Tierra Adentro
"Obras I", Rosario Castellanos. Letras Mexicanas, FCE, 2015
“Obras I”, Rosario Castellanos. Letras Mexicanas, FCE, 2015

Un vientre seco —comparado con una nuez — es un vientre estéril, una semilla que al querer partirla con los dientes de la desesperación termina por desprender su amargura, llenándonos de un mal sabor de boca. Así es como Rosario Castellanos aborda la esterilidad, mostrándonos lo amargo que es para sus personajas atravesar  esta experiencia. La esterilidad o infertilidad, según la Organización Mundial de la Salud, es un trastorno del aparato reproductor (masculino o femenino) consistente en la incapacidad para lograr el embarazo después de 12 meses o más de relaciones regulares sin protección. Este tema es una búsqueda constante en la obra de la escritora y que irónicamente florece y se hace presente para mostrarnos la realidad que viven algunas mujeres. 

En las novelas Balún Canán y Oficio de tinieblas vemos cómo esta condición es percibida como un mal que acecha los úteros de dos personajas indígenas. En la primera novela, se afirma que Juana no tuvo hijos porque un brujo le había secado el vientre y en la segunda obra se describe al útero de manera similar a la anterior: el vientre de Catalina siguió cerrado. Cerrado como una nuez. Esta sequedad y dureza van más allá del órgano femenino y se transfiere al rechazo que ejercen sobre ellas las demás personas. Y, como bien lo dice el artículo de la Jornada Aborto en grupos étnicos de México, para la mayoría de los grupos indígenas, la esterilidad es como un castigo sobrenatural, mientras la fertilidad ha sido y es centro de cultos y ritos especiales. Esto se puede comprobar cuando Juana intuye que Felipe la iba a abandonar. Y así tenía que ser… porque Dios la había castigado al no permitirle tener hijos. La mujer se minimiza, considerando la maternidad como el único propósito de una mujer, haciendo a un lado su valor, y utilizando a la descendencia como un arma para retener a un hombre, a un marido. 

Las personajas Catalina Díaz Puiljá y Juana enfrentan las críticas y las burlas de las mujeres de su comunidad. A la primera, le lanzan las siguientes palabras: Tiene la matriz fría, diagnosticaban, burlándose las mujeres. Estaba señalada con una mala señal. Cualquiera podría despreciarla. Catalina siente la presión de la sociedad y en ella nace una envidia hacia aquellas que sí pueden embarazarse, en especial hacia Marcela, mujer que pare a un hijo producto de una violación, al cual, la Ilol, Catalina, cría como su hijo. 

En el caso de la personaja de Balún Canán, Juana es atacada por una mujer, esta la minimiza por no ser madre: tú, como no tienes hijos, no puedes saber lo que es esto. Lo anterior llevó a estas mujeres a buscar remedios para lograr el añorado embarazo y ser aceptadas por la sociedad, y de esta manera quitarse el estigma de la esterilidad. En Oficio de Tinieblas, Catalina: Consultó con los mayores; entregó su pulso a la oreja de los adivinos. Interrogaron las vueltas de su sangre, indagaron hechos, hicieron invocaciones. En Balún Canán, Juana acude a las infusiones milagrosas: Era en balde que macerara las hierbas… y que bebiera su infusión. En balde que fuera ciertas noches del mes, a abrazarse de la ceiba de la majada. Aquí podemos reflexionar sobre el tema y analizar que únicamente se les somete a las mujeres a buscar la cura del problema y, como dice Esther Vivas en Mamá desobediente: A pesar de que se habla mucho de la infertilidad femenina, una vez más cargando el peso de la culpa en las mujeres, la tasa de infertilidad masculina no hace sino aumentar. Lo anterior es una muestra del machismo que permea los vientres femeninos, pues los hombres evaden que ellos pueden ser los responsables de la incapacidad de engendrar. Esto puede traducirse en que no desean aceptarlo porque piensan que quizá van a perder su virilidad. A los hombres se les quita la responsabilidad, entonces no está de más replantearnos la siguiente pregunta: ¿Por qué se culpa a las mujeres de no poder concebir y se rechaza a la matriz llamándola seca, fría, entre otros adjetivos calificativos marcados de desprecio? Podríamos responder a esta pregunta afirmando que lo que se espera de cada una de las mujeres es que cumplan con la sentencia con la que se nos ha marcado desde el nacimiento: debemos ser madres porque poseemos una matriz, cuyo significado etimológico es “madre”.  Y, al aceptar nuestro destino, nos adentramos al sufrimiento, a la decepción de ser poseedoras de un vientre inerte, seco, árido, donde no germinará ningún rastro de vida.  

