Kafka de vacaciones
¡Cómo pude caer tan bajo! ¡Cómo pude llegar a esto! ¡A este estado! ¡A ser el eslabón perdido entre el hombre y la bolsa de papas! ¡Yo que siempre me sentí tan bien, tan feliz!…
Siempre fui tan feliz… me acuerdo de mí, de ella, de la casa, las cosas… cada cosa en su lugar, las tacitas tan limpias, y los platitos… los platitos de porcelana uruguaya, blancos, ordenados uno arriba del otro como una pirámide reluciente, inmaculada, perfecta… en realidad nunca tomé demasiado café, o para ser sincero nunca en mi vida tomé café… no le conozco el gusto, ni siquiera el olor… el olor del café me trae náuseas, jaqueca, acidez… su mero nombre me irrita, me pone de mal humor… cuando estoy en un bar y alguien pide un café, ese estado se apodera de mí y lo echa todo a perder… irremediablemente la conversación se suspende… las cosas toman un curso accidentado… Como nunca tomo café, rara vez usé esas tacitas y esos platitos, pero su ausencia es insoportable… están tan presentes en mí como si siempre los hubiera usado, como si en vez de haber dedicado la vida entera a la sociología hubiese sido cafetero, o aún más, catador de café, en caso de que ésa sea la palabra precisa —catador— ya que habitualmente catador se utiliza para el vino, uso por cierto vulgar ya que catar significa simplemente “probar, gustar alguna cosa para examinar su sabor o sazón”, es decir que incluye al café, así como a otras bebidas no alcohólicas, e incluso a comidas… Es curioso, pero ahora que lo recuerdo, ella siempre tomaba café, tomaba litros diarios de café, e incluso muchas veces se lo servía yo, se lo servía y se lo llevaba a la cama y el olor nunca me indispuso, al contrario, toda la escena se desarrollaba dentro de la más absoluta normalidad… ¡Todo con ella era tan distinto!… ¿Y cómo pude haber llegado a este estado? ¿A esta confusión? ¿Cómo pude haber tocado fondo tan sólo porque me abandonó? Eramos tan ideales… el
uno para el otro… la armonía… Me acuerdo de ella, siempre dispuesta, servicial, lista para el pedido, entregada para la ofrenda. Yo le decía “traeme esto” y ella me lo traía, le decía “hacé lo otro” y ella lo hacía. Todo en ella era entusiasmo. La más absoluta devoción. Yo le pedía un favor, y ahí iba ella, yo la veía caminar y escuchaba sus pasitos “tiqui tiqui tiqui”, volvía y de nuevo escuchaba sus pasitos, “tiqui tiqui tiqui”; iba otra vez y yo le veía su colita que se movía, se balanceaba para un lado, para el otro, siempre parada, esbelta; tiqui tiqui tiqui, su colita; tiqui tiqui tiqui, se balanceaba… Nunca me dijo que no a nada, nunca se negaba a nada, todo lo hacía, iba, volvía… tiqui tiqui, tiqui… su colita… sus pasitos… Era tan buena conmigo, tan fiel, tan adiestrada, que más que mi mujer parecía un perrito… pero… pero… entonces… no, no es posible… ¡Por Dios que no!… ¡Sí!… Ahora lo veo tan claro: ¡era un perrito! ¡Una perrita de verdad! ¡Cómo no me di cuenta antes! ¡Cómo pude ser tan ciego! ¡Cómo no lo vi antes! ¡Cómo pude ser tan idiota, tan confiado!… ¡Cómo pude estar enamorado de un animalito!… ¡Esto es terrible! La cabeza me da vueltas como una pelotita de ping-pong, como un partido de tenis… mejor dicho como una calesita, las calesitas dan vueltas, las pelotitas van y vienen… qué estado de confusión… Ahora lo veo todo tan claro… tan oscuro… todo tan difuso… tan diáfano… Lo veo todo con mis dos ojos, mis dos ojos me ven a mí mirando la situación con mis dos ojos… ¡Tengo cuatro ojos! ¡Soy deforme! Tengo que tranquilizarme, nada es tan terrible… ¡Mentira, todo es terrible!: me abandonó mi amor, mi amor era una perrita y… ¡soy deforme! Las tres cosas son terribles, siniestras. ¿Cuál de las tres es más terrible? ¿Puede ser una cosa