Sentido del humor en la poesía de Wisława Szymborska
Oh Dios del humor, haz algo con él, es necesario.
Oh Dios del humor, haz algo con él, finalmente1.
Para los que no nacimos en un contexto intelectual, la poesía fue algo que recitabas en la escuela, a tu madre, a la nación, de manera coral, ñoña y rimada. La poesía se entonaba con solemnidad, en vocablos cuyo significado era algo que sólo la maestra comprendía, y a veces, sospecho, ni ella. El poema era la cursilería por excelencia que escribías en una hoja arrancada de tu cuaderno, para así convencer a un corazón indiferente. Mi generalización, consciente de ser falacia, mera proyección de mi experiencia, pretende iniciar un mínimo análisis de un elemento inusual en la poesía de la poeta polaca, premio nobel de 1996, Wisława Szymborska, el humor en su poesía.
Mi hermana no escribe versos
y dudo que empiece de repente a escribir versos.
Lo sacó de mi madre, que no escribía versos,
y de mi padre, que tampoco escribía versos.
Bajo el techo de mi hermana me siento segura:
el marido de mi hermana por nada en el mundo escribiría versos2.
La idea del poeta como alguien tocado por los dioses, superior al vulgo en sus reflexiones y sentimientos, volcado a sus versos, sin preocuparse de remedios para limpiar la tarja de la cocina (bicarbonato, limón y vinagre), tiene otra cara, la del poeta maldito, aquel que rehúye de cualquier adecuación social, les escupe a los críticos, duerme borracho en los vagones del metro, muere joven. (Volvamos al incidente, ensayado o no, del programa Otro Rollo, donde Adal Ramones ofende a un poeta al reírse de su obra. La risa no tiene lugar ante el recitar solemne y cursi, la afrenta conlleva una agresión violenta, un jarrón estrellado contra la cabeza del comediante. Ese poeta, al recitar, actuaba como tocado por los dioses; al agredir con violencia, fue poeta maldito.) Ninguno de estos estereotipos permite la idea del poeta humorista, porque el humor es lo que nos refleja, nos vincula por medio de los errores, de la rigidez, diría Henri Bergson. Ni el poeta tocado por los dioses, ni el maldito, escriben currículums, mucho menos poemas sobre cómo hacerlos.
¿Qué hay que hacer?
Hay que escribir una solicitud
y a la solicitud adjuntar un currículum.
(…)
Escribe como si nunca hubieras hablado contigo mismo
y te evitaras de lejos.
Pasa por alto perros, gatos y pájaros,
trastos y recuerdos, amigos y sueños.
Más bien el precio que el valor
y el título más que el contenido.
Más bien el número de los zapatos que hacia dónde va
ese por el que te haces pasar.
Y además, una fotografía con la oreja descubierta.
Cuenta la forma, no lo que oye.
¿Qué se oye por ahí?
El estruendo de las máquinas que trituran papel3.
En la literatura la tragedia se presenta como excepcional. Aunque el héroe siga un viaje delineado, el monomito de Campbell, es el elegido, el único, el salvador, aquel que rompe la norma dentro de su universo. “Totalmente distinto es el objeto de la comedia. Aquí la generalidad reside en la misma obra. La comedia pinta caracteres que ya habíamos encontrado en nuestro camino4.” Es decir, el humor se basa en una experiencia singular, cotidiana, con una pretensión de universalidad.
Cabe señalar que no leo polaco, como la mayoría de ustedes, leo a Szymborska en traducciones. Bergson apuntala que el ingenio no se puede traducir, es el juego con las palabras, con su composición específica en una lengua; en cambio, la comedia sí es traducible, porque su humor yace en significados, en el carácter moral de lo que se escribe.
Para los filósofos el sentido del humor ha sido un tema de interés, a pesar de que pocos de ellos lo reluzcan en sus escritos. Platón lo observó con la ceja alzada, es una emoción que podría entorpecer a la razón, por lo mismo, su existencia en la sociedad ideal de la República no es deseable. Aunque, la visión más común de los filósofos ante el humor es la teoría de la superioridad: nos reímos de aquello que percibimos como inferior a nosotros. Es una herramienta correctiva en el sentido moral. Thomas Hobbes, obviamente, participa de esta definición: los lobos se carcajean de su presa.
En cierto modo contrario a la teoría de la superioridad, existe la teoría del alivio. Pensadores como Herbert Spencer y Sigmund Freud consideran que el humor funciona como una válvula de escape, libera tensión, alivia al sujeto frente a una situación de estrés o de tensión. Es así un espacio de descanso, de pausa.
Otros filósofos, entre ellos Immanuel Kant, ven al humor como algo que surge ante la incongruencia, es decir, cuando el sujeto contempla las fisuras de la normalidad o de lo esperado. Para esta teoría, el absurdo es el componente principal del humor. Nos reímos de los exabruptos que quiebran nuestras expectativas, de lo ajeno.
No está de más recordar las consecuencias de la obra filosófica prohibida en la novela de Umberto Eco, El nombre de la rosa, donde Aristóteles aborda la comedia, pero bueno, ya incurrí en spoilers, no diré más al respecto, lean ese novelón y formen su criterio sobre el desafío de la risa y su castigo.
