Tierra Adentro

Introducción

El fin de la Guerra de los Doce Días en Gaza no marcó el cese de la agresión, sino la transición a una fase regional mucho más volátil y expansiva. Si bien las narrativas occidentales intentan presentarla como una escalada aislada, la guerra fue, de hecho, un punto de inflexión en una estrategia de resistencia interconectada que se extiende de Teherán a Beirut, de Saná a Damasco. Esta fase no es de desescalada, sino de reorientación. La calma posterior es engañosa, una tregua táctica temporal mientras todas las partes se reconfiguran para la siguiente confrontación inevitable.

1. Enmarcando la región de la posguerra: la calma antes de una tormenta regional

Para el Eje de la Resistencia, la guerra reafirmó verdades cruciales: la entidad sionista está en declive estratégico, Estados Unidos está desbordado y es cada vez más ineficaz a la hora de imponer resultados políticos, e Irán se mantiene resiliente, ideológicamente arraigado, militarmente capaz y diplomáticamente paciente. Como afirmó el Líder Supremo de Irán, el imán Sayyid Ali Khamenei, tras el enfrentamiento en Gaza: “El régimen sionista se debilita cada día… Esto no es una mera predicción; es una realidad que toma forma sobre el terreno”.1 

El papel de Irán durante la Guerra de los Doce Días no fue una intervención militar directa, sino una orquestación estratégica. La firmeza de Teherán garantizó una respuesta unificada del Eje, coordinando estrechamente la campaña de presión de Hezbolá en el norte con las acciones de la Resistencia Islámica en Gaza y las operaciones a largo plazo de Ansarullah en el Mar Rojo. Esta intervención multidireccional reveló un cambio doctrinal fundamental en la resistencia regional: la disuasión ya no es defensiva, sino calibrada, prospectiva y preventiva.

La profundidad estratégica de la República Islámica se ha expandido no solo geográficamente, sino también intelectualmente. Su modelo, que combina ideología, disuasión militar y alianzas regionales, ha encontrado fuerza más allá de sus fronteras. El difunto comandante de la Fuerza Quds iraní, el teniente general Qassem Soleimani, declaró célebremente: “Nuestro campo de batalla es toda la geografía de la Resistencia. Dondequiera que exista la opresión, estaremos presentes: con el pensamiento, con el apoyo, con la resistencia”.2

Ese principio sigue vigente y ahora se pone en práctica mediante ataques de precisión desde el Líbano, drones sobre la Palestina ocupada y misiles desde el Yemen.

2. La resistencia como doctrina estratégica en un panorama geopolítico cambiante

La intervención de Hezbolá en la frontera libanesa demostró una vez más que cualquier guerra futura ya no se limitará a Gaza. Más bien, será multifrontal, asimétrica y orientada al desgaste acumulativo. En su discurso de posguerra, el secretario general de Hezbolá, el mártir Sayyed Hassan Nasrallah, enfatizó: “Lo que viene a continuación no es como lo anterior. La Resistencia está lista, paciente y alerta. El enemigo lo sabe y tiembla ante las consecuencias”.3

Mientras Tel Aviv celebra públicamente su supervivencia, su mando estratégico es plenamente consciente de su vulnerabilidad a largo plazo. El estamento militar de la entidad israelí se enfrenta ahora a lo que un general retirado denominó una crisis geográfica, de legitimidad y de moral.4 Esta fragilidad ha envalentonado no solo a los grupos de resistencia palestinos, sino también a movimientos regionales que antes dudaban en involucrarse directamente.

Al mismo tiempo, la participación de Estados Unidos en la guerra, y su política más amplia en la región, sigue siendo de obstrucción y desestabilización. Su presencia militar en Siria, su apoyo logístico a las operaciones israelíes y sus implacables sanciones contra Irán exponen la contradicción fundamental de su política regional: Estados Unidos predica la estabilidad mientras promueve una guerra perpetua. En realidad, Washington se ha convertido en un facilitador de crímenes de guerra bajo el pretexto de alianzas estratégicas.

Este artículo analiza la evolución del orden regional tras el conflicto y explora la creciente probabilidad de una nueva guerra entre Hezbolá y la entidad israelí, los peligros que plantea la rápida normalización de las relaciones en Siria y la persistente y no resuelta confrontación entre Irán y el Israel sionista. Estos no son acontecimientos aislados, sino expresiones de una lucha histórica más amplia: la resistencia de naciones y pueblos soberanos contra un orden impuesto desde el extranjero.

