta para ser alcanzada, hay una exhibición de objetos “perdidos”: uñas cortadas en la infancia, cartas de amor, primeros besos…
Este poema podría ser una de las claves del libro: por un lado, el efecto poético aparece como un habitáculo inaccesible, para el cual “cualquier entrada es ilícita”, en el cual todo registro y vínculo con el mundo se sujeta a leyes poco claras e, incluso, invertidas; por el otro, cada uno de los poemas semeja esas uñas cortadas y envejecidas —deshechos de una corporalidad aparentemente pulcra— colocadas en un sitio donde se exhiben para provocar escalofrío.
Las uñas consisten de células muertas de queratina que el cuerpo secreta de manera constante y cuyo crecimiento debe controlarse, si se quiere dar una imagen adecuada a las normas de convivencia —al menos en nuestras sociedades— y por supuesto, mantenerse en el encanto de la corrección política. La uña como testimonio de la generación de residuos, del control casi automático y silencioso de las secreciones. Los poemas de Todo alrededor de lo que se vacía se muestran, en mayoría abrumadora, desde una corporalidad que avasalla, y lo hacen porque recuperan, aluden, muestran las secreciones del cuerpo y las ponen de frente a un corpus —social, político, intelectual— que siempre actúa para evitarlas. Se abre de esa manera una mirada crítica a la biopolítica, la regulación social que incide a través del control de lo que es accesible para los cuerpos. La secreción es el secreto.
Proyectando las deyecciones físicas y las sociales, cada poema abre un espacio donde aparecen, en un decir descoyuntado, imágenes que no apuestan por concretar una presencia, por armar un discurso reflexivo-epifánico o por esclarecer su lógica narrativa. Los textos se asemejan más a instalaciones con palabras o a un protocolo de imágenes. Así ocurre en el intenso texto que da nombre al libro:
Vivo aquí porque no tengo mucho dinero y eso es cierto también, para todos mis vecinos […] ¿Sabías que una vez me cogieron con mi propia cuchara? Esta misma cuchara. Y más tarde, con la mitad de una navaja de rasurar. Desde la costura de mi escroto hasta el borde de mi ano hay 15/16 de pulgada. Se llama perineo, que en griego significa, creo, todo alrededor de lo que se vacía.
Saturados de motivos propios de las clases medias y bajas estadounidenses —y también norteamericanas y también vietnamitas—, los versos cuajan en fraseos inconexos; en ellos irrumpe el día a día con su dosis de adulterio, recuerdos, léxicos intervenidos de series policiales o noticieros amarillistas. Lo que afianza la potencia de los textos es su capacidad de mostrar, encarnada, la violencia que desgarra una comunidad en clases, géneros, categorías; lo que separa al famoso de sus fanáticos: “una frívola calma que se abre paso entre el odio intenso de aquellos que me adoran”.
En la base de tal violencia está la desmesura de nuestros días, en la que los sujetos pasan a ser objetos, tratables y negociables, dependiendo del sitio, el no-lugar y el momento, para luego retomar el fantasmal aspecto del sujeto: migración, explotación, consumo inducido-voraz y maquila, guerras de precisión. Nada se distingue ni se detiene, todo aparece como un gran trampantojo que tarde o temprano estalla sobre los cuerpos, mientras muestra sus costuras: “No puedo hablar de las cosas, hierba para gatos o un perro, con la confianza de que existirán en el mundo cuando termine mi oración. (Tal es el progreso.)”. Distante de cualquier filigrana, el volumen muestra una uniformidad estilística que se apoya en un lenguaje cotidiano y mediático adulterado: “fuimos ricos y luego pobres. Un perro pequeño, o tal vez un gato, ahora jala del vagón familiar”. Su aparente llaneza sintáctica confirma la posición de las voces, personajes, travestidos, que en él aparecen: la del errante o marginado que avanza sin compromisos por “la Avenida Vagancia”. El segundo poemario, “Un pequeño triunfo sobre la lasitud” así lo confirma, escrita en su mayoría en prosa. Aparecen historias embozadas, guías transfiguradas de olores, mares contaminados; todo, con el sentido del humor requerido ante las convulsiones de una realidad que acepta lo poético sólo por vía de la deyección: “Y un nudillo es un botón redondo / hecho de insultos / acumulados en el hueso. // Cualquier protuberancia en el cuerpo humano puede ser llamada nudillo. // ¿Cuántos nudillos hay en el rostro dormido?”
En el ámbito de la traducción de poesía, usualmente desprovista de intereses de mercado, la traducción de una obra implica un gesto doble del traductor, máxime si se trata a su vez de un autor de poesía: por un lado, disponer ante una comunidad de lectores un libro que considera necesario, enriquecedor en algún sentido, del corpus lírico al que se incorpora; por el otro, conlleva aceptar que esa traducción pueda deformar, influenciándola, la propia obra. La versión de Luis Alberto Arellano, de sólida factura, sobria —sin caer en tentaciones propias del talante alucinatorio del libro—, pareciera dialogar con intensidad con su propia creación; sobre todo en el interesante Bonzo, aparecido en Ecuador en 2012. Más allá de eso: su traducción incide en una comunidad de lectores y alienta la discusión en torno a las estéticas que en ella se gestan. No tengo duda que Todo alrededor de lo que se vacía es una destacada aparición editorial.