Tierra Adentro
Bertolt Brecht, Berlin, 1927. Fuente: AJN Agencia de Noticias

Dice Miguel Sáenz que Bertolt Brecht “es el autor de teatro más importante que ha habido desde Shakespeare” y, actualmente, pocos podrían contradecirlo. Descrito como un trabajador marxista y moral, Brecht se vio constantemente impulsado por la lucha de clases, a favor de los oprimidos y en contra de los explotadores. Dedicó su vida a visibilizar las desigualdades de la sociedad capitalista que protagoniza su propuesta creativa, lo que él mismo llamaba el teatro “altamente político”.

En primer lugar, el arte de Brecht podría entrar en la categoría de la obra didáctica, que abarca todo texto dramático cuyo objetivo sea transmitir una enseñanza o dar una instrucción específica sobre alguna idea o norma social. Debemos notar que la toma de conciencia es tanto el origen como el producto del teatro altamente político, su elemento diferenciador. Así describe Brecht el tipo de escritura a la que se entregó:

Ese teatro defendía su inclinación a las tendencias sociales […]. Además, calificaba de decadente la producción teatral contemporánea, porque en ella brillaban por su ausencia todas las cosas que merecían conocerse. […] Ese teatro repudiaba el culto de lo bello practicado a espaldas de la necesidad de aprender y con desprecio absoluto de lo útil, toda vez que ni siquiera se producía nada bello.

Brecht, Pequeño órganon para el teatro

Con este fin, la elección de una postura se vuelve fundamental. Brecht, a pesar de haber sido hijo de padres burgueses, es descrito por Peter Thomson como “un hombre de inquebrantables ideales de izquierda”. En general, este tipo de autores suelen reconocer un desbalance de poder, una explotación generalizada, una catástrofe normalizada que deciden extraer y mostrar en otro marco. De ahí que se instauren tribunales auténticos en escena (como aquel con el que finaliza La excepción y la regla): es necesario que, por un lado, mostremos las irregularidades de nuestro sistema de justicia y, por el otro, hagamos un juicio interior a partir de lo representado.

Esto también explica por qué la obra didáctica puede apoyarse en datos verídicos, estudios teóricos y demás publicaciones. Aunque la obra didáctica, como género, no es realista, el teatro altamente político siempre se enraiza y sustenta en la sociedad que refleja. La estilización debe acentuar lo natural, nunca anularlo; “tiene que comprometerse con la realidad”, escribe Brecht en Pequeño órganon para el teatro, “con el fin de extraer representaciones eficaces”. Para eso, también se vale de personajes que encarnan o simbolizan a toda una colectividad. Notemos, por ejemplo, que los personajes de La excepción y la regla no tienen nombres individuales, sino que son identificados por sus oficios, aquello que los define en el sistema capitalista y explotador que Brecht critica. En esa obra, el culi muere en nombre de muchos mientras el comerciante queda impune, como el resto de su clase.

De esa forma, los privilegiados son expuestos al costo comunitario de su riqueza, mientras que los trabajadores pueden divertirse y presenciar escenas con las que fácilmente se identifican. Cabe destacar, por lo tanto, que la “diversión” (como objetivo) no es abandonada del todo; sería más acertado hablar de un “placer productivo”, un entretenimiento redimensionado. Y es que la trascendencia de Brecht radica en la relación que identificó entre la instrucción y la recreación. Mediante ese proceso, el teatro se presenta como una especie de nueva ciencia social.

Dice Ingrid Luciano al respecto que “a Brecht lo que le inquieta e interesa es crear un arte que esté a la altura de los tiempos, que pueda dar cuenta de la época en la que vive”. Confirmando esa visión, el mismo Brecht aseguraba que “lo que se practicaba como teatro de la era científica no era ciencia, sino verdadero teatro”. Su gran aportación como dramaturgo fue, entonces, retomar el espíritu científico —anteriormente dedicado solo al ámbito de la naturaleza— y aplicarlo en las relaciones humanas —caracterizadas en su relatividad histórica—.

Por supuesto, la ciencia ha jugado un papel fundamental en aventajar a la burguesía, permitir la industrialización y, eventualmente, garantizar la opresión de la clase obrera. Sin embargo, ese auge científico genera también una nueva manera de aproximarse al mundo, de “desnudar” la realidad. Dicho de otro modo, los descubrimientos científicos permiten la dominación de la naturaleza, pero también implican un desengaño que se manifiesta en la obra de Brecht, que lo obliga a abandonar la estética de sus antecesores y mudar su objetivo. Ingrid Luciano coincide con esta afirmación, pero utiliza otros términos: se refiere a dicho desengaño como la “desmitificación y desacralización del arte”.