más terrible que otra? ¿No es lo terrible un absoluto, lo máximo, lo inconmensurable infinito? Si así lo fuese, no habría un terrible más terrible que otro, sería posible que mis tres terribles valiesen igual, o en otros términos, no estaría experimentando ya no el yugo del padecer tres problemas terribles, sino uno solo —ya que terrible siempre es lo Uno—, uno solo pero terrible. Eso implicaría que mis tres problemas sólo son uno… ¡tengo dos problemas menos! ¿Pero cuáles? Primero, no soy deforme: tengo apenas dos ojos… ¡Qué tonto, tendría que haberme dado cuenta antes!… Cómo no me di cuenta de que llevo puesto sólo un par de anteojos que, claro está, tiene sólo dos lentes, una para cada ojo… si tuviese cuatro ojos tendría que llevar anteojos de cuatro lentes y me hubiera llamado la atención. Ahora tengo que descartar uno de los otros dos problemas. ¿Descarto que me abandonó mi amor o que mi amor era una perrita? ¡Qué duda! ¡Qué elección!…
La elección, cualquier elección, es siempre terrible… siniestra… esa es la clave de todos mis problemas… ¡Todo es terrible, siniestro! Me caso, es terrible. Me separo, es siniestro. Gozo, es siniestro; sufro, es terrible. No puedo hacer algo, entonces lo quiero. No lo quiero, entonces lo hago. Mi cabeza está saturada… más por menos, más… ¿Qué estoy diciendo? ¿Perdí el hilo?… No puedo elegir entre dos absolutos… el dolor es la pura empiria y lo siniestro su teoría… Es como si se estuviera desarrollando en mí una especie de fenomenología privada, una fenomenología mía, que se aplica sólo a mí… Como una fenomenología superadora de mi fenomenología tradicional, de lo que fue hasta ahora mi vida: no darme cuenta de nada. ¿Y cómo me di cuenta ahora? ¿Cómo caí? ¿Cómo pasé de un estado a otro? ¿Cómo accedí a ese estado en el que al fin puedo preguntar?… Mi mente está completamente extraviada… son varias a la vez… mentes hay muchas, naturaleza hay una. Tengo que volver al estado de naturaleza, a lo que fue mi vida: pocas preguntas, muchas certezas… ¿Cómo llegué a este estado? Me siento como si fuera más de uno, como si yo fuera dos, tres, doscientos dieciséis mentes… Me siento acompañado por infinitos mí mismos…. Cada uno de nosotros ocupa su propia posición en el mundo y tiene su propia perspectiva… es fácil dejarse deslizar desde esta verdad obvia hacia una noción confusa de relativismo conceptual… El punto de partida no es más que el relativismo —familiar e inocuo— de la posición que se ocupa en el espacio y el tiempo… Puesto que cada uno de nosotros ocupa con exclusividad un determinado volumen de espacio-tiempo, dos de nosotros no podemos hallarnos exactamente en el mismo lugar al mismo tiempo… ¡Basta de epistemología!… ¡Cómo puedo estar pensando en eso en una situación como ésta!… ¿Qué hace una chica como vos en un lugar como éste? ¿De dónde era esa frase, de qué película?… Me acuerdo de que alguna vez se lo dije a ella, estaba oscuro, bailábamos, yo olía a whiskola, ella a café, todo era tan romántico, tan auténtico… ¡cómo pude ser tan ciego de decirle esa frase a una perrita! Me acuerdo de cómo continuó la velada, cómo terminó… no…. ¡No!… ¡No!… ¡Apártate de mí, recuerdo!… ¡Qué asco!… ¡Puajjjj!… ¡Huuugchhhh!… ¡Ahhhhhhhjjj!… ¡Hice el amor con un animal! ¡Con una perra!… ¡Cómo pude hacerlo! ¡Hacerlo durantes semanas, meses, años! ¡Soy un enfermo! ¡Un amoral!… Pero a ella le gustaba… a mí también… ¡Cómo puedo tener esos pensamientos! ¡Todo lo que hice es horrible!… No puedo mirarme a los ojos, me miro y no me veo, veo todo oscuro, negro… no puedo ni pensar lo que hice… ¡Cómo pude enamorarme tanto de una perra!… ¡Cómo pudimos hacer el amor tan bien, tanto tiempo!… Estoy acabado… perdí la condición humana… ¡Me doy asco!