Tierra Adentro
Imagen por Alberto Méndez.

Una casa será fuerte e indestructible

cuando esté sostenida por estas cuatro columnas:

 padre valiente, madre prudente, hijo obediente,

 hermano complaciente.

Confucio

Principios

Para la mayoría de nosotros, la familia es lo más importante. Muchos hemos escuchado (y consideramos) que “la familia es la base de la sociedad”; la que construye los cimientos en cuanto a la formación y el carácter que nos define. Pero ¿qué pasa cuando no formamos parte de una familia como la que nos presentan los esquemas tradicionales? Ese tipo de estructura de la que nos hablan en la religión (católica-cristiana); la que nuestras maestras y compañeros de escuela esperan ver, compuesta por integrantes (primos, tíos y abuelos) que priorizan el bienestar de quienes la componen.

Si bien el concepto de la familia nuclear se ha modificado de forma paulatina, aún es una idea difícil de cambiar. ¿Qué pasa si somos críticos con aquellas instituciones que desean ser incuestionables?

Todavía pensamos en cuántos años duraron juntos nuestros abuelos; en lo complicado que ha sido para nuestros padres mantenerse unidos tras afrontar alguna situación adversa; sin embargo, ¿nos hemos preguntado a qué costo? Hay mucho que cuestionarle a ese modelo tradicional: ¿qué pasa con aquellos que se aprovechan del romanticismo que hay sobre la institución base de la sociedad? Esta es una cuestión que  afectan a varios de los integrantes, al enfrentarnos a una realidad en la que es complicado que cada uno de los familiares cuente con el mismo grado de compromiso.

Las situaciones son tan diversas que sería difícil enumerarlas, por lo que he decidido ejemplificar algunas con textos literarios. Aunque ya nos ha quedado claro, en repetidas ocasiones, que la realidad supera a la ficción; la literatura es una manera de atestiguar historias de las que podemos mantener una distancia para sentirnos “a salvo”.

En este caso retomaré la novela En línea recta (2017) de Martín Blasco, el cuento “Luto” del libro Pelea de gallos (2018), de María Fernanda Ampuero y “La familia es una mierda” del libro Pequeñas criaturas (2003), de Rubem Fonseca.

 

La familia: concepto e ilusión

Para establecer la definición de familia bajo las cuestiones que he planteado, es necesario repesar cómo ha ido evolucionando el concepto, de acuerdo con El origen de la familia, la propiedad privada y el estado (1979) de Friederich Engels, en donde se exponen las investigaciones de Lewis Henry Morgan:

Hasta 1860 ni siquiera se podía pensar en una historia de la familia. Las ciencias históricas hallábanse aún, en este dominio, bajo la influencia de los cinco libros de Moisés. La forma patriarcal de la familia, pintada en esos cinco libros con mayor detalle que en ninguna otra parte, no sólo era admitida sin reservas como la más antigua, sino que se le identificaba —descontando la poligamia— con la familia burguesa de nuestros días, de modo que parecía como si la familia no hubiera tenido ningún desarrollo histórico; a lo sumo se admitía que en los tiempos primitivos podía haber habido un período de promiscuidad sexual. Es cierto que aparte de la monogamia se conocía la poligamia en Oriente y la poliandria en la India y en el Tíbet; pero estas tres formas no podían ser ordenadas históricamente de modo sucesivo, sino que figuraban unas junto a otras sin guardar ninguna relación1.

Esto permite entender cómo la familia se articula de un modo impositivo y una de esas ideologías que lo hace posible es la religión católico-cristiana. Si se piensa de este modo estamos sujetos a un modelo familiar impuesto por la religión (hasta cierto punto), pues en el mundo occidental, el cristianismo es la religión predominante y en ella el modelo familiar es: la madre, padre e hijo. Aunque ya sabemos el “pequeño” detalle en la versión bíblica de que José no es el padre de Jesús. Ese modelo de familia está “sugerido” en las escrituras.

Génesis 1

27 Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer los creó,

28 y los bendijo con estas palabras:

“Sean fructíferos y multiplíquense; llenen la tierra y sométanla; dominen a los peces del mar y a las aves del cielo, y a todos los reptiles que se arrastran por el suelo”2.

Esto es parte del Génesis, uno de los cinco libros que, según Engels, se tenían como referencia de la historia de la familia. Por lo tanto ¿en dónde quedan las otras estructuras familiares y sociales establecidas en otras creencias, mismas que existían en ese mundo a la par que la cosmovisión cristiana?

