Tierra Adentro

 

Cecilia, en la sala de espera de hospital, sentada en una banca a punto de romperse, esperando saber noticias de mí. Para evadirse, trata de leer. Imposible: todas las novelas hablan de nosotros.

Sergio Loo, Operación al cuerpo enfermo

Hablar de Sergio Loo es hablar del cuerpo: del suyo, del nuestro, del cuerpo del lenguaje. Si tuviera que trazar una línea que cruzara transversalmente su obra, sería precisamente ésa: el cuerpo como instrumento de placer, como espacio de reposo o vehículo en movimiento, como materia susceptible de ser reprimida o silenciada, como catalizador y como contenedor de la experiencia. Sobre todo, del cuerpo como entidad capaz de transformarse.

La potencia de la escritura de Loo no descansa solamente en su extraordinaria sensibilidad o en el sagaz registro de sus experiencias más íntimas, sino en el domino del lenguaje y el arrojo con el que manipula las palabras. No se trata de una excesiva corrección lingüística, al contrario: Loo se aleja lo más que puede de la intransigencia disfrazada de refinamiento o de buen juicio. Me refiero más bien a su uso de la imaginación como herramienta en la escritura, pero de la imaginación en el sentido más amplio: como la indomable facultad de representación y expresión presente en su trabajo.

Hay dos virtudes en Loo que son difíciles de encontrar juntas en un mismo escritor: un afán lúdico inquebrantable y un estricto –por inteligente, no por rígido– manejo del lenguaje. Dotado de una mirada crítica que privilegia el humor (negro), se trata de un poeta que le apuesta todo al poder de las palabras incluso en las circunstancias más adversas:

Le pregunto al doctor si la tumoración que tengo es grave (no responde), si es cáncer o un tumor y qué diferencia hay entre un tumor y el cáncer (mira fijamente los estudios), le pregunto si me van a operar (no dice nada)…[1]

Aunque se le conoce más como poeta, él se definía a sí mismo como narrador (o como “desescritor”, según cuenta Jonathan Minila en una nota en Guardagujas). ¿Es un poeta que narra, un narrador que hace versos? Lo cierto es que su obra se resiste a cualquier etiqueta: en sus páginas, los límites entre géneros se desvanecen para dar paso a una escritura completamente libre, como libre fue él, o quiso serlo, que es lo que importa y sobre lo que quiero hablar hoy.

El cuerpo erótico

Si bien de manera sutil, esta afortunada combinación de vivacidad y agudeza crítica está presente desde Claveles automáticos (Harakiri, 2006), su primer libro.

A veces jugamos a peleara que yo corro delante de los objetos iracundos que me lanzas.A veces aciertas y me descalabras y te da risa, pero es sólo para jugar a pedirme perdóncuando yo juego a que me voy un rato.

Pero es hasta Sus brazos labios en mi boca rodando (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2007) que Loo se apropia completamente de los recursos lingüísticos que terminaron siendo característicos de su escritura, por ejemplo la reducción al mínimo de signos de puntuación, incluso en los fragmentos escritos en prosa, y el uso de la página como espacio de juego entre las palabras y el silencio (es decir, como espacio de libertad):

Se había arreglado para mí Tenía la cara limpia y fresca su camisa de algodón y su cuarto olía                           a fruta fresca recién comprada                           a lo que dicen que huele el bosque                            a conmigo vuelve

Su barbilla afeitada se recargó en mi hombro al recibirme se acurrucó

¿Quién antes lo había hecho por mí? ¿Cómo no pisotear mi promesa de jamás vuelvo con él jamás?

Entonces rodee su espalda besé su bocay el resto de la tarde el colchónaquel donde Jesús y Luis enroscados me/nos encubrió

 

La voz poética de Sus brazos labios en mi boca rodando es además abiertamente homosexual, transformando al cuerpo en una objeto de goce que, si bien problematizado, desborda su capacidad de dar y recibir placer:

Fui            Al tercer día (necrófago) fui a buscarle      La ventana de su habitación estaba hueca y en ese hueco Luis y yo         fumábamos desnudos corríamos sobre nuestros vientres lamíamos cerdos la cerveza derramada y reíamos         nos burlábamos de aquel    oscuro de envidia         que al mirarnos         nos creía de fuego

El cuerpo en movimiento

Loo pasó sus primeros años como poeta trabajando también en House. Retratos desarmables (Ediciones B, 2011), una novela de casi 300 páginas. Los cuerpos de sus protagonistas –Luis Rafael (oficinista), Sonia (chica punk) y el dj (narrador) con el que comparten departamento– están en constante movimiento y viven marcados por la violencia que implican los roles sociales demasiado estrictos y por un remix de situaciones descrito por Juan Pablo Ramos como “una especie de instalación en la que coexisten performances sangrientos en La Purísima, pequeñas piezas teatrales oníricas y photoshoots en fiestas alocadas”.[2]

La fascinación de Loo por la urbe/máquina de habitar que se hace presente en House continúa en su tercer libro de poesía, Guía Roji (Instituto Veracruzano de la Cultura, 2012). Aquí, el tono intimista de su trabajo anterior toma un contexto más urbano, más perdido en las calles de la ciudad: el poeta escribe como trazando un mapa entre el caminante y un entorno familiar cuya estabilidad yace en la simple repetición de convencionalidades.

Dice en Alameda Central:

Escucha tu corazón y ven a cenar con nosotros tu familia Todos debes estar festejando ahoraAl unísono todos deben 12 uvas para el niño Jesús¿Por qué no quieres ser feliz?Tú quieres cambiarle el nombre a las cosasTienes errores den la frente y problemas de aprendizajeNo entiendes que la av Reforma engalanada de flores de nochebuenaNo entiendes que la av Reforma se ilumina para desearte feliz año nuevo y túno escuchasPero con nosotros no cuentes no nos vamos a dejar arrastrar por ti¿No sientes la magia Coca Cola?