… ¡Soy un animal! ¡Ella también es un animal! ¡Somos dos animales! ¡Por eso nos llevábamos tan bien!… Es tan obvio como que la fisiología que subyace en toda conducta sexual es universal para todos los mamíferos, incluida la especie humana… Sobre cuestiones sexuales, da lo mismo experimentar con humanos o con animales… ¿Pudo haber sido todo un experimento? ¿Fuimos cobayitos de algún juego?… ¿Y el amor?… ¿Y la pasión?… ¿Y los mimitos?… ¿Y el te quiero monstruito?… ¿Y el yo también bichito?… ¿Será el amor algo experimental? ¿Pero entonces se pueden establecer sus reglas, sus mecanismos, sus procedimientos?… ¿Podría elaborarse una teoría? ¿Hay un lenguaje que lo exprese?… Mientras espero tu llegada mañana, me encuentro pensando Yo te amo: entonces viene el pensamiento: me gustaría escribir un tratado de sociología que expresara exactamente lo que quiero decir cuando pienso estas palabras, pero no puedo, es imposible… en realidad es imposible, porque soy un sociólogo mediocre, dediqué años a estudiar la ciencia de las relaciones y comportamientos sociales, pero nunca pude entender algo más allá del abc… en la facultad copiaba en los exámenes, aprovechaba mi altura para mirar por sobre el hombro de mi compañero de adelante, conseguí varios trabajos de encuestador y los perdí todos, gané una beca porque sabía que el presidente del jurado había fraguado su título universitario (¡no era sociólogo, era técnico mecánico!) y me fui a estudiar a París, dije que era hijo de un perseguido político y por piedad me dieron un diploma y me arreglaron un posgrado, volví y me junté con unos tipos que tenían plata robada del tercer gobierno de Perón y los convencí de que fundaran la universidad privada que dirijo y que me hizo famoso, me publican en las mejores editoriales y me invitan siempre a la televisión y… ¿Y a cuenta de qué venía esto? ¿En qué estoy pensando?… Mi cabeza está saturada… Soy… soy… ¡Un perverso! ¡Cómo pude hacer el amor con un animal!… ¿Pero acaso ella no fue también culpable? ¿No lo hizo con un hombre? Los animales son seres indeterminados y obedecen ciegamente a los procesos instintivos, mientras que el hombre —ser indeterminado que goza del libre albedrío— puede a voluntad modificar (sublimando o bestializando) su propia determinación sexual… ¡No tengo perdón! ¡Cómo pude hacerlo! ¡Cómo no me di cuenta antes! ¡Cómo pude ser tan ciego!… Si aunque sea hubiese visto algo, algún indicio… pero no… Años y años de disfrutar como animalitos entregados uno al otro… la pasión… el placer… La propia vida cotidiana no tenía nada de cotidiano, todo era mágico… el goce absoluto… ¡Nada hacía sospechar este desenlace! ¡Qué tragedia! ¡Qué drama! ¡La desdicha se apodera de mí! ¡Y la culpa también! ¡Merezco una condena moral! ¡Cómo pude hacer el amor con un animal! ¡Soy un degenerado! ¡Un desgraciado! ¡Un asocial! ¡Estoy fuera de la sociedad!… ¡Qué terrible!… Yo, que dediqué mi vida entera al estudio de la sociedad… ¡Ahora estoy expulsado! ¡Soy un sociólogo de una sociedad de uno! ¡Soy libre!… ¿Qué estoy diciendo?… ¡Nada puede ser peor!… Rompí todos los lazos con mis prójimos… no doy… no recibo… no intercambio. ¡Estoy condenado! ¡Soy culpable, lo confieso!… ¡Fue sin querer! ¡No me di cuenta de nada! No soy malo… debo tener alguna enfermedad desconocida, alguna aberración sexual… Pese a todo debe haber cosas peores… no sé, el incesto… ¡Los animales no practican el incesto! En los kibutz de Israel, donde niños y niñas son criados y educados juntos desde su más temprana edad… ¡Cuando llegan a adultos no se casan entre sí! Los humanos somos tan siniestros y los animales tan puros… viven en la norma, aceptan lo dado, no transgreden… ¡Ningún animal desea a la mujer de su prójimo!