Tierra Adentro
Kim Il-sung y su hijo Kim Jong-il en el Monte Paektu. Fotografía de Rita Willaert. Recuperada de Flickr CC BY-NC-SA 2.0
Kim Il-sung y su hijo Kim Jong-il en el Monte Paektu. Fotografía de Rita Willaert. Recuperada de Flickr CC BY-NC-SA 2.0

Siguiendo un poco la línea de nuestro anterior texto sobre el conflicto en Donetsk y Ucrania, un elemento que subsiste —y del cual hoy seguimos experimentando turbulencias internacionales— de los primeros enfrentamientos indirectos de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS fue la creación en la península coreana, posterior a su liberación del yugo imperialista y expansionista japonés (1931-1945), de dos Estados satélite en la región. 

Por un lado, la República de Corea (agosto de 1948), apoyada económica y militarmente por Estados Unidos y, por otro, la República Democrática Popular de Corea (septiembre de 1948), apoyada en los mismos términos por la URSS, inicialmente, y luego por China, ante el cisma ideológico socialista de la década de los sesenta entre Moscú y Pekín.

Con el paso del tiempo, este Estado socialista adoptaría su propia ideología política llamada Juche1 o autoconfianza, creada por Kim Il Sung con el fin de fundar un gobierno totalmente personalizado de carácter dinástico. En este texto ofreceremos el desarrollo político de este enigmático país —que desde 1953 se encuentra en estado de paz armada con su vecino del sur—, a partir de sus líderes supremos fundadores y subsecuentes, Kim Jong Il y Kim Jong Un, para concluir con una serie de prospectivas respecto a su futuro.

Kim Il Sung, el padre de Corea del Norte (1948-1994)

Desde la Conferencia de Potsdam, la cual determinó el final de la Segunda Guerra Mundial (junio-agosto de 1945), fuerzas soviéticas y estadounidenses decidieron dividir en el llamado paralelo 38 las zonas de influencia en la península coreana, separando y sellando así el destino de muchos grupos sociales que vivían en las respectivas zonas y que empujarían a las potencias ocupantes, por medio de distintos movimientos guerrilleros en el sur e independentistas en el norte, a acceder a la creación de las dos Coreas en 1948.

Para ese momento, Kim Jong Su, después conocido como Kim Il Sung, ya llevaba más de diez años de actividad militar y política, combatiendo como guerrillero contra fuerzas japonesas, primero entre 1935 y 1945, y luego, entre 1946 y 1949. Con el respaldo y la confianza soviética, construida desde la lucha contra Japón, Il Sung se convirtió en el líder político de la República Democrática Popular de Corea (RPDC), aunque solamente en términos de titularidad, pues se mostraba reticente a ejercer formalmente el poder, mientras Moscú esperaba convertir a Corea del Norte en un nuevo Estado títere dentro de la órbita socialista.

No obstante, terminado ese periodo y eliminados todos los actores que podrían haber disputado el poder, fueron creadas dos instituciones fundamentales para consolidar su poder, y mantener el orden político y la seguridad del recién creado Estado Norcoreano: el Partido de los Trabajadores Coreanos (PTC), nacido en junio de 1949, y su ala armada, el Ejército Popular de Corea (EPC), fundado en 1932, pero reestructurado e incorporado a la estructura partidista y estatal en febrero de 1948.

Adicional a esto, no solamente la estructura del PTC comenzaba a mostrar diferencias con el modo soviético de gobierno, pues así como el liderazgo del propio Kim Il Sung también el Partido no se dirigía únicamente a un sector de la población nacional, sino a todos con el objetivo de incluirla masivamente en su totalidad. Así, por medio de visitas inesperadas a granjas colectivas o fábricas, Il Sung cristalizó este método personalista de gobierno, el cual no abandonarían sus sucesores.

Poco después de estos cambios, y con la idea firmemente anclada no solamente por Kim Il Sung, sino también por su contraparte gobernante en el sur, Syngman Rhee, de ser la única fuerza política legítima en la península, se generaron en 1950 tensiones y conflictos armados en la línea divisoria. Con el beneplácito de Stalin hacia el gobierno de Pyongyang, el 25 de junio de ese año comenzaba la Guerra de Corea.

