Objeto artístico pulverizado: Avelina Lésper y la Semana del Arte
Luego de una actividad realmente intensa, la Semana del Arte de la Ciudad de México ha concluido y es necesario poner sobre la mesa algunas reflexiones sobre esta edición.
En estos momentos las miradas siguen atentas a lo que pueda ocurrir luego del episodio del sábado, cuando Avelina Lésper, la crítica de arte más mediática del país, rompió una obra del artista Gabriel Rico valuada en 20 mil dólares por la galería OMR.
Será un día recordado por la crítica y, en general, por el resto del campo artístico. De cara a la “explosión” de comentarios y memes, debemos mirar más allá de la imagen. El suceso pide cerrar los ojos y apartarse del peso de las redes y del tono del escarnio.
El sonido de una instalación que cae en medio de Zona Maco
La carrera crítica de Lésper ha girado en torno a demeritar el valor estético del arte contemporáneo, especialmente lo que ella denomina arte VIP (video, instalación y performance). Y se acercó a la obra de Rico con una lata de refresco en la mano. Sin embargo convengamos en que se trató de un accidente, a pesar de las declaraciones ambiguas de la crítica y la galería.
Si Lésper no contara con el peso mediático de ser la directora de la Colección Milenio, ¿qué hubiera sucedido en ese preciso y desafortunado momento? Las respuestas de Lésper y la galería denotan una serie de vacíos sobre los elementos técnicos e incluso legales necesarios para el montaje, exposición y venta de obra dentro de un circuito que demanda profesionalización.
Me preocupa que se hablara de “reponer la pieza”, si hablamos meramente del costo, incluso de su reposición, ¿cómo podemos entender en términos artísticos su valor?, y por ende, ¿cómo puedo entender el arte contemporáneo si finalmente se trata de la reposición de un objeto?
De los 72 mil visitantes de Zona Maco—de acuerdo con las cifras oficiales del evento— cualquiera pudo romper una obra de manera accidental y pasado un momento desagradable. ¿De qué manera las galerías y las espacios de exposición y venta se encuentran legalmente protegidos ante percances de esta naturaleza?
Como lo expone Juan Pablo Ramos en Obrasdeartecomentadas.com, el problema radica en que “numerosas prácticas materiales del arte contemporáneo se sostienen precisamente en su fragilidad misma […] la tensión es tal que, aunque se trate de objetos en apariencia insignificantes, el espectador debe cuidar de ellos a toda costa”.
La crítica y las críticas
Las redes oscurecen la realidad, la paradoja es que también son herramientas y medios por los cuales podemos establecer un diálogo en torno a lo que sucede dentro de la escena artística de nuestro país. En esta ocasión, también fueron el escenario de algo sumamente propositivo.
Un hilo de Twitter iniciado por la editora Sandra Barba (al que se sumaron críticas y creadoras), demostró que en la crítica de arte actual existen otras plumas que sí logran superar los múltiples vacíos que se develan ante la presentación de las obras de arte contemporáneo, muchas de las cuales contamos con espacios solamente en la red o en revistas universitarias.
El experimento reflejó un cambio positivo en el camino de la crítica en México, no solo por exponer una paleta de múltiples tonos, abordajes, posiciones y gustos personales, sino por lo que representa dentro del quehacer crítico y el trabajo femenino.
Sandra Sánchez, Baby Solís, Brenda Caro o Helena Chávez McGregor se cuentan entre las muchas tejedoras que siguen el entramado de Helen Escobedo, Silvia Rodríguez Prampolini, Raquel Tibol, Teresa del Conde y, de manera más cercana, Karen Cordero, Sol Henaro y otras tantas mujeres que atienden a la complejidad que descarta el uso de la categoría arte VIP.
Semana del Arte 2020
Esta edición de la Semana del Arte ha dejado múltiples cuestionamientos en torno al quehacer de la producción artística dentro del sistema económico en la ciudad y a nivel nacional, a la manera en que las galerías se relacionan con los compradores, los vacíos culturales y educativos alrededor del coleccionismo en México, y ahora también las medidas legales, los procesos de conservación, montaje y resguardo de las obras y el papel del artista.
En el caso de Zona Maco y los artistas que se encuentran representados por una galería, el Premio Tequila 1800 Colección es uno de los más codiciados, tanto por el monto económico como por la oportunidad de formar parte de una de las colecciones privadas más importantes a nivel nacional.
En esta edición los seleccionados fueron Gina Arizpe, cuya serie de dibujos Nombres y coordenadas fueron expuestos por la galería barcelonesa Freijó; Laure Prouvost, de la galería neoyorkina Lisson Galery, quien presentó la instalación The tv mantelpiece, y Antonio Vega Macotela, de la Galería Labor, quien presentó Burning landscape VII.
El reconocimiento dentro del campo se suma a la distinción que se ofrece a las galerías, sin embargo, en esta edición de Zona Maco se juntó el Salón del Anticuario y las exposiciones de Foto y Diseño. En términos de espacio la tarea de juntar cada una de las plataformas de exposición no tuvo la mejor resolución; para algunos asistentes, el espacio de foto se desdibujaba frente a los demás espacios.
Frente a la pregunta “¿arte para quién?” el Salón Acme sostuvo un equilibrio entre las propuestas de los proyectos invitados —como Atrium Lab con Rocca y su Lourdes no hace preguntas— y aquellas piezas que formaron parte de la convocatoria abierta, como las de Dulce Eme, Vanessa Da Silva y Alonso Cartú, así como Fogo, de Celina Portella, ganadora del premio que otorga cada año Casa Wabi.
En Salón Acme se logra mantener un cierto equilibrio entre un mercado constituido y la búsqueda de nuevas propuestas que logren configurar la cartografía de miradas sobre las propias problemáticas de nuestro país como la violencia, los feminicidios, la identidad frente a la migración y la ecología.
Vale la pena analizar que en el caso del estado invitado, Yucatán, la propuesta del artista Rafael Sánchez (Rafiki) sostiene un diálogo entre el contexto político y ecológico del estado, así como una exploración desde la escultura y el diseño textil, cuya ejecución en términos estéticos y técnicos da como resultado una pieza en la que el tejido hecho con henequén formula una crítica de cara al uso de materiales sintéticos que poco tienen que ver con la identidad.
Sin embargo es probable que la mejor propuesta de la semana fue la formulada por los artistas, gestores y curadores independientes. Luego de que durante todo el 2019 diversos grupos plantearan sus inconformidades frente a la falta de organización y la precarización del trabajo artístico, artistas de diversas disciplinas formularon la posibilidad de encontrar otros caminos alternos a las pautas del Estado y sus instituciones culturales, así como del mercado y la iniciativa privada.
Todo indica que el camino que los organizadores de la Feria de la Acción y Feria Maroma es un ejemplo de lo que puede hacerse más allá de los estímulos económicos públicos y privados. Si durante la década de los noventa el impulso de la iniciativa privada generó la articulación de espacios y en sí del arte contemporáneo, puede que la autogestión sea otra forma de generar no solo objetos artísticos, sino saberes, redes y, desde luego, consumo de obra y publicaciones que salen de las reglas del mercado.
Sus organizadores consideran que la creación de comunidad, así como de públicos por medio del diálogo, promueven otra forma de generar y comprender el arte contemporáneo en México. Si la crítica se revoluciona desde el trabajo de las horas-mujer y la producción y consumo de arte se realiza desde la autogestión, es posible que estemos desde esta Semana del Arte contemplando el futuro de nuestro campo artístico.