Tierra Adentro
Ilustración de Laura Velázquez

I

Hace un siglo un joven de apenas veinte años dejó su natal Nueva Orleans para ir a Chicago. Ese joven, en los siguientes años, gracias a su presencia escénica y a su habilidad musical iba a cambiar no sólo la música que tocaba, el jazz, sino la música popular de su país, en primera instancia, y del mundo.

El joven era Louis Armstrong; quien, en palabras de Amiri Baraka, fue uno de los dos cantantes más influyentes en la música popular estadounidense durante la primera mitad del siglo XX (al lado de Bessie Smith). Y, por supuesto, Louis Armstrong fue el más grande instrumentista cuya influencia ha visto la música, agrega Baraka en su Digging, su ensayo sobre el alma afroamericana de la música de los Estados Unidos.

Louis Armstrong se encaminó a Chicago porque su mentor, Joe King Oliver, lo invitó a formar parte de su banda, la Creole Jazz Band. King Oliver, cornetista y trompetista, también era originario de Luisiana y conoció a Armstrong cuando este era un adolescente recién salido del reformatorio en torno a 1914. El adolescente aprendió a tocar la corneta en el reformatorio; estaba interesado por la música, en una ciudad donde el jazz prosperaba.

King Oliver, mientras compartía sus conocimientos con el joven Louis, ingresó a la Eagle Band, que se había formado en 1907 para tocar en el Eagle Saloon, de donde tomó su nombre. Fue una de las bandas de jazz tradicional más reconocidas de Nueva Orleans hasta 1917 cuando se disolvió. Ese año King Oliver se mudó a Chicago que, dada la prosperidad de los centros nocturnos, se estaba volviendo el centro del jazz. El trompetista, luego de haber estado en algunas de las bandas que tocaban en la ciudad del lago, Michigan decidió conformar su propia banda, que se convirtió rápidamente en un referente.

Por su parte, el joven Armstrong siguió su formación musical tocando en bandas de Nueva Orleans y en las barcas de vapor que recorrían el Misisipi. Las condiciones de pobreza en que vivían él y su familia lo obligaban a tener dos empleos, uno durante el día y otro como músico durante las noches.

 

II

Al comenzar la década de los 1930s Louis Armstrong ya era una de las figuras más influyentes, con sus solos de trompeta. En 1932 se embarcó en su primera gira por Europa, donde pasó los siguientes dos años y dónde, gracias a su contrato con su disquera Okeh Records, no era ningún desconocido.

Diez años antes, a su llegada a Chicago se había integrado muy bien en la banda de su mentor, quien lo había Joe King Oliver. Ahí fue donde aprendió. En 1923 tuvo su primera grabación con la Creolle Jazz Band. Para el año siguiente, era el solista más reconocido de la misma.

Fletcher Henderson, un pianista que acababa de formar la Fletcher Henderson Orchestra en 1924 en Nueva York, supo de la habilidad de Armstrong y lo invitó a integrarse a su orquesta. Henderson, nacido en Georgia en una familia de afroamericana de clase media, tenía una formación musical clásica, su madre fue maestra de piano. Al mudarse a Nueva York, luego de varios trabajos, decidió formar su propia banda, que fue uno de los pasos decisivos para la conformación de lo que se conocería como big band, las grandes orquestas de salón.

Armstrong dejó la banda de Oliver en buenos términos y se mudó a Nueva York; en compañía de su esposa, Lilian Hardin; con quien se casó a principios del 1924. Al llegar a la Fletcher Henderson Orchestra dejó la corneta y empezó a utilizar la trompeta, para armonizar mejor con sus compañeros de banda.

Para finales de 1925 estaba de regreso en Chicago, donde conformó dos bandas con las cuales grabó con la Okeh Records: The hot five y The hot seven. Ambas agrupaciones desarrollaron el estilo dixiland, enfocado en los metales y el desarrollo de la improvisación; el virtuosismo de Armstrong como trompetista quedó patente en las grabaciones que hizo con ambas agrupaciones en ese periodo. Entre las que destaca Ain’t Misbehavin’.

Más que las grabaciones que Armstrong hizo de Ain’t Misbehavin’ con sus bandas, eran las interpretaciones que había hecho de esa canción en 1928 como parte del musical Keep shufflin’, que se estrenó en Broadway. Sobre ese punto dijo: “Estoy convencido de que esa canción magnífica y la oportunidad que tuve de tocarla fueron de enorme ayuda para darme a conocer en todo el país.”