En agosto de 1950, las fuerzas norcoreanas se apoderaron de 90 % del territorio peninsular; en solo tres días capturaron la capital de Corea del Sur, Seúl. Ante ello, Estados Unidos decidió intervenir directamente con 1 789 000 soldados, para salvar al gobierno del sur. Sin embargo, la situación cambió de manera desfavorable para el norte en ese mismo año, pues las tropas estadounidenses terminaron ocupando 90 % del territorio, en un golpe inesperado para los planes de unificación de Kim Il Sung.

Como respuesta ante una inminente derrota de las fuerzas norcoreanas ante el ejército estadounidense, China también decidió participar activamente enviando 2 970 000 efectivos, lo que permitió expulsar a los oponentes de regreso a la línea divisoria original, estableciéndose así un largo conflicto de guerra de trincheras, en el cual ningún lado ha podido vislumbrar un triunfo definitorio.

Con lo anterior se generó un estancamiento bélico que terminaría por resolverse parcialmente mediante un armisticio firmado el 27 de julio de 1953, aunque sin la participación de Corea del Sur. Sin embargo, conflicto no ha terminado y es una amenaza a la existencia de ambos Estados, los cuales siguen la antigua tónica de representarse como los únicos aspirantes legítimos al control político total de la región, y que luego rescataremos.

Toda vez terminado el conflicto, y gracias al sacrificio humano efectuado por Pekín para salvar a Corea del Norte, este país se encontraba en ruinas debido a los bombardeos efectuados por aviones estadounidenses. La recuperación y viabilidad del régimen de Kim Il Sung parecían estar destinados al fracaso, sin embargo, la ayuda financiera soviética y china apuntalaron el proceso de reconstrucción y crecimiento productivo, salvando al país e inclusive superando entre 1960 y 1970 el potencial económico de Corea del Sur.

Aunque este logro parecía ser propio de Il Sung, después de dicho periodo probó ser un artificio sustentado por los flujos de inversión y materiales transferidos por los gobiernos de Pekín y Moscú, pues cuando la URSS comenzó a experimentar la inestabilidad política y económica a finales de la década de los 80, Pyongyang resintió un efecto directo en su economía, la cual también comenzó a experimentar un estancamiento y declive de las condiciones de vida.

Esta situación se agravaría después de la disolución de la URSS en 1991 y del largo proceso de reestructura y apertura comercial china (1978-1992), pues significó otra seria disminución de apoyo monetario al gobierno de Kim Il Sung. El régimen quedó en riesgo y evidenció su propia mortalidad; para ese entonces el padre de la RPDC contaba con 80 años y era necesario establecer las condiciones para una transición dinástica segura.

Es así que a partir de 1980 Kim Kong Il comenzaría poco a poco a tomar mayores roles dentro del partido, el aparato militar y el gobierno, con el total soporte de su padre. Para la muerte de Kim Il Sung en 1994, el país se encontraba en serios problemas económicos, que situaban de nuevo en una posición de peligro al proyecto político norcoreano.

Kim Jong Il, el líder de la crisis y el militarismo (1994-2011)

Con la bomba de tiempo económica heredada de los últimos años del gobierno de Kim Il Sung, Jong Il se encontraba en los primeros años ante un dilema crucial para la supervivencia del país fundado por su padre: tratar de resolver los problemas económicos en un sentido similar a la apertura y reforma que llevó a cabo China —con lo que evitó una debacle como la soviética de 1991—, o por otro lado, adherirse estrictamente a los principios del Juche de autosuficiencia, mediante un control estricto de la administración política norcoreana, sustentada en la fuerza del EPC.

La respuesta fue una combinación de ambos elementos, con resultados variados. En el campo económico, se incentivó en el noreste del país la creación de Zonas Económicas Especiales,en relativa imitación a las desarrolladas en China, con la única diferencia de que en éstas, debido a los controles menos estrictos del gobierno para el desarrollo de negocios, las actividades comerciales y el intercambio tuvieron un gran impacto para el crecimiento económico, lo que nunca pudo realizarse en Corea del Norte, a consecuencia de los estrictos controles políticos, incluso en aquellas zonas.

Otro curioso elemento para obtener recursos monetarios fue la mayor participación en el mercado internacional legal e ilegal de armas, proveyendo a países con productos e información relacionados con misiles y armas de fuego y nucleares. En 2006, las autoridades surcoreanas, japonesas y estadounidenses detectaron una detonación nuclear de baja intensidad. Esto no indicaba las potencialidades reales del país, pero se aunaba a la cadena de tensiones regionales e internacionales, especialmente con Estados Unidos, Japón y Corea del Sur, los que han intentado negociar desde los primeros intentos de Pyongyang de obtener un arma de este tipo, por medio de préstamos y levantamiento de sanciones a cambio. Hasta la fecha este intercambio no ha convencido al gobierno de suspender su propósito.