En Balún Canán, la personaja Zoraida experimenta también la esterilidad, pero no como las dos personajas mencionadas anteriormente, pues ella tiene una hija y un hijo. Al inicio de la novela se revela que ella no pudo tener más descendencia: Después de que nació Mario quedé muy mala. Ni un hijo más, me sentenció el doctor Mazariegos. Antes de esta declaración, ella menciona que se secó, pues cuando apenas se había casado era muy regular. Nuevamente la esterilidad del vientre, los ciclos menstruales irregulares que, médicamente hablando, de acuerdo con el portal del paciente de Panamá, son otros indicios de infertilidad [;] un ciclo menstrual demasiado largo, de unos 35 días o más, o demasiado corto, menor a 21 días, así como las menstruaciones irregulares o ausentes que pueden indicar que no estás ovulando. La autora hace referencia a un síntoma que puede revelarnos la causa de por qué Zoraida tiene un vientre seco. Mientras avanza la narración, la personaja menciona que, si no hubiera tenido hijos, su esposo ya la habría dejado, mostrando de nuevo el machismo, a la mujer vista como recipiente para engendrar, para perpetuar el apellido.   

Posteriormente, casi antes de culminar la historia, la esterilidad llegó a la vida de Zoraida como una desgracia, ya que los brujos del pueblo le lanzan un perjuicio: Hasta aquí, no más allá, llega el apellido de Argüello. Aquí ante nuestros ojos se extingue. Porque tu vientre fue estéril y no dio varón. Este maleficio se impregna en su útero y envuelve también su mente, su maternidad, pues comienza a experimentar miedo, angustia y a sobreproteger a su hijo Mario. ¿Cómo es que Zoraida es estéril si tiene dos hijos? Esta pregunta nos ronda como lectoras y lectores, y por supuesto, también a la personaja, pues como podemos ver se está presagiando la muerte de Mario; por su condición de hombre, es el único que puede perpetuar el apellido Argüello. Por lo tanto, La niña, la hija del matrimonio, es invisibilizada, como si no existiera, siendo arrasada por la esterilidad. Esta personaja es el alter ego de la escritora, quien tempranamente descubre que es menos importante que su hermano, el varón, el heredero de todo rango y privilegio por su condición masculina. El machismo invade la narración y la esterilidad adquiere un nuevo significado, por ello podemos descifrar que La niña no tiene nombre porque es minimizada por ser mujer.  El desenlace de la novela ocurre con la muerte del pequeño; la madre vive el luto como si se le hubieran muerto toda su descendencia. La hija mayor también es sepultada, ya que no podrá continuar con el apellido ni las tierras de su padre: el Cañaveral también se ve impactado por la esterilidad al quemarse por completo y al no tener un futuro dueño que se haga cargo del negocio familiar. 

En ambas novelas la esterilidad se manifiesta en sus personajas y en la tierra. Anteriormente se hizo hincapié en el Cañaveral incendiado, una tierra en la que ya no va a germinar más vida porque aquel lugar no es apto y solo las cenizas se alzan y florece la muerte. Esto representa la metáfora de la madre tierra, el útero que se abre para recibir la semilla y la cual no será plantada porque tampoco habrá nadie que la cultive a causa de la rebelión de los trabajadores indígenas. 

Y, regresado a la concepción de la tierra como madre y útero, en Oficio de tinieblas, a pesar de que Catalina Díaz poseía un vientre estéril, pudo dar a luz dentro de una cueva a los ídolos de barro. Como una diosa, amasó la materia del génesis y dio forma a seres de piedra. La mujer indígena se convirtió en creadora. El elemento de la cueva adquiere un significado, al igual que el temazcal; Felix Baez-Jorge, en su ensayo “El simbolismo de la vagina terrestre: metáforas de la fertilidad, el nacimiento y la muerte en Mesoamérica”, dice que el útero materno donde se concibe, crece y nace el hijo, en los que se equipara al conducto vaginal. Catalina se adentró a este vientre en la tierra y lo manipuló, imitando las contracciones y el parto. A pesar de que no podía engendrar, lo pudo hacer como una diosa, como una artista que imita la creación del universo. 

