Tierra Adentro
Ilustración de Amanda Mijangos

Los siguientes tres poemas forman parte de un proyecto titulado “La sangre también es relativa”.



SEÑAS NO PARTICULARES

 

I.

Qué fácil es recordar mi rostro más antiguo;

una bola de estambre con forma de piedra,

una radiografía olvidada sobre el piso,

los pliegues de incógnitas en un mapa arrugado.

 

II.

Qué placer es olvidar el futuro,

desvanecer sus letras

sin tocar sus contornos.

Y qué fácil se desdibujan;

un hilo tras otro

en la persecución

del presente.

 

IV.

Cuando digo presente

no me refiero a este regalo de moño rojo

con bordes afilados.

Hablo de este espejo subcutáneo

cuya carne le queda corta.

 

Cuando digo presente

hablo desde la dermis

cuando el tiempo, contorno

dibujado a pulso vital,

le queda grande.

 

 

V.

Qué fácil es para mí cerrar los ojos

soñarme en boronas

y despertarme granada.

 

 

 

PARA FALSIFICAR UNA RESONANCIA

 

Hay que respirar profundo

para burlar a la muerte. Hay que llevar

una pulsera de plástico en la muñeca y

tener facilidad para intuir el revés

y el derecho de las batas sin fondo.

 

Hay que tener el pulso firme

para ponerse en el lugar de los huesos;

hay que pedirles a las venas que estén en silencio

cuando alguien pase con una linterna

y pregunte por ellas en sus profundidades.

 

A nivel celular, hay que hablar quietos

y sólo en el idioma de la casualidad;

dominar la plática pequeña

antes que nuestras verdaderas intenciones hagan eco.

 

Como en cualquier retrato,

hay que ponerse del lado del espectador:

intuir sus líneas, sus montañas y mesetas

como un paisaje para esconder imperfecciones.

 

Hay que evadir temblores y risas,

y cualquier lágrima rebelde

que venga desde adentro,

para que nuestro público crea que

afuera hay alguien esperando.

 

No romper la concentración

entre boca y vientre.

Alinear cada poro

una vez más,

el tiempo que nos tome

convencer al mundo

de que estamos vacíos.

 

Mirar al fotógrafo a los ojos

para que se ría cuando le cuente

que sólo su respiración inalterada

me recuerda que estoy viva.

 

 

 

TANTA AGUA

 

Mi fantasma flota

al fondo de un vaso vacío

o a medio llenar.

 

Esta es mi voz, un fondo retornable

donde toda oración se contiene

en el mismo vidrio que la rompe.

Medio llena o desbordada,

dependiendo de cómo se le mire.

 

Espuma de mar

de baja densidad.

Nadie lo sabe, pero todos

somos hijos de la misma

depresión salina.

 

Venas perforadas por esa manecilla salada

que preferimos callar por miedo a invocarla.

 

Nunca pude inventar un nombre

para las pausas incómodas.

Para las largas esperas

o los muros que las abrazan.

Nunca pude invitarlas a mi mesa

y darles buena compañía.

 

Mi moneda de cambio

es esta sed que me embarca.

No me preocupa el viaje,

sino el volver a casa.

 

 

Dos corcholatas de cerveza oscura

reposan sobre mis párpados.

Me besan la frente, destapan otra ronda

y dejan que me vaya flotando.


Autores
(Morelia, 1994). Es una guionista y artista multimedia originaria de Michoacán. Ha publicado relatos, reseñas y poemas en más de una quincena de medios nacionales y locales, entre los que figuran Suplemento Ojarasca, Gramanimia, G_lfa y Revista Himen. En el 2018 resultó ganadora del concurso de poesía Voces Nuevas, Flamas Nuevas (Editorial Vozabisal) y del Segundo Concurso Editorial, organizado por Lectio, casa editorial con quien actualmente trabaja en la edición de su primer poemario.

Ilustrador
Amanda Mijangos
(Ciudad de México, 1986) ganó el VIII Catálogo Iberoamérica Ilustra (2017). Ilustró, junto con Armando Fonseca, El libro de la selva (Castillo-Macmillan, 2017) de Rudyard Kipling.
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