Carta a Joan Duran
Mérida, Yucatán, 11 de diciembre de 2013. Hoy es miércoles, son las 9:30 a.m., y tengo frente a mí el libro landings que presentaste ayer en la librería Rosario Castellanos de la ciudad de México. Sí, me lo regalaste hace un mes, exactamente, y esperabas que lo abriera/revisara/leyera/devorara de inmediato, con el único fin de que lo comentáramos, aunque fuera por correo electrónico a pesar de que vivimos a muy pocas cuadras de distancia y de que nos conocemos y tenemos afinidades como para sentarnos a tomar un café sin prisa ni acaloramientos, pero no ha habido tal.
Ahora te confieso que no tuve ganas ni de abrir, ni revisar, ni leer ni devorar este objeto porque desde la primera ojeada el libro me movió demasiadas historias y me hizo enojar. Lo cerré furiosa y, además, confrontada con mi propia realidad. Y quizá por eso lo he tenido junto a mi cama todo este tiempo, en la mesita de noche, como un adorno mudo en su inmaculada perfección. Pero hoy amaneció nublado y, por lo tanto, lo volví a abrir. El clima influye. ¡Alégrate! La pausa obligada funcionó, el libro ya casi no me disgusta, ¡al contrario! Ahora lo encuentro emocionante, en el más alegre de los sentidos. Sí, no dudo que pienses que estoy mal de la cabeza porque, según tú, este libro es una joya editorial, un reflejo de nuestra historia, un objeto que arrebata la atención de cualquiera de manera instantánea, pero no es así, a pesar de que como cualquier otro libro tuyo ¡es una bomba!
Querrás saber por qué me causó aversión, y aquí te explico: para empezar, por el estuche blanco en el que viene y especialmente por el lomo firme en el que vemos una numeración del 001 al 010, simples numeritos que en sí mismos me intimidan, lo que significa que me causan miedo, miedo de saber que este ejemplar es el principio, el número 1 de una colección en la que vas a dejar la vida:
THE CONTAINER COLLECTION
La vida es para esto, evidentemente; tú eres uno de los más entusiastas promotores de que matemos o, mejor dicho, ganemos tiempo haciendo lo que nos gusta, pero haciéndolo con el alma, como héroes que dan la vida por la patria. No exagero. Tú eres vivo ejemplo de esta filosofía radical y la predicas a tambor batiente, como un oficial del Ejército, como un dictador marcial que influye temor y ansiedad, del que a veces dan ganas de huir corriendo.
Citaría un párrafo tuyo sobre este tema, pero siendo tan grande el libro, ahora mismo no tengo idea de dónde quedó esa frase loca que te avientas sobre la creación como única razón de vida, o algo así.
Llegamos a la médula, Joan, a la corteza fina de este volumen en el que documentas a fondo qué pasa en la contemporaneidad del arte que se produce en los territorios aledaños a Belize, el epicentro de tu vida.
Belize (con z), para quienes no lo sepan, es un país GRANDE ubicado en la frontera Sur de México. Grande, con mayúsculas. Al sur de la frontera, lo repito a propósito.
Aquí está la belleza de este libro apoteósico, el primero sobre la contundente fuerza de los países pobres de América Central y el Caribe, que principalmente documentará la vida de los artistas de Belize y de lo que tú llamas la Zona de los Huracanes, para asombro y sorpresa de quienes transitan en el mundo del arte sin mirar estas latitudes.
Pues sí, Joan, es verdad que estos países son pobres, ni modo, hay que decirlo así. Decirlo es necesario porque después viene la pregunta: ¿Cómo se puede ser pobre y producir una obra que trasciende con poder y fuerza cualquier limitante geográfica/espacial para dejar una impresión de plenitud en todos los continentes del mundo? El libro está repleto de las huellas que dejaron durante los diez años recientes en los 20 eventos/exposiciones con presencia en América –del norte, centro y sur–, en la Unión Europea y Asia.