Todo esto contribuye, de igual manera, al desarrollo de una “mirada distanciadora”, como el mismo Brecht la llamaba, lo cual significa que el artista, como el investigador, debe “distanciarse” de lo que considera familiar: examinarlo “desde arriba” o “desde fuera”, por decirlo de algún modo, y compartir su perspectiva con la audiencia. Si seguimos esta línea de pensamiento, notaremos que muchos de los pensadores influyentes de cada época histórica han utilizado este mismo recurso. Brecht incluso captó la mentalidad y el habla populares; escuchó los dichos y modismos que conformaron su lenguaje teatral. Queda claro que el autor debió ser, en primer lugar, un observador, y este requisito primordial se podría extender al resto de los participantes del proceso creativo. “Soy un autor teatral. Muestro lo que he visto”, escribe Brecht en Canción del autor teatral; “sin saber, es imposible mostrar”, dice su Pequeño órganon para el teatro. Una de las citas más hermosas e impactantes, a mi parecer, es esta:

Todo eso lo transmití con asombro

Hasta lo más familiar.

Que la madre diera el pecho al niño

Lo conté como algo que nadie creería.

Que el potrero cerrara la puerta a los que se helaban

Como algo que nadie habría visto aún.

Brecht, Canción del autor teatral

A pesar de que podría parecernos poco emocional a simple vista, el teatro altamente político es capaz de generar un gran sacudimiento —distinto, no obstante, del que Aristóteles proponía—. Tanto para el creador como para la audiencia, la compasión por los oprimidos se combina con el enfado ante las deficiencias sociales. Y escribo esto porque considero que todo arte, en tanto que expresión, conlleva un cierto involucramiento emocional; exige de nosotros un vínculo. Ese compromiso social es el elemento generador del teatro de Brecht —la materia prima de su dramaturgia— y también su resultado natural.

Desde luego, el entretenimiento es válido y necesario, pero debemos recordar que el teatro no solo entretiene: también cuestiona, revela, indigna, transforma, despierta en nosotros el reconocimiento de la injusticia y la sed de cambio. Esto no significa necesariamente que insta a su audiencia a la huelga, sino que es capaz de dar visibilidad a los aspectos problemáticos de nuestra cotidianidad. “Os lo pedimos expresamente, ¡no encontréis / natural lo que ocurre siempre”, nos ruega La excepción y la regla. Notar las deficiencias del sistema que hemos adoptado e introyectado es el primer paso para generar un cambio.

Lo que no es desusado, ¡encontradlo insólito!

Lo que es corriente, ¡encontradlo inexplicable!

Lo que es usual, que os asombre.

Lo que es la regla, vedlo como un abuso

Y cuando veáis un abuso,

¡Ponedle remedio!

Brecht, La excepción y la regla

Aunque varios pasajes del Pequeño órganon para el teatro parecerían indicar que Brecht está en contra de la identificación con los personajes en general, debemos ser más precisos. Brecht se opone específicamente al tipo de emotividad que podría impedir el ejercicio del pensamiento crítico, ya que, para él, la finalidad de su trabajo es la transformación, no la contemplación. En otras palabras, no se busca que el público “viva” momentáneamente la puesta en escena, sino que se enfrente a ella y razone.

De hecho, la intención de conectar con la audiencia es notoria en algunos de los recursos de la obra didáctica, como el derribamiento de la cuarta pared. Este recurso también contribuye a romper la ilusión y, por lo tanto, a fomentar el pensamiento crítico y la acción política del espectador. En efecto, Brecht criticaba el estado de la audiencia del teatro que lo precedió: “esta gente no parece estar allí para hacer algo”, decía, “sino para que se haga algo con ella”. Recordemos que la obra didáctica se diferencia de otro tipo de representaciones por exigir la reflexión y la actitud analítica de quienes la presencian —lo que podríamos llamar el“alto desempeño del espectador”—. En ese sentido, nos enfrentamos a un arte más libre. Lo describo así porque, en las palabras de Brecht, la transformación de nuestra comunidad es “un acto de liberación”:

Nuestras representaciones de la convivencia humana están destinadas a […] los revolucionarios de la sociedad, a quienes traemos a nuestros teatros y a quienes rogamos que no olviden, cuando estén con nosotros, sus joviales intereses, con el fin de confiar el mundo a sus cerebros y a sus corazones para que lo transformen según su criterio.

