El onirismo de El Ruletista y su tradición iberoamericana
Sueño, delirio, creación y realidad, conceptos opuestos entre sí, se hermanan en las ficciones de Mircea Cărtărescu. El autor vino al mundo el 1 de junio de 1956 en Bucarest, Rumania. Tuvo un tercer nacimiento en la literatura, esta vez como poeta; el segundo, quizá lo vio reflejado en su hermano gemelo Víctor, cuya ausencia lo inspiraría para llenar cientos de páginas con relatos en los que la memoria y la infancia vuelven a la vida cada vez que un lector acude a ellos.
Es esta forma de existencia la que distingue a “El Ruletista”, relato que trajo renombre a Cărtărescu y se publicó en Nostalgia (Impedimenta, 2015). En la historia existe un hombre más poderoso que el azar, quien aprovecha su mala suerte en la ruleta rusa porque es tan desdichado que una muerte en el juego es imposible.
El narrador en tercera persona, quien al inicio se presenta como un hombre muy viejo que presenció los hechos, al final se revela como el relato mismo y confiesa que vuelve a la vida cada vez que llega a él un nuevo lector. Desde la forma en que el anciano cuenta la historia del protagonista, Cărtărescu escribe esbozos de una vida realista, pero atravesados por acontecimientos tan extraordinarios como los sueños.
“El Ruletista” y sus inspiraciones
En opinión de Cărtărescu, los autores surrealistas que lo inspiraron también influenciaron a los escritores que desarrollaron el realismo mágico en América Latina. Uno de ellos, que escribía entre ambas corrientes, era Julio Cortázar, a quien el rumano estudió en sus años como narrador amateur.
Incluso al plantear una historia de un hombre que narra la vida de otro mientras se vale de supuestos recuerdos y delirios, como sucede en “El Ruletista”, recuerda a “La noche boca arriba” de Cortázar; por supuesto, con su propio estilo y variaciones que caracterizan al rumano como una de las voces más originales de su generación.
La semejanza anterior solo se da por la presencia de los sueños en la trama; sin embargo, el delirio es la base que comparte con otros autores latinoamericanos. Desde escenarios ilusorios hasta la difuminación entre lo real y la ficción marcan puntos de encuentro entre Cărtărescu y la tradición iberoamericana.
Se puede recordar a Alberto Laiseca, padre del realismo delirante, como el exponente de la literatura que se entreteje desde el delirio sin abordarlo solo como un tema de muchos, como asegura Ricardo Piglia en el prólogo de Los Sorias (1998), obra maestra del argentino.1 Es aquí donde el autor rumano y el argentino convergen. Ambos, interesados en la imaginación, comienzan a escribir desde terrenos alejados de la realidad, sin esperar una irrupción de lo fantástico en la realidad o contar un resumen burdo de un sueño. Los escenarios, situaciones y tramas son tan vívidas como la versión hiperrealista de un sueño.
Además, es innegable la forma en que el autor rumano tiende a evocar a Jorge Luis Borges. Relatos en Nostalgia como “REM” y “El Arquitecto” son evidencia, pues muestran, respectivamente, el infinito en un sueño y un piano de dimensiones cósmicas. Ambos son una suerte de Aleph hechos para mostrar la condición humana en tensión con el tiempo, los anhelos y la vida más allá de las convenciones terrenales.
De vuelta a “El Ruletista”, los escenarios de las fiestas en las que sucedían las sesiones de ruleta rusa eran granjas fantásticas con cualquier tipo de personajes: de la mafia, capos; de la farándula, estrellas; y de las esferas de poder, apostadores. Se reunían para observar el ritual de sacrificio con un hombre incapaz de morir. El cierre de una historia cargada de estos elementos solo podía finalizar con una contraposición al concepto mismo de final en un relato.
Incluso Cărtărescu desconfía de los alcances de las palabras para enunciar la naturaleza de “El Ruletista”. Al entender que su relato-personaje siempre vivirá en prosa, prefiere recurrir a la lectura como acto de evocación, uno con el cual las palabras sean prescindibles y la enunciación viva traiga vida a su obra: “Así cierro yo también mi cruz y mi mortaja de palabras, bajo las que esperaré hasta mi resurrección, como Lázaro, cuando oiga tu voz clara y poderosa, lector”.2
El acto creativo es un solenoide
En la obra de Cărtărescu, los sueños sostienen las tramas. Más allá de hacer un aburrido recuento de lo que un personaje imaginó mientras dormía, el autor se preocupa por conseguir el efecto ilusorio de la ensoñación. Mediante esa ruptura logra conformar un faro sombrío, cuyos claroscuros develan lo que habita en el subconsciente de los protagonistas. Un dominio del onirismo de este calibre subyuga a la realidad antes presentada y comienza a transformarla desde la creación.