El Eje de la Resistencia no se limita a responder a la agresión, sino que redefine los términos del enfrentamiento. No se trata de un bloque reaccionario, sino de una fuerza estratégica, ideológicamente coherente y en plena maduración militar. Sus cimientos no se basan únicamente en armas y alianzas, sino en la profunda convicción de que la liberación es tanto un derecho como un deber.

Consecuencias de la Guerra de los Doce Días: resultados tácticos y cálculos estratégicos

La Guerra de los Doce Días no culminó con la victoria de la entidad sionista, ni se pretendía que así fuera. El objetivo de Israel, como siempre, no era lograr una solución estratégica, sino ganar tiempo, infligir destrucción masiva e intentar reafirmar su disuasión mediante la fuerza bruta. Lo que expuso, en cambio, fue la creciente erosión de la coherencia militar israelí, la creciente confianza estratégica del Eje de la Resistencia y la fragilidad de la hegemonía regional respaldada por Estados Unidos.

1. Evaluación del equilibrio de poder entre el Eje de la Resistencia y la entidad israelí

Para las fuerzas de ocupación israelíes, la guerra generó más preguntas que respuestas. A pesar de lanzar miles de ataques aéreos y desplegar unidades terrestres de élite en Gaza y sus alrededores, las facciones de la Resistencia mantuvieron el mando operativo, atacaron los movimientos enemigos con creciente precisión y expandieron su campaña de guerra psicológica a las profundidades de la sociedad israelí. La guerra, en efecto, invirtió los roles: fue la ocupación la que operó en modo reactivo, mientras que las fuerzas de la Resistencia tomaron la iniciativa.5

Lo ocurrido en la frontera libanesa agravó aún más la situación israelí. Las intervenciones calibradas de Hezbolá, las operaciones diarias dirigidas a puestos de avanzada, la infraestructura de vigilancia y las concentraciones de tropas sionistas en el norte, no fueron meros actos de solidaridad, sino parte de una doctrina de presión multifrontal, diseñada para diluir la presencia militar israelí y exponer sus vulnerabilidades en el norte. En su discurso posterior a la guerra, el mártir Sayyed Hassan Nasrallah declaró: “Cuando Gaza es atacada, la Resistencia en el Líbano no se queda de brazos cruzados. Formamos parte del mismo cuerpo, y el enemigo sabe que al atacar un punto débil, todo el cuerpo reacciona”.6

Esta sinergia operativa en Gaza, Líbano e incluso Yemen apunta a una evolución transformadora en la guerra de resistencia: de frentes desconectados a ejes de desgaste coordinados. Los analistas israelíes han comenzado a reconocer esta realidad. Una evaluación posbélica publicada por el centro de estudios sionista INSS (Institute for National Security Studies) señaló: “Israel se enfrenta a un escenario para el cual no puede prepararse: una guerra en múltiples teatros que explota la asimetría, la geografía y los medios de comunicación de maneras para las cuales las FDI [Fuerzas de Defensa de Israel] no tienen una solución doctrinal”.7

2. Repercusiones psicológicas y militares para el régimen sionista

Desde una perspectiva estratégica, la guerra consolidó dos resultados. En primer lugar, confirmó la eficacia de la guerra asimétrica cuando se sustenta en la claridad ideológica y la coordinación regional. En las últimas dos décadas, el Eje de la Resistencia ha evolucionado desde una militancia localizada hacia un sistema de disuasión integrado regionalmente, capaz de asestar ataques simultáneos y selectivos por tierra, aire y mar. La doctrina militar de Teherán, que prioriza la disuasión estratificada y la resiliencia sobre la guerra convencional, se reflejó claramente en la estructura táctica de esta guerra. En segundo lugar, demostró que el frente interno israelí ya no es inmune. Las imágenes de colonos huyendo de los asentamientos del norte, las interrupciones en los centros económicos y las sirenas de misiles que llegan a Tel Aviv y más allá apuntan a una ruptura psicológica. El Estado de Israel ya no puede garantizar la seguridad de su población, pilar fundamental de su legitimidad.8 

Por lo tanto, esta guerra ha puesto de manifiesto una asimetría estratégica: mientras Israel sigue dependiendo de herramientas de alta tecnología, el transporte aéreo estadounidense y las narrativas de los medios occidentales, la Resistencia se nutre de la legitimidad popular, la adaptación al terreno y la convicción ideológica. Estados Unidos, por su parte, continúa ofreciendo un apoyo integral a la ocupación, tanto militar como financiero y diplomático, consolidándose aún más como cómplice de la desestabilización regional.