… ¡Sucede que los animales no gozan! ¡Pero ella sí! Me acuerdo de cómo gemía… cómo pataleaba… cómo sacaba su lengüita seca y me la pasaba por detrás de la oreja… ¡Cómo llenaba la cama de pelos!… ¡Ella ya no era una perra, se había convertido en un humano!… ¡Y yo en un animal!… ¡Por qué siempre todo tiene que estar al revés! Si yo me vuelvo animal, ella se hace humana… ¡Nada tiene remedio para mí! Si voy para un lado, las cosas van para el otro… siempre a contramano, a destiempo… me doy cuenta que empezó el verano cuando ya llegó el otoño… me engripo y pienso “es la típica alergia de verano”, se lo digo a mis amigos y creen que bromeo… ¡Ya estoy harto de que me digan “qué sentido del humor tenés”!… no puede ser que me tomen siempre en broma… ¡Hablo en serio!… ¡Soy un incomprendido!… qué digo… qué me importan mis amigos… ¡Mi vida sin ella es una desdicha! ¡Nada tiene sentido! ¡Cómo me pudo pasar esto a mí! ¡Cómo no me di cuenta antes! ¡Cómo pude ser tan ciego! ¡Cómo no vi nada! Sin ella es como si viese todo negro, todo a oscuras… la casa a oscuras… mi cara a oscuras… mis ojos a oscuras… la vida a oscuras; es como si no viese ya ninguna luz, nada alrededor, sólo la más absoluta negritud, el alma más oscura que la oscuridad… cada cosa sin su forma, sin distinción entre fondo y figura… todo en un mismo plano continuo, negro sobre negro sobre negro; el cielo bajo su color, sobre las estrellas y la oscuridad eterna… escucho todo tan bien pero veo todo tan mal… mi vida se volvió opaca, no tengo matices… todo es tan oscuro… me miro y no me veo… ¿me habré vuelto transparente? Es como una transparencia negra… un velo que todo lo cubre, la más absoluta soledad, la imposibilidad llevada a su clímax… no veo nada ahora… no vi nada antes… ¡Cómo no me di cuenta de todo! ¡Cómo no lo vi! ¡Cómo pude ser tan ciego!… Pero… no, no… no es posible… es una pesadilla… ¡No puede ser!… ¡No puede ser cierto! ¡No veo nada porque…! ¡No! ¡No! !No!… ¡Sí!… ¡Sí! ¡Soy ciego! ¡Qué terrible! ¡Soy ciego! ¡Por eso no veo nada!… ¡Soy ciego, con razón veo todo negro! ¡Cómo no me di cuenta antes!… Ahora lo veo todo tan claro… ¡Veía oscuro porque era ciego! ¡Mi vida es una pesadilla! ¡Una calamidad! Me siento como si trastabillase… ¡Estoy trastabillando!… ¡Obvio, si no veo dónde están las cosas! ¡Dónde dejé mi bastón! ¡Ahora sí toqué fondo! ¡No tengo escapatoria! ¡Voy a suicidarme! ¡Ahora mismo voy a cortarme el cuello con un cuchillo!… ¡Para qué lado queda la cocina!… la cocina… para allá… tres pasitos… después a la derecha… la mano sobre la heladera… la pileta… conozco mi casa de memoria… voy al tacto… Ahora que me doy cuenta, siempre fui al tacto… el baño… para allá… el balcón… para el otro lado… ¡Qué buena memoria que tengo!… ahora que lo recuerdo… siempre lo supe… ¡No es posible!… ¡Ya sabía que era ciego! ¡Qué mala memoria que tengo! ¡Qué tonto que soy, cómo pude haberlo olvidado!… ¡Claro, soy ciego de nacimiento!… ¡Soy un desmemoriado bárbaro!… ¡Con razón mis maestras me decían que tenía problemas de atención en clase! ¡Siempre me olvido de todo!… Si tengo una cita, tengo que anotarla en la agenda para no olvidarme, pero siempre me olvido de escribir en braille y después no puedo leer lo que escribí… ése es mi destino: un manual de buenas intenciones fallidas… Las cosas van para un lado, yo para otro, y el mundo para un tercer lugar… Nunca nada coincide con nada… las cosas… yo… el mundo; todo me salió al revés de como lo había querido… Pero nunca quise nada, desde ese punto de vista en realidad todo salió al derecho… Ahora quiero que todo se invierta, que sea al revés… al revés del derecho… dado vuelta… ¡Quiero que todo esté dado vuelta! ¡Pero todo ya está dado vuelta! ¡Quiero que todo se dé vuelta para el otro lado! Mi vida: un giro de 360 grados… ¡Qué terrible desdicha! ¡Todo lo que supe lo olvidé! ¡Y todo lo que olvidé lo inventé!