Tierra Adentro

Titulo: Ornamento

Autor: Juan Cárdenas

Editorial: Periférica

Lugar y Año: España, 2015

El narrador de Ornamento es un hombre de ciencia. Trabaja para un laboratorio farmacéutico que le ha pedido desarrollar una droga recreativa exclusiva para mujeres. La droga, sintetizada a partir del jabón que usan para lavar la ropa unas lavanderas de la región, debe ser probada en un entorno controlado antes de salir a la venta para el gran público. Así es como el laboratorio contrata a cuatro mujeres de clase baja y escasa educación: el narrador es el responsable de consignar los efectos que la droga surte en ellas. Todo esto sucede, cabe añadir, en una ciudad distópica pero apenas ligeramente distinta de lo que podría ser la Bogotá actual.

Número 4 es una de las mujeres que han accedido a probar la droga a cambio de un pago. A diferencia de las otras tres, relata durante el trance ensoñaciones y complejas escenas familiares que el narrador transcribe fascinado, con una curiosidad que va más allá del celo laboral. Entre Número 4 y el narrador surge, de este modo, una complicidad que trasciende la relación impuesta por el orden de los negocios.

La mujer del narrador, por su parte, se dedica al arte. A las artes visuales, específicamente. A las artes visuales en las que prima el buen gusto, se nos aclara. Se dedica, vaya, al ornamento. Cuando los experimentos han concluido y la droga recreativa para mujeres sale a la venta al público, el narrador, la mujer del narrador y Número 4 se enredan en una relación sexual y sentimental a tres bandas. Una relación regada por el consumo de la droga (que ha resultado ser altamente adictiva) y por las crecientes fricciones en el matrimonio.

Esta nítida trama es sólo el pretexto o el punto de partida que Juan Cárdenas utiliza para desbordar el artefacto «novela». La discusión que, como un río subterráneo, recorre las páginas de Ornamento tiene mucho que ver con países como Colombia y como México. Es una discusión política cuyos puntos cardinales son las drogas, el lugar de la mujer en nuestras sociedades, la desigualdad económica y el papel del arte.

La novela se divide en cuatro secciones: «Gracia», «Economía», «Economía II (Lo que dijo Número 4 cuando nadie escuchaba)» y «Simetría chueca». Mientras que la voz del narrador masculino es la responsable de hace avanzar la trama en las dos primeras secciones, trazando un retrato de Número 4 en negativo, la tercera sección del libro da la palabra (escuchada por nadie, se nos aclara significativamente) a esa mujer que hasta entonces ha sido solamente objeto de deseo y juguete sexual (primero del narrador, que está ante ella en una relación de superioridad laboral, y luego de la pareja, que está ante ella en una relación de superioridad económica). La historia que cuenta esta mujer, en la que el abuso sistemático es expuesto con la textura —la prosa— de las pesadillas, le da un sentido completamente distinto a la novela. No se trata ya, solamente, de los conflictos de una pareja de clase media dedicada a la ornamentación del ocio (vía el arte contemporáneo o las drogas de diseño), sino que irrumpe esa otra voz como un recordatorio brutal de que hay una realidad violenta y turbia más allá de los espacios de seguridad de las clases privilegiadas (el laboratorio del narrador es defendido por monos araña amaestrados, mientras que su edificio cuenta con un diligente portero que toma nota de los taxis que van y vienen).

Juan Cárdenas había encontrado ya, con Los estratos (2013), un lenguaje de una densidad inusual en la nueva narrativa latinoamericana. La prosa con que construye esta nueva novela lleva ese trabajo a un nivel aún más consciente y devastador. No estamos aquí ante el español internacional que anima los libros más inocuos de la actualidad, pero tampoco se trata de un coloquialismo automático, que busque reproducir (como si fuera posible) el habla bogotana de una determinada clase. El autor inventa un idioma afilado que se mueve entre las ideas y la trama con la misma violencia y la misma determinación. Pasa de las frases breves a las complejas estructuras de subordinación y un ritmo frenético en las secciones más perturbadoras. Aquí es donde se nota el oficio de traductor de Cárdenas, que ha vertido a nuestro idioma, entre otros, a Faulkner, Conrad, Machado de Assis y Eça de Queiroz.

No es del todo sorprendente descubrir que la crítica al arte contemporáneo que Ornamento desliza entre sus páginas ha sido puesta en práctica por Cárdenas, además, como curador y crítico de arte. El tema está muy presente en la novela y es uno de los ángulos más sugestivos de la misma. Dice en algún punto el narrador: «Mi arte es para todo el mundo, para cualquiera, no hace falta saber nada de antemano, no se requieren intérpretes dotados de una lengua hermética, ninguna liturgia. El único espacio de legitimación es el mercado, o sea, el cuerpo y el mercado». Novela de alta densidad —en términos de ideas, trama, lenguaje—, Ornamento es la confirmación de que Juan Cárdenas es uno de los escritores de habla hispana más interesantes del momento.