Tierra Adentro
© Michael Jastremski for openphoto.net

Cuatro oraciones al cielo

Adentro, un hombre se persigna la cara cubierta de vendajes. Busca a dios y saluda con el padrenuestroqueestásenloscielos a todos los santos en la pared, sólo uno responde mientras una mujer reza a la virgen con chapa de oro un padrenuestroqueestásenloscielos más largo y doloroso. Quiere que ese oro de su forma le caiga en el rostro, la bañe y vuelva sagrada, al mismo tiempo que afuera un niño se orina cuando la pistola de los guerrilleros le besa la sien como lo hizo su madre en la mañana y se le escapa un murmullo del padrenuestroqueestásenloscielos que dijeron el hombre y la mujer. Con esos mismos orines se tapa cada noche un vagabundo porque no se sabe ningún padrenuestroqueestásenloscielos.

Chiquito y bien peinado

Paso un lápiz por mi pierna, dibujo el mapa del mundo. Aquí está Alemania, acá Brasil, las palmeras de mi casa, Pakistán, el mango de la abuela, un pez nadando en Fiyi, la Casa de las Viudas, y te dibujo, chiquito y bien peinado, invisible como todo.

Este gato cínico

La primera vez que nací no conocía ninguna parte del cuerpo que tengo. Las pestañas crecían rojas como teja en mis ventanas, la ropa me dejaba pronto, y la boca de la gente era un chillante pájaro. Muchos años me guardé en la mano, y cuando volví a nacer el asfalto se tragó mi bota para que tropezara con la tuya. La otra vez tejimos un suