Tierra Adentro
"Watchmen", novela gráfica publicada por DC Cómics. (1986 – 1987)
“Watchmen”, novela gráfica publicada por DC Cómics. (1986 – 1987)

Existen al menos dos vías para responder a quién es Alan Moore. La primera exige una revisión de sus mejores obras y la mirada nihilista que utiliza para desarrollar historias con los personajes clásicos de DC Cómics. Mientras un autor promedio podría ofrecer un triunfo clásico de Batman sobre sus enemigos sin sufrir ningún daño, Moore narró una historia inspirada en El hombre que ríe (1869) de Victor Hugo, para escudriñar en uno de los posibles pasados del Guasón en La broma asesina (1988).

En esa historia, el autor reservó un final cruel para el Caballero de la noche, al hacerlo asesinar a su némesis cuando ambos comparten una carcajada que sirve para llorar sus vidas atadas a un ciclo de locura y violencia infinitas. Entre las manos de Batman se asfixió el respeto que sentía por la vida, y su humanidad cayó en la oscura profundidad de su capucha.

La segunda opción para responder a quién es Moore lleva hacia una lectura de Watchmen (1986), guiada por las figuras que el autor usa para hablar de la humanidad, los eventos improbables que la toman por sorpresa, la crueldad ejercida sobre sí misma y lo que hace en los seres. Este camino también conduce a los orígenes de un imaginario dispuesto a tomar a los superhéroes de ficción para abordar miedos reales en el mundo, como el pavor a las armas nucleares.

Se trata de una novela gráfica ilustrada por Dave Gibbons, cuya trascendencia se valió de conflictos existencialistas y políticos. Es la carta de presentación de Alan Moore, quien vino al mundo el 18 de noviembre de 1953 en Northampton, Inglaterra; pero nació como autor en 1986 con Watchmen. Su relación amor-odio con el uso de su obra marcó una pugna por defender los ideales que plasmó en ella ante la sobreexplotación de DC Cómics.

Watchmen, el cómic de los hombres del reloj y caras ensangrentadas

En 1982, Moore publicó su primera obra importante, V de Vendetta, una serie de cómics distópicos que se desarrollaban en un futuro totalitario. La obra se convirtió en un ícono cultural de anarquía y estableció a Moore como un autor influyente en la narrativa gráfica, tras presentar a los lectores un vengador anónimo contra la tiranía.

Poco después, Moore pensó en una historia diferente para DC Cómics, una de las editoriales más grandes en Estados Unidos (EE. UU.). Esta vez, las aventuras dejaron atrás el maniqueísmo entre tiranos y libertadores; se enfocó en matizar la complejidad del ser humano y la forma en que conciben sus planes para afrontar los momentos de crisis que se avecinan. El escenario sería un EE. UU. ficticio, que ganó la guerra de Vietnam, mientras sostenía su rivalidad nuclear con la Unión Soviética.

Moore tenía en mente el símbolo para representar la amenaza latente de la extinción: el reloj del apocalipsis, creado en 1947, tras los efectos de la bomba atómica en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. La junta directiva del “Bulletin of the Atomic Scientists” lo usa para prevenir de forma metafórica cuán cerca el mundo está de la aniquilación. Si las manecillas marcan la medianoche, el tiempo se habrá agotado.

La idea central del autor debía tener personajes a través de los cuales pudiera explorar las posibilidades de una humanidad al borde de la perdición. Necesitaba a Watchmen, sus hombres del reloj. Para este objetivo, Moore pretendía tomar a Blue Beetle, Meter Cannon Thunderbolt, Captain Atom, Peacemaker, Night Shade y The Question, creaciones de Charlton Comics hasta 1986, cuando DC Cómics compró esta compañía.

Así, los perfiles que el autor ya había creado tomaron nuevos nombres: Night Owl, Ozymandias, Dr. Manhattan, The Comedian, Silk Specter II y Rorschach. Cada uno de ellos serviría como los rostros de los distintos aspectos de la humanidad, especialmente en distintos contextos caóticos como las guerras o cambios políticos hacia la ultraderecha. Los personajes son las manecillas y tuercas que hacen funcionar el gran reloj de Moore.

El primero de estos engranajes es The Comedian, un hombre violento que tuvo una muerte igual de cruenta que sus actos mientras fue un justiciero y paramilitar en la guerra de Vietnam, en la que también peleó el Dr. Manhattan. Su estandarte es una carita feliz, una muestra de sus intenciones por mofarse del valor de la vida. Fue una persona corrompida por la crueldad y eligió reírse de sí mismo sin sentir culpa, ni siquiera cuando intentó abusar sexualmente de Sally, su excompañera heroína y madre de Silk Specter II.

