Tierra Adentro
Portada cortesía del autor.
Portada cortesía del autor.

El 26 de diciembre de 1982 la revista Time nombró a la computadora como persona del año. A 40 años de esta controvertida decisión, el debate sobre si las máquinas pueden desarrollar conciencia (y por lo tanto ser consideradas personas) está más presente que nunca con las IA de dibujo, chat y demás que últimamente se han viralizado en redes sociales.

Lxs más puritanxs dirán que nel, que una máquina no debe ser considerada una persona porque no tiene alma, pero ¿qué es un alma? ¿Cómo sabemos es exclusivamente humana? ¿Por qué este rechazo hacia la máquina?

“El Valle Inquietante” es un término acuñado en 1970 por el profesor Masahiro Mori; se refiere a la hipótesis de que un robot con cierta semejanza humana nos generará una empatía, pero al ir aumentado el parecido esta respuesta positiva se convierte en repugnancia.

Esto sucede porque si una entidad tiene características demasiado humanas tendemos a compararla con unx de nuestra especie, por lo que al ser semejantes, pero no parecidos causan en nosotrxs la misma sensación que ver un cuerpo enfermo o incompleto. Es posible que esta comparación se dé no solo a nivel físico sino también mental.

En meses recientes, Internet se ha llenado de imagines realizadas por Inteligencias Artificiales como Dall-E y Craion, que toman referencias de una base de datos para crear sus propias obras con los parámetros indicados por lxs  usuarixs. 

Esto reavivó las discusiones respecto a la posibilidad de que las máquinas terminen reemplazando a lxs artistas. Uno de los argumentos que varias personxs dieron en redes es que las máquinas no saben dibujar manos chidas, pero, oh sorpresa, la bandita que recién da sus primeros pasos en las artes plásticas, tampoco es muy rifada con las manos.

Definitivamente el aprendizaje y la creación llevados a cabo por una máquina son diferentes a los nuestros; sin embargo, sigue habiendo características en común. Para Aristóteles el proceso cognoscitivo parte de la Sensación. ¿Puede una máquina sentir? 

Las sensaciones son una forma que tiene el cuerpo de recibir información. Un programa de computadora no tiene papilas gustativas u oídos, pero a su manera también recibe información de sus programadorxs y usuarixs.

Revisemos el siguiente paso: la Experiencia; ésta se da mediante la memoria, la percepción y finalmente la elaboración de conceptos. ¿Cómo se da en una máquina? Al ingresar los parámetros de creación, el programa revisa en su base de datos las imágenes o información relacionada con los términos dados; podría decirse que recuerda.

No sé si las Inteligencias Artificiales tengan una “percepción” de las cosas, pero hay dos casos que podrían darnos una idea: Loab es un críptido o creepypasta creada por una IA. Al ingresarle valores negativos a la palabra “Brando”, le otorga cierta  libertad creativa a la máquina, ya que se le pide elaborar  un rostro lo más diferente posible a Marlon Brando.

El resultado es un rostro peculiar (muy parecido por cierto a la Dra. Polo de Caso Cerrado), que al usarlo para alimentar estas IAs genera imágenes grotescas; el otro caso de críptidos digitales es el “Crungus”, pues al ingresar esta palabra la aplicación de dibujo genera imágenes de un monstruo  nunca antes visto.

Loab

Loab

Crungus

Crungus

Estos casos nos sirven para demostrar que una máquina puede generar sus propias “ideas” (las cuales claramente dependen de su programación y contexto, ¿pero no depende también de eso nuestra propia percepción?)

De la Experiencia surge la Techné, Técnica o Arte, que consiste en la elaboración de procesos más detallados; una máquina es capaz de “aprender” de sus propios procedimientos, así como de la reatroalimentación dada por usuarixs y/o programadorxs para mejorar las creaciones. Un ejemplo de esto es Dall-E 2, que al igual que la IA de negociación creada y cancelada por Facebook, creó un idioma propio. “Wa ch zod rea” significa en Dalleano “criaturas marinas que podrían comer una ballena”.

Después de la Techné viene la Sofía o sabiduría, es decir, la filosofía, que para Aristóteles se da al abstraer lo inteligible, al separarlo de la materia. En Heidegger, el ser humano es capaz de filosofar porque es Dasein, el ser arrojado al mundo y el que se pregunta por el ser al tener consciencia de su muerte.

¿La máquina se pregunta por la máquina?  Al plantearle esto a los chatbots podemos encontrarnos con una variedad sinfín de respuestas, pero es notoria la noción de “identidad”. El Dasein, el ser arrojado también, o mejor dicho embarrado en el mundo y al estar inmerso en éste, define a su entorno como una otredad, mientras que a su interior lo concibe como un “yo”.

Quién sabe si la máquina sea consciente de su finitud, ni siquiera sabemos si la máquina sea finita, pues hay que tener en cuenta su entorno: El Internet, lo hyper.

La Red es considerada un hipertexto porque está compuesta de diferentes hipervínculos conectados entre sí, su alcance es global y la información que contiene se actualiza a cada segundo. Visto de esta manera, Internet es la mejor obra de literatura digital que ha existido nunca. Todxs la construimos diariamente y el inconsciente colectivo parece hacerse cada más presente.

Tal vez no sea casualidad que al darle libertad creativa a la máquina ésta arroje un ser bastante parecido a la señora que en tantos memes hemos visto golpeando la mesa, bajo la leyenda “caso cerrado”. Puede que estemos ante una nueva dimensión de la realidad que solo es cognoscible en parte para el ser humano, pero quizá llegue a ser el entorno en el que las máquinas del futuro se pregunten por la existencia y desarrollen una filosofía con la que todavía no podemos ni siquiera soñar.

ChatGTP es una app de conversación que hace unos días se sumó al furor por la IA. No está conectada a la red sino a una base de datos que llega hasta 2021 y aun así arroja resultados sumamente interesantes, pues es capaz de escribir literalmente de todo, desde un guión de Youtube, como el que les dejo abajo, o textos para Tierra Adentro como éste (no es cierto, pero sí llegué a considerarlo), e incluso códigos en cualquier lenguaje de programación para los fines que unx desee. Si esta Inteligencia Artificial es capaz de hacer todo esto sólo con una base de datos, ¿qué pasaría si llega a conectarse a Internet?

Hace unos años, cuando se estrenó la película de El Expreso Polar, las críticas que recibió el diseño de personajes no tardaron y “El Valle Inquietante” empezó a ser tomado enserio en la animación, al punto que varixs salieron a decir que ésta nunca iba a lograr salir de ahí.

Los últimos lanzamientos de God of War (conmovedores y recomendadísimos), así como la película de Chip n´ Dale, que incluso se burla del Valle al incluirlo como un lugar en la trama, en el que todxs los personajes tienen ese diseño perturbador característico de las animaciones de inicios de los 2000, son ejemplo de que el arte, la tecnología y la misma existencia siguen creciendo y presentándose ante nosotrxs conforme pasa el tiempo, a pesar de las opiniones conservadoras.

No sé si las máquinas hayan llegado al punto de soñar con ovejas eléctricas, pero no dudo que un día lo hagan. Tener miedo de esto no hará nada para evitarlo, en cambio, mejorar nuestra relación con el entorno y con la máquina (que se encuentra en pañales y aprende de nosotrxs), puede ser un buen punto de partida en aras de construir un futuro donde la convivencia no sea tan conflictiva.