Tierra Adentro

Titulo: Aquí no hay un bosque

Autor: Baudelio Lara

Editorial: Quimera Ediciones

Lugar y Año: México, 2013

Aquí no hay un bosque, libro del poeta jalisciense Baudelio Lara, se presenta como un trabajo que no busca la homogeneidad. En sus páginas encontramos multiplicidad de intenciones, registros, motivos, tratamientos. Lo anterior, a pesar de lo que algunos podrían opinar, me parece una virtud. Tener como objetivo un modelo de libro cerrado y sin grietas, por lo general termina arrojando libros aburridos, ingenuos, y sí, llenos de fisuras. “Try again. Fail again. Fail better”, escribió Beckett. Buena parte de la poesía que ha entendido que el actual proyecto de la humanidad se dirige hacia ninguna parte (o al menos hacia ninguna parte agradable) ha tomado dichas palabras como un reto. En este sentido, el libro y el poema contemporáneos pueden pensarse como un campo de pruebas. Un espacio para las trampas, los intentos, las impurezas y la heterogeneidad. La perfección es una súper modelo anoréxica.

El libro toma algo de esas condiciones, aunque se aleja de los polos de la “escala del riesgo en la poesía”. Los poemas de Baudelio Lara no son experimentales, no son conservadores. Hay un jugueteo a lo largo de todo el libro. El autor pasa de un lenguaje coloquial a uno exquisito; de escribir sobre la colorida épica de la lucha libre a hacerlo sobre la muerte: un sube y baja.

Aquí no hay un bosque tiene seis apartados. En el primero los textos más extensos del libro y los únicos de corte narrativo. Con desenfado el autor construye poemas en los que siempre se “cuenta” algo, y cuyos “protagonistas” son personajes de la cultura de masas y el arte contemporáneo. A diferencia de lo que ocurre con el resto de las secciones, el humor está presente de forma constante.

Fuera de las virtudes de los poemas, hay detalles que restan a la lectura. A veces el autor explica, expone demasiado; otras, parece preocupado por hacer contundentes Y redondos los finales, cuando los textos requerían otra cosa. Más de un poema de la primera sección se habría potenciado si en lugar de esos amarres asomara lo indeterminado.

En el segundo apartado todo cambia. No queda rastro del humor ni de las intenciones narrativas. Lara se mueve con más soltura aquí, donde la atmósfera se torna como el placer que precede al sueño. Inmediatamente después, en “Pre(POSICIONES)”, el deseo y el cuerpo aparecen. A pesar de lo cómodo y seguro que parece estar el poeta, esta sección es uno de los puntos flacos del libro. Hay un dominio del registro utilizado, pero no es suficiente; casi todos los poemas dejan una sensación de déjà vu:

“Hacia el cuerpo el deseo se dirige anhelante. Siempre. Ávido ángel alimentado en su voracidad por la vibración primitiva del fuego y la carne.”

Habría que pensar seriamente en buscar otras formas de abordar la escritura sobre el cuerpo, sobre el deseo. A veces me parece que cierto tono, ritmo y campo semántico tienen exclusividad sobre estos dos grandes motivos de la poesía.

Al terminar esa serie de textos algo importante sucede. La obra se fortalece. Se atisban seis muy buenos poemas, en especial uno de ellos:

aquí no hay un bosque, aquí no hayun silencio que pueda sostener su blancomóvil en la desgarradura de la muerteaquí hay un silencio, aquí hayun bosque, una manera de llenarcon un mirar extraño, el desiertoque se abre, puro, ante tus ojos

Toda la fuerza de ese “mirar extraño” se agolpa en las siete líneas. Nada sobra. No hay nudos. Puro cielo abierto ofreciendo infinidad de posibilidades. Si algo se afirma es para ser negado después. El poema no ofrece certidumbres (la poesía tampoco). Entonces Lara declara sus intenciones, se vuelve progresivamente más ácido y vigoroso hasta el final.

El penúltimo apartado todo es juego. Partiendo del trabajo de otros autores, construye textos alternativos fragmentando, añadiendo o distorsionando el original: la legendaria pieza del artista conceptual norteamericano John Baldessari, “I Will Not Make Any More Boring Art” es intervenida y convertida en bandera del final del libro, de escritura relajada y flexible.

En “Traspié”, la última sección, no hay poemas aburridos, pero sí la pista donde finalmente ocurrirá el choque inevitable entre el sinsentido del mundo y lo humano, con todo y sus paradigmas.
Aquí no hay un bosque se mueve, respira, muta. Aunque a veces los textos se resuelven de formas peligrosamente habituales, me quedo con la manera en la que el autor rechaza desde un principio la fórmula ganadora que produce libros estables, circulares e ilusoriamente uniformes. Los pedazos –siempre desiguales– son una opción interesante.

Lara no escribe desde la pedantería de quien se siente el buzo que extrae tesoros de aguas inefables, más bien del que ha entendido que la poesía no es algo tan serio como suele pensarse. Al final, casi cualquier poeta contemporáneo podría hacer suyas las palabras del poema “Proyecto para un grafitti”, con el que (casi) termina el libro:

prontonadiesabráqueestuve

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