Pronto, la risa se convirtió en llanto. Un hombre tan despreciable como él, capaz de matar a una de sus amantes embarazadas en la guerra de Vietnam, descubrió un plan que lo horrorizó al punto de buscar consuelo en su enemigo. The Comedian sabía que el tiempo se acababa. Al morir ajustó las manecillas del reloj del apocalipsis con su propia sangre, cuando una gota manchó el botón de carita feliz y formó una mancha que marcaba cinco minutos antes de la medianoche.

Son las atrocidades de este hombre las que ponen en movimiento la maquinaria de Moore. Con su deshumanización afectó al resto de sus compañeros justicieros, los expuso al lado cruel de la humanidad y dejó que decidieran sus propios actos en un mundo sin reglas. El primero que descubrió esto fue Rorschach, el detective antisocial que considera muerta su parte humana, como él mismo lo verbaliza, lo que quedó de Walter Kovacs murió tras vengar el asesinato de una niña.

Rorschach posee un sentido punitivo de la justicia que lo impulsa a seguirla hasta las últimas consecuencias. De entre sus colegas justicieros, él es el único que investigó por qué asesinaron a The Comedian y qué lo había quebrado. El detective se posiciona a sí mismo como un juez y verdugo para los demás y para sí mismo, pues ante el fin del mundo prefirió morir con la verdad antes de encubrir uno de los mayores crímenes contra la raza humana, cortesía de Ozymandias.

Night Owl y Silk Specter II se encuentran en el polo opuesto. Ante la debacle, ambos intentaron sortearla; pero desde un lugar menos combativo al de Rorschach, donde el cinismo de The Comedian tampoco tiene lugar. La estrategia que la pareja decide seguir es más gentil para ellos mismos. El acompañarse fue el acto más honesto que pudieron hacer, al admitirse vulnerables ante el caos y fundirse en un abrazo frente a la soledad y la amenaza nuclear. El amor se vuelve resistencia.

Night Owl, Silk Specter II, The Comedian y Rorschach son los primeros engranajes, cuyos actos ponen en marcha el reloj que el autor llamó Watchmen. Cada uno de ellos avanza en su propia dirección, con su respectivo tiempo. Personajes con tal complejidad existieron en la mente de Moore y existirán en la memoria colectiva, pues cuentan su historia como una máquina del tiempo, capaz de entender el pasado, presente y futuro de forma simultánea al ofrecer una mirada a los instintos imperecederos de la humanidad.

Al igual que en esta novela gráfica, los acontecimientos en la vida de Moore tras haber publicado Watchmen parecen que ya estaban escritos desde el inicio. Como sucedió desde que comenzó a escribir la obra, de nuevo el conflicto son los personajes, sus hombres del reloj. DC Cómics afirmó que si sus invenciones seguían sin usarse durante un año tras la edición de la novela, el escritor tendría los derechos. La compañía nunca lo permitió.

Las pugnas por los hombres del reloj comenzaron desde que la editorial expresó sus ideas para explotarlos. Moore inició un proceso legal que se avivó con la adaptación cinematográfica de 2009 y la serie televisiva de 2019. Para esta instancia, el mismo autor pedía que su nombre fuera retirado de los créditos porque consideraba que los creadores, y por tanto el público, habían tergiversado lo que sus hombres del reloj representaban, como ha declarado a GQ.

Watchmen cambió las historias que se contaban en los cómics, excepto la forma en que se interpreta a través de las adaptaciones en la industria del entretenimiento, según las sospechas de Moore. De haber sabido lo que sucedería, él se habría convertido en un relojero, como mencionó Albert Einstein tras observar la forma en que el poder atómico modificó todo, excepto la manera en que piensa la humanidad.

Dr. Manhattan, el hombre sin tiempo

Pero es demasiado tarde, siempre lo es,

siempre será demasiado tarde.

– Dr. Manhattan.

Antes del Dr. Manhattan existió un hombre llamado Jonathan Osterman, físico nuclear por influencia de su padre, un relojero que lo obligó a estudiar esa ciencia tras el caos de las bombas atómicas. El impacto fue tan profundo en sus vidas que los relojes que fabricaron juntos terminaron en la basura. Desde ese entonces, él vivió sin una representación del tiempo.

La segunda vez que sucedió fue el accidente en la cámara de pruebas del centro de campo intrínseco. La catástrofe ocurrió cuando él regresó por el reloj de su novia que recién había reparado. Su existencia terminó para dar paso al Dr. Manhattan, un ser capaz de manipular la materia a su antojo menos el tiempo. Al conocer su limitación, entiende que aún es un hombre, aunque la armada estadounidense lo considera una deidad atómica para infundir miedo en sus enemigos.

