Tierra Adentro
Antonio Machado. Tomado de “Historia de la Literatura Argentina Vol II” página 1174 editada por Centro Editor de América Latina. Noviembre de 1968, Buenos Aires, Argentina

Titulo: El evangelio según Juan de Mairena

Autor: Eduardo Jiménez Mayo

Editorial: Cal y Arena

Lugar y Año: México, 2013

Prólogo: Juan Domingo Argüelles

En 1913, hace exactamente cien años, Antonio Machado se dedicó a leer libros de filosofía, tal vez influido por José Ortega y Gasset, a quien le dedicó su libro Canciones y proverbios (1923). Esas lecturas se reflejaron en su poesía, pero sobre todo en su prosa y para eso creó un heterónimo, el maestro Juan de Mairena, alumno, a su vez, de las clases de retórica y poética de Abel Martín. Además, dice Machado, que cuando empezó a escribir las notas de Juan de Mairena, allá por su juventud, se dio cuenta de que “carecíamos de un manual que expusiese las ideas elementales de nuestra literatura”. Así, en las colaboraciones para los periódicos firmadas como Juan de Mairena se entreveran las opiniones sobre literatura con las de filosofía.

Las primeras lecciones se publicaron entre 1934 y 1936 y una segunda parte de 1937 a 1938; sólo las primeras fueron reunidas en el libro Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (Espasa Calpe, 1936; Cátedra, ed. José María Valverde, 1991), a las otras se les conoce como el “Mairena póstumo” pues, supuestamente, Mairena habría muerto en 1909. En la primera etapa, explica Jiménez Mayo en este libro, “Mairena aparece en su tono más juguetón, satírico y socrático”. Por su parte, la segunda etapa “está marcada por un tono más serio, incluso didáctico, prevaleciendo la voz del propio Machado frente a la de Juan de Mairena: su estilo es más radical, y está marcado con fuego por la persecución de la España republicana”.

Mairena era un profesor informal que en sus clases de educación física insertaba algunas lecciones de retórica y poética y un filósofo en mangas de camisa. “Juan de Mairena es un filósofo cortés, un poco poeta y un poco escéptico, que tiene para todas las debilidades humanas una benévola sonrisa de comprensión y de indulgencia”, lo definió el propio Machado en una entrevista. Cuando empezó a publicar los artículos protagonizados y firmados por Mairena, coinciden Jiménez Mayo y Valverde, Machado ya había escrito lo mejor de su poesía y la joven generación de poetas, la del 27, ahora atraía toda la atención. Así, la prosa de Machado vino a confirmarle su lugar en la literatura española pues “constituye un logro expresivo mayor que su verso”, sentencia Valverde. Y Jiménez Mayo dice: “En esta época, reconozco que el Machado maduro encontraba en la prosa periodística el medio más adecuado para sus propósitos”.

Jiménez Mayo contextualiza muy bien varios pasajes (mejor sería llamarlas “lecciones”), bajo los cuales las escribió Machado, en algunos casos, como respuesta a las ideas imperantes a principios del siglo XX (comunismo, surrealismo; fanatismos como el franquismo, etcétera). Sus comentarios ilustran muy bien algunas entradas que por su lejanía se pueden interpretar de una manera distinta de como las pensó Machado y las expuso a través de Mairena. Lo que le interesa, sobre todo, a Jiménez Mayo en este libro es dilucidar el pensamiento cristiano, “la ética de corte cristiano personal” la llama, de un poeta que era un cristiano heterodoxo, y para confirmar su teoría, Jiménez Mayo se apoya en la opinión de varios escritores al final del libro. El evangelio según Juan de Mairena se convierte, así, en un libro muy útil para releer a este singular maestro, casi teólogo, y entender el pensamiento de Machado cuando escribía como Mairena.

Sin duda, Juan de Mairena es un maestro al que no sólo los poetas, sino todos, deberíamos volver siempre. Es un deleite leerlo, cada relectura depara nuevas sorpresas. En suma, un clásico. Sigue hablando Mairena a sus alumnos

Similar articles