Tierra Adentro

Titulo: El cerebro de mi hermano

Autor: Rafael Pérez Gay

Editorial: Seix Barral

Lugar y Año: México, 2013

José María Pérez Gay (1944-2013) murió en mayo pasado y, según recuerda su hermano Rafael en este libro, en los medios que dieron la noticia fue más recordado por su activa participación en las campañas presidenciales de Andrés Manuel López Obrador, en particular la de 2012, cuando lo propuso para la cartera de secretario de Relaciones Exteriores. Muy pocas notas hicieron referencia a su actividad intelectual: sus obras literarias, sus investigaciones, sus traducciones de obras fundamentales de la literatura alemana algunas por primera vez vertidas al español e incluso su vida diplomática.

El cerebro de mi hermano en realidad es la historia de dos hermanos enfermos, uno de frecuentes ataques cerebrales, el otro de un cáncer de vejiga, éste último sobrevive y el otro inicia su lenta y larga agonía. Con la condena de los días contados se hace prescindible el recuento de los días de la infancia, las lecturas compartidas, las anécdotas familiares, las creencias políticas durante la juventud. Al que sobrevive, pues, le toca escribir sobre su hermano, recién fallecido. Debe ser, por decir lo menos, una mala jugada del destino que el cerebro haya sido el órgano enfermo en una persona cuya actividad intelectual definía su vida. “Los límites de mi lenguaje son los límites de mi pensamiento”, cita Pérez Gay a Wittgenstein.

Aunque las diferencias políticas los distanciaron durante algún tiempo, no mermaron las afinidades literarias de los hermanos. Los respectivos padecimientos volvieron a acercarlos y, parafraseando a Susan Sontag, la enfermedad adquirió múltiples metáforas. Rafael Pérez Gay (Ciudad de México, 1957), sin pretenderlo, cuenta la historia íntima de su hermano mayor: los frecuentes pleitos con el autoritario padre (el sino de quienes somos los primogénitos), el que todavía muy joven partió a la entonces República Federal Alemana, las cartas cruzadas con la madre, los consejos y regaños al menor. “Esto es lo que yo creo que es la hermandad: ‘dos niños jugando a que son eternos’”, escribe en un momento el menor de los Pérez Gay. Y ya enfermo, el deambular por los hospitales en varias ciudades, los últimos cuidados y el duelo ante la pérdida.

El cerebro de mi hermano es una afortunada mezcla de memorias con el ensayo. Si existe la “microhistoria”, es decir, tomar un hecho pequeño para que represente toda una cosmovisión, tal vez haya algo parecido en el ensayo cuando se cuentan estas historias íntimas y cercanas que develan más de lo que se espera de ellas.