A sus ojos, los sucesos ocurren de forma simultánea. Pasado, presente y futuro son un camino en el cual él permanece inalterable. Con frecuencia intenta compenetrarse con aquellos que lo rodean, por eso marcó en su frente el átomo de hidrógeno. El elemento convive con armonía con los demás de la tabla periódica, pero necesita de otros compuestos para evitar ser letal en los humanos.

La dualidad del hidrógeno es la que desborda al Dr. Manhattan en los hechos posteriores. Con la terrible capacidad de entender los hechos futuros como algo que ya pasó, tampoco puede hacer mucho para oponerse a las reglas del tiempo.

El pasado y el futuro convergen en esta visión que también representa el cómic tanto en sus paneles como en su guión. Un ejemplo de ello es el chiste del payaso Pagliacci. Un hombre quien acude al psicólogo para tratar su depresión. El especialista lo manda al show del payaso para mejorar su humor, pero el paciente rompe en llanto y dice: “Yo soy Pagliacci”.

El detective cuenta la broma al tiempo que los paneles muestran el asesinato de The Comedian. A nivel subtexto aborda la forma en que un hombre roto como él aún era capaz de sentir más sufrimiento. Lo mismo ocurre con las confrontaciones. Mientras Night Owl y Silk Specter II golpean a los ladrones que intentaron asaltarlos, el Dr. Manhattan se enfrenta contra las personas que abandonó y el supuesto cáncer que provocó en ellas. Tras la batalla emocional, eligió el exilio en Marte.

La primera acción que realizó en el planeta rojo fue construir una fortaleza de cristal, ajena a las temporadas de la Tierra. Decidió alejarse de los relojes porque percibe en ellos un lazo con la humanidad. Las manecillas, los días, los meses y los años son registro del paso de una vida. Testimonios tan humanos como lo es el tiempo.

Una reflexión similar, escribió Salvador Elizondo en Farabeuf o la crónica de un instante (1965), novela en la que una mujer debe rememorar junto al protagonista los pasajes de su juventud, para finalizar con la búsqueda del ser. La obra, más allá de la nostalgia, se interna en el acto de recordar, porque el único tiempo humano es el de la memoria, y el Dr. Manhattan lo comprendió al final.

Negado a reconocer lo increíble de su propia historia, llegó a definir los milagros solo como eventos improbables. Fue así hasta que averiguó que, pese al gran número de imposibilidades en contra, la vida de Silk Specter II emergió de una relación tormentosa entre su madre y The Comedian, llena de odio por parte de la mujer hacia el mercenario que quiso abusar de ella.

Así recordó por qué él mismo se marcó en la frente el átomo de hidrógeno: necesita de otros para evitar ser letal. El Dr. Manhattan entendió que la existencia es un evento extraordinario, por más insignificante que parezca. Es lo que él mismo llama un milagro termodinámico, definido por la increíble capacidad de la vida para sobreponerse ante el caos.

La otredad suele desembocar en distintos caminos desde la crueldad hasta el respeto por la vida humana, es lo que parece decirnos el autor. Sin embargo, cuando otros creadores decidieron tomar sus bases, él también optó por el exilio al grado de rechazar cualquier consulta sobre futuras adaptaciones, así ocurrió con los números que DC Cómics editó llamados Before Watchmen. Las novelas gráficas narran las historias de los hombres reloj antes de los acontecimientos en la obra de Moore.

Ozymandias: el conquistador sometido a la prueba Rorschach

«Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad

Mi obra, poderosos! ¡Desesperad!»

Percy Bysshe Shelley, Ozymandias.

Ozymandias es un vigilante rico y poderoso con capacidades físicas excepcionales, al grado de atrapar con sus manos una bala disparada a quemarropa. Es conocido bajo el epíteto: “El hombre más inteligente del mundo”. Al igual que los demás miembros de su equipo, observó que el apocalipsis se avecinaba. Decidió saltar y adelantarse al horror para intentar conquistarlo.

El plan de Ozymandias es desvelado ante los ojos del lector con las pesquisas de Rorschach, cuyas habilidades interpretativas del detective están basadas en las pruebas Rorschach, creadas por el psiquiatra del mismo apellido en 1921. Él empleaba imágenes ambiguas de manchas de tinta y pedía a los pacientes que describieran lo que veían en ellas. De esta forma, se identificaban patrones de pensamiento y la adaptación social de un individuo.

El vigilante Rorschach usaba método similar para penetrar en las motivaciones de los demás personajes. Al examinar sus actos y observar los patrones de conducta que cada uno tenía, era posible acceder a sus verdaderos rostros debajo de sus identidades de superhéroes. Así entendió cómo The Comedian, Night Owl, Silk Specter II y el Dr. Manhattan se adaptaron a la humanidad y a la crueldad inherente en ella.