… Mi vida no es más que una ficción, una impostura… ¡Hacía como que veía! ¡Y los demás me creían! ¡Lo veía en sus caras!… ¡Qué imaginación la mía! ¡La imaginación es mi condena!… Sueño despierto, no pertenezco a este mundo… ¡Soy extraterrestre! ¡Los marcianos no son verdes, son ciegos!… Sería tan fácil creerlo… pero ya no creo en nada… la verdad afloró como la primera espina de un rosal; siempre la rosa y la espina, esto y aquello, la ilusión y el fracaso… ¡No puedo seguir siendo tan desmemoriado!… Me olvido de las cosas y entonces las invento… ¡Con razón los resultados de mis investigaciones sociológicas son tan extraños!… Siempre dicen de mí que soy un sociólogo muy creativo, un sociólogo vanguardista… ¡Soy vanguardista porque me olvido de las cosas y tengo que inventarlas! ¡Si tuviese buena memoria no sería tan innovador!… Ahora mismo me vienen los recuerdos como remolinos, como olas en el mar… van… vienen… ¡Quédense un segundo!… Me acuerdo de que una vez hice un curso de mnemotecnia, tenía que crear como una especie de teatro de la memoria… El arte de la memoria es como un alfabeto interno: quienes conocen las letras del alfabeto pueden escribir lo que se les dicta y leer lo que han escrito; quienes hemos aprendido mnemotecnia podemos poner en lugares lo que se ha oído y sacarlo de la memoria cuando lo deseemos… La memoria es el absoluto de la pura combinatoria… igual que el lenguaje… igual que la imaginación… ¡Otra vez estoy imaginando!… ¡Cuál es la diferencia entre la memoria y la imaginación!… Ahora que me acuerdo, fracasé en el curso de mnemotecnia, nunca pude recordar nada… ¡Ni siquiera el primer paso del método para aprender las tablas de multiplicar!… La combinatoria de la memoria tiene reglas que no responden a nuestra voluntad…. igual que el lenguaje… igual que la imaginación… ¡No, no otra vez! ¡Basta de disquisiciones! ¡Basta de memoria y de imaginación!… ¡Cómo pude caer tan bajo! ¡Cómo pude llegar a este estado!… ¡Todo por una perrita!… Encima de todo, ahora me acuerdo de todo… ¡Ahora que me acuerdo de que ya sabía que era una perrita! ¡Si la compré en la veterinaria de Brigitte Bardot y me salió un ojo de la cara! ¡De ahí me volví ciego! ¡Qué fácil es todo cuando la memoria vuelve!… ¡Los recuerdos vuelven como una canilla que gotea! ¡Plink plink plink plink! ¡Derrámense sobre mí, recuerdos!… Me acuerdo de que la perrita tenía cara triste, por eso le puse Kafka… ¡Kafkita, mi perrita! ¡Te extraño mi amor! ¡Dónde estarás! ¡Qué aventuras tendrás! ¡Qué lejos estás de mí!… Me acuerdo de tantas cosas… fotos, libros, discos… Me acuerdo de cuando nos fuimos de vacaciones a Uruguay, cuando salíamos de compras buscando tacitas de porcelana, me acuerdo de la playa… ¡Qué vacaciones fantásticas!… El sol… la arena… el viento en la cara… la caquita enterrada en la arena… Ahora que me acuerdo… ¡Fue ahí donde te perdiste!… De repente ya no estabas más, te buscaba y no te encontraba… caminé, caminé, caminé y te hallé: estabas con otra perrita, tirada al sol, respirando agitada… Me acuerdo de vos, me acuerdo de… ¡No! ¡No es posible! ¡Ahora me acuerdo de todo!… ¡Recuerdos, huyan de mí!… ¡No quiero acordarme de nada más! ¡Me acuerdo de que estabas con esa perrita!… ¡Besuqueándose todas!… ¡Te enamoraste de ella! ¡Te volviste lesbiana! ¡No puedo creer que mi Kafkita me abandonó por otra perrita! ¡Justo ahí fuiste a descubrir tu sexualidad! ¡Maldición eterna a Uruguay! ¡Malditas vacaciones!