Tierra Adentro
Khrushchev en la campaña del maíz, CC-BY-SA-4.0

El 11 de septiembre se conmemoran diversos acontecimientos que marcaron la historia mundial, de los que destacan el golpe de Estado en Chile en 1973 o los atentados terroristas en Estados Unidos en 2001; sin embargo, en otras latitudes fallecía lejos del poder en completo olvido público gubernamental Nikita Serguéievich Khrushchev, tercer secretario general del PCUS y segundo líder de la URSS en pleno poderío militar y económico.

No obstante, y como trataremos de explicar en su mayoría en el presente texto, dadas las condiciones externas, internas y el propio carácter dubitativo y en algunas ocasiones errático de Khrushchev, aquel auge económico y militar fue administrado de igual manera, por lo que al término de su régimen serían evidentes diversas problemáticas, que a largo plazo causarían la propia implosión de la URSS a finales del siglo XX.

Antesala al advenimiento de Khrushchev, logros y problemas del estalinismo tardío (1945-1953)

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la URSS indudablemente se mantuvo en todo el continente euroasiático como la potencia militar y económica dominante, antes de que todo ello pasara, aquel país ya figuraba como el principal productor industrial 1  y energético continental, todo ello gracias a un programa económico planificado que prescindió en su totalidad de la iniciativa privada y la inversión extranjera para llevarse a cabo.

Gracias a lo anterior, entre 1945 y 1953 el PIB nacional logró una expansión considerable pues pasó de 333,656 a 569,000 MDD, y sin excluir de aquello la interrupción productiva normal y el coste económico y social que supuso para el lado soviético la derrota continental alemana en la guerra.

Por otro lado, siguiendo en la esfera económica, la administración de Khrushchev tendría forzosamente que enfrentar todo el proceso de reconversión industrial y manufacturera nacional de carácter mayoritariamente militar (por efectos de la guerra) a una de tipo civil, y además de ello, a iniciar otro programa de diversificación productiva de carácter secundario y terciario, con mayor nivel de especialización y nivel de generación de riqueza, pues ya la meta de generar industria primaria que sustentara a las posteriores había sido alcanzada por el gobierno de Stalin.

En el campo militar, también era necesario restablecer un serio reajuste unitario y de presupuesto, pues durante la última etapa de gobierno civil de Stalin, las FFAA de la URSS representaban un drenaje considerable de recursos para la reestructuración económica. Esto debido a la fluctuación constante de efectivos: entre 1945 y 1948 el número se contrajo de 35,000,000 de efectivos (el más grande de toda la historia mundial) a 11,300,000 y luego a 2,800,000, sin embargo, debido al inicio de los conflictos de la Guerra Fría (como la guerra de Corea) en la periferia geopolítica soviética, el proceso hubo de pararse e incrementarse a 5,700,000 soldados.

De manera general, también este carácter de militarización representaba un reto complejo, pues la impresión bélica en la administración estatal soviética no solamente se vio reflejada en el desarrollo económico/ industrial, sino también en el ideológico, pues desde entonces los altos mandos civiles y de seguridad (ejército y KGB) poseerían una visión de cerco militar multifactorial por parte de las potencias euroatlánticas encabezadas por Estados Unidos.

En términos sociales, la impresión represiva y de censura ejercida durante todo el gobierno de Stalin (1922-1953), ejemplificada por la persecución policíaca constante y en algunos casos de carácter altamente intensivo (purgas de 1936-1938), los campos de trabajo forzado para delincuentes comunes y políticos2, o el simple hecho de la denuncia ciudadana nutrieron aquella dinámica punitiva y de vigilancia constante característica del periodo. Curiosamente, y a pesar de la posterior culpa adscrita a Stalin por las injusticias cometidas, al momento de su muerte y funeral, millones de ciudadanos se agolparon en Moscú para rendir un último homenaje, y posterior al periodo de Khrushchev e inclusive ya disuelta la URSS, la percepción social compartida de aquel personaje ha incrementado de manera favorable.

En términos político-estatales, el Estado soviético estalinista sufrió una centralización institucional, administrativa y de liderazgo, orientada a la figura del secretario general del PCUS, y en el ejercicio de implementación política el foco se concentró de Moscú hacia todas las repúblicas integrantes de la URSS por medio del gobierno central a través del Consejo de Ministros y del partido a través Comité central del partido.

