El post-rock en México
En 1999, New Musical Express, icónico semanario musical mejor conocido como NME, mostró en su portada a la que llamo “la última gran banda del siglo XX”. El semanario británico tomo esta decisión después de que, meses antes, vieron tocar al grupo en un festival en Glasgow, donde los nueve músicos desgarraron sus instrumentos mientras se perdían en el sonido, interpretando canciones del EP Slow Riot for New Zerø Kanada. NME los describió como una banda catastrófica que recreaba el fin del mundo en escenarios destruidos, llenos de melancolía, tristeza y explosión. Todo iba bien hasta que las ventas no llegaron. Steve Sutherland, entonces editor de la publicación, dijo que se arrepentía de haberlos puesto en portada. Esa banda, a la que se referían de una manera poco convencional, es Godspeed You! Black Emperor (GS!BE).
Con los años, la crítica consideró que el intento de NME por insertar a la banda en el mainstream era imposible, si se toma en cuenta que el público prefería otros géneros que acaparaban la atención en aquel fin de siglo. Un año más tarde, GS!BE grabaría un disco que sería catalogado como una sinfonía de cuatro pistas con movimientos dentro de ellas. Medios como Pichfork, The Guardian y AllMusic describieron el disco como sublime, potente, melancólico y perfecto. El álbum Lift Your Skinny Fists Like Antennas to Heaven se convertiría en el disco emblemático que describe contundentemente al post-rock.
El post-rock se desarrolló a mediados de los noventa. Simon Reynolds, quien bautizó este género, describió el sonido que los intérpretes hacían con los instrumentos clásicos del rock, a los que se incorporaban armonías, timbres y progresiones que le daban un nuevo giro a la escena musical. Aunque el post-rock se encasilla ahí, también tiene tendencia al punk, al shoegaze, a la música clásica y hasta al avant-garde. Las canciones tienen una duración poco convencional, que va desde cuatro hasta treinta minutos. Se dice que los fundadores del género fueron bandas como Mogwai, Tortoise, Do Make Say Think, Sigur Ros y GS!BE. Con el nuevo milenio surgieron Explosions In The Sky y Mono, que se contaminaron con el sonido y la experimentación del género en la primera década de este siglo.
En México no se vieron propuestas parecidas, a excepción de Austin TV y Sad Breakfast, que definieron su sonido dentro del post-rock y el indie-rock. Quizá La última noche del mundo, de Austin TV, tuvo más repercusión e impacto porque los músicos portaban mascaras para esconder su identidad (algo que Slipknot y Mudvayne ya habían hecho mucho antes). Eso les dio un dejo de misterio, pero no originalidad, y lograron llegar a festivales importantes. Con Sad Breakfast sucedió algo distinto: su disco debut solo tenía toques de post-rock y su verdadero sonido maduró un par de años después, con To Come Back, donde el rock instrumental se asemeja más al post-rock tradicional: melancólico, caótico y explosivo, en el que las voces y palabras fungen más como una atmósfera que acompaña a la canción. Ambos grupos lo intentaron y tuvieron su auge, apogeo y decadencia; desde hace tres años (para Austin TV) y seis (para Sad Breakfast), ya no han hecho nada nuevo y sólo se reúnen a tocar y recordar glorias pasadas.
Aunque es un género venerado por la crítica, el post-rock mexicano no encuentra la solidez que bandas como GS!BE o Mogwai han ganado; tal vez esa decadencia del nuevo milenio impidió que ambas bandas trascendieran a las nuevas generaciones que empezaron a abarrotar los festivales y conciertos presentes en la escena musical mexicana. La vertiente de bandas nuevas y géneros diversos ha propiciado la creación de otro tipo de festivales y disqueras independientes que se apropian de la palabra underground para ganar público. Desafortunadamente, en nada se relaciona la cantidad con la calidad.
En 2012, por ejemplo, cubrí la segunda edición del Festival Antes de que nos olviden, guiño a la icónica canción de Caifanes, por la facilidad con que se crean y desaparecen las bandas hoy en día. La noche transcurría tranquila; comenzó con una banda llamada Los Mundos, pero no digerí su propuesta. La segunda banda que escuché en el escenario se hacía llamar DDA (Deficit de Atención). Sin presentarse siquiera, cuatro veinteañeros subieron a hacer un soundcheck que duro cuatro rolas hasta que quedaron a gusto con el sonido. Las carencias en este tipo de festivales son comunes y los músicos suelen culpar por igual al lugar, los amplificadores o a la batería prestada como los responsables de una mala ejecución. Este no fue el caso: el cuarteto hacia post-rock, celebrado por los asistentes que se movían al ritmo frenético, y luego pausado, de la banda. Las canciones que tocaron esa noche están en su EP debut El Eterno, de tan sólo cuatro canciones y un intro. En vivo, la tonalidad aumentó y se escucharon mejor que en el acetato: entre “Lemmin Winks”, “Jabón y gasolina” y “Mal viaje en la playa”, demostraron que las canciones pueden sostenerse sin letra. “A un mes de noviembre” le puso el toque mágico y melancólico a su setlist que, por primera vez en la noche, provocó los gritos por una canción más. Desafortunadamente ya no tenían repertorio. A casi dos décadas de que se creara el género, el post-rock había traspasado la barrera del tiempo, no por nada fueron una de las últimas bandas que Vale Vergas Discos firmó para su disquera.
Esa noche no sólo vi a DDA. Un par de bandas más sobresalieron y también se presentaron con siglas: San Pedro El Cortez (SPEC), de Tijuana, y Lorelle Meets the Obsolete (LMTO), de Guadalajara. Post-rock, punk, shoegaze, psicodelia y varios géneros más lograron construir esas “nuevas” bandas en el Festival Antes.
El sonido de DDA va de la mano de los grupos fundadores del post-rock. No tiene un líder que sobresalga y tampoco busca una melodía pegajosa para sacar un sencillo. Se dice también que, a la hora de escoger el tema de una canción, los intérpretes suelen poner títulos que no tienen nada que ver con ella. Aún no sé qué fue lo que más me impresionó de la banda, si su habilidad para tocar y distorsionar las guitarras, su indiferencia por la gente mientras estaba en el escenario, su manera de vestir salida de un episodio de El príncipe del rap o la corta edad que se reflejaba en sus rostros.
Un año después de sacar su EP debut, DDA grabó Sed de Fama, con un sonido más maduro. Un intro, cinco canciones y tres interludios en los que aparecen las voces de Kurt Cobain, Low Barlow y los Sad-Sack Guys. En este nuevo disco las potencias, texturas y sonidos van de lo estrepitoso a lo explosivo, de la furia a la ternura, destacando “KLM” y “Txema en las pared”. Un dejo de rock más clásico y cincuentero se deja ver en “Volver al futuro”, en la que las guitarras chillan y se estremecen tenuemente, recordándonos “Sleepwalk”, de Santo & Johnny. Los medios y la crítica de México voltearon a ver su trabajo que, como suele suceder, no se compara con lo hecho por sus contemporáneos; el post-rock, contra lo que se creía, no ha muerto —a pesar de que DDA define su sonido como acid-surf.
El género proyecta instantes, momentos, historias; su sonido puede generar imágenes según el ritmo y velocidad que tenga la canción. En la película 28 Days Later, Danny Boyle incluyo en una escena el segundo movimiento de “East Hastings”, de GS!BE, pieza que se excluyó del álbum de la película. De repente lo inimaginable de la canción se hizo real en un momento de esa historia catastrófica que nos narra el fin del mundo.
Hace un par de meses, DDA guardó silencio. Dicen que tiene otros proyectos y que por el momento la banda necesita un respiro, aunque espero que pronto decidan volver. GS!BE calló por más de diez años con argumentos similares; el resultado de su silencio y el regreso a los escenarios derivo en su disco Allelujah! Don’t Bend! Ascend!, aclamado y celebrado por todos aquellos seguidores del género; inclusive recibieron el premio más prestigioso de su país, el Polariz Music Prize, de treinta mil dólares en efectivo. A pesar de negarse a recibirlo en persona —por cuestiones éticas están en contra de ese tipo premios—, el reconocimiento mainstream llegó diecinueve años después del surgimiento de la banda.
El reconocimiento y valoración de este tipo de grupos suele llegar tarde: cinco, diez, quince, veinte años. Lo que queda ya no es la fama, el dinero, los premios; lo que perdurará será el sonido. Los grupos que se atreven a crear post-rock tienen que luchar contra los estereotipos de que sus canciones duran mucho y terminan por ser aburridas. Los discos, más que canciones, tienen obras que es necesario escuchar de principio a fin. La dualidad de bandas como GS!BE, DDA, Mogwai o Sad Breakfast es que no muchos saben de ellos y no generan nada en el público masivo que se escandaliza por lo cotidiano. Los medios saben que existen, pero no saben qué hacer con sus sonidos y propuestas diferentes que, como propone el Festival Antes, hay que escuchar antes de que los olvidemos.