Wendy Yareli Ruiz Méndez, socióloga por la UAM, escribe “La familia: evolución, construcción y futuro incierto3, en ese ensayo, aborda el “cambio cultural que se dio en la segunda mitad del siglo XX y cómo rompe totalmente con el paradigma de la estructura de la familia nuclear como institución que daba orden al mundo social, con las cuatro funciones que se consideran universales para su estabilidad: la de regulación sexual, la reproductiva, la del sustento económico y la educacional.”4

Ruiz retoma el libro de Engels y nos dice cómo esta organización titulada familia sirve para dar un orden y estructura “al mundo moderno” y desde la postura marxista, estudiada por Morgan y expuesta por Engels, la familia sirve como una forma de organizar y administrar:

“Según la teoría materialista, el factor decisivo en la historia es, en fin de cuentas, la producción y la reproducción de la vida inmediata. Pero esta producción y reproducción son de dos clases. De una parte, la producción de medios de existencia, de productos alimenticios, de ropa, de vivienda y de los instrumentos que para producir todo eso se necesitan; de otra parte, la producción del hombre mismo, la continuación de la especie. El orden social en que viven los hombres en una época o en un país dados, está condicionado por esas dos especies de producción: por el grado de desarrollo del trabajo, de una parte, y de la familia, de la otra. Cuanto menos desarrollado está el trabajo, más restringida es la cantidad de sus productos y, por consiguiente, la riqueza de la sociedad, con tanta mayor fuerza se manifiesta la influencia dominante de los lazos de parentesco sobre el régimen social.”5

Estos estudios ayudan a entender por qué se le da esa importancia a la imagen de la familia tradicional, son varias las ideas que ayudan a cuidar y fomentar la fuerte unión de ese núcleo.

 

Historias perpendiculares

Damián perdió a su padre, se encuentra frente a una circunstancia de vulnerabilidad; la cuestión es que se debe adaptar a su pérdida lo más rápido posible. Lo mismo pasa con Diego, su hermano menor, cada uno lo hace a su manera. En cuanto a la madre de los chicos se encuentra deprimida, sin lograr levantarse de su cama en varias semanas.

Damián era un joven con una fascinación por la música, pero decidió vender sus discos y comprar comida que almacenó en su cuarto. Estaba preocupado por su madre y la situación económica. Tenía muchos pendientes y en ese momento se volvió la cabeza de la familia mientras su madre se reponía.

Damián siguió buscando una estabilidad económica a costa de su trabajo como botarga. En el proceso se enamoró, comenzó a salir con una compañera, pero nada era suficiente mientras su familia no estuviera bien. Después de un tiempo la madre recupera el ánimo (con ayuda de Damián); estaba dispuesta a seguir su vida y quería festejar su cumpleaños.

Mientras Diego encontró en las artes marciales el escape y distracción que necesitaba, Damián habló con su madre respecto a la estabilidad económica y se enteró que todo estaba bajo control, ve a su madre repuesta y él retomó el gusto por la música. Esta es la historia que nos cuenta Martín Blasco en su novela En línea recta.

Este relato aparece en un libro juvenil que le dejaron leer a mi hermano en la secundaria, algunos años atrás, y que me regaló hace algunos meses. Una cualidad de la literatura es que podemos encontrar tramas con los que podemos identificarnos, aunque en ocasiones nos sucede con historias desafortunadas.

Al igual que Damián, perdí a mi padre cuando era muy joven y tampoco supe cómo afrontar la pérdida, aunque muchos eventos fueron diferentes. El protagonista de esa historia y yo tuvimos que presenciar cómo nuestra familia se fracturaba. De nuevo este concepto. Yo creía tener una linda familia, éramos mi madre, mi padre, mi hermana y yo: “la familia como debe de ser”. De pronto debí afrontar un mundo en donde no podía sentirme completo por la enorme ausencia de mi padre. Para mí, de ese momento en adelante tenía una familia incompleta.

En la novela de Blasco hay un momento con el que me identifiqué bastante; el protagonista encuentra a un amigo de su padre y piensa: “Eso quería decir que yo iba a tener que dar la noticia, lo que me pareció una carga demasiado pesada, una tarea imposible de realizar, hasta sentí vértigo y un fuerte temblor en las piernas.”6 Damián decide huir de esa situación que lo sobrepasa. Conozco perfectamente la incómoda necesidad de explicar la razón por la que tienes una familia “incompleta”, qué ha pasado con tu padre, cómo es que ha muerto.

Ahora es más común y se ha trabajado desde distintas trincheras para normalizar las familias monoparentales, las homoparentales y los distintos tipos que hay. Varios años después logré entender el dolor de perder a mi padre, lo asimilé más rápido que la pena de poder platicar que solo tenía a mamá. De a poco lo fui superando y entendí que las familias cambian, que nunca dejé de tener una y que conforme pasa el tiempo, se sigue modificando.