Otra personaja que también compensa su esterilidad mediante el arte, la creación, es Matilde, del relato Álbum de familia. La escritora afirma que es estéril; no tiene hijos porque ella ha decidido enfocar su vida en la escritura. Sin embargo, una colega le dice No eras estéril. Creabas. Tus más hermosos poemas datan de entonces. Los versos son parte del génesis de otra diosa que amolda cada metáfora y la transforma en estrofas que son como extremidades que se unen hasta complementar un cuerpo, un hijo que amamanta declamando la palabra, la vida. Posteriormente, ella dice: Bajo ellos sepulté mi vientre, sepulté a mi hijo. Pesan más que toda la tierra, pero él vuelve a resucitar, otra vez, otra vez. Matilde y Catalina son madres, una es la madre de la palabra, la diosa de la poesía y la otra, la diosa escultora. 

En la Antología poética de Rosario Castellanos, específicamente en el poema De la vigilia estéril, la poeta hace referencia a un vientre sin rastros de vida, donde no termina de germinar ningún embrión: Todos los muertos yacen en mi vientre. Sin embargo, esta esterilidad va más allá cuando se manifiesta en un verso: No quiero dar la vida. En la voz poética se muestra el nulo deseo de ser madre y hay una metáfora de la esterilidad que se traduce en no querer procrear y se refleja casi hasta el final del poema en el que declara: mis labios no saben de los himnos del parto. Hay resistencia y rebeldía en el poema, la voz rompe con la premisa que en su época era común: la mujer debe ser madre para realizarse, y la poeta se impone nuevamente: Antes, para exaltarme bastaba decir madre…/ Ahora solo hay un muro que detiene las aguas. Este muro funge como la base para no dejar entrar el agua, este elemento que significa vida y es indispensable para que surjan las plantas en la tierra. 

En sus poemas dramáticos, en la obra Salomé, la personaja de la madre lanza una frase a su hija que intenta apartarse del lecho familiar con un hombre: ¡Alégrate mujer que no pariste, /regocíjate, estéril. En Judith, la personaja menciona: No sé. Vine a mi boda/ y traía mi cuerpo vestido de caricias./ Y de pronto me palpo y me encuentro sembrada/ de cardos y de espinas. En esta declaración nuevamente vemos la esterilidad, la fauna de la que no emergen flores. Más adelante la Mujer 6 dice lo siguiente: Y mis hijos, la hiedra que ceñí a mi cintura han burlado mi vientre./ Y en mi vientre burlado hierven las alimañas y afilan su colmillo las serpientes. En esta parte, interpreto que nuevamente los posibles hijos se transforman en coágulos deformes que pronto serán expulsados, como fauna nociva del útero que los rechaza. 

Rosario nos enseña que, al final, la esterilidad puede ser amarga, dura y seca, que el deseo de ser madre en muchas ocasiones está enfocado en la presión que ejerce la sociedad, ya que se busca que una mujer dé a luz para que pueda mantener un matrimonio, un apellido; sin embargo, hay que esperar a probar el fruto, pues la maternidad no es el único fin para crear, hay algo más supremo para burlar al vientre estéril, el don que solo poseen las diosas y los dioses, algo más divino que nos muestra una cosa: no solo el útero tiene la capacidad de dar vida.

Bibliografía:

  1. Castellanos, Rosario, Antología poética, Editorial Colección Visor de poesía, España, 2017, pág. 148
  2. Castellanos, Rosario, Álbum de familia, Editorial Planeta Mexicana, México, 2020, pag. 157
  3. Castellanos, Rosario, Balún Canán, Editorial Fondo de Cultura Económica, México, 2020, pág. 239
  4. Castellanos, Rosario, Oficio de tinieblas, Editorial Joaquín Mortiz, México, pág. 368
  5. Félix, Baez, Jorge, “El simbolismo de la vagina terrestre: metáforas de la fertilidad, el nacimiento y la muerte en Mesoamérica”, p.p. 137-162
  6. Luna- Martínez, María América, Ronzón-Hernández, Zoraida, Baca-Tavira, Norma, “Vejez, magia y feminidad en Balún Canán, de Rosario Castellanos”, La Colmena, Universidad Autónoma del Estado de México, p.p 41-50
  7. Rodríguez, Gabriela, “Aborto en grupos étnicos de México”. Disponible en < https://www.jornada.com.mx/notas/2021/09/24/politica/aborto-en-grupos-etnicos-de-mexico/> [Consultado en Marzo del 2024]
  8. Vivas, Esther, Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad, Editorial Capitán Swing, España, 2021, pág. 325

Autores
(Saltillo, 1991) es poeta y narradora. Es autora de los libros Los orgasmos de la tierra (2016) y Han apagado ya las luces (2021). En 2022 fue galardonada conel Premio Nacional de Poesía Joven Francisco Cervantes Vidal.