Los privilegios de la bici
Así se ve Guadalajara en bici
Galeanas, primaveras, jaracandas. Naranja, amarillo, morado.
Parece que fui daltónica durante los veinticinco años que viví en Guadalajara, y ahora que veo las fotografías de Eugenia Coppel siento que miro estos colores por primera vez. Susan Sontag decía que fotografiar es apropiarse de lo fotografiado, y eso es precisamente lo que esta joven fotógrafa tapatía hace: se apropia de la ciudad mientras la recorre; hace un mapeo de la zona geográfica y, al parecer, de mis recuerdos de infancia. Llega a lugares que son parte de mi turismo sentimental, más que el turismo que el gobierno de la ciudad se ha empeñado en hacer a lo largo de décadas. De esta forma, Eugenia me regresa algo de lo que, siento, he perdido. Seguramente esto le pasará a más e alguno al mirar estas fotografías.
Más que sólo registrar la ciudad de forma lineal, como uno se esperaría que lo hiciera si viaja en bicicleta, Eugenia recurre a su espejo retrovisor, lo que produce un efecto mucho más nostálgico, porque por medio de este dispositivo, la artista (y el espectador) ve las cosas que ha dejado atrás.
En esta serie, Eugenia Coppel recupera algo de la experiencia de reconocer la ciudad desde otro punto de vista que no es ni el del paseo a pie, ni el del automóvil; una perspectiva por la que cada vez más habitantes de la ciudad han optado: el del ciclista. Esto es aún más conmovedor porque parece que incluso Guadalajara quiere volver a Guadalajara y ser de nuevo el pueblo bicicletero que fue a principios de siglo XX.
Doy gracias a Eugenia, a su bici, a su cámara y su espejo retrovisor por recordarnos que siempre que miremos hacia atrás estará esta ciudad aun aquí.
—Xitlalitl Rodríguez Mendoza
- Yukón. Eugenia Coppel.
- Vías de tren. Eugenia Coppel.
- Vía Recreativa. Eugenia Coppel.
- UDG y Expiatorio. Eugenia Coppel
- Tabachín. Eugenia Coppel.
- Retrovisor. Eugenia Coppel
- Nevería San Antonio. Eugenia Coppel
- Lluvia de oro. Eugenia Coppel.
- Jacaranda. Eugenia Coppel.
- Glorieta de los Caballos. Eugenia Coppel.
- Chapultepec. Eugenia Coppel.
- Bici puerto. Eugenia Coppel
- Alto no seas güey. Eugenia Coppel
EUGENIA COPPEL, LOS PRIVILEGIOS DE LA BICI
Primeros encuentros
De niña tuve dos bicicletas, una rosa y una morada. Ambas fueron juguetes divertidos, pero no creo que les diera un valor especial. Mi reencuentro con ella fue en Toulouse, Francia, donde cursé un año de universidad. Lo primero que hice fue comprarme una bicicleta usada en un mercadillo del barrio árabe. Entonces tuve una relación más cercana con la ciudad. Esa experiencia me animó a seguir pedaleando cuando volví a Guadalajara.
Respirar la ciudad
Ahora vivo en Madrid y tengo una bicicleta plegable que uso al menos dos o tres días a la semana. Curso una maestría en el diario El Mundo, que está en las afueras de la ciudad. Ir en bici me toma casi lo mismo, pero es más divertido que viajar en metro, donde la meto plegada y rodando como una carriola. De regreso me pongo el casco, lentes oscuros, guantes, enciendo una luz roja parpadeante en mi mochila, y me monto en la bici. Pedaleo de regreso, porque son ocho kilómetros desde mi casa y en la mañana hace frío. En algunos tramos me voy por la banqueta y en otros por la calle, según la velocidad de los coches. Los fines de semana la utilizo para divertirme. Pedaleo más lento para conocer y disfrutar y mejor la ciudad.
Mejor la bicicleta
La primera necesidad de un reportero es moverse, a veces lo más práctico es hacerlo en bici, más en una ciudad como Guadalajara, donde el tráfico es cada vez más desesperante y el transporte público deficiente. Cuando trabajé en El Informador, que está en el centro de la ciudad, la bicicleta era la mejor opción para desplazarme en distancias cortas y medias.
Cuando no pedaleo
Hay ciclistas radicales que no se mueven sino pedaleando. Cuando no ando en bicicleta me considero bastante flexible. Cada circunstancia requiere un transporte adecuado, y me gusta utilizarlos según lo necesito. Cuando voy al súper o salgo de noche, o cuando visito a mi mamá, que vive en las afueras de Guadalajara, siempre voy en auto. En el centro y las zonas aledañas, uso la bicicleta. Si voy más cerca me gusta caminar. Cuando tengo flojera de pedalear o de buscar estacionamiento, uso el transporte público. En Madrid utilizo el metro y a veces el bus.
Lo que uno ve
He viajado a otros lugares y es interesante observar las diferencias en el uso de la bici: en infraestructura y nivel de organización entre grupos ciclistas, en cuanto a la percepción general sobre la actividad. Hace unos días, cuando el director de mi maestría me vio viajar en bici, me advirtió que tuviera muchísimo cuidado porque “Madrid no es Copenhague”. Nunca he estado en Copenhague, pero sí en ciudades de Holanda. Estoy de acuerdo en que no hay comparación: Madrid tiene pocas ciclovías; no hay un sistema de préstamo de bicicletas (como Ecobici), que sí hay en Barcelona y Sevilla. Ciertamente no se ven demasiados entusiastas de la bici por las calles. Aun así, no está tan mal. Los ciclistas tienen su lugar en el segundo carril de la derecha (el primero es para autobuses y taxis) y los automovilistas son respetuosos. Claro, al tener a Guadalajara como punto de comparación, casi todo es ganancia. Creo que un factor que reduce los riesgos para los ciclistas en Europa es lo complicado y costoso que es obtener la licencia de conducir. A diferencia de México, donde es un trámite barato y no hay examen. Puede parecer banal, pero creo que marca una diferencia importante en cuanto al grado de responsabilidad al conducir un automóvil.
Según el momento
Ahora me considero más fotógrafa, porque me acabo de comprar un lente muy luminoso y lo que más se me antoja es hacer fotos. Pero hasta hace unos días, y durante los últimos dos años y medio, me he considerado más periodista, porque dedico la mayor parte del tiempo a mi trabajo (ahora a mis estudios). Me digo ciclista porque es mi medio de transporte preferido. A veces también soy automovilista, peatona, usuaria del transporte público.
Intereses sostenidos
Me interesan las artes en general, sobre todo el cine, la música, la literatura y la fotografía. Considero un lujo ser reportera de cultura, pues gran parte de mi trabajo consiste en ver exposiciones, ir al teatro, hablar con artistas o intelectuales, ir a conciertos, escuchar conferencias. Este contacto intensivo con la creación contemporánea es una fuente inagotable de ideas e inspiración. Desde hace ocho años practico yoga de manera constante, un ejercicio que considero necesario para estar saludable física y mentalmente.
Curiosidad y silencio
Para un periodista es fundamental la curiosidad, una de las pocas cosas que creo que no se me van a agotar. A veces hay que ser extrovertido, para hablar con gente que sabe mucho, por ejemplo, pero otras veces es mejor pasar inadvertido para no interferir en un ambiente. Hay que saber observar y escuchar. En una primera etapa, escribir una nota o un reportaje requiere estar en contacto con la gente, que es emocionante y divertido; pero el trabajo no se puede completar si no hay después un momento de reflexión o de silencio.
Palabras recogidas por Luis Manuel Amador