Aquella centralización administrativa y de liderazgo probaría ser satisfactoria para ejecutar políticas de crecimiento e industrialización adecuadas, hasta el triunfo en un conflicto internacional, por la rapidez en su deliberación y ejecución. Desafortunadamente, y esta es una particularidad estatal que se mantendría hasta nuestros días, no se conformó un mecanismo adecuado de sucesión formal del poder en la URSS, lo cual genera problemas como vacíos de poder, inconsistencia política a largo plazo, dependencia a figuras adecuadas y fuertes 3 para la conducción del Estado ruso por mencionar solo algunas.

Es así que para el 5 de marzo de 1953, la muerte de Stalin generaría un vacío de poder considerable en el que figuras como Vyacheslav Molotov (ministro del Exterior), Georgi Malenkov (presidente del Consejo de Ministros de la URSS), y el Ministro de Defensa, Georgi Zhukov 4 junto con el propio Khrushchev establecerían un frente común para remover a Lavrentii Beria del control del Consejo de Ministros (encargado de ejecutar toda la política interna nacional) y del masivo Comité de Seguridad Estatal o MGB (encargado por parte del KGB de la seguridad estatal nacional y por parte del NKVD-MVD de toda la seguridad pública interna).

Resultado de aquella refriega interna, y gracias a la hábil alianza militar con Zhukov, el 14 de septiembre de 1953, Khrushchev asumiría el puesto de Primer secretario 5 del PCUS.

Khrushchev como Primer secretario: 1953-1964       

 Para ser lo más claro posible en este gran apartado, nos dedicaremos a exponer en un primer momento la política interna, para luego exponer toda la política externa, y como su desarrollo de parecer promisorio en un principio resulto ser la ruina y caída de Khrushchev como Primer secretario.

Política Interna

 En cuanto a la política nacional, tenemos tres campos fundamentales: una descentralización administrativo-estatal, la cual tendría en última instancia el surgimiento de las tendencias localistas 6 en las repúblicas soviéticas y que recuperaremos en las conclusiones; en segundo lugar tenemos un distanciamiento político del estalinismo respecto al ejercicio del poder, que tuvo como resultado el debilitamiento del poder del secretario general y de forma unipersonal, y en tercer lugar, tenemos la inestabilidad de ejecución política derivada del carácter personal de Khrushchev que tendría resultados materiales incompletos y poco satisfactorios.

Respecto al tema de la descentralización, tenemos que aquella desde el Consejo de Ministros se decidió por impulso de Khrushchev el establecimiento de sedes regionales que tuvieran mayor peso dentro del proceso de implementación y toma de decisiones políticas; no obstante, ello no iría sin un incremento burocrático considerable que consumiría amplios recursos económicos.

Otras instituciones dignas de mención dentro de este proceso de descentralización serían el KGB y el Ministerio de Defensa; en el caso del primero, se dividieron las labores de seguridad nacional (exclusivas del KGB) y de seguridad pública (hacia el MVD), se redujo el número de personal y su control se sometió al Consejo de Ministros de la URSS.

Para el caso del Ministerio de Defensa, luego de la eliminación de Beria, Khrushchev en 1957, decidió en un movimiento desafiante remover a Georgi Zhukov, el Gran Mariscal de la Segunda Guerra Mundial, como ministro y comenzar a reestructurar al ejército en tamaño (de 5,700,000 a 3,600,000 hombres), y en forma, al tener mayor confianza en las fuerzas estratégicas nucleares como mejor método de disuasión en la Guerra Fría, sin embargo, ello tendría un costo político al generar resentimiento y rechazo al Primer secretario dentro de las tropas y altos mandos militares.

Pasando ahora al tema del distanciamiento político, en febrero de 1956, durante el XX Congreso del PCUS, Khrushchev pronunció el famoso “discurso secreto”7 en el cual denunciaba los excesos del régimen de Stalin, las ejecuciones extrajudiciales, encarcelamientos, el culto a la personalidad y se distanciaba de sus ex colaboradores como Molotov, Malenkov y Lazar Kaganovich, aunque todo ello no significaba un distanciamiento de las bases fundamentales del sistema soviético como la permanencia exclusiva del PCUS, la supresión de ideologías políticas contrarias en el país y en el extranjero, y la tenencia pública de los bienes y medios de producción.

Esto tranquilizó a muchos delegados del congreso y generó un consenso positivo de apoyo hacia Khrushchev, el cual sería puesto a prueba en 1957, cuando aquellas figuras denunciadas en el discurso secreto trataron de removerlo del puesto de líder del PCUS por medio de una junta del presídium (asamblea de máximos representantes del partido), aunque ello falló pues la decisión fue reencauzada al Comité Central, donde Khrushchev contaba con más apoyo y los líderes “anti-partido” 8 fueron removidos de sus puestos y nombrados en puestos administrativos irrelevantes (en contraste a la política estalinista de ejecución y eliminación directa de adversarios políticos).

