Acuerpar
Acuerpar. Verbo que nombra las acciones cotidianas que lxs cuerpxs toman para actuar ante las múltiples opresiones racistas, colonialistas, patriarcales y capitalistas. Es una manera de recuperar la alegría sin perder la urgencia de nuestra rabia.
La palabra acuerpar forma parte del léxico de diversos grupos activistas latinoamericanos que asumen el lenguaje como una herramienta central en la lucha por imaginar otros mundos posibles. Para Miriam Miranda, activista hondureña y líder de la Organización Fraternal Negra Hondureña, acuerpar significa involucrar materialmente el cuerpo en prácticas colectivas de cuidado, lo que implica repensar la solidaridad más allá de las formas simplistas de empatía.1 Por su parte, para la activista maya Lorena Cabnal, cofundadora de la Red de Sanadoras Ancestrales del Feminismo Comunitario en Guatemala, acuerpar es autoconvocarse para recuperar la alegría sin perder la indignación, y así revitalizar la energía política para continuar la lucha.2 En el libro colectivo Ya no somos las mismas y aquí sigue la guerra, editado por la periodista mexicana Daniela Rea, se entiende que acuerpar es una práctica de hacer comunidad con otras. En este contexto, se sugiere que el acuerpamiento siempre es femenino, ya que “cuando sale del yo, el cuerpo se vuelve cuerpa”.3 Finalmente, la académica María José Méndez señala que acuerpar supone una creación ética que intenta trascender la experiencia individual, reuniendo cuerpxs diversos para generar nuevos espacios de cuidado.4 En este sentido, acuerpar no solo es entrar en otro mundo, sino participar activamente en la creación de un mundo diferente.
En México, una de las formas más visibilizadas de acuerpamiento es la que ocurre durante marchas y plantones, cuando un cuerpo colectivo habita el espacio público como forma de protesta, asumiendo el riesgo de ser violentado. El bloque negro, nombre que a menudo se utiliza muy a la ligera y a veces descontextualizado para describir a activistas que adoptan tácticas radicales y directas en la lucha contra el sistema, generalmente se autodesigna la función de acuerpar la protesta al ponerse como escudo humano ante la represión policiaca y proteger a las manifestantes de posibles agresiones. Otro ejemplo de acuerpamiento, que no necesariamente ocurre en marchas y plantones, son los colectivos que se reúnen a bordar para preservar la memoria y recuperar la energía. El bordado se entiende como una forma de acuerpamiento porque implica usar el cuerpo—las manos—para crear un espacio temporal donde se pueda habitar la violencia sin ser consumido por ella. Estas formas de acuerpar resuenan con lo que María José Méndez sugiere cuando escribe que, para acuerpar, hay que adoptar una actitud juguetona: el cuerpo debe abrazar la vulnerabilidad como una herramienta política, dispuesta a explorar la resonancia a través del juego y la irreverencia.5
Así como en las marchas y los colectivos de bordado se identifican procesos de acuerpamiento, también es posible reconocerlos en otros espacios, como en la esfera literaria. En México, los lenguajes de los activismos latinoamericanos parecen estar moldeando la manera en que habitamos el mundo, y me atrevería a decir que las librerías, al igual que diversas colectivas del ámbito de los libros, están poniendo en práctica distintas formas de acuerpamiento a través de la lectura. Más que un simple regreso a la ciudad letrada, estamos viviendo un momento en el que el activismo transforma cada uno de nuestros espacios, incluyendo, la manera en la que consumimos libros. Un ejemplo claro de esto ocurrió en 2020, durante una mesa redonda en el Festival Colaborativo Agua Viva, en la que se discutió que no era posible hablar de la venta de libros sin reconocer que las librerías también funcionan como centros de refugio. En esa ocasión, una librera de Veracruz compartió que las librerías independientes de su ciudad se habían organizado en red para implementar protocolos que permitieran a mujeres y otrxs cuerpxs vulnerables utilizar estos espacios como refugio seguro. Este ejemplo muestra cómo algunas libreras están reimaginando activamente nuevas formas de habitar las librerías, desdibujando las fronteras entre el activismo y el mundo literario.
Existen ejemplos menos obvios, como el caso de la Asociación Civil de Lectoras Librosb4tipos, que desde el 2016 realiza diferentes actividades para promover la obra literaria de autoras. Esta asociación es la creadora de la maratona Guadalupe-Reinas, lanzada en el 2017. El Guadalupe-Reinas es un maratón de lectura que consiste en leer 10 libros de autoras en 25 días, del 12 de diciembre al 6 de enero. Los libros se eligen siguiendo 10 consignas que se publican el primero de diciembre. Además de leer en comunidad, durante la maratona, se organizan lecturas virtuales y en vivo, ejercicios y juegos que buscan promocionar a las autoras leídas, así como otras dinámicas que subrayan la lectura como una experiencia colectiva y, sobre todo, política. En este sentido, la maratona Guadalupe-Reinas invita, de entrada, a pensar la lectura no como un ejercicio individual de placer, sino como una práctica de acuerpamiento. La lectura se convierte en una forma de cuidado colectivo que busca trascender la experiencia individual de leer un libro. Al hacerlo, politiza el acto de leer libros de autoras, ya que deja de ser un ejercicio de placer para transformarse en una acción que pone el cuerpo en uno de los momentos más ajetreados de la cultura mexicana, con el propósito de pensar, junto a otras, sobre el trabajo de otras.
