Zindo & Gafuri. Una presentación
En diciembre del 2010 aparecieron los primeros tres libros de Zindo & Gafuri, una editorial independiente argentina que se creó con la consigna de que su catálogo fuera más que una sucesión de accidentes y una muestra del gusto de sus editores. Así, Z&G se convirtió en un manifiesto a favor de la poesía, joven o no, marginada y poco visitada.
A veces pienso que Zindo & Gafuri (Z&G) no es una editorial, a veces me parece un moverse difuso, interrumpido y plural que desde hace cuatro años se sigue repitiendo; algo parecido a un gesto que intenta sumar escrituras diferentes que sólo consiguen responderse a sí mismas y quedan sin órbita, siempre dispersas.
La historia es más o menos así. Hablando de nada con Mauro Lo Coco, Nicolás Pinkus y yo, tropezamos con la intención vaga, tenue todavía, de crear un espacio donde nuestros textos no fueran simples accidentes de un catálogo en el que muy rápidamente desaparecieran. Nos encontramos con Sebastián Bruzzese y empezamos a materializar el proyecto. Los tres primeros libros (Niño Cacharro, de Mauro Lo Coco; Mayorías de uno, de Nicolás Pinkus; y mi Manila) aparecieron en diciembre de 2010 con fotografías de John Hinde en sus portadas, y, de alguna forma, marcaron la dirección de todo lo que iba a venir después.
Tres poéticas, a simple vista diferentes o al menos con pocos puntos de contacto, unificadas por esas postales kitsch de los años sesenta con las que decidimos ilustrarlos, fueron lo que terminó de definir el concepto editorial que estábamos buscando. Sin encerrarse en una estética particular, Z&G se pensó como un espacio donde pudieran confluir distintas escrituras. Los libros que debíamos publicar, los que sentíamos que queríamos publicar, tenían que responder a un único criterio: establecer sus propios límites, sus propios fundamentos, sostenerse por sí mismos, por fuera de la poética a la que respondían y bajo la cual pretendían ser leídos.
Tres libros, un concepto editorial, un gesto y la aparente indiferencia con la que al principio fueron recibidos, rápidamente se transformó en otra cosa. En el 2011 se acercaron varios autores y con algunos de ellos decidimos realizar una nueva colección, esta vez con portadas de fotomontajes del ucraniano Boris Mikhailov. Siete nuevos títulos, así como los imaginamos, tan distintos entre sí como nítidos en lo que perseguían. Autores que residían en Buenos Aires, Barcelona o México, poco o nada conocidos, con poéticas difíciles de clasificar que inevitablemente se encontrarían con las mismas dificultades de siempre: pocos espacios dispuestos a promover esa clase de trabajos, pocas ventas, ningún subsidio. Y si no fuera porque cada uno de los autores que editamos siguió colaborando de muchas formas, todo hubiera desaparecido, así como había empezado. Desde acercar nuevos autores o ayudar económicamente para que pudieran publicarse, hasta trabajar para sumarnos a diferentes festivales de poesía, o promover y organizar lecturas (que con el correr de los años se transformaron en una de nuestras principales formas de difusión). Para principios del 2013 Z&G se había transformado inesperadamente en una cooperativa caótica donde cada uno sumaba lo que podía cuando podía.
Esa voluntad compartida, casi en silencio, y ese insistir sin pensar demasiado, fue lo que nos permitió seguir avanzando en nuestro proyecto con dos nuevas colecciones. Una, con portadas de Graphicspunk, dedicada a poetas argentinos contemporáneos. Otra, con las demenciales imágenes del artista italiano Claudio Parentela, donde quizá sea más evidente lo que la editorial pretendía desde el principio. Esta colección incluye la reedición de El lado ciego, del poeta argentino Carlos Battilana; una antología del enorme y por aquí del todo desconocido poeta vasco Karmelo Iribarren, gracias a la colaboración de la editorial Kriller71; y mi edición y traducción de las conferencias que John Cage tituló Indeterminación, nunca antes publicadas en Argentina.
En 2014 seguimos desarrollando esas dos colecciones, agregamos nuevas antologías y traducciones, buscamos y publicamos obras de autores inéditos o poco conocidos, y recuperamos libros que por razones inexplicables fueron olvidados. Así incluimos, entre muchos otros, Una máquina que drena lo celeste, antología del mexicano Luis Eduardo García; mi traducción de los cuadernos de notas y aforismos del poeta norteamericano Wallace Stevens titulado Adagia, y editamos también el Diario Indio del escritor cubano Severo Sarduy, diario de viajes, ensayo poético, publicado por última vez hace más de veinte años al final de una de sus novelas y que siempre pensamos que debía ser rescatado.
La artista norteamericana Tamar Cohen será la responsable gráfica de la colección del 2015, que contará con una serie de obras que hace tiempo esperan ser traducidas al español, como Esta historia es la mía. Pequeño diccionario autobiográfico de la elegía, del francés Emmanuel Hocquard; Elegías Doppler, una antología de Ben Lerner a cargo de Ezequiel Zaidenwerg, y Necromancia, antología de Rae Armantrout que estamos realizando en conjunto Aníbal Cristobo y yo, a los que se sumarán varias obras inéditas de distintos poetas latinoamericanos. Pasaron cuatro años. Z&G sigue siendo Mauro Lo Coco y yo (acompañados por Nicolás Pinkus y Sebastián Bruzzese; en los últimos tiempos se sumaron Ana Claudia Díaz y Rubén Guerrero) y treinta libros, todas ediciones de tiradas limitadas y que sólo se consiguen en un puñado de librerías y que, en realidad, son un mismo y único gesto. Un gesto mucho más pequeño del que nos gustaría, pero mucho más grande del que nos habíamos imaginado cuando empezamos.
Catálogo
Manila, de Patricio Grinberg
Mayorías de uno, de Nicolás Pinkus
Niño cacharro, de Mauro Lo Coco
18 éxitos para el verano, de Mauro Lo Coco
Adiós a Croacia, de Jorge Posada
Botánica, de Melina Perlongher
Krakatoa, de Aníbal Cristobo
Soltería, de Santiago Castellano
Tandem para un animal pink, de Nicolás Pinkus
VHS, de Patricio Grinberg
El lado Ciego, de Carlos Battilana
Indeterminación, de John Cage
Imitación de los pájaros, de Mercedes Álvarez
No hay más, de Karmelo Iribarren
No transpira, de Rubén Guerrero
150 gramos, de Carlos Martín
Eguía Adagia, de Wallace Stevens
Alcohol para después de quemar, de Eduardo Rezzano
Diario Indio, de Severo Sarduy
Intimidad del mundo, de Cecilia Eraso
Una máquina que drena lo celeste, de Luis Eduardo García
Re Lindo, de Roberta Iannamico
La mansedumbre del pez, de Carolina Massola
Consumo personal, de Diego Gersovich
De traición en traición, de Claudio
Lemeillet Pareidolias, de Alejandra Saguí
En reposeras y descalzos, de Juan González