Tierra Adentro

 

En Phantom Thread, Paul Thomas Anderson, como director, guionista y cinematógrafo, captura interiores inmaculados que junto con la música de Jonny Greenwood hipnotizan al espectador para adentrarse, una vez más, a su misterioso, encantador y surreal universo. Ese universo donde viven personajes como la estrella porno Dirk Diggler (Mark Wahlberg), el furioso (de amor) Barry Egan (Adam Sandler) y el teleseductor Frank T.J. Mackey protagonizado por el mejor Tom Cruise de su carrera. Todos ellos obsesionados con el éxito, con el reconocimiento de los demás, deseosos de aceptación, inseguros, adorados, y solitarios. Continúan ahora con Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) y Alma (Vicky Krieps).

Woodcock es un artista de la alta costura en los años cincuenta que vive en su propio mundo, donde todo lo que le rodea emana de su mente. Su casa, su madre, su hermana, sus clientas, todo es parte de un punto de vista construido desde y para él. Alma es un cuerpo más para vestir; la musa del artista. Él es increíblemente sensible, débil, pero paradójicamente es incapaz de expresar sus sentimientos fuera del cuarto de costura. Ella entiende su conflicto emocional y lo desafía sutilmente cuando, en su primera cita, convertida en una prueba de vestidos, ella advierte una declaración de principios: «si quieres tener un concurso de miradas conmigo vas a perder». El aparente dominio masculino de Woodcock resulta la mejor arma de Alma para domarlo y cautivarlo.

Es fascinante observar el trabajo de Woodckock a través del lente de Anderson: las telas, la piel, los hilos y los mensajes ocultos, mensajes con miedos, deseos y fantasmas, transforman los vestidos en piezas de arte. Y es igual de fascinante observar a Daniel Day-Lewis (quien coescribió el guión de la película con Anderson) hacer su último papel en el cine, construyendo el personaje de un hombre obsesionado con su trabajo, intentando descubrir un mundo desconocido fuera de su profesión: donde se permita sentir y ser dominado, donde pueda expresarse de otras formas más allá de los hilos y las telas.

Una vez más Anderson cuestiona los paradigmas de los modos en que los seres humanos coexisten. Cuestiona el arte, pero sobre todo el amor, concepto que el director nos ha enseñado a entender de otras formas. En Magnolia, Punch Drunk Love, The Master y ahora en Phantom Thread, Anderson habla del amor como un elemento, una necesidad, que todos buscamos en lugares distintos, a veces oscuros, desconocidos e incomprensibles para la mayoría. Para muestra, la ya memorable línea de Woodcock, quien al saberse envenenado por Alma sentencia: «Kiss me before I’m sick»

Phantom Thread trata del padecimiento de una enfermedad como un lindo y al mismo tiempo perverso ritual de amor. Sentir que mueres, para despertar después de la agonía y darte cuenta que has sufrido una metamorfosis. Que ya no puedes vivir sin ella.

Paul Thomas Anderson, incomprensiblemente, no ha ganado más que un Oscar por diseño de vestuario. Por el contrario, en Europa ha sido galardonado con el Oso de Oro en Berlín por Magnolia, el León de Plata en Venecia por The Master, y mejor director en Cannes con Punch Drunk Love. Este año, Phantom Thread no es la excepción. Obtuvo seis nominaciones al Oscar incluyendo mejor película, mejor actor y mejor director. Anderson deja claro que es uno de los mejores directores americanos de nuestros tiempos y esta película una de las mejores del año.