… Me acuerdo de vos, de la otra perrita, de las olas… había unos niños en el mar, jugaban, saltaban, bailaban… Me acuerdo de que había uno que no estaba en el mar; tenía un baldecito y una palita, llenaba el baldecito con arena y lo volvía a vaciar, llenaba el baldecito y lo vaciaba otra vez, lo llenaba y lo vaciaba, así sucesivamente… Me acuerdo de mis pensamientos al mirarlo: “Qué lindo que es llenar el baldecito con arena… ¡Cómo me gustaría ser empresario de la construcción!”… Pero mis sueños nunca se cumplen… Soy un fracasado… un perdedor… un desmemoriado total… Te recuerdo mirándome detrás del niño, tu patita sobre la patita de la otra, tus ojos en los míos… como intercambiando pensamientos… Qué mira ése, no se da cuenta de que no pienso volver con él… ¡Al fin soy libre! ¡No pienso dar un paso atrás! ¡Estoy harta de él! ¡Quién me mandó a conocerlo!… Yo era una perrita promisoria… era el futuro de las jóvenes generaciones… era buena, educada, nunca un ladrido de más, nunca hacía pis en el living… ¡Cómo pude ser tan idiota! ¡Cómo pude estar tanto tiempo con… con ese… ese… insolado!… Nunca conocí un amo peor: se hacía llamar sociólogo vanguardista, resistente, crítico y underground; pero en realidad soñaba con volverse famoso, con salir en diarios y revistas y ser reconocido, ir a la televisión, ser traducido, ganar premios, asesorar a empresas… pero nadie lo llamaba… en los años que estuve con él nunca lo llamaron para dar una conferencia, nunca publicó un artículo, nadie conoce su nombre, no es nadie… Y todo lo disfrazaba, lo daba vuelta, decía que era producto de su radicalidad, que era inasimilable para sus contemporáneos… ¡Qué desdicha la mía! ¡Cómo pude ser tan tonta! ¡Cómo no me escapé antes! ¡Cómo pude soportarlo tanto!… Yo movía la colita pidiéndole agua y él me traía café en unas horribles tacitas blancas… Yo sacaba la lengua porque estaba cansada y él interpretaba que yo quería hacer el amor… Yo lo hacía sin ganas y él decía que había gozado como nunca antes… ¡Era un egoísta! ¡Un narcisista! ¡Un solipsista!… Me acuerdo de cuando me dijo que estaba enamorado de mí… primero me sentí halagada… pero después me di cuenta de que… ¡Me había confundido con un humano! ¡Qué espanto! ¡Qué horrible! ¡Cómo pude ser tan ciega! ¡Cómo pude caer tan bajo!…. Sus amigos le decían “es una perrita”, pero él se hacía pasar por sordo… por ciego… por desmemoriado… Me acuerdo de un día que fuimos a jugar el tenis… la raqueta me pesaba un tonelada… me tocaba sacar, iba ganando 40-30 y de repente me puse a pensar… ¿por qué algunos tienen que ganar y otros que perder?… El mundo es para quien nace para conquistarlo, no para mí… aunque ahora alcanzaría con que la pelota pase la red y él no pueda devolverla… que pase la red y caiga como una tormenta, un huracán, un rayo que pasó y dejó su marca, su huella, la huella de la ingratitud… La pelota pasa, pica y listo, después todo son aplausos, el final del movimiento… ¿Y si en vez del movimiento fuese la quietud? ¿Por qué el rayo y no la piedra, el árbol o la sombra?… ¡Ah, la sombra! ¡La sombra de las playitas de Uruguay!… La sombra es cálida, fresca, tierna… La sombra siempre se alarga… cambia… bajo la sombra me siento tan plácida… serena…. quieta… inmóvil…. Todo se iguala en la penumbra, las cosas son intercambiables… los pensamientos aparecen… desaparecen… vuelven a aparecer… La sombra se parece a la ceguera… se parece a… se parece a… mí… ¡Yo también soy ciega!… ¡Por eso no embocaba una con la raqueta…! ¡Ahora me doy cuenta de todo!… ¡Ahora lo veo todo claro!… ¡Con razón tampoco me di cuenta de nada!… Mejor dicho… ¡Me di cuenta de todo!… ¡Me di cuenta de todo porque soy ciega! ¡Si hubiera visto no me hubiera dado cuenta de nada!