Tierra Adentro
Perfume Genius en KEXP (Seattle, 2012) Fotografía: Dave Lichterman

Sobre uno de los escenarios del Festival Corona Capital 2013 y abriendo una de las jornadas, dos jóvenes se reparten un par de teclados que de inicio suenan a piano, también hay un violín. Se trata de una delicada puesta en escena a la que le falta el cobijo de la oscuridad. Aun así, el cantante prodiga un canto dolorido, un lamento que da cuenta de una existencia atormentada y a salto de mata.

El cantante se llama Mike Hadreas y quizá nunca imaginó que lo que comenzó como un proyecto en su habitación ahora se mostrara por el mundo —con músicos invitados al directo—. El paso definitivo lo dio durante su inclusión en un programa para rehabilitarse de las adicciones y el consumo de alcohol. Durante años fue un alma atormentada con una vida difícil y llena de escollos que se potenciaba por su condición homosexual, al no encajar en los círculos sociales en los que se movía.

Nacido a principios de los años ochenta, creció sintiendo la sofocante estrechez de la provincia, en uno de los lugares menos abiertos ideológicamente de Estados Unidos: Everett, Washington. Arrancó sus composiciones buscando una catarsis privada en el interior de su cuarto. Le costaba muchísimo encajar en sociedad, por lo que no le quedó más remedio que emprender el viaje hacia la mítica Nueva York, que, siendo capital global de la música, siempre pide un peaje alto a los recién llegados.

Tuvo que pasar por distintos trabajos de poca monta y hasta se vio inserto en los circuitos de prostitución —el hambre suele apretar—. Pero al final encontró la forma de llevar adelante una carrera entre “la urbe de hierro” y Seattle —lugar en el que se estableció—. En algún momento tocó fondo. En una reunión de Alcohólicos Anónimos conoció al músico Alan Wyffels, quien lo puso en marcha y desatoró sus inquietudes.

Talento es lo que le sobra a Hadreas, que se ha volcado en un repertorio lleno de dramatismo —como si fuera un hermano menor de Antony Hegarty— y no duda en imprimir un sello autobiográfico a lo que cuenta, que en un principio era toda una tragedia griega del mundo gay.

Pese a su juventud, vivió mucho y muy rápido, por lo cual desde su disco debut Learning (2010) no ha sonado titubeante o inmaduro; el refinamiento es lo suyo, y de entrada ha mostrado maneras un tanto clásicas —por su amor al piano—, con un apreció a la figura del impresionismo musical como la de Erik Satié, pero también combina otras referencias más densas como Nina Simone y Diamanda Galás; siempre con el uso de un basamento electrónico en las percusiones y otros recursos.

Pero el paso definitivo para obtener la atracción mediática lo dio con el segundo disco. Put Your Back N 2 It (2012) afiló todavía más su manera de componer y los temas se hicieron más llegadores y tremendistas. El video de “Hood” es conmovedor e impactante, potenciado por la presencia del actor porno gay Árpád Miklós, de físico escultural —que terminó por suicidarse el año pasado—. El hombre aparecía con ropa interior, pero aun así Youtube lo consideró inseguro para la audiencia familiar. Como es usual, estos desplantes de censura contribuyeron a estimular la difusión del video y Perfume Genius también se hizo de una mayor cantidad de seguidores.

A la postre, se dieron condiciones propicias para que vinieran buenas cosas en la siguiente entrega. Mike es un chico sagaz y de nuevo sorprendió con una excelente decisión. Su último disco Too bright (2014) fue producido por Adrian Utley, uno de los miembros de Portishead. El inglés aportó ese toque denso que caracteriza su música, aunado a esos momentos crepitantes y de intensidad in crescendo. Otro aspecto interesante, es que Hadreas ha señalado que trató de crear disco menos triste —y en cierto grado lo logró—. El resultado es menos melancólico pero lleno de misterio.

Too bright contiene una de las mejores canciones en su trayectoria: “Queen” es muy bella y profunda, pero también terrible y hasta peligrosa, pues contiene provocaciones como: “ninguna familia está a salvo cuando me contoneo”. La confirmación de sus finos haceres y una sensibilidad que sabe calar hasta la médula —sin importar la preferencia sexual—. Se trata de un joven que padece la enfermedad de Crohn y que no trata de ocultarlo; en “My body” no se guarda nada: “llevo mi cuerpo como un melocotón podrido / es todo tuyo si aguantas la peste / estoy tan abierto como un cerdo eviscerado”.

La producción trata de un peculiar encuentro de acontecimientos y estéticas; un músico invitado es el tremendo guitarrista John Parish —comparsa de PJ Harvey— y en el sonido contó con la colaboración del ingeniero Ali Chant, colaborador también de Yann Tiersen. Por otro lado, Mike quiere mostrarse más glam, incluso su vestuario ha cambiado y es más brillante, mientras que sus letras no dejan de tener un vínculo con el desconsuelo, como ocurre en “No Good”: “para mí el amor siempre ha sido algo escondido / un momento robado en el tiempo / un sentimiento sólo para un rato / y luego arrancado de tus brazos como un niño”.

El artista define las once piezas de su último disco: “tratan de retomar el poder sobre situaciones que antes típicamente me deprimirían, me alienarían o victimizarían”. Mike estaba explícitamente dispuesto a cambiar de rumbo, aunque al final, en dolientes himnos como “All Along”, terminó soltando confesiones tan autobiográficos como: “No necesito tu amor / no necesito que me entiendas / necesito que me escuches”.

Ya lo dijo el poeta Vallejo: “Hay golpes en la vida tan fuertes… yo lo sé”.