Parte sustantiva a esta política de distanciamiento, fue la apertura social que impulsó Khrushchev dentro de la vida nacional, nuevas manifestaciones artísticas y literarias fueron permitidas sin tener un estricto control el gobierno de ello 9, presos políticos fueron liberados en grandes cantidades y ciertos visos de desarrollo de una sociedad civil crítica y analítica del quehacer gubernamental fue tomando poco a poco raíces en el país, y esto último también sería fundamental para el desenlace de la URSS bajo el régimen de Gorbachov, pues esa opinión pública ya había conformado un fuerte peso para desarrollar las políticas de apertura y modernización consideradas en la Perestroika y Glasnost (reforma y transparencia).

En contraste, el carácter inestable y algunas veces errático de Khrushchev, junto con el poder personal para ejecutar y modificar cualquier política en el entramado estatal soviético, generaría al final de su mandato no solamente resistencias dentro del PCUS y del gobierno, sino que también tendría resultados poco alentadores y que supondrían una bomba de tiempo para su sucesor en la Secretaría General.

A este respecto tenemos la política agrícola concentrada en el programa de “Tierras Vírgenes” que, si bien en su primer año (1954) tuvo buenos rendimientos productivos, en los subsecuentes —y encadenado a una política industrial insuficiente para la modernización del campo y su correcto desarrollo en infraestructura— condenaría los resultados de los siguientes años de aquel programa a ser insuficientes, e inclusive a importar ya en la década de 1960 granos y alimentos de naciones occidentales europeas y del propio enemigo ideológico, Estados Unidos.

Aparte del fracaso agrícola, el económico-industrial fue causado principalmente por la descentralización administrativa previamente mencionada, pues ello causó severas disrupciones en la implementación de políticas y programas, además de la ineficiencia y bajo cumplimiento de los programas de planificación económica estatal, ello era evidente en el crecimiento del PIB, pues durante toda su gestión (1953-1964) aumentó de 569,000 a 1,010,000 MDD y terminando ello vendría un estancamiento y una contracción del mismo que habría de reacomodar Brezhnev.

Política Externa

 En relación con la política exterior, existen tres elementos principales dentro del régimen de Khrushchev y que bien darían cuenta de su personalidad errática y poco comprometida: por un lado, está la pérdida de hegemonía socialista en el mundo y la emergencia de nuevos polos unida a la política de relajamiento de tensiones entre 1953 y 1960; luego una de re-escalamiento de tensiones entre 1960 y 1962 y finalmente una de caída externa y remplazo interno entre 1963 y 1964.

Sobre el periodo de relajamiento de tensiones o “Doctrina Khrushchev”, la URSS consideraba por un lado que ello ayudaría a disminuir la resistencia occidental a avances hechos por el mundo socialista, a incrementar el intercambio comercial este-oeste para fomentar la confianza y obtener una mejor imagen internacional, y al tener un gasto menor en el aparato militar para enfocarlo a usos civiles y económicos.

Por el otro lado, este punto de acercamiento entre el mundo socialista y capitalista se daba en el marco del miedo al potencial nuclear soviético por parte de Estados Unidos y Europa, y a la teoría del efecto dominó asumida como política de Estado por Harry Truman (1945-1953) y los subsecuentes presidentes estadounidenses, con lo que la respuesta de aquel país junto con el bloque euroatlántico (vía OTAN) fue el cerco militar geopolítico hacia la URSS en toda la periferia Euroasiática y afuera de ella a modo de contención del “avance comunista”.

Los resultados de este primer periodo fueron variados, pues por un lado se tuvieron importantes avances estratégicos en materia militar y aeroespacial, de los que destacan la puesta en órbita del primer satélite (Sputnik) en 1957 y el primer hombre en 1960 (Yuri Gagarin) o las alianzas geopolíticas en Medio Oriente como el Egipto de Nasser, la atracción y protección cubana en la esfera socialista desde 1961.

Adicionalmente, parte de esta política de relajamiento de tensiones incluyeron el reconocimiento de Yugoslavia como país independiente 1955 bajo el régimen de Josip Tito, ante lo cual Hungría decidió seguir el mismo camino e ir más allá a incorporar un sistema multipartidista y amenazar a la URSS con salir de su esfera de influencia. Ello evidentemente no sería tolerado por Moscú e invocando la protección de su esfera de influencia con tropas propias y del Pacto de Varsovia (organización militar de alianza socialista similar a la OTAN), la rebelión en Budapest fue aplastada entre junio y noviembre de 1956.

