Tierra Adentro
El presidente Gerald R. Ford hablando con Chevy Chase, el productor de Saturday Night Live Lorne Michaels, John Belushi, Dan Aykroyd y otros. Dominio público.
El presidente Gerald R. Ford hablando con Chevy Chase, el productor de Saturday Night Live Lorne Michaels, John Belushi, Dan Aykroyd y otros. Dominio público.

John Belushi fue un hijo de la contracultura. Su personalidad era un compendio de lo más locuaz de la comedia universal: Groucho, los Freak Brothers, el humor horripilante de Miedo y Asco en Las Vegas, el lado oscuro del Rat Pack, etc. Y en sus inicios fue también un cómico crítico con el poder. Pero también fue un punk. Un sujeto problemático que resultaba embriagadoramente encantador.

Este año cumple cuatro décadas de haber fallecido. Y como una de las celebraciones de su desenfrenada existencia, se ha reeditado Como una moto. La vida galopante de John Belushi (Libros del Kultrum, 2022) de Bob Woodward. Una de las mejores biografías que se hayan escrito sobre figura alguna. Con una minuciosa narración de los últimos días del cómico, minuto a minuto, hasta el momento en que fue encontrado sin vida en un hotel de Los Ángeles.

Dos años antes salió Belushi (2020) del director R. J. Cutler. El documental cuenta el nacimiento, ascensión y autodestrucción de esta figura única en la historia de la comedia. Basada en fragmentos de entrevistas realizadas a gente cercana, y con un increíble acervo de imágenes y videos de las distintas épocas, más unas estupendas ilustraciones, se reconstruye la historia, de manera oral, del hijo pródigo de Chicago.

Surgido de las entrañas de Second City, la carrera de Belushi fue meteórica. De ahí saltó a National Lampoon y luego a Saturday Night Live. Su afición a las drogas se desarrolló de manera paralela a su incursión en el teatro. Drogarse formaba parte de la cultura imperante. Belushi era un artista underground, pero el éxito le puso a la mano un estilo de vida que estaba reservado exclusivamente para las estrellas de rock. Y Belushi pasó a formar parte de ese selecto grupo. Entabló amistad con las máximas estrellas del momento, como por ejemplo con los Rolling Stones.

Belushi es recordado sobre todo por la película Blues Brothers y por Animal House, su personaje Bluto es recordado por la escena donde se toma una botella de Jack Daniel’s de un trago. Sin embargo, es mucho más que eso. Era un ser humano complejo. Estaba enamorado perdidamente de su mujer pero había muchas inseguridades planeando sobre su personalidad. Pero fue gracias a su carácter contradictorio que encima del escenario fue imponente. Desde muy pronto tuvo que lidiar con demasiadas presiones. Y su vida es el ejemplo perfecto de cómo el estrellato te puede destruir. Era sumamente competitivo y con una personalidad adictiva. Las drogas, después del escenario serían su segundo hogar.

Su manera de actuar era tan natural que conectó con el gran público de inmediato. Y cuándo le preguntaban cómo era posible que se sintiera tan a gusto en el escenario el respondía que para él lo difícil era como la demás gente podía estar tan tranquila sin correr tras el éxito. Desde el momento cero para Belushi no existió nada más peligroso que ser él mismo. Una pesada carga que sólo pudo manejar con la ayuda de las sustancias.

Pero Belushi es más que una simple tragedia. Fue un líder, un músico y un actorazo. Se definió así mismo como un anarquista disciplinado. Su ética del trabajo no conocía descansos. Y creó a ese personaje sensacional que es Jake “Joliet” Blues. Un performance que la gente comenzó por creer que se trataba de una broma pero que al final descubrió a un cantante carismático y con un dominio del escenario monstruoso. Porque la comedia de Belushi era ante todo física. Y su desempeño como uno de los Blues Brothers era la cúspide de esa comedia del cuerpo.

En el blues encontró un refugio. Se convirtió en un especialista del género. Escuchó todo lo que se le puso enfrente y creó su propia banda, junto a Dan Akroyd: los Blues Brothers. Y entonces Belushi ya no era una rockstar honorario, alguien cuyas credenciales pertenecían a la televisión. Ahora era por derecho propio una estrella de rock. Que tenía una banda exitosísima.

Su aproximación al blues es una pista del alma atormentada que era. Y que pese a obsequiarles risas a millones de personas había en él una tristeza que no se podía sacudir. Por eso su proclividad al blues, porque sólo en este género podía encontrar paz. Pero como todo renegado, Belushi fue un entusiasta del punk. Y tocó la batería con los Dead Boys.

Belushi se quedó sin compañía en la soledad de la cumbre. No es que no tuviera amigos o una esposa. La fama es un lugar al que nadie te puede acompañar. Y murió, según el parte médico, de una intoxicación causada por una speedball (una inyección de coca con heroína). Y se interrumpió una brillante carrera. Belushi iba a aparecer en los Cazafantasmas. Y de méndigo a millonario fue escrita para él. Al final su lugar sería ocupado por Eddie Murphy.

Su muerte, a los 33 años, fue su último gran performance. No sabía hacer otra cosa más que acelerar. No conocía otra manera de conducirse más que como un caballo desbocado. No se podía ir de otra forma. Tenía que hacerlo por la puerta grande. Convertido en una leyenda. La leyenda de un niño albanés que atravesó el Sueño Americano a toda velocidad.