Tierra Adentro
Fotografía de la lectura Todavía tengo mierda en la cabeza, por Arturo Torres.

La semana de la dramaturgia Nuevo León 2014 figura como un espacio de encuentro entre dramaturgos y directores a nivel nacional. Su finalidad es dar a conocer la obra de los dramaturgos, en este sentido se construyen las lecturas con el texto como protagonista.  Las obras son escogidas al azar, y los directores tienen un mes para construir, con la premisa de leer el texto, una puesta que no llegue a ser la obra de teatro terminada pero sí un fiel retrato del escrito. De esta manera, la semana de la dramaturgia podría también ser la semana de la interpretación, periodo en el  que el equipo: director, actores, asistentes e involucrados dan a conocer la historia al público. Como dijo la maestra Angélica Rogel en alguna ocasión, las lecturas dramatizadas son ideales para probar la habilidad de los actores ya que para muchos, tener el texto como objeto físico en escena a veces puede resultar un gran obstáculo, volviendo imposible el contacto visual y corporal que en muchas ocasiones ayuda como gancho para conectar al actor con la realidad presentada. El genio consiste en encontrar vías para contar la historia con el texto como intermediario entre escena y público, con la intención de que éste sea no un obstáculo sino un recurso que contribuya a la acción. Un director hábil logrará colorear los matices de una obra, haciéndola legible e interesante para el público recurriendo a cualesquiera medios considere necesarios siempre y cuando se respete la premisa de leer: un buen equipo de actores  logrará que el público “vea” la historia que ellos van leyendo.

La premisa del texto como protagonista sugiere a muchos de los directores y teatreros regiomontanos que una lectura dramatizada no es una puesta en escena; aunque de acuerdo con los acontecimientos vistos,  algunas puestas resultaron más relacionadas con la oratoria que con la escena teatral, afortunadamente, no todos lo interpretaron de esa manera.

Algunas críticas en torno a la lectura de Todavía tengo mierda en la cabeza (2012) escrita por la dramaturga Bárbara Perrín, dirigida por Alba Liz Gómez, aludieron a que la lectura fue casi una puesta en escena y no una lectura dramatizada. De hecho, la puesta fue tan fresca, interesante y divertida que en ocasiones el público podía ver la historia desenvolverse frente a sus ojos, aunque los actores nunca dejaron de leer. La propuesta de Alba Liz Gómez y el excelente desempeño de los tres actores en escena, Anahí Dávila, Debby Báez y Oliver Cantú hicieron lucir el texto, logrando la comprensión y el interés por la historia, abriendo canales a múltiples interpretaciones y ofreciendo al público una excelente velada teatral. En comparación con otras propuestas que se quedaron en el terreno de la lectura en atril o de la representación mediocre, y pese a que  la directora no cumplió con el método y los parámetros de una lectura dramatizada, nosotros, el público, quedamos satisfechos e infinitamente agradecidos.

La obra, leída el pasado sábado 2 de agosto en la Gran Sala del Teatro de la Ciudad (Monterrey), es una comedia ácida —escrita por una autora muy joven y muy talentosa— en la cual se reflejan los valores e imaginario de la última generación del siglo XX. El argumento gira en torno a Janis, joven adolescente de Tijuana a quien le gusta pensar que su vida es una película de Disney. Ella ya no cree en el amor, pero sigue involucrándose con hombres que no la satisfacen. Así, se relaciona con Kirby, un joven de la especie ñoño que se enamora perdidamente de ella. Janis decide entablar una relación con él por sexo y por lástima, como lo ha hecho en muchas otras ocasiones durante su corta vida. Una noche, estando completamente borracha, Janis le confiesa a Kirby lo que aún siente por su gran y primer amor, Alberto, con quien anduvo cuatro años. A partir de este momento se desata una encrucijada de voces y situaciones que ayudan a ilustrar la vida vertiginosa llena de sexo, drogas y rock and roll que envuelve a la protagonista, desde los trece hasta los dieciocho años. “Demasiado ingenua para ser tan puta”, Janis vive situaciones límite motivada sobre todo por su infantil idea del amor y su ceguera ante el peligro.

El texto, construido con base en una historia de amor, analiza hábil e intuitivamente temáticas actuales como la violencia e ignorancia en torno a los derechos sociales de la mujer; la brecha comunicacional entre los últimos vástagos del siglo XX y sus mayores; la sociedad de consumo y las edades idealizadas. Un ejemplo de ellas es la época de bonanza estadounidense de posguerra, cuya  influencia se observa en las nuevas propuestas de una generación de artistas que comienza a despuntar. Gracias a un ingenioso juego de luces y manejo de voz, la audiencia viajó junto con los personajes, pasando del absurdo al perturbador silencio de la tragedia, mediante un velo teñido de simulacro. El texto, contemporáneo y lleno de vitalidad, es un genial ejemplo de la poética del noroeste mexicano, bañado de sueños e histeria, conducido por la influencia cultural de Estados Unidos, sobre todo perceptible en la música rock de los setentas y ochentas y en la perenne fantasía Disney que, lo admitan o no, rige el constructo amoroso de la gran mayoría de la población mexicana, hombres y mujeres, de los quince a los cuarenta y cinco años.

Ayer, jueves 14 de agosto (2014) a las ocho de la noche se estrenó Todavía tengo mierda en la cabeza bajo la dirección de Carmen Ramos en el Teatro La Capilla (Madrid 13, Coyoacán, Del Carmen, D.F.). Si bien un mismo texto puede dar como resultado obras completamente distintas, ojalá que historias ricas y frescas como la de Janis inspiren una obra interesante. La puesta permanecerá en cartelera hasta el 2 de octubre, recomendamos verla y ojalá la disfruten.

Fotografía de la lectura Todavía tengo mierda en la cabeza, por Arturo Torres.

Fotografía de la lectura Todavía tengo mierda en la cabeza, por Arturo Torres.

 


Autores
La redacción de Tierra Adentro trabaja para estimular, apoyar y difundir la obra de los escritores y artistas jóvenes de México.
nació en Monterrey, Nuevo León, México, 1991. Cursa actualmente estudios de Literatura Mexicana en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Nuevo León. Participó como ponente y creadora en los encuentros y congresos organizados por la Red Nacional de Estudiantes de Lingüística y Literatura (REDNELL) en D.F., Querétaro, Mérida y Tijuana ininterrumpidamente desde el 2010 al 2012. En febrero del 2013 ganó el Primer lugar en el Slam Poético 3.0: Sobrevivientes del 2012 y participó como jurado en el Slam Poético 4.0: Monterrey es un laberinto (junio 2013). Ha sido publicada en Puño y Letra (Monterrey, 2012), La regia cartonera (Monterrey 2014), Los bárbaros del norte (CONARTE 2014), el periódico Barrio Antiguo (Monterrey 2014) y la página de internet de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en México (FUNDEM 2014).