Como enfatizó Sayyed Ali Khamenei después del alto el fuego: “Lo que se logró no es solo una victoria militar. Es un despertar estratégico. El colapso del enemigo no se declarará de un momento a otro; es un proceso, y estamos presenciando su desarrollo”. La Guerra de los Doce Días marca así un punto de inflexión, no a favor del alto el fuego o de las negociaciones, sino a favor de la consolidación de la Resistencia. Además, preparó el escenario para la siguiente fase del conflicto, donde la iniciativa estratégica ya no está en manos de quienes tienen la superioridad aérea, sino de quienes controlan la voluntad del pueblo, el terreno de la resistencia y el futuro de la soberanía.

Líbano al borde del abismo: una nueva confrontación en el horizonte

A medida que se asienta la polvareda tras la Guerra de los Doce Días, el frente libanés vuelve a pasar de una postura de disuasión calibrada a una de confrontación inminente. El frágil statu quo que definió los últimos meses, marcado por las represalias controladas de Hezbolá y la contención táctica israelí, ha alcanzado un punto de saturación. Con la doctrina de seguridad del régimen sionista fracturada y su mando norte al límite, las perspectivas de una guerra extendida a lo largo de la frontera entre Líbano y Palestina ya no son hipotéticas, sino pronosticadas.

1. La postura de escalada de Hezbolá: disuasión, preparación y combates de precisión

Para la Resistencia en el Líbano, esta fase no es una mera reacción a la agresión israelí. Se trata de un reajuste estratégico preventivo, basado tanto en la doctrina de la resistencia integrada como en las lecciones aprendidas de los recientes fracasos del enemigo. Desde octubre de 2023, Hezbolá ha llevado a cabo operaciones casi diarias contra puestos de avanzada de entidades israelíes, unidades de tanques Merkava, globos de vigilancia y baterías Cúpula de Hierro con precisión inquebrantable. Cada una de estas acciones ha tenido un alcance limitado, pero un propósito profundamente efectivo: debilitar, fragmentar y exponer la infraestructura militar de la ocupación en el norte.9 Como advirtió Sayyed Hassan Nasrallah en su discurso más reciente: “Lo que ven hoy en la frontera es solo una fracción de nuestras capacidades. Si el enemigo se atreve a intensificar la situación, será testigo de una respuesta de una magnitud jamás imaginada, una que podría cambiar la faz de la región”.10

La postura de Hezbolá no es de guerra total, sino de desgaste gradual. Esto se evidencia en el ritmo de las operaciones, disciplinadas, variadas y psicológicamente dirigidas a socavar la moral israelí. Los soldados israelíes estacionados en el norte han expresado abiertamente su temor y frustración por su prolongada exposición, y varios analistas militares advierten que “las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) ya no controlan el ritmo del enfrentamiento en el norte”.11

Pero Hezbolá no solo se prepara para una guerra ampliada, sino que la está moldeando. Desde una perspectiva operativa, el movimiento ha avanzado hacia una nueva era de versatilidad en el campo de batalla. La integración de vehículos aéreos no tripulados (UAV), el reconocimiento cibernético, la logística subterránea y la descentralización de misiles apuntan a una arquitectura de resistencia moderna. Estas capacidades se ven reforzadas por la asesoría y la experiencia técnica iraníes, conformando lo que los analistas ahora denominan un modelo de fusión de resistencia, una combinación perfecta de ideología, tecnología y estrategia de guerrilla.12

2. Los fracasos israelíes en el norte y la doctrina del colapso preventivo

Desde la perspectiva de la entidad israelí, el frente norte ya no es una zona de contención, sino un lastre. La reciente evacuación de más de 60 000 colonos de ciudades fronterizas como Kiryat, Shmona y Metula no solo han costado millones a la economía sionista en compensaciones, sino que también han destrozado el mito de la invencibilidad territorial israelí. El proyecto de ingeniería demográfica de la ocupación, diseñado para judaizar el norte de Palestina, se ha visto prácticamente frenado por la persistente amenaza del poder de fuego de Hezbolá.13

