En las últimas semanas me he dedicado primordialmente a dos tareas: refinar mi arte de albañilería para aplanar y enyesar paredes con videos en internet y empaparme de la historia del país más pequeño de Centroamérica, El Salvador.
Siempre hace calor en el séptimo piso del hospital público donde, desde hace unos quince años, paso algunas tardes en espera de medicinas y atención para mi padre.
Cuando Haydee Santamaría se enteró del asesinato del Che Guevara en Bolivia, en 1967, escribió: “Después, en la velada, este gran pueblo no sabía qué grados te pondría Fidel.