Una de las obras que representa aquel viaje de forma fiel es Solenoide (Impedimenta, 2015). En esta novela, Cărtărescu explora desde la identidad de un escritor frustrado, su protagonista y probable alter ego, hasta la naturaleza de la realidad, entrelazadas por una máquina misteriosa conocida como el “solenoide”.
La trama presenta a un profesor de rumano en una escuela de barrio en Bucarest, atrapado en una vida monótona y una carrera literaria fracasada. La narración se desarrolla a través del diario personal del hombre. El elemento principal es el enigmático “solenoide”, un artefacto que tiene la capacidad de alterar la realidad y afectar incluso a Bucarest. Al activarlo, se desencadenan eventos que desafían la lógica y la naturaleza de la existencia.
Libertad, literatura, identidad, pasado y fantasmas de la infancia son las obsesiones que ponen en marcha la narración. También reflejan aspectos de la vida en Bucarest, un escenario sombrío y desolado, donde la miseria y la opresión del régimen comunista en Rumania son palpables. La única forma de cambiar esa realidad es entregarse a la creación literaria, un acto con el cual la libertad de la mente puede transformar el gris de la cotidianidad en una gama de matices solo reservada para los sueños y los mares sin fin de lo onírico.3
La invención del solenoide en la novela es una representación simbólica de los objetivos recurrentes en la obra de Cărtărescu: desafiar lo real y desdibujar la frontera que comparte con la ficción. A través del artefacto, la creatividad surge como herramienta para desafiar al mundo. Permite a los lectores transformar su realidad a través de la creación literaria.
Sin embargo, el autor se muestra escéptico con la figura del escritor y su relación con la literatura. El protagonista se debate entre la necesidad de expresarse a través de la escritura y la sensación de fracaso que lo atormenta. Cărtărescu critica la noción de éxito literario y reflexiona sobre la autenticidad del proceso creativo y la búsqueda de la identidad en la literatura.
La literatura del rumano, con sus misterios y su rica tradición, rinde homenaje a escritores como Franz Kafka y Jorge Luis Borges, cuyas influencias se perciben en la trama y el estilo de la obra. Un concepto similar al que cumple el solenoide se aprecia en La invención de Morel (1940), la novela de Adolfo Bioy Casares, considerada una de las primeras en desarrollar ciencia ficción en América Latina.
La máquina en esta obra argentina reta al tiempo y la memoria al mantener cautivos en un bucle eterno a un grupo de personas que repiten ciertas acciones ante los ojos de un reo que escapó de la prisión. En esta otra prisión en forma de fotografía interactiva, se transgreden los límites de la vida misma y el amor que el hombre siente por una mujer llamada Faustine.
Incluso, en entrevistas, Cărtărescu ha comentado que en sus años de estudiante tuvo un periodo de obsesión con Cortázar y Borges. La influencia de estos dos escritores se puede observar en Solenoide, donde se comprende y se pone en tensión la realidad.
El onirismo: una herramienta de disidencia ante el mundo
El onirismo, fenómeno literario que transporta a los lectores a un mundo de sueños, fantasías y surrealismo, encuentra su origen en Rumania a finales de los años sesenta. Su nombre, onírico, proviene del griego óneiros, que significa “sueños”. Este movimiento literario se ha destacado por su capacidad para representar el mundo de los sueños y las alucinaciones visuales, auditivas y táctiles que lo acompañan, creando un ambiente ilógico y fantástico que desafía las normas de la realidad.
Las características del onirismo en la literatura incluyen la presencia de elementos ilusorios, extraídos de una ensoñación: un tipo de experiencia más allá de las convenciones mundanas. También encuentra su existencia en la evocación del pasado en la que el tiempo deja de percibirse lineal a ojos del lector. Cobra vida con sensaciones vigorizantes, delirios febriles engendrados en la libertad sin horizontes del acto creativo.
Cărtărescu es uno de los autores más representativos del onirismo en la literatura. Sus libros, en particular su novela Solenoide, rescatan la crónica con monólogos interiores y una visión introspectiva, en una evocación a Marcel Proust. La principal diferencia es la forma en que el onirismo atraviesa la obra del rumano, donde el mundo de los sueños forma parte intrínseca con el mundo externo e interno. Así, las fronteras entre lo real y lo ilusorio se difuminan.4
El onirismo representa para el autor una forma de libertad ante una existencia entre reglas categóricas. Conforma un lugar en la existencia abierto a la imaginación y la creatividad, que supera las capacidades de un escritor ante el origen de una obra y la vida imperecedera que espera entre las páginas de un libro.