Otro efecto no deseado, pero ineludible por la esencia de la política exterior soviética, fue la eventual ruptura con China, pues ellos buscaban y promovían un activismo e intervención mucho más directa en el mundo, lo que chocó de manera frontal respecto a los designios de acercamiento y diálogo de la URSS con occidente, y siendo visible dicho cisma con la alianza de Albania en 1960 con el comunismo y la doctrina maoísta, con lo que el monolito comunista internacional sufría su primera fractura considerable.

A pesar de los esfuerzos hechos por Khrushchev para mejorar la perspectiva soviética frente al mundo occidental, el escepticismo y el miedo al avance mundial del comunismo ganó sobre el ejercicio de la política exterior estadounidense y euroatlántica a principios de la década de los 60, siendo el primer ejemplo de ello el incidente del derribo del avión espía U-2 en territorio soviético mientras se hacían preparativos para una cumbre entre Khrushchev y Eisenhower en París para resolver la cuestión del reconocimiento de la República Democrática Alemana por parte de los poderes occidentales y su acceso a Berlín.

Con el anterior descarrilamiento de las negociaciones, Khrushchev decidió en 1961 y ante una anuente presidencia estadounidense encabezada por John F. Kennedy (1961-1963) comenzar la construcción del muro de Berlín, que aseguraría el control de la Capital a Alemania oriental, y representaría en el ideario contemporáneo la gran división ideológica de la Guerra Fría.

Con lo anterior, Khrushchev ya en plena pérdida de confianza hacia occidente decidió avanzar en sus amenazas y negociar, posterior a la fallida invasión estadounidense a Cuba en 1961, la construcción con Fidel Castro de instalaciones que albergaran cohetes de alcance intermedio (2,000-4500 km) en la isla para principios de 1962, y ello también en respuesta al despliegue de cohetes júpiter de alcance medio (2,400 km) estadounidenses en Italia y Turquía.

Esto iniciaría el evento que conocemos como Crisis de los misiles el 16 y el 29 de octubre de 1962, en el que la URSS decidió enviar barcos con cohetes destinados a Cuba y EE. UU. estableció un bloqueo naval alrededor de la isla para prevenir aquello. Además, los respectivos comandos militares fueron puestos en marcha ante cualquier eventualidad, por lo que más que nunca la probabilidad del inicio de un enfrentamiento nuclear a gran escala parecía inminente.

Afortunadamente, gracias a las mediaciones diplomáticas y políticas de los oficiales de Kennedy y Khrushchev, y por voluntad primera de este último, negociaciones se establecerían entre ambas potencias para que Moscú anunciara públicamente el desmantelamiento de las bases de cohetes estratégicos en Cuba, y secretamente, Washington se comprometió a hacer lo mismo en Turquía e Italia, pero al no ser esto último publicado ni conocido por la opinión pública internacional, la URSS y Khrushchev inevitablemente quedarían como aquellos que “dieron el brazo a torcer” en el enfrentamiento.

Posterior a dicha crisis, la voluntad y credibilidad del dirigente soviético quedaría seriamente dañada en el exterior y al interior del país y en el partido, pues su líder había sido incapaz de hacer valer su palabra, y aunado a ello, nuevos polos de lucha en el sureste de Asia y África en plena descolonización no serían debidamente aprovechados por la administración exterior de Khrushchev hasta antes de su caída.

Fin de Khrushchev

 La crisis de los misiles representó el último indicio de debilidad y disminución de poder y voluntad de Khrushchev al frente del país, por lo que en secreto Leónidas Brezhnev, ya en calidad de presidente del Soviet Supremo de la URSS (pleno supremo de decisión constitucional del Estado soviético) comenzó a deliberar dentro de la élite gubernamental y del PCUS un eventual relevo en el liderazgo nacional.

En octubre de 1964, y ante un inesperado acuerdo entre Brezhnev,  Nikolai Podgornyi (futuro presidente del Consejo de Ministros), y buena parte del Comité Central del partido se hicieron los arreglos para la sucesión, y el 12 del mismo mes, Brezhnev llamó a Khrushchev quien se encontraba en la costa del mar Negro de vacaciones para una junta del Presídium del Soviet Supremo, en la cual, cada uno de los miembros en turnos lo culpó por los desastres de la política interna y externa ejercida hasta ahora, extendiéndose de Berlín y Cuba hasta la insuficiencia alimentaria agrícola, ante todo aquel aluvión de críticas, no pudo hacer frente y optó por presentar su renuncia.