Pero quizá el elemento que ayudó más a sortear la crisis posterior a la disolución del bloque socialista, y a aminorar sus efectos en la población norcoreana, fue la relajación no expresa del gobierno, aunque sí en los hechos,de la interacción comercial con China, la cual para ese momento se encontraba en pleno crecimiento exponencial, posterior a sus reformas. De esta manera, se tendió el primer puente de comercio internacional para obtener alimentos y productos de primera necesidad, así como para desarrollar oportunidades de negocio dentro y fuera del país.

Ahora, respecto al aparato militar, durante la era de Kim Il Sung fue creado y sufrió una prueba de fuego altísima que casi provoca su destrucción durante la Guerra de Corea; pero, durante la era de Kim Jong Il, se determinó que el EPC constituiría “el pilar y la principal fuerza de la revolución, del aparato militar, del partido, del Estado y de la población”.

Con lo anterior, es más que evidente que la postura del régimen continuaría mediante líneas de corte militar, tanto para el ejército como para la sociedad en general, con el objetivo de facilitar su control y administración. Aunque esto fue más allá: se crearon cuatro líneas de defensa nacional. La primera es la total conscripción de ciudadanos, hombres y mujeres norcoreanas para servir de manera temporal en el ejército; la segunda, una construcción de extensa infraestructura defensiva a lo largo del territorio, que haga frente a una invasión; la tercera, el adoctrinamiento político de todos los soldados para mantener la lealtad al líder; y la cuarta, una adaptación y modernización armamentística del aparato militar, de acuerdo con las condiciones de la península, con el principal objetivo de defender el territorio y lanzar una nueva campaña militar dentro de la irresoluta guerra con el sur para unificar ambos países.

A partir de 2008, una vez más el tiempo se hizo presente en otro de los líderes norcoreanos, por lo que el proceso sucesorio debía de ponerse de nuevo en marcha, con la característica principal de su rapidez y relativa calma. Para septiembre de 2010, las dudas se disiparon respecto a quién debía ocupar el puesto en la pirámide de poder norcoreana: Kim Jong Un, el menor de los tres hijos varones, fue presentado en público ataviado con un traje negro de corte Mao,muy similar a los usados por Il Sung para representar la trascendencia ininterrumpida de la familia Kim desde 1948. 

Kim Jong Un, el líder moderno (2011-en adelante)

Después de la muerte de Kim Jong Il, el 19 de diciembre de 2011, el nuevo líder supremo comenzó, al igual que su abuelo, una rápida purga de elementos del sistema de gobierno norcoreano, que pudieran representar un obstáculo para el ejercicio del poder total en el país. Las líneas generales de su gobierno no han sido diferentes a las de su padre: la recuperación económica, el crecimiento nuclear/militar y una posición oscilante de negociación y abierto rechazo y hostilidad contra Seúl, Washington y Tokio, principalmente.

Antes de analizar dichos puntos, es necesario matizar algunas diferencias sustanciales respecto al régimen de su predecesor, pues aunque Kim Jong Un siguió el ejercicio que involucra grandes espectáculos masivos que expresen su carisma y vínculos con la sociedad norcoreana en general, desarrollados primeramente por sus antecesores, se ha mostrado más proclive a expandir esta dinámica y ha involucrado, por medio de discursos y eventos, a otras figuras familiares, incluidas su esposa, hija y hermana, en franca diferencia a sus antecesores, quienes valoraban con mucho aprecio la vida privada del líder.

Otro elemento digno de mención es la interesante relación que mantiene Kim Jong Un con su hermana, Kim Yo Jong, quien después de las purgas familiares ha ocupado un lugar cada vez más relevante dentro de la estructura de poder gubernamental, pues llegó a ser designada de manera no oficial entre 2019 y 2020, luego de comunicar el contagio por COVID-19 de su hermano, como sucesora del régimen Kim, en caso de situaciones de extrema urgencia. Esto con el fundamental objetivo de asegurar la continuidad política y de liderazgo en el país.

Ahora, respecto al campo económico, independientemente de las negaciones doctrinales e ideológicas del gobierno al respecto y de las sanciones económicas causadas por la no interrupción del programa nuclear, la integración comercial de Corea del Norte al sistema internacional, o al menos regional junto a China, Rusia e Irán, ha mantenido su curso, al punto de generar una nueva clase social nacional llamada Donju o emprendedores de mercado, así como nuevas zonas económicas especiales, aunque estas distan mucho de tener los resultados esperados.

