Tierra Adentro

Como parte de nuestro número del agua, pedimos al fotógrafo Balam-ha’ Carrillo que se adentrara a lo que aún existe de líquido no entubado en el valle de México. En este portafolios vemos una inesperada relación del agua con los habitantes de la región más transparente.

 

 

Durante cientos de años los recursos acuíferos del valle de México han sido desperdiciados y contaminados. En la época de Tenochtitlán cuarenta y cinco ríos descendían de las montañas y volcanes para nutrir a los cinco antiguos lagos: Chalco, Xochimilco, Texcoco, San Cristóbal, Xaltocan y Zumpango. Actualmente sólo quedan el Zumpango y Xochimilco, tres manantiales y los ríos completamente contaminados o entubados.

Este trabajo fotográfico se centra en mostrar esos pequeños momentos de vida y belleza que pasan con el agua en la ciudad capital del país, desde la gente que se divierte en las fuentes del monumento a la Revolución, hasta las aves marinas que se ven en el Canal Nacional y en Xochimilco. Todas las imágenes fueron capturadas a escasos metros del ruido de los autos, donde el único flujo, también detenido, parece ser el de los carros.

Los cabellos de Ofelia ondulan como amas bajo el agua. Antes de que el vestido, a cada instante más pesado, termine de empujarla hasta el fondo del río, sus manos, que habían permanecido sujetas sobre su pecho, se desenlazan y todo su cuerpo se anemona en un vaivén apacible. El agua no tiene prisa, su tiempo no pertenece a este mundo. Dicen que si no te resistes es casi como un abrazo, el cuerpo recupera lentamente su memoria anfibia, los pulmones ya no duelen, recuerdan que el verdadero medio hostil es el aire. Ofelia se deja mecer hasta quedarse dormida, como una niña sobre el regazo de su madre.

 

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