Tierra Adentro

Para mi tesis de maestría en la Universidad del Arte en Buenos Aires, tomé tres talleres fundamentales para desarrollar el marco teórico sobre el teatro posdramático y su relación con la dramaturgia contemporánea. El primero fue con Davide Carnevalli, (alumno de Hans Thies Lehmann), en el que abordamos la dramaturgia española, alemana y argentina así como su relación con la crisis del drama, término propuesto por Peter Szondi en 1956 y que retomó Lehmann para la creación de su Teatro posdramático. Después tuve la oportunidad de tomar dos talleres con él. El primero —y más interesante— fue sobre teatro político y teatro brechtiano, el segundo sobre la evolución del concepto de teatro posdramático.

Lo que llama la atención de estos talleres, es el conocer al investigador: un hombre que con mucha humildad y conocimiento habla sobre el teatro que le interesa, es decir, el teatro de nuestros días. Es interesante estudiar la historia, pero es mejor trabajar con materia viva como el antropólogo. Poder investigar e indagar sobre los cambios en el teatro actual (en este caso, el de Alemania) así como  su relación con la escena francesa,  inglesa y estadounidense. Enfocado en estos países, desarrolló una investigación en los años ochenta y noventa, para explicar ciertas características que ve en los jóvenes creadores y sus trabajos, (en dónde se rompe la idea de ficción, en dónde se instala la idea de presentación y cuándo las escenas comienzan a ser más dramaturgia que el texto dramático y desaparece el textocentrismo).

Esta investigación poco tiene que ver con la dramaturgia o literatura dramática. La tarea en la que me aboqué fue la de encontrar —si es que había— la relación de la estética con el textocentismo. No se puede hablar de algo homogéneo pero comparten algunas de las rupturas que tienen que ver con el desplazamiento de la ilusión teatral y la entrada en crisis del drama con la dramaturgia contemporánea.

En mi investigación Territorios textuales en el denominado teatro posdramático (Paso de Gato, 2014) y en el taller teórico que realizo desde mi llegada a México, he podido comprobar muchos de los prejuicios y desconocimientos sobre estética teatral e investigación teórica del país. Afincados en un análisis histórico y regional, se desconoce realmente la escena internacional; la lectura de textos teóricos de los profesionales del teatro es escasa y encuentran mucha dificultad para volver a retomar la teoría. Como creadores maduros, la práctica y la producción teatral los llevan a desarrollar una labor de producción y gestión de pensamiento crítico. Sólo algunos, quizá los dramaturgos y ciertos directores de teatro que se han alejado de la escena, lo han logrado. Pocos de estos maestros dan talleres de formación teórica, pese a la existencia del desconocimiento absoluto para poder abordar temas teóricos que partan de la realidad, más bien nos quedamos sólo con estadísticas y discursos que parecen más retórica que investigación.

La idea de inmediatez y falta de construcción del pensamiento sobre el teatro fuera y dentro del país, deja a los creadores escénicos limitados en las posibilidades de discurso, no sólo escénico, también personal. Debido a esto, cuando realizo una investigación que tiene que ver más con el teatro extranjero, existen reticencias claras a querer saber, como si el saber nos hiciera más vulnerables. En este sentido, la recepción de este tipo de investigaciones se toma como algo extraño y se hace todo lo posible por desaparecerlo de la teoría e investigación realizada por institutos y creadores.

Después de cinco años de trabajo sobre el tema, mis intereses, como bien lo decía Davide Carnevalli, se volvieron más cercanos a la creación y la crisis del drama, pero su relación con el pensamiento específico de una época se ha vuelto el terrero donde aún sigo indagando; la relación de la palabra con la escena, la del pensamiento de la imagen y su contraposición con la creación de discurso. Todos estos temas que tienen que ver con la creación de la dramaturgia y la escena contemporánea me siguen pareciendo asombrosas e interesantes; indagar sobre el contexto social, su relación con las instituciones —que en México es un ancla que no nos deja avanzar— y la falta de preparación teórica y práctica de los creadores, me siguen llevando a muchas de preguntas. La falta de aceptación por parte de algunas instituciones sobre la investigación que realizo no deja de sorprenderme y alejarme hacia otras fronteras y a otras instituciones como el Instituto de Estudios Críticos o la Fundación para las Letras Mexicanas, enfocadas a la preparación de escritores e investigadores que estén en el mundo de hoy y no en el de sus ancestros.

Volviendo a lo que sucede cuando una teoría sobre teatro contemporáneo llega a manos de algunos investigadores, su reacción es un rechazo absoluto y al mismo tiempo una aceptación a veces desmedida, como si el desconocimiento los volviera temerosos y los obligara a tomar alguna posición a favor o en contra, en vez de estudiar un poco más, en lugar de abrirse a pensar críticamente sobre el concepto presentado. La mayoría toma partido, esto va en contra de cualquier lógica de aprendizaje.

Es difícil encontrar en México un campo fértil para el desarrollo del pensamiento y la investigación (no sólo en el ámbito teatral). Es por esto que con premura se aceptan o se desacreditan teorías y marcos conceptuales que podrían ayudarnos a entender nuestra escena teatral nacional, entender cuáles son las búsquedas reales de los creadores mexicanos, cuáles son las características y las condiciones de trabajo. Con ello se podría hacer un mapa de la creación sin banderas de caciquismos, sino un análisis objetivo.

Se entiende que si no hay interés por parte del investigador en tratar ese tema, es válido que no tenga que hablar de ello. Si no es interés del creador el ahondar en las prácticas de otros, puede dejar esa tarea al quien sí esté interesado. Sólo así tendríamos un campo lleno de investigación que ayude a entender qué es lo que buscan otros creadores de diversas latitudes para salir de la endogamia y tener un intercambio real entre creadores de nuestro país y fuera de él.


Autores
(Ciudad de México, 1978) es dramaturga, escritora de narrativa y ensayo, directora teatral e investigadora. Sus textos se han llevado a escena y se han presentado en festivales de dramaturgia en Canadá, España, Argentina y México. Recibió el Premio Airel de Teatro Latinoamericano, Toronto, 2013 por su obra Palabras Escurridas y el Premio Internacional de Ensayo Teatral 2013 por Territorios textuales. Sus relatos se editan tanto en México como en España. Actualmente prepara dos nuevos montajes con su compañía Mazuca Teatro e imparte el seminario El teatro como territorio de la palabra en 17, en el Instituto de Estudios Críticos.