Dicha apertura económica puede generar los cimientos de una sociedad civil más prospera en términos financieros, lo que devendrá, como comúnmente ocurre en los Estados, en demandas por mayores libertades políticas. Ante lo anterior, la administración de Kim Jong Un no ha parado de fortalecer y continuar la estrecha relación entre el PTC y el EPC, mientras que de manera paralela ha continuado la modernización militar, de acuerdo con las posibilidades que ofrecen los recursos nacionales, que busca mantener en el mejor de los estados al ejército, pilar de coerción total nacional.

En este sentido, se han actualizado las capacidades defensivas y ofensivas del EPC en el área de misiles, lo cual es un componente fundamental de la disuasión nuclear, pues estos representan el vehículo primordial de ataque en caso de una confrontación.

De igual forma, se han fortalecido otro tipo de capacidades militares no convencionales, como ataques ciberinformáticos,así como su integración dentro de la estructura general de planeación y ejecución de guerra, la cual conserva las mismas directrices torales determinadas desde el régimen de Kim Jong Il: defensiva, pero sin descartar un ataque masivo que tenga por propósito unificar la península por la fuerza y concluir el conflicto iniciado en 1950.

Este aspecto, alimentado por el cerco económico —impuesto por medio de sanciones— y militar —producto de ejercicios oficiales entre Estados Unidos y Corea del Sur, desde 1974 hasta 2019—, ha mantenido a Pyongyang gravitando en términos de política exterior entre la negociación bilateral con Seúl y una abierta retórica belicista, desafiante ante cualquier intento, real o percibido, de invasión hacia Corea del Norte. Esta postura se mantendrá así hasta no encontrar una solución concertada bilateral entre los países que ocupan la península de Corea.

Conclusión: los escenarios dentro y fuera de la dinastía Kim

Uno de los principales desafíos para cualquier proyecto político fincado en la figura del líder, como es el caso la dinastía Kim, es el relacionado a la sucesión, pues de no tomar las medidas necesarias, puede desembocar en su fracaso y disolución a causa de protestas, luchas internas gubernamentales, o incluso un inesperado ataque por parte de Corea del Sur y su principal aliado estadounidense, para terminar con la amenaza en Pyongyang y la familia Kim.

Esto resulta altamente improbable dadas las actuales condiciones del panorama internacional y regional, con un Estados Unidos cada vez más sobreextendido respecto a sus obligaciones y proyección geopolítica militar, situación que ha comenzado a generar cada vez más rechazo interno debido a los altos costos económicos. Por su parte, China, de manera gradual pero sostenida, se cierne armamentística y comercialmente sobre todo el sureste de Asia y el mar Pacífico, con el fin de ejercer mayor influencia en la región. Ante esto, al ser el principal socio comercial de Corea del Norte, poco pueden temer Kim Jong Un y sus aliados en el poder nacional respecto a una intervención militar directa, ya que hasta el momento Pekín no ha mostrado indicios de querer cambiar el rumbo político que hasta ahora se ha manifestado en el país.

Volteando a ver ahora el ámbito interno, la designación hereditaria del régimen que ha investido Jong Un en su hermana, resuelve, aunque no del todo, el problema de la sucesión, en casos de ausencia intempestiva del líder por muerte o cualquier otra situación extraordinaria, aunque aún es necesario observar si los miembros dentro del círculo de élite dentro del gobierno norcoreano se encuentran dispuestos a mantener la misma lealtad hacia un posible liderazgo femenino.

Si damos por sentado aquel elemento sucesorio de manera efectiva, en caso de que Kim Jong Un no designe a nadie más como heredero al trono en Pyongyang, lo más probable es que su hermana ocupe su lugar, y como primera medida para afianzar el poder recurra a purgas internas dentro del aparato militar y partidista, para así asegurar la lealtad de los sectores clave del gobierno e inaugurar un nuevo ciclo político nacional, igualmente encabezado por la familia Kim.

  1. En términos generales, el Juché establece que el ser humano es el único arquitecto de su destino, en contraposición al marxismo-leninismo en el que el destino se encuentra condicionado por su relación con los medios de producción.
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Portada de "Operación al cuerpo enfermo", Sergio Loo. Ediciones Comisura, 2023.
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