La luz del agua
Titulo: El agua recobrada. Antología poética
Autor: Luis Armenta Malpica
Editorial: Vaso Roto Poesía
Lugar y Año: México, 2012
Una palabra, con todo su verde,
Vuelve sobre sí, se trasplanta,
Síguela.
Paul Celan
Hay la poesía que uno encuentra en librerías. En libros retractilados —en la mesa de novedades, empolvados— en Donceles. En “El burro culto”. Poesía que uno escucha en lecturas. Que uno lee en revistas. Que uno lee por sugerencia de otro lector. La hecha por otros y para otros en muchas ocasiones. Y hay la poesía escrita para uno y encontrada en el instante justo, único. Como al azar
Así encontré Voluntad de la luz, hace ya varios años, en un altero de libros en una casa de Chetumal, Quintana Roo. Muy cerca del agua, del malecón. Me llamó la atención el sello. Años después supe que con ese título iniciaba una de las propuestas poéticas y editoriales más sostenidas en los últimos años en nuestro país. Por ello esas dos facetas de Luis Armenta Malpica (ciudad de México, 1960), que tiene desde hace tiempo su centro de acción en Guadalajara, son indisolubles: nacieron juntas y juntas siguen dejando marca indeleble en los lectores.
El agua recobrada. Antología poética de Luis Armenta Malpica, publicado en 2012 por Vaso Roto Poesía, con prólogo de Eduardo Moga y selección de Luis Aguilar, es un libro significativo por al menos dos razones: 1. Muestra una visión completa de uno de los poetas más consolidados de su generación, y 2. Nos permite ver que la acepción “antología” no se mueve únicamente dentro de los parámetros de la temporalidad. El poeta Luis Aguilar realizó una lectura personal y lúcida de una obra en proceso que, ahora que la leemos así, adquiere otros horizontes. Y desde el ángulo que se le vea esta poesía alumbra. Los fragmentos de libros y los títulos que conforman este gran total, obedecen a un planteamiento de lector y no a los rigores secuenciales del tiempo. Así, El agua recobrada es un libro nuevo a partir de una visión que confirma los elementos sostenidos en el quehacer de Armenta Malpica, pero organizados de tal forma que cada conjunto es un guiño que se atiende según transcurren las trescientas veinte páginas. Para quienes conozcan la obra de este poeta, traductor y editor naturalizado tapatío, esta es una oportunidad inmejorable de recorrer sus obsesiones, sus recurrencias temáticas y la frescura contundente de quien maneja con acierto notable el verso corto y el versículo. El mundo primordial de Armenta Malpica, que comienza significativamente con la creación, abarca un panorama que comprende la música (la ópera, en primer sitio), la poesía, la amistad, el amor, las lejanías; todos esos senderos espirituales que en su voz vuelven de nuevo a nacer a través de una lente de gran alcance, y cuyas palabras, en busca del lenguaje puntual, se cristalizan en su concepción más pura.
El agua recobrada nos recuerda que la biografía de un poeta está en sus libros. De tal suerte que los títulos publicados forman un rompecabezas que a través de los años fue esparciendo sus piezas al parecer de una manera inconsciente. No es así. Pues entre los muchos aciertos del trabajo poético de Luis Armenta Malpica, sobresalen la coherencia, la unidad, la conciencia de las formas.
Este libro es también una oportunidad de apreciar el minucioso trabajo de orfebre de un autor que no desdeña la ironía, los juegos de palabras, los riesgos que implica la devastación de las formas, y que apuesta por la sonoridad, por las imágenes tan refulgentes por naturales y por la transparencia, ese recurso que muestra lo mejor de sí cuando el poeta tiene claro, en su percepción emocional, el objetivo de su discurso.
“Mi corazón es la ciudad más grande que conozco”. Es el verso con el que inicia el libro. Y allí comienza la aventura. Una aventura en la que los vaivenes naturales de su concepción frecuenta y reaviva tópicos que fraguan la marca de fuego delo indeleble, es decir, la poesía y sus misterios de orden altísimo. No es frecuente que un autor debute con un libro como Voluntad de la luz. Y no es frecuente tampoco, que una primera muestra antológica conserve la solidez y la frescura de una voz amorosa que no calla su nombre y que se hace y conforma con paciencia, con el oficio que da la paciencia y con la madurez que dan las lecturas. Los epígrafes signan el linaje de Armenta Malpica: Jaime Gil de Biedma, Gonzalo Rojas, Eugenio Montejo, David Huerta, son algunos de los poetas que acompañan sus poemas. Eduardo Moga, en un prólogo sensible y lúcido, afirma (y coincido con él) que: “El agua recobrada luce una coherencia fluida, muy natural, fruto de una cosmovisión tan depurada como reconocible, que ha emergido de los poemas sin el armazón, quizá, de los huesos, pero con la nitidez con que se imprimen los músculos en la piel que los alberga”.
De acuerdo a la disposición asumida por el antologador, no se puede prescindir de señalar algunos poemas donde los recursos de Armenta Malpica son utilizados con evidente maestría: “Solo para unos ojos”, “Oficio celestial de los dominios”, “Can mayor”, “Tango de la primera herida”, son algunos de ellos, y que juntos, estructuran este libro que se encarga de destacarlo en una generación que incluye a Tedi López Mills, María Baranda, Ernesto Lumbreras, Jeremías Marquines, Jorge Fernández Granados y Javier España, entre otros.
Armenta Malpica ha publicado, entre otros, Voluntad de la luz (1996), Ebriedad de Dios (2000), Luz de los otros (2002), Ciertos milagros laicos (2002), Mundo nuevo, mar siguiente (2004), Sangrial (2005), y El cielo más líquido (2006). Es un autor que sabe que el mejor reconocimiento es el que le dan sus lectores. Y que sin duda este libro traerá los suyos.
Como la lluvia trae sus nostalgias, como el agua trae consigo su cantar florido, que ya lo escribió el
poeta:
Pudiera no ser agua lo que digo
pero agua es lo que queda.