Brecht, Pequeño órganon para el teatro

En ese mismo escrito (Pequeño órganon…), Brecht se opone a la concepción del arte “como algo impenetrable”. Coincido con él. Lo que hemos analizado hasta este punto cobra mayor sentido si consideramos que el teatro es un espejo del mundo; la paradoja más hermosa es que la ficción es una de las vías más efectivas hacia la verdad. Cuando exploramos la incidencia del arte en nuestra vida, nos encontramos ante un ciclo: el texto (la creación, en general) se alimenta de la realidad y, a su vez, incide en ella, la altera. Pensémoslo así: el creador y lo creado se construyen mutuamente. El arte parte de la gente y también se dirige a ella. Siempre.

Esto demuestra la trascendencia de una representación teatral. Su impacto y vigencia no se limitan a la duración estricta de la puesta en escena; deben acompañarnos a casa y cambiar nuestra experiencia del mundo. Con ese objetivo, el teatro de Brecht procura reflejar las ideas y los impulsos de la sociedad; solo así puede generar un cambio duradero en la mentalidad de su público. Así que, utilizando términos filosóficos, podríamos ver el teatro como un espacio en el que conviven tanto lo que somos “en acto” —la revelación o “de-velación” de nuestra realidad— como lo que somos “en potencia” —esto puede ser una proyección, una advertencia, un sueño, una amenaza—. En el caso ideal, la audiencia, tras identificarse con la representación, se preguntará si desea seguir el camino actual; si hay alguna forma de cambiarlo; cuál sería su papel en dicho cambio.

Marta Prunés Bosch resume las principales características de la escritura de Brecht en una sola frase: “distanciamiento, dialéctica, conciencia para transformar nuestra realidad en un acto de libertad y de derecho”. La preocupación de este autor por la injusticia, su compromiso con los más desfavorecidos y su conocimiento del poder del drama lo convirtieron en una de las figuras más importantes del siglo XX. Fue un observador implacable, un autor talentoso y, ante todo, un ser humano movilizador, entregado por entero a la denuncia del abuso.

Reitera Miguel Sáenz: “Yo creo que la historia, sinceramente, no lo olvidará; no podrá olvidarlo mientras haya guerras, hambre, desigualdades, ricos y pobres”. Pues bien, su vigencia nos exhorta a seguir representando sus textos, a meditarlos y compartirlos. Nuestra participación activa —y la consecuente reforma interior— es, precisamente, lo que determina el éxito de la obra didáctica. Después de todo, sería difícil pensar en un propósito para el teatro más digno y necesario que ser la semilla del cambio, la famosa “voz de los sin voz”, el inicio de una revisión a nivel comunitario.

Referencias

Brecht, Bertolt. “Canción del autor teatral”. Texto completo de Bertolt Brecht, pp. 1791-1792.

—. La excepción y la regla (pieza didáctica). Bertolt Brecht: teatro completo. Biblioteca Avrea, Editorial Cátedra, 2006, pp. 610-30.

—. Pequeño órganon para el teatro. 1948, pp. 4-16.

Cia: Crônica de Teatro. “Documentário sobre Bertolt Brecht”. YouTube, 2015, www.youtube.com/watch?v=peE6xVCF8j0.

Luciano Sánchez, Ingrid. Teatro y política en Brecht: estudio sobre la relación entre la forma estética y el contenido político en la teoría teatral de Bertolt Brecht. (Tesis), Universidad Autónoma de Santo Domingo: Facultad de Humanidades, 2017. Academia, www.academia.edu/download/55829798/tesis_brecht._ingrid_luciano.pdf.

Prunés Bosch, Marta. “Bajo el signo de Brecht”. Última hora, vol. 17-18, 1999, pp. 393-396. Revistes Catalanes amb Accés obert: Assaig de Teatre: Revista de l’Associació d’Investigació i Experimentació Teatral, www.raco.cat/index.php/AssaigTeatre/article/download/145581/248532.

Sáenz, Miguel. “Brecht, de cuerpo entero | Miguel Sáenz”. Fundación Juan March, 2016. YouTube, www.youtube.com/watch?v=W8_YK4MFOBg.

Thomson, Peter. “Las vidas de Brecht”. Introducción a Brecht, de Thomson, Peter, y Glendyr Sacks (eds.). Edición española de César de Vicente Hernando, Ediciones AKAL, 2004.