Como Cărtărescu mencionó en una entrevista para Canal 22, el onirismo es un proceso literario al inventar los sueños en la realidad de la ficción mientras se escribe. “Siempre supe que debo ser lo más pequeño posible, y convertirme en una pluma para el verdadero autor”, que no es otro sino la mente en un estado de libertad, donde se transgreden los límites de una vida sujeta a convenciones físicas, sociales y hasta políticas.
En la creación literaria, el onirismo se alcanza cuando un autor llega a ese estado de hechizo propio de los sueños, en palabras del escritor. Para comprender cómo funciona este elemento en la literatura, es necesario recurrir a la introducción que Marian Ochoa de Eribe Urdinguio, traductora al español de la obra del rumano, hace en Nostalgia, donde explica que Cărtărescu toma la actividad oscura del subconsciente para escudriñar en el lado oculto de la realidad.5
Cărtărescu encuentra un punto en el que se manifiestan las imposibilidades del mundo material. En sus relatos aparecen memorias mezcladas con fantasías, máquinas capaces de alterar la realidad, y fantasmas del pasado que desafían presente y futuro. Con el onirismo de sus páginas se presentan vías de rebelión ante las leyes de la cotidianidad y se conforman lugares habitables de la ensoñación orientados hacia la disidencia. Con su mirada tan próxima al subconsciente, explora desde el cuerpo los anhelos y obsesiones del alma.
Un proceso literario como este también implica un desafío a las imposiciones del lenguaje. Nicolae Ceaușescu, del Partido Comunista Rumano, estableció su régimen desde el 30 de diciembre de 1947 hasta el 22 de diciembre de 1989. En la década de los ochenta, el gobierno incomodó a los poetas y autores oníricos que mostraban osadía al expresarse en una literatura que escapaba al control ideológico y mostraban, por medio de su imaginario, un deseo libertario.
Junto a Mircea Cărtărescu, considerado un representante de la generación de los ochenta en Rumania, otros autores han contribuido al desarrollo del onirismo en la literatura. Entre ellos, destacan nombres como el poeta y escritor Gellu Naum, y Gherasim Luca, reconocido por su poesía experimental.
La fuente real de la ficción en El ojo castaño de nuestro amor
Entre los sueños y símbolos del imaginario de Cărtărescu hay un esbozo de realidad, una base vivencial desde la cual parten las historias hacia terrenos oníricos. Esta fuente se encuentra en El ojo castaño de nuestro amor (Impedimenta, 2016), el libro de ensayos respecto a la memoria, el amor y la visión del autor acerca de “hacerse un nombre” en la literatura y escribir desde una visión europea.
La obra fue galardonada con el premio de la Feria Internacional del Libro de Literatura en Lenguas Romances 2022, debido a la desnudez con la que el rumano examina sus recuerdos y las experiencias personales desde las que tomó inspiración para algunos de sus relatos más afamados. Entre las revelaciones aparece una que podría explicar el inicio de su romance con el onirismo: una mujer durmiente con los ojos abiertos.
Un joven Cărtărescu, precarizado entre las calles de un Bucarest asediado por la militarización, se enamoró de una chica que lograba hechizarlo. El aspecto que él más valoraba de ella era su capacidad para dormir sin cerrar los ojos. Era una especie de ritual en el que se observaba aquella tierra del delirio con más detalle. Al despertar, la mujer narraba sus sueños con los que accedía a una mirada reflexiva tan clara que era difícil encontrar la diferencia entre sus recuerdos y lo ilusorio.
La forma en la que soñaba la joven sirvió de guía para encontrar una vía al onirismo que Cărtărescu perseguía desde sus días de universitario. Incluso la retrospección de la chica a través de sus sueños permitió que él accediera a una construcción verosímil de personajes femeninos, un encuentro con la voz que él considera su hermana en las narraciones.
Con su guía a través de la tierra de los sueños, Cărtărescu también logró dominar el lenguaje simbólico de sus inicios en la poesía y plasmarlo en una prosa capaz de tomar la ficción como la realidad única. Así logra adentrarse en sí mismo e iniciar un viaje hacia afuera para representar Bucarest y su constante lucha por libertad entre las trincheras asfaltadas que llamaba calles.
Una coincidencia, impulsada por la precariedad, es la forma en que Bucarest es comparada con las grandes urbes de América Latina por el mismo Cărtărescu. En la misma entrevista con Canal 22, él admite que las personas suelen referirse a la capital rumana como una ciudad latinoamericana perdida en Europa. Al igual que en la mayoría de escritores hispanohablantes, los regímenes dictatoriales y la marginación de la urbe atraviesan al autor.