 

El terror del “secreto familiar”

En Pelea de gallos (2018) de María Fernanda Ampuero encontramos cuentos terribles y crudos, pero lamentablemente cercanos a la realidad o en algunos casos superándola. En su cuento “Luto”, las hermanas, Marta y María, se encuentran celebrando la muerte de su hermano, un ser inhumano, cruel y sangriento, que ha castigado a María poniéndola a disposición de los hombres del pueblo.

El castigo que se ha merecido es porque “Su hermana puta no merecía dormir en lino ni en seda bordada como Marta, la hermana buena, la hermana mística. La puta merecía dormir entre ratas y sobre jergones hediondos. La puta, aliada del maligno, se tocaba entre las piernas y gemía.”7 Después de algún tiempo de implementar ese castigo a María el hermano se enferma y le toca a Marta atenderlo, pero las atenciones que recibía, “todo aquello que un observador hubiese podido confundir con cariño, era realizado con un odio profundo.”  Las hermanas celebran librarse de él, mientras en la narración nos enteramos de los detalles de la historia que hay detrás del castigo de María, y el final se convierte en algo inesperado.

En este cuento veo una de las más desagradables circunstancias, en las que las familias deben mantener una imagen de pulcritud y guardar las apariencias frente a la sociedad.

Los secretos de familia suelen encerrar actos deleznables y que en su mayoría se ocultan para no dañar la integridad del núcleo familiar. Hablar de ello suele resultar espinoso y en ciertas ocasiones castigado por considerarse una traición a los códigos de la sagrada institución. Hablar de la familia representa un acto de rebeldía y es mucho de lo que encontramos en el libro de Ampuero.

“Dinamitar por dentro la institución sagrada de la familia. Despedazarla en trozos de perversión, encierro, secretos, cicatrices”, escribe Diana Massis, en una entrevista a María Fernanda Ampuero, sobre Pelea de Gallos, en donde la autora dice: “Mi ideal es que sea considerado un libro de terror, el género que mejor puede contar que estamos durante 18 o 20 años a merced de estas personas —la familia—, que a su vez estuvieron a merced de otras.”

Estar a expensas de los actos más crueles y saber que un manto divino puede encubrirlos, y que bajo otras circunstancias serían señalados y juzgados como un crimen, genera en la mayoría de nosotros un sentimiento de terror e impotencia.

 

Falsas expectativas

He hablado hasta ahora sobre cómo el mito de la familia pesa en algunas circunstancias ligadas a la pérdida de alguno de los padres; o cómo la imagen y reputación del conjunto de los individuos que la componen parece depender de la honorabilidad de su familia; pero no considero que sean las únicas maneras en que ese halo de perfección con el que se ve a esa institución afecta a los integrantes de la sociedad.

En contraparte está este último cuento: “La familia es una mierda”, incluido en Pequeñas criaturas (2002) de Rubem Fonseca.

Aquí la familia como un mito ideológico muestra una afectación distinta en las personas. Ya hemos hablado de esta burbuja en la que tenemos a nuestra familia y lo que conlleva el formar parte de ella. Se construye una fantasía sobre las expectativas que se deben cumplir.

Valdo se encuentra en un momento difícil: acaba de perder el trabajo. Conoce a Geni (Genoveva), una joven que atiende la farmacia en un barrio de menor nivel adquisitivo, ella le parece una chica interesante, le gusta, pero él cree que ella no es atractiva físicamente, que resulta en un conflicto emocional. Valdo nos cuenta cómo es que “tuvo” que mentir, pues tenía que esconder a Geni de su familia, él piensa que la rechazarán, nos cuenta cómo son sus parientes (según él): “todos son guapos”. Valdo sabe que “uno nunca cuenta una sola mentira. Siempre vienen un montón detrás, en legión”. Pero como lector uno sufre al no saber cuándo exactamente se caerá la bola de nieve que va formando en torno a su relación con Geni.

Valdo conoce a la madre de Geni y piensa: “Entre novios, las confusiones siempre comienzan cuando las familias intervienen. La vieja me iba a encontrar un montón de defectos. Pero no fue así.”

Un día, Valdo y Geni se encuentran con la hermana de él; en la charla, la hermana invita a Geni a visitar a su familia, algo que a Valdo no le gustó. Al final, el encuentro entre Geni y la familia se da. La historia da un giro importante:

Estoy casado con Genoveva. Mi familia la aprecia mucho, dicen que es amable, solícita y me atiende muy bien. Trabajo como mesero en el restaurante de Clodoaldo. No es tan malo ser mesero, y mi hermano me ofreció ser socio. Estoy trabajando duro, sin fijarme en la hora de entrada o de salida. ¿Quién dice que la familia es una mierda?