… Estoy tan confundida… las cosas dan vuelta alrededor de mí… las cosas están quietas y yo me muevo… Necesito pensar… ¡Pensar en qué!… ¡Tengo que dejar de pensar! ¡Tengo que comprender lo que está pasando! ¡Pero cómo voy a comprender sin pensar!… ¡Debo haber llegado a este estado por pensar demasiado!… ¡Yo sólo quiero jugar al tenis en las playitas de Uruguay!… ¡Ah Uruguay!… ¡Qué lindo es Uruguay!… ¡Uruguay en verano!… ¡Las playas con eucaliptus!… ¡Qué hermosa era mi vida cuando iba a Uruguay!… En realidad nunca fui a Uruguay, ni conozco el aroma de los los eucaliptus… es más, detesto la playa, los árboles, los pájaros y hasta el ruido de la sombra… Sin embargo, extraño las playitas de Uruguay y su sombra de eucaliptus… Las extraño más que si hubiese ido, o quizá por eso, las extraño tanto porque nunca fui, ni nunca iré… ¡Nunca jamás!…. Todo es tan ambiguo… extraño lo que detesto, detesto lo que amo… todo es tan… tan… ¡Cómo si una especie de amnesia se hubiese apoderado de mí!… como si hubiera… como si hubiera perdido la… ¡Perdí la memoria!… Los recuerdos disparan para un lado, para el otro… ¡Qué contradicción! ¡Qué terrible es tener amnesia!… Por qué será que los niños no tienen amnesia… Me acuerdo de mi infancia, de mi cuchita, mis huesitos con gusto a frutilla… los tratamientos contra las garrapatas… ¡Qué hermosos son los recuerdos de infancia!… Tan lejanos… tan sencillos… los recuerdos… ¿los recuerdos?… ¡Los recuerdos!… ¡Cómo es posible que esté recordando en medio de un ataque de amnesia! ¡Me estoy volviendo loca!… Mi vida no tiene solución… ¡Soy una frustrada! ¡La tristeza es mi destino!… Estoy tan confundida… ya no sé… no sé nada… ¿A quién amo?… ¿Amo a mi amo?… ¿Amo a la otra perrita?… pero si la abandoné ni bien terminó el verano… ¡Los recuerdos van volviendo!… ya lo sabía… ¡Si no soy amnésica! ¡Soy una desmemoriada!… Ahora lo sé dos veces… ¡Soy redundante! ¡Por eso no tengo ningún encanto!… ¡Qué complicado que es todo! ¡La vida es tan difícil!… ¡Necesito hacer terapia!… Siempre tuve resistencia al psicoanálisis… el sentido excede al análisis, no lo resiste… Todo en mi vida está tan emnarañado… como un nudo imposible de desatar… Miro mi vida hacia atrás y parace una mala película… siempre esperando el tren en un pueblo por donde no pasa el tren… ¿Por qué algunos tienen que ganar y otros que perder?… Lo único que quiero es jugar al tenis… ganar 40-30, sacar y que la pelotita pase del otro lado de la red… ¡Quiero tan poco! ¡Y es tanto…! ¡Qué calor que hace!… No soporto más estos pelos… Al fin y al cabo todo es tan tonto… apenas… levemente… tan… tantas cosas… Tomé la decisión equivocada en el momento equivocado… ¡Todas las decisiones son equivocadas! ¡Siempre se toman en el momento equivocado!…. Balbuceo… no puedo hablar… tengo un nudo en la garganta… ¡Es el collar que me aprieta!… ¡Con razón siempre estoy afónica!… ¿Cuántos años tendrá este collar?… Llegó el momento de sacármelo… Cómo me gusta este pastito… la humedad bajo mis patas… Allá veo un parejita de enamorados… ¿Querrán una perrita?… Los miro y me dan pena, o tal vez alegría… tanto amor, tantas caricias… Voy a caminar como un cangrejito, de costado para que no me sientan llegar… Los voy a seducir con mis mejores armas… ¡Si supieran lo que pienso no se acercarían a mí!… Lo que pienso es indecible… ¡Por eso sólo se escuchan ladridos!… ¡Las perritas incomprendidas somos póstumas!… Soy como una cebolla, capa bajo capa, hasta llegar al corazón… El corazón: un diamante en bruto… Sé que podría llegar a brillar, llegar a ser más dura que el acero… Soy la pura potencialidad… Soy todas las posibilidades… La anulación de toda intención… El fracaso en tiempo real. Aquí llega la parejita… risas… roces… me miran… me están mirando… ¿Los saludo o los muerdo?