Henri Bergson es quizá el filósofo más reconocido en la teoría del humor. Al igual que Thomas Hobbes, coincide en la teoría de la superioridad, sin embargo, le brinda un matiz interesante: lo humorístico es lo que leemos como humano. Al reírnos de alguna gracia de un gato, lo hacemos porque estamos brindándole atributos humanos. Esto también explica por qué los monos se emplean tanto en la comedia, son animales muy próximos a lo que somos, es fácil reflejarnos en ellos. Sería difícil reírnos de una ostra. Szymborska apuesta por la tortuga:
Soñó la tortuga con una lechuga,
y junto a sus hojas, al Emperador,
vivito y coleando como hace dos siglos.
No sabe la pobre qué revelación.
Verdad es que el hombre no apareció entero,
sus negros zapatos reflejan el sol
y dos pantorrillas con medias muy blancas.
No sabe la pobre que esto es un horror5.
Bergson, para iniciar su análisis de lo cómico, establece que el ser humano es un sujeto atado al espacio dentro del tiempo lineal, que este constreñimiento, ajeno a cualquier repetición, tanto de situaciones como de individualidades, dentro de lo irreversible, condiciona a lo humorístico a tres fenómenos: repetición, inversión e interferencia de series. “Tomar series de actos y repetirlos en un tono distinto o en un nuevo ambiente; invertirlos de modo que aún conserven su sentido, o mezclarlos de manera que sus significaciones se entrecrucen, es siempre cómico, porque equivale a lograr que la vida se deje manejar como una máquina6.”
En los poemas ya citados vemos estos recursos en juego. En el de la familia que no escribe versos, se utiliza la repetición. En el del currículum sucede la inversión de elementos, entre lo que es aceptado poner en dicha solicitud y lo que no tiene cabida. Finalmente, con la tortuga está la mezcla, la interferencia entre dos realidades, dos puntos de vista contrastados. Los tres señalan cosas singulares de la experiencia cotidiana, por lo mismo universales para el lector.
La poesía de Szymborska se aparta de lo solemne, con énfasis en lo cotidiano puede transmitir tristezas profundas, pero también humor, aspecto inusual en la poesía. Quizá es por eso que, hablando con amigas y amigos sobre su obra, coincidimos en que da la impresión de haber sido una persona genuina y divertida, alejada del poeta divino y del poeta maldito.
Leí por primera vez la antología de Poesía no completa, publicada en el Fondo de Cultura Económica, durante el encierro de la pandemia. Su poesía fue la compañía ideal en esos momentos de soledad y angustia, sin ser un paño de lágrimas de conmiseración expone realidades crudas y dolorosas, pero también ofrece algo de esperanza, en gran parte por su sentido del humor.
En esos desfiladeros trágicos
el viento se lleva los sombreros,
y es inevitable:
la imagen nos da risa7.
En el humor hay esperanza, no sólo una corrección moral desde la superioridad, o una respuesta ante la incongruencia del absurdo o un alivio en la tensión. Es un vínculo con la sociedad humana. La risa es un pacto de nuestra especie: la empatía de la carcajada. Escribe Bergson: “Podemos decir que la comedia se halla entre el arte y la vida. No es completamente desinteresada como el arte puro. Con la risa acepta la vida social como un ambiente propio y hasta sigue uno de sus impulsos. Y en este punto vuelve la espalda al arte, que es una ruptura con la sociedad y la vuelta a la sencillez de la Naturaleza8.”
Szymborska no se alza al firmamento inalcanzable para los que no escribimos versos, sobre todo para los que no gustan de la poesía, tampoco nos vomita la camisa junto con una maldición a la sociedad. Ella es parte de otro grupo de poetas, los bonachones, los que se te antojan como amigos, incluyo a William Carlos Williams y e. e. cummings. Además, creo que también escriben el tipo de poesía que invita a leer a quienes no nacieron en el mentado contexto intelectual: su altura está a ras de suelo, o quizá a altura de pasamanos:
A algunos,
es decir, no a todos.
Ni siquiera a los más, sino a los menos.
Sin contar las escuelas, donde es obligatoria,
y a los mismos poetas,
serán dos de cada mil personas.
Les gusta,
como también les gusta la sopa de fideos,
como les gustan los cumplidos y el color azul,
como les gusta la vieja bufanda,
como les gusta salirse con la suya,
como les gusta acariciar al perro.
La poesía,
pero qué es la poesía.
Más de una insegura respuesta
se ha dado a esta pregunta.
Y yo no sé, y sigo sin saber, y a esto me aferro
como a un oportuno pasamanos9
- Película, los años sesenta, Wisława Szymborska.
- Elogio de mi hermana, Wisława Szymborska.
- Para escribir un currículum, Wisława Szymborska.
- Henri Bergson. La risa: Ensayo sobre la significación de lo cómico. Alianza Editorial: Madrid, 2016, p. 97.
- El sueño de la vieja tortuga, Wisława Szymborska.
- Henri Bergson. op. cit., p. 71.
- La realidad exige, Wisława Szymborska.
- Ibid., pp. 100-101.
- A algunos les gusta la poesía, Wisława Szymborska.