Esto nos deja ver que esa burbuja que envuelve a nuestra “hermosa familia” es difícil de romper, pero siempre puede pasar. Lo que más me interesa rescatar es lo que Valdo vislumbra sobre las expectativas que su familia tiene para con su pareja, cosa que evidentemente, según el final del relato, es errónea. Ese gran peso de lo que nosotros creemos que nuestros familiares (piensan o esperan de nosotros) termina por afectarnos de una manera importante, pues nuevamente transgrede a los miembros de la sociedad; en este caso de una manera inversa a lo mostrado con los anteriores relatos, pues aquí la familia se idealiza de manera negativa.

 

Renovarse o perecer

En estas historias se observan algunas situaciones en las que las personas son afectadas con la construcción de un mito, al que se le han dado bastantes atribuciones benéficas, sin tomar en cuenta que al ser un conjunto de individuos, quienes la componen, cada uno puede actuar de acuerdo a sus propios parámetros e intereses, los diversos modelos familiares. En este sentido, algo que me parece importante rescatar de Ruiz es:

[…] podemos entender que la familia no es un organismo estático, siempre está en constante movimiento de acuerdo a los cambios sociales, actualmente la forma en la que se articula también está generando un cambio en las formas de pensar de la sociedad, ya no sólo se trata de familias nucleares, consanguíneas, modernas, ahora hablamos de familias extensas, monoparentales e inclusive homoparentales, el cual se vislumbra como el mayor cambio que se le ha dado a la configuración familiar.

Me parece que esa idea ayuda a quitar la sobrecarga que hay del mito familiar y que está incrustada en el inconsciente colectivo. Sobre esto mismo escribe el Dr. Miquel Siguan Soler en “Erich Fromm: itinerario de un pensador”8, en donde menciona que “la familia forma parte de la sociedad y está condicionada, tanto, por la estructura social. Estos condicionamientos sociales, que en primer lugar son económicos, son los que explica el marxismo.”9

Luego del recorrido por la historia y origen de la familia, Ruiz hace una afirmación notable sobre el momento en que vivimos en la actualidad y hacia dónde se dirige el concepto de familia:

Por un lado, la generación que nació entre los 60 y los 70 finalmente vivió en la época de los cambios culturales que cimbraron a la familia nuclear tradicional, pero el hecho de que sus papás siguieran estando apegados a las ideologías tradicionales los llevó a una confusión en cuanto a utilizar los nuevos elementos para la conformación de su familia o utilizar los que la educación tradicional les había enseñado. Esta situación nos lleva al otro sentido, pues si bien los jóvenes de hoy día que parecieran estar más apegados a ideologías “modernas”, gracias a la influencia educacional de corte tradicional que sus padres les inculcaron, los lleva a seguir conviviendo con esa dualidad tradición/modernidad, y pese a que están más abiertos a nuevas formas de convivir y de relacionarse con sus pares, no llegan aceptar del todo aquello que sienten que transgrede el deber ser que define el orden social al que culturalmente pertenecen.

Esto me lleva a señalar lo perjudicial que resulta la idealización de un solo modelo familiar, en algunos casos haciéndonos sentir incómodos con no poder contar con esa estructura familiar establecida, bajo otras circunstancias, hace siglos y algunas otras maneras de transgredir nuestra colectividad social como seguir permitiendo ciertas conductas inapropiadas (y hasta criminales), bajo el argumento de que se debe mantener limpia la reputación del núcleo familiar, ante el bienestar de los individuos que la integran.

Pues si bien es cierto que la familia no dejará de ser la base de la sociedad, estamos construyendo “casas con columnas retorcidas” y por lo tanto terminará sucediendo lo inevitable: se derrumbaran para dar paso a nuevos recintos, con nuevos modelos y número de columnas.

  1. Engels, Friederich. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. En relación con las investigaciones de L. H. Morgan. Moscú (1976): Progreso, P. 7
  2. Biblia https://www.biblica.com/america-latina/biblia/biblia-online/
  3. Ruiz Méndez, Wendy Yareli.  “La familia: evolución, construcción y futuro incierto” en Vínculos Sociología, análisis y opinión. Centro de Estudios sobre el Cambio y las Instituciones. Departamento de Sociología. CUCSH / U. de G. enero-diciembre 2014, Núm. 5
  4. Ibid.
  5. Friederich Engels. El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado. En relación con las investigaciones de L. H. Morgan. Moscú (1976): Progreso, P. 7.
  6. Blasco, Martín. En línea recta. México (2017): Norma,  p.20
  7. Ampuero, María Fernanda. Pelea de gallos, México (2018): Páginas de espuma/Colofón p. 75
  8. Siguan Soler,  artículo publicado Anuario de psicología (Núm. 22-1980) por el Departamento de Psicología General Universidad de Barcelona.
  9. Siguan Soler,  artículo publicado Anuario de psicología (Núm. 22-1980) por el Departamento de Psicología General Universidad de Barcelona. p. 7