Lo que me interesa de la maratona es que, al proponer la lectura como un ejercicio de acuerpamiento, reinscribe la tecnología del libro—en cualquiera de sus formas, ya sea física, virtual o incluso en audio—como una de las acciones cotidianas indispensables que debemos retomar para actuar frente a las múltiples violencias de nuestro presente. De hecho, esta premisa queda claramente reflejada en uno de los libros que leí para la consiga comodín de este año: Uma chance de continuarmos assim, de la escritora afrobrasileña Taiasmin Ohnmacht. En esta novela, una estudiante de letras y una científica se unen para desarrollar una máquina del tiempo capaz de transportarnos al pasado y recuperar lo que hemos olvidado. La máquina se llama Sankofa, un concepto del pueblo akan de Ghana, que se refiere a la idea de que, al rememorar el pasado, podemos comprender el futuro. A través de la lectura de un texto de la escritora afroamericana Octavia E. Butler, la estudiante de literatura encuentra la materia prima para llevar a cabo el experimento, mientras que la alumna de física materializa el objeto imaginado. La novela de Ohnmacht es mucho más compleja de lo que puedo resumir aquí, pero lo que quiero resaltar es que, en ella, un libro cambia la manera en la que se siente el tiempo y, al hacerlo, se comienzan a imaginar otras formas de habitar el mundo. Por otro lado, la novela de Butler es leída por ambas amigas como una manera de detener el tiempo para cuidarse y así poder seguir luchando contra el racismo de la sociedad en la que viven.
Quizá todo esto suena muy ingenuo. Pero la realidad es que la gente lee cada vez menos, y las estrategias de la maratona demuestran que repensar el acto de lectura como una forma de cuidado colectiva puede salvarnos de un futuro donde la capacidad de leer deje de ser un derecho al que todos tengamos acceso. Enseño en una universidad pública en Estados Unidos, situada dentro del único punto azul de un estado rojo, es decir, un estado donde la censura de libros no es cosa del pasado y tiene repercusiones bastante tangibles en el sistema educativo. Mis clases suelen ser atípicas: la mayoría de mis estudiantes son mujeres, migrantes o refugiados. Todos comparten un tedio general por la lectura y, la gran mayoría, nunca aprendió qué significa leer críticamente ni cómo afecta nuestras capacidades sociales y cognitivas. Sin duda una falla del sistema que yo estoy reproduciendo porque no sé cómo enfrentarme a esto. A veces me cuesta demostrar que la lectura no es un lujo ni una práctica individual poco productiva más allá de alimentar el intelecto, sino que puede afectar nuestros niveles de empatía y nos ayuda a comprender el mundo de una forma mucho más compleja; que quizá si leyéramos más, las fake news no dominarían el discurso político. Pero la mañana en que Trump fue reelegido, mis estudiantes me enseñaron por qué mis estrategias para venderles la lectura como una herramienta indispensable fallaban. Ese día, yo no sabía qué hacer en mis clases y mis estudiantes propusieron leer en silencio el libro que habíamos elegido para nuestro club de lectura. Siempre les doy tiempo de lectura en clase, pero pocos realmente aprovechan el espacio. Sin embargo, esa mañana, todos estaban leyendo en silencio. No sé por qué, pero me sorprendió que la lectura funcionara como una forma de cuidado colectivo y un acto político en ese momento. Fue allí, en el salón de clases con mis estudiantes, donde entendí que el problema era que había olvidado enseñarles que la lectura puede ser una forma de acuerparnos. Al concluir la clase, una de mis estudiantes se detuvo para decirme que ahora podía respirar. Me entregó un papelito donde había copiado cuidadosamente una cita del libro que habíamos leído: “En lo más crudo del invierno aprendí que existe en mí un invencible verano. Esto es tu invierno, añadió. Y pasará”. “Ya tendremos nuestro invencible verano, profesora”—me gritó mientras corría a su siguiente clase. Esa mañana, mis estudiantes me recordaron lo que la maratona ha hecho por mí durante todos estos años y lo que podría hacer por nosotrxs si abrazamos su estrategia central: leer es un acto de cuidado mutuo y acuerpar la lectura es un acto político que puede sacarnos de este crudo invierno.
- Méndez, María José, “Acuerpar: The Decolonial Feminist Call for Embodied Solidarity”, Signs: Journal of Women in Culture and Society, 49.1: 37-61, 2023.
- Patiño Niño, Diana Milena, “A Philosophical conversation with lorena Cabnal from Guatemala”. Revista de Estudos Feministas,31.3: 1-11, 2023.
- Rea Gómez, Daniela, Ya no somos las mismas y aquí sigue la Guerra, México, Grijalbo, 2020.
- Méndez, María José, “Acuerpar: The Decolonial Feminist Call for Embodied Solidarity”. Signs: Journal of Women in Culture and Society, 49.1: 37-61, 2023.
- Ibid.