Mientras tanto, el papel de Estados Unidos sigue siendo previsiblemente desestabilizador. Al reforzar las capacidades militares de Israel con municiones guiadas de precisión, sistemas conjuntos de defensa aérea e inteligencia satelital, Washington es cómplice directo de alentar un error de cálculo israelí que podría desencadenar una guerra a gran escala en suelo libanés. La presencia naval estadounidense en el Mediterráneo Oriental, presentada como “disuasión”, no hace más que acrecentar la tensión regional, recordando que la política estadounidense en el Líbano no es de mantenimiento de la paz, sino de escalada.

Sin embargo, en este momento precario, Hezbolá lleva la delantera, no por su superioridad armamentística, sino por su claridad estratégica. La Resistencia en el Líbano no busca la guerra, pero no la teme. Su estrategia en el campo de batalla no se guía por presiones diplomáticas efímeras, sino por una visión a largo plazo de liberación, soberanía y equilibrio de disuasión. En este contexto, la próxima confrontación, si estalla, no se limitará al Líbano o Palestina, sino que involucrará a todo el Eje de la Resistencia, desde Bagdad hasta Saná.

El mensaje de Hezbolá al régimen sionista y a sus aliados occidentales permanece inalterado: cualquier guerra será total, multidimensional y transformadora. Y esta vez, las reglas del juego no las dictarán Tel Aviv ni Washington, sino la propia Resistencia.

  1. Declaración del Imán Sayyed Ali Khamenei con motivo del Día de Al-Quds, abril de 2025. Publicado por Khamenei.ir
  2. Qassem Soleimani, Discurso en la Conferencia Internacional para la Unidad Islámica, Teherán, 2019.
  3. Sayyed Hassan Nasrallah, Discurso sobre las consecuencias de la Guerra de los Doce Días, Al-Manar, junio de 2025.
  4. Amos Yadlin, “El entorno estratégico de Israel después de la guerra de Gaza”, INSS Insight, junio de 2025.
  5. Al-Mayadeen English, “La resistencia armada de Gaza se mantiene firme: Un análisis del día 12”, junio de 2025.
  6. Sayyed Hassan Nasrallah, Discurso de posguerra, Al-Manar TV, junio de 2025.
  7. INSS, “El Frente Norte después de la guerra de Gaza: exposición estratégica y brechas operativas”, Tel Aviv, junio de 2025.
  8. Haaretz, “La frágil calma de Tel Aviv: la confianza civil en la seguridad se desmorona”, junio de 2025.
  9. Al-Akhbar, “La escalada medida de Hezbolá: una estrategia de agotamiento”, junio de 2025.
  10. Sayyed Hassan Nasrallah, Discurso del 18 de junio de 2025, Al-Manar TV.
  11. Haaretz, “El Comando Norte en crisis: Oficiales de las Fuerzas de Defensa de Israel expresan en privado su profunda preocupación”, junio de 2025.
  12. Perspectivas estratégicas – Revista de Estudios de Defensa de la Universidad de Teherán, “El modelo de fusión de la resistencia: doctrinas emergentes en la guerra híbrida”, vol. 8, 2025.
  13. Yedioth Ahronoth, “Las evacuaciones del norte y sus repercusiones sociales”, junio de 2025.

Autores
Madre de tres hijos. Tiene un doctorado en Gestión por la Escuela Doctoral de la Universidad Libanesa, con una tesis sobre "El efecto de las diferencias intergeneracionales en la productividad laboral en el Líbano". Además, posee dos maestrías por la misma universidad: una sobre "El efecto de la política en la inversión extranjera directa en el Líbano" y otra sobre "La aplicación de la gestión del conocimiento en una institución de medios". También es miembro de la Red de Medios Blue Peace para la gestión transfronteriza del agua en Medio Oriente. Osman es profesora universitaria en la Universidad Internacional Libanesa y en la Universidad Maaref. Conduce y produce el programa político The MidEaStream. Es escritora y sus comentarios sobre asuntos de Asia Occidental han sido publicados en diversos medios de comunicación internacionales y regionales.