Conclusión: elementos duraderos emanados de Khrushchev

 A pesar de que Brezhnev asumió un régimen mucho más conservador y pragmático en la política interna, y con un mayor consenso entre los cuadros del PCUS, jamás se dio en su periodo ni en el de Khrushchev un relevo generacional considerable de aquellos funcionarios clave que habían envejecido bajo aquellas dos administraciones, y que al momento de asumir el poder el último secretario general de la URSS, una gerontocracia enquistada se encontraba obstaculizando por completo cualquier intento de reforma y modernización que no solamente ejecutó de manera miserable Gorbachov en 1985, sino que ya en su momento,  Yuri Andropov entre 1982, hasta su muerte en 1984.

Sumado a lo anterior, la incapacidad de realizar un programa de diversificación económica adecuado por el gobierno de Brezhnev (1964-1982), junto con un cada vez más pesado (en términos de presupuesto) aparato industrial militar, generaría en los últimos años de la URSS un desbalance económico considerable entre las capacidades militares del país y su dinamismo y crecimiento, que sincronizado con una sociedad civil más crítica que floreció durante estas dos administraciones comenzarían a ejercer una fuerza centrípeta que no sabría administrar Gorbachov al final de manera institucional y que en buena medida se encargaron de obligarlo a declarar el fin de la URSS como proyecto estatal viable a finales de 1991.

Finalmente, y a pesar de los esfuerzos de Brezhnev, la descentralización política, económica, social y administrativa ejecutada por su antecesor, había generado una herida de muerte a la propia URSS, pues a pesar de los esfuerzos hechos por los gobiernos precedentes, las tendencias localistas no solamente de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia, sino de sus provincias, y demás Repúblicas Unitarias de la URSS no pudieron encontrar un canal adecuado de comunicación y representación con Moscú, pero este último polo jamás restableció un programa de recentralización administrativa y de poder que supondría otra fuerza negativa sumatoria a la posterior implosión del estado soviético, y que adecuadamente fue notada por el KGB y su agencia sucesora en Rusia, el FSB, y cuyo hijo predilecto, Vladimir Putin, recuperó de manera aguda para rehabilitar a la Federación Rusa como digna heredera de la URSS en el siglo XXI.

Fuentes Consultadas

Deutscher, Isaac, Stalin: Biografía política, Era, México, 1965.

Grigor Suny, Ronald, Ed., The Cambridge History of Russia Volume III: The Twentieth Century, Cambridge University Press, 2006.

Kenez, Peter, A History of the Soviet Union from the Beginning to the End, Cambridge University Press, EEUU, 2006.

Service, Robert, The Penguin History of Modern Russia: From Tsarism to the Twentieth Century, Penguin Books, Reino Unido, 2015.

Zickel, Raymond E., Ed., Soviet Union a Country Study, Library of Congress Department of Publications, EEUU, 1991.

  1.  Deutscher, Isaac, Stalin: Biografía política, Era, México, 1965, pp. 316-319.
  2.  Cuyo compendio expresa de manera magistral Aleksandr Solzhenitsyn en la obra Archipiélago Gulag (1973).
  3.  Kenez, Peter, A History of the Soviet Union from the Beginning to the End, Cambridge University Press, EEUU, 2006, p. 186. 
  4.  Es preciso notar que, en este único incidente, y dadas los recientes desarrollos de militarización estatal que ya mencionamos, el liderazgo militar se involucraría de manera directa en asuntos de política interna, y que solamente hasta el final convulso de la URSS, repetiría su intervención para resolver disputas internas de poder, ello en gran parte gracias al gran trabajo de institucionalización del Ministerio de Defensa y de control por parte del liderazgo civil. 
  5.  En uno de sus primeros distanciamientos del periodo estalinista, decidió renombrar el puesto de “secretario general” a “Primer secretario”, y como un rasgo también de su política posterior de descentralización.
  6.  Service, Robert, The Penguin History of Modern Russia: From Tsarism to the Twentieth Century, Penguin Books, Reino Unido, 2015, p. 582.
  7.  Que posteriormente se editó y publicó para el conocimiento general, y para afianzar la postura diferente de Khrushchev en la política nacional.
  8. Grigor Suny, Ronald, Ed., The Cambridge History of Russia Volume III: The Twentieth Century, Cambridge University Press, 2006, p. 277.
  9. Zickel, Raymond E., Ed., Soviet Union a Country Study, Library of Congress Department of Publications, EEUU, 1991, p. 84.