Gracias a tu empeño, desde luego, y lo escribo para que otros entiendan la agitación que sentí cuando descubrí mi propio pasado contenido aquí, siendo tu cómplice en esta Odisea maravillosa que inventaste hace trece años, cuando aún vivíamos como marido y mujer.
Es la razón de esta carta, pues lo único importante para mí ahora es dejarte claro que te admiro como editor, curador, maestro y artista.
Y antes de seguir, por respeto y cariño (con lo mucho que significa esta palabra entre nosotros) solamente quiero hacer valer la seriedad de que a tus 66 años cumplidos este 12 de diciembre, emprendas el segundo volumen de esta serie inusitada… No habría forma de no celebrarte cuando vislumbras un proyecto magno de diez libros de arte cuidadosamente diseñados e ¡impresos en China! A eso me refería cuando digo que dejarás la vida en esta colección memorable. Muchos sabemos que de tu computadora pasas a la hamaca, y de la hamaca a la computadora, sin apenas darte tiempo para hacer/pensar/dilucidar otra cosa que no sea trabajo.
Evidentemente, muchísima gente puede sentirse orgullosa de ser parte de este gran libro llamado landings, ése es uno de tus grandes méritos: aquí desfilan cien autores, ya sea con textos o piezas de exhibición, y por eso mereces que se te quiera con todo el corazón, aunque esto de los sentimientos te resulte tan fuera de órbita y de contexto en el mundo real, cuando más bien lo que te inspira en el día a día es descargar ideas, frases, recuerdos, maldiciones, etcétera, a cualquiera que se cruce en tu camino, aun cuando no venga al caso nada de lo que dices o tú mismo empieces a hacer consciencia de que sería preferible hacer menos escándalo y, por ratos, guardar silencio para escuchar a los demás, ya no solo por medio de su obra, sino también de sus palabras.
Pero, qué digo, Joan, cuando por lo que muestras en este proyecto has provocado que se vea en el mundo el trabajo de los artistas jóvenes de los territorios vírgenes del arte contemporáneo. Digo el trabajo, simplemente, para evitar esos adjetivos temerarios que tanto te disgustan, y a mi también.
El punto es que quizá ningún calificativo embonaría con el contenido de este libro, indispensable en bibliotecas de toda clase, antojable al tacto.
El título completo nos dice más que la sola palabra landings que en castellano significa aterrizajes. En la portada leemos: landings. new art + ideas from the caribbean and central america 2000/2010.
El título encierra muy bien el amasijo que fuiste creando por años con paciencia tanto por el inmenso conjunto de obras que contiene como por la enorme cantidad de textos que despliega en múltiples idiomas o lenguas: catalán (tu lengua materna), inglés, mandarín, francés, papiamento, maya…
Lo mejor es que no solo publicas textos de escritores, críticos e investigadores, sino que valientemente publicas, incluso, esos correos en los que, en tus narices, la gente te trata como el maniaco/compulsivo que eres… En eso también eres original. Llenaste 464 páginas con maldiciones y extravagancias, obras de arte insospechadas y reivindicaciones morales, testimonios de amor y odio, alabanzas, fotos ingenuas, señales de decadencia, paisajes fantásticos, nubes, juguetes, gestos de hambre, monumentos, sombras… ¡mapas! Aquí todo confluye: desde un minúsculo mercado ambulante del pueblo más ramplón de Nuestra América hasta la excitante perfección de un dedo embarrado de labial dibujando un beso color cereza. Y así, tú que eres tan dado a provocar catarsis, ahora te ensalzas en la melcocha del intimismo, pues no puedo llamar de otra forma tu fascinación por exhibir tu lado más apacible en mil formas diferentes por medio de tus fotografías: en ellas estás tú, y tenía que ser así y no de otra forma.
Venga, pues, Joan, deja que la gente sepa más de ti, ¡aún es posible! Voy a dejarles tus coordenadas para que te encuentren fácil y rápidamente:
www.landingsproject.com y joanduran@landingsproject.com
¡Feliz cumpleaños!