Tú quieres cambiarle el nombre a las cosas, es uno de los reproches del poema. Es cierto: Loo quiere tomar las cosas entre sus manos, observarlas, exprimirlas, ponerles nombre (porque nombrar las cosas también es una manera de tocarlas):

¿Hubo tráfico? ¿Cómo estás? Lo sentimos muchoRafa llegó tarde porque no sabía qué ponersela camisa negra o la playera negra con el pantalón negro o la gabardina negra conlas botas negras o el cinturón negro o la otra camisa negra o alguna playera negrao la chamarra negra o          Discúlpenloes su primer luto de verdad.

 

El cuerpo de viaje

Postales desde mi cabeza (Universidad Autónoma de Nuevo León, 2014), el último libro publicado en vida de Sergio Loo, es justamente lo que su nombre indica: un álbum de instantáneas tomadas al interior de un cuerpo. Solo que este cuerpo escribe desde la distancia –está escrito desde Barcelona, donde Loo vivió algún tiempo– y lleva ya varios años tomado por la enfermedad (en 2011 Sergio fue diagnosticado con un tumor cancerígeno en la pierna):

Y ahora estoy aquí “a por ello” tragando 3 pastillas de paracetamol al día con café insípido de Erozki en una taza de turista que dice I Love BCN

(un día amaneces en el negro pero ya estás acostumbrado) (perdiste el viaje) (sólo estás lejos)

¿Quién es el remitente de estas postales? Se me ocurren varias posibilidades: su madre, sus hermanos, sus amigos, algún amante. Pero las cartas son sobre todo diálogos consigo mismo, maneras de hacerse presente en su propio cuerpo a través del lenguaje, ese salvavidas:

(cerrar los ojos hasta olvidar cada nombre) (borrar mi nombre escrito en la playa de nuestra niñez ahora toda tuya) (las fotos de paisajes me conducen a experiencias ajenas / reconfortantes / de plástico) (decir de mi pasado un nuevo plástico) (decir de mí una playa artificial –llena de bosques de bondad– y ejecutarla) (fui feliz) (destruí la cámara como a la amenaza de un futuro álbum fotográfico) (no más recuerdos) (decir fui feliz y sonreír como una playa recién inventada) (abolir la construcción de un nuevo pasado) (enterrar nuestra niñez de conchas rotas destrozadas para siempre junto al cadáver de nuestro padre) (tuve que hacerlo) (enmarcada la foto de mi padre en un muro al que no pienso volver) (romper el marco o llegar aquí) (no regresar)

 

Hermanita

pienso mucho en nosotros

El cuerpo enfermo

En las líneas finales del ensayo Literatura + enfermedad = enfermedad, Bolaño escribe que Kafka comprendió que ya nada lo separaba de la escritura el día en que por primera vez escupió sangre. No es casualidad que Bolaño haya pensado así: él sufrió en carne propia una serie de padecimientos hepáticos que, antes de causarle la muerte, provocaron en él una transformación radical.

Algo así le sucedió a Sergio Loo en la última etapa de su enfermedad, tiempo en que escribió Operación al cuerpo enfermo, editado de manera póstuma por Acapulco y la UANL en 2015. El libro es un registro de la experiencia no sólo de la enfermedad (una especie de diario de hospital) sino la plena conciencia de un cuerpo que empieza poco a poco transformarse en otro:

Pensaba que era un músculo. Pensaba que un músculo puede desarrollar sin que implique un problema de salud. ¿No puede uno simplemente estar mal hecho? No, dice el doctor, mientras firma una nota ilegible en la que me envía al oncólogo. ¿Oncólogo? Oncología: véase problemas.

Loo se apropia del tumor enemigo y acoge ése cuerpo extraño en su cuerpo –mi tumor, dice, tan mío como mi cabeza o mis pulmones– de una manera radical:

La enfermedad ha logrado ser irreversible. Echa raíces al futuro y, por lo tanto, al pasado. Expropiación del punto focal: la misma historia narrada desde mí mismo pero otro protagonista: la nueva vida a partir de estar enfermo.

Esta transformación se encuentra al centro de Operación al cuerpo enfermo: las mutaciones de las células son también mutaciones del lenguaje y ambas impactan, a su manera, en la identidad del paciente (el que padece y el que aguarda). Las palabras son cuerpos extraños: pudiera ser, dice Loo, que el lenguaje fuera una enfermedad para el silencio.

El cuerpo ausente

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El 28 de enero el mundo cumplió tres años sin Segio Loo. Para mí (y aquí me voy a permitir un momento de sentimentalismo) su ausencia es especie de orfandad en horizontal: no tuve amistad directa con él pero sus palabras me han tocado y transformado como ningún otro escritor de mi generación. Y eso es una forma de la amistad.

Mi edición de Postales desde mi cabeza lleva la firma de Sergio en la portadilla. A un costado, Reyna, su madre, agregó dos palabras en su hermosa caligrafía: en ausencia. Pero, ¿qué es un cuerpo ausente?, ¿qué parte de nuestro cuerpo permanece?, al morir, ¿no queda algo de nosotros en lo que escribimos, en lo que enunciamos, en aquello a lo que le pusimos nombre?

Hacia el final de Operación al cuerpo enfermo Sergio propone un acuerdo: recordar es existir y existir es ser recordado. Si para él escribir fue  una manera de recordar, entonces recordarlo en nuestra manera de darle vida.

 

[1] de Operación al cuerpo enfermo

[2] Otra novela de Sergio Loo, Pesadilla en la Narvarte del infierno, fue seleccionada para su publicación por la editorial Moho en 2013. Que yo sepa, no ha sido editada.