III

En la primavera de 1982, el doctor Palmas publicó en una revista especializada la primera descripción de un padecimiento frecuente entre los músicos que interpretan instrumentos de viento: la rotura del músculo orbicular. El doctor, al describir el padecimiento que observó en trompetistas, decidió llamar a ese padecimiento con el apodo de la persona más famosa que lo había tenido: Satchmo, el síndrome Satchmo.

Louis Armstrong en su primera gira por Europa recibió uno de los apodos con los que se le identificaría y empezó a sufrir los problemas en los músculos faciales que lo orillaron, a su regreso a Estados Unidos, a tomarse un descanso de la trompeta. En Londres, el editor de una revista lo saludó con la sincopa de satchelmouth, boca de bolsa, en referencia a cómo se le hinchaban los labios al tocar. Aquel Hello, Satchmo! se quedó con el músico y desde ese momento mantuvo el apodo; incluso, también con una forma aún más corta: Satch.

Mientras aquella gira se extendió también lo hizo los problemas que Armstrong tenía en la boca, los dolores y la fatiga que le causaba tocar la trompeta. A pesar de lo cual siempre cumplió con sus compromisos.

Una vez terminó la gira europea Louis Armstrong decidió darse un descanso; la lesión en el músculo orbicular se le pedía, la lesión por la que cinco décadas más tarde el doctor Palmas nombraría un síndrome en su honor.

Cuando regreso a los Estados Unidos no soplo la trompeta por cosa de seis meses. Me lo sacó de la cabeza. No puedo seguir con todos esos buscapleitos a mi alrededor, llegó a decir Armstrong en los sesenta.

El éxito que había alcanzado le permitió no desaprovechar ese descanso obligado y empezó a escribir su autobiografía, Swing that music, que publicó en 1936.

 

IV

En medio de la década de 1950 para informar a sus lectores de la gira de Louis Armstrong por Europa, el New York Post informaba:

El arma secreta de América [en la guerra fría] es una nota triste en clave menor. Ahora mismo su embajador más efectivo es Louis (Satchmo) Armstrong.

La década de los cincuenta estaba viendo el surgimiento del rock & roll, en el jazz muchas figuras brillaban por sí mismas y, sin embargo, Armstrong seguía cantando y tocando la trompeta. De esa época es su popular grabación a dúo con Ella Fitzgerald, en 1956 tocó con la Filarmónica de Nueva York.

A pesar del cambio de gusto, de las nuevas formas musicales que prosperaban, muchas gracias a la benéfica influencia del mismo Satch, Armstrong seguía cantando y tocando la trompeta. Así, por ejemplo, en 1964 grabó Hello, Dolly, su tema más vendido; estuvo número uno en las listas de su país, sobre los Beatles que ese año hicieron su primera gira a los Estados Unidos. What a wonderfull world, que grabó en 1968, por su parte, estuvo número uno en las listas de Inglaterra de ese año.

Mantuvo un frenético ritmo de trabajo a lo largo de toda su vida, salvo en los momentos en los que su salud se lo impidieron. En 1959 sufrió un ataque al corazón, del que se recuperó. En 1971 volvió a sufrir otro ataque al corazón, por lo que tuvo que guardar reposo un par de meses. El 6 de julio de ese año murió; la noche anterior se había reunido con su grupo para tocar.

 

V

Las dos sondas espaciales Voyager son los objetos de fabricación humana que más lejos han viajado. Cada una de ellas carga un disco de oro en cuya superficie fueron grabados Los sonidos de la tierra, un intento porque civilizaciones interestelares que pudieran encontrar aquellas botellas lanzadas al mar cósmico, como llegó a describirlas Carl Sagan, conozcan algunos de los sonidos de nuestro planeta y nuestras civilizaciones.

En ese disco, hecho de oro para evitar cualquier corrosión, se grabaron los saludos en cincuenta y seis idiomas. Esos discos incluyen una parte de sonidos de volcanes en erupción, truenos, el viento; de animales como perros y caballos, así como el canto de las ballenas. En una tercera sección de los discos se incluyó la música de la tierra.

Este apartado está compuesto por veintisiete piezas musicales, de las cuales tres fueron compuestas por Bach. Entre esa música que la humanidad grabó como una carta de presentación está, también, una pieza tocada por Louis Armstrong: Melancholy blues. La poderosa interpretación que Armstrong le da a su trompeta, que envuelve al oyente con su ritmo, habrá de ser, si las Voyager cumplen con su cometido, una forma de presentar el quehacer de la humanidad. Mejor embajador no podemos tener que Satchmo.