Los cuentos y las novelas del rumano de alguna manera llegan a la misma pugna entre lo ordinario y las posibilidades infinitas de la creación. El onirismo se volvió en su obra una estrategia para rebelarse ante la normalidad, una forma de habitar un entorno hostil, represivo y lúgubre como es descrito Bucarest a menudo. Ante un contexto tan funesto, la única compañía permanente son los fantasmas, presentes durante la infancia y gran parte de la vida adulta de Cărtărescu.
Es en “El ojo castaño de nuestro amor”, ensayo que titula al libro, donde se ofrece un testimonio de la obsesión del autor por el pasado. Víctor, su hermano gemelo, lo acompañó durante su primera infancia. Junto a su madre, los tres colmaron de amor un hogar casi en ruinas durante cerca de cinco años.
Al abrazarse, sus frentes se encontraban y aquellos tres pares de ojos se fundían en uno solo, color castaño, desbordado de amor. Esta imagen Cărtărescu la considera una forma simbólica de representar parte de su vida, producto del onirismo inherente a sus creaciones, e inicia su fascinación por la pérdida y los fantasmas en su memoria.
Víctor falleció antes de cumplir cinco años debido a una neumonía mal atendida. El padre del escritor gastó hasta su última moneda para salvar a su hijo, pero ni siquiera su determinación pudo frenar la muerte ni el dolor que lo acompañaría el resto de su vida al sepultar un féretro pequeño y vacío, porque nunca fue devuelto el cadáver por las instituciones de salud.6
Es un doble luto arraigado a la mente del rumano. ¿Cómo sería posible mantenerlo vivo a través de los años? Mircea Cărtărescu se decanta por la evocación, surge como la única manera de mantenerlo a su lado, pues escapa de los sueños y de los límites de la palabra escrita.
El poder de la enunciación trae a la vida aquello que sobrevive en la memoria, y una forma de convertirlo en vivencia es encarnarlo por medio de la realidad que ofrece el onirismo. Porque si de recuerdos se habla, la frontera entre los hechos y las ensoñaciones se hermanan con el tiempo. Un principio que mostró desde las páginas, o cuerpo, de “El Ruletista”.
Fuentes:
Canal 22, Tratos y retratos. Mircea Cărtărescu 1, México, 2019. Disponible en https://www.youtube.com/watch?v=KD2IkT18vIo&t=239s
Cărtărescu, Mircea, Nostalgia, Impedimenta, Madrid, 1993.
Cărtărescu, Mircea, Solenoide, Impedimenta, Madrid, 2015.
Cărtărescu, Mircea, El ojo castaño de nuestro amor, Impedimenta, Madrid, 2016.
Laiseca, Alberto, Los Sorias, Gargola Editorial, Buenos Aires, 2006.
Matute, Fran G., “Cartarescu se condensa en Solenoide”, El cultural, 2018. Disponible en https://www.elespanol.com/el-cultural/letras/novela/20180112/cartarescu-condensa-solenoide/276723913_0.html
Núñez Jáuregui, Guillermo, “Solenoide, de Mircea Cărtărescu”, Revista de la Universidad, México, 2018. Disponible en https://www.revistadelauniversidad.mx/articles/9e2feb08-b03c-42d4-9dfa-3bb455d3a4ce/solenoide-de-mircea-cartarescu
Ruiz Ramírez, Víctor A., “La subjetividad onírica en el relato literario”, Tópicos del seminario, núm. 40, Puebla, 2018. Disponible en http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-12002018000200091
Villanueva, Alba Diz, “Una aproximación comparada a la ciudad-sueño: Mario Levrero y Mircea Cărtărescu”, Lexis, vol. XLIV (1), 2020. Disponible en https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lexis/article/view/22382/21632
- Alberto Laiseca, Los Sorias, Gargola Editorial, Buenos Aires, 2006.
- Mircea Cărtărescu, Nostalgia, Impedimenta, Madrid, 1993.
- Mircea Cărtărescu, Solenoide, Impedimenta, Madrid, 2015.
- Alba Diz Villanueva, “Una aproximación comparada a la ciudad-sueño: Mario Levrero y Mircea Cărtărescu”, Lexis, vol. XLIV (1), 2020. Disponible en: https://revistas.pucp.edu.pe/index.php/lexis/article/view/22382/21632
- Mircea Cărtărescu, Nostalgia, Impedimenta, Madrid, 1993.
- Mircea Cărtărescu, El ojo castaño de nuestro amor, Impedimenta, Madrid, 2016.