—La mujer—
Compartimos este adelanto de poemas, incluidos en —La mujer—, una colección de poesía de la peruana Victoria Guerrero publicada por Álbum del Universo Bakterial, gracias a cuya generosidad es posible traérselos.
Yo
Yo, Victoria Guerrero, coronada de espinas,
hincada en una silla cada 21 días,
una palabra me embiste cerca del corazón.
De modo que razón y corazón se hacen menos amargos.
En un cuarto paralelo, alguien lleva una foto mía prendida
en el pecho y cada cierto tiempo la maldice y la
oscurece con un alfiler del costurero de su madre.
Mientras más maldice, más coronada reinas en la noche. Lo sabes.
“Yo, Victoria, etc”, oigo por ti el silencio metálico de los instrumentos
esterilizados hace unos instantes.
Batas blancas y verdeagua se pasean delante tuyo.
La lengua sabe a plata recién labrada
Las cejas amanecen desmigajadas
Y las cabezas caminan descubiertas
Con el significado
huyendo
de
sí

Emily
A mis amigas en el tiempo bostoniano
1
Mis amigas y yo llegamos a Amherst
Un pueblito al norte de Massachusetts
Estado donde los colonos de Inglaterra se asentaron
Y destruyeron la vida de los indígenas Wampanoag
Llegamos en un auto alquilado
a conocer la casa de Emily
No era día de visitas
Llegamos inapropiadamente
Sin llamar por teléfono o sacar cita
Las sudaquitas que no sabían comportarse
en New England
2
Pronto el diablo se me presenta y dice que hay células
impostergables
colonizando mi cuerpo
No puedo tragar el pavo de Acción de Gracias y
soy una muñeca de trapo
Mi exorcista dice que sanaré si me someto
3
Los versos de E están atrapados
Los guiones como escalpelos amenazan a las palabras
Las ajustan / Las ponen a trabajar
Las ahorcan
Una nueva geografía del verso menor parecida a este cangrejo
encapsulado
Cuando llegué a la casa cerrada de la Emily
Mi Tú estaba
Erguido Arrogante
quería ser Alguien
Pero Emily insistía en que fuera Nadie

Arte poética
Enseguida te sientan en una silla Bauhaus
Se te ponen en frente y no se mueven del poema
Te lanzan alfileres y algodones
Están fríos y en llamas
Tócalos
Queman como zarzas ardiendo
Y luego empiezan a hablar
Yo-soy-el-que-soy
Y todas esas palabras fundacionales
Que a una la sonrojan
Y la obligan a volver a esos textos proféticos
de la escuela
Qué pereza mirar cómo enroscan sus colas
Cómo agitan sus pezuñas contra el suelo caliente
Mientras los insectos y los animales domésticos
dormitan en cualquier línea del poema
La verdad no revelada
La enfermedad apocalíptica en tu cuerpo
Los poetas encaramados en sus escritos
vienen a salvarte
Dicen