Sueño extranjero
El fotógrafo Roberto Tondopó vive y trabaja en Chiapas, su estado natal. Hace apenas unos meses, salió por primera vez del país. Una estancia en Nueva York lo confrontó con una óptica distinta. Cámara en mano se aventuró por las calles tratando de reflejar el desconcierto que vivía día a día.
Al soñar se recorren lugares no conocidos, y se despiertan sensaciones de inquietud o desconcierto. Se descubre cómo todo durante el sueño parece ser real a pesar de que lo evocado es apenas una distorsión, un error de conjetura en el momento en que nos damos cuenta que esos lugares soñados no tienen correspondencia entre sí con los sitios reales y verdaderos.
Nunca antes había despertado en un lugar con otro idioma y tan lejos de casa. Mi primera estancia en el extranjero fue en Nueva York, un viaje intenso en el que el recuerdo de lo imaginado comenzó a recubrirse con lo inmediato vivido: todo espacio no es un objeto de contemplación, sino una conquista de nuestra particular experiencia. Experiencia que hallé en el recorrido que hice de la casa donde me hospedaba, en un barrio de Brooklyn, hacia el metro. Apenas despertaba, cámara en mano, salía a la calle. Aquel bullicio abigarrado en muchas lenguas, las expresiones de la gente, los colores, los edificios, logró que me sintiera, finalmente, de otra parte. Mi mente apenas asimilaba el traslado en el mapa, las transformaciones del paisaje, el letargo de mi presencia física en un lugar distinto: el sueño de la extranjería. Nueva York se convirtió en un limbo donde convergían los hechos inmediatos y las asociaciones de memorias pasadas, hasta llegar otra vez, como en los sueños, a un punto en el que no sabía si la experiencia la estaba viviendo yo, o alguien más. Aquí, una serie de imágenes de Avenue D, Flatbush Bklyn, nombre de la calle que transité todas las mañanas hacia el metro.