El único que escapó a la visión de Rorschach fue Ozymandias. Al mismo tiempo que el detective investigaba quién era el asesino de The Comedian y el culpable de haber provocado cáncer en los seres queridos del Dr. Manhattan, el hombre más inteligente del mundo seguía con sus planes tras bambalinas. Él trajo a un monstruo galáctico a la Tierra, así se desató una matanza tan terrible que conmovió al mundo y lo obligó a unificarse.

La utopía causó asco en Rorschach, quien nunca la entendió como un acto pacificador. Proteger el secreto, exigía ocultar la verdad al mundo. Fiel a sus ideales, se convirtió en su propio verdugo y pidió al Dr. Manhattan que lo asesinara. El último vestigio del detective formó una mancha deforme de sangre sobre la nieve de la Antártida, donde Ozymandias asentó su bastión.

Comprender las acciones del hombre más inteligente del mundo necesita una mirada al monstruo que liberó. Es un símbolo de la energía atómica usada de forma brutal contra el ser humano. En la obra los únicos superpoderes se basan en el poder nuclear, y quien la posea, es posicionado como un Dios, así pasó con Manhattan y Ozymandias; pero este último decidió convertirlo en una bestia.

La segunda opinión para entender por qué decidió mutilar a la humanidad para salvarla se encuentra en Los relatos del navío negro. La serie de cómics aparece de forma simultánea como narración en abismo dentro de Watchmen. El protagonista de las aventuras es un náufrago que intenta advertir a su comunidad sobre la inminente embestida de una embarcación de piratas fantasma.

La odisea muestra al superviviente armar una balsa con los cuerpos de sus compatriotas. Cuando llega a su tierra, supuso que la tripulación de muertos había asediado a sus compatriotas; así que mató a un par de sus enemigos para infiltrarse. Pronto descubrió que asesinó a una pareja de jóvenes e hizo un sinfín de crueldades para evitar una catástrofe que él creía inexorable. Al observar al navío negro acercarse, comprendió que solo lo buscaban a él.

Ozymandias y el náufrago comparten el mismo destino autoinfligido. En su afán de salvar a la humanidad, terminaron por mutilarla. La mejor solución que encontró el hombre más inteligente del mundo para evitar el apocalipsis fue iniciarlo en distintos países. Construyó un edén sobre los cadáveres de millones. La desesperación se apoderó de ambos.

La crueldad fue tan grande que rompió a The Comedian, quien cosechó pena en vida, y a Rorschach. Los miembros restantes tuvieron que encubrir la matanza e intentaron retomar sus caminos alejados del hombre que desplazó la inteligencia para abrazar la locura. Abandonaron los despojos quebrados de un compañero que solía ser grandioso. En aquella fortaleza en la Antártida, él cumplió con las palabras antiguas del poeta Percy Bysshe Shelley:

«Soy Ozymandias, el gran rey. ¡Mirad

Mi obra, poderosos! ¡Desesperad!:

La ruina es de un naufragio colosal.

A su lado, infinita y legendaria

Sólo queda la arena solitaria».

A través de Watchmen, Moore y Gibbons entregaron distintas representaciones de los actos de los que son capaces los humanos. Lanzaron su novela y esperaron las diversas reacciones del mundo ante un retrato entintado de la civilización. En la actualidad, la cultura popular recibe con los brazos abiertos a la obra. Sucede lo contrario con los creadores, quienes se han arrepentido de iniciar una corriente sobreexplotada en los cómics.

Aunque la narración de la obra se asemeja a una máquina del tiempo, al concebir pasado, presente y futuro de forma simultánea, en realidad muestra manchas de tinta para esbozar figuras de la humanidad, unas más caóticas que otras. Cada quien es libre de interpretar qué hay en ellas, y elegir si se mirarán con crueldad o con el optimismo de los milagros termodinámicos. Watchmen, en realidad es una gran prueba Rorschach que pregunta al lector: “¿Qué es lo que ves?”.

Fuentes y referencias:

https://www.gq.com/story/alan-moore-interview

https://www.latercera.com/mouse/alan-moore-pelea-dc-comics-watchmen/

https://www.elmundo.es/metropoli/cine/2018/07/22/5b51d6ea468aeb905d8b45b2.html

https://www.xataka.com/literatura-comics-y-juegos/alan-moore-guionista-que-revoluciono-comics-tambien-escribe-novelas-laberinto-papel-1×01

Moore, Alan. Gibbons, Dave. (1986). Watchmen. Estados Unidos, Editorial DC Cómics. Editado al español por Editorial Televisa.

Elizondo, Salvador. (2000). Farabeuf o la crónica de un instante. España, Madrid. Editorial Cátedra.