A la perdurable memoria de los poetas Enrique Servín y Luis Aguilar
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Estaba en otro país del otro lado del océano cuando recibí la noticia del asesinato de Enrique Servín.
“Cualquier cosa, se sabe, aunque no dure para siempre
dura más que los hombres:
una camisa, unos lentes,
un viejo libro, una flor seca entre sus páginas.
“El único antídoto contra la tristeza del mundo: contribuir, de la manera que sea, a remediarla”, escribió Enrique Servín en uno de sus afórismos, una máxima que a lo largo de su vida cumplió, cualquiera que lo haya tratado puede dar testimonio.
I
Alguna vez me contasté que entre los tarahumaras hay algunos que siguen siendo gentiles, que no se han bautizado ni se deben bautizar y que el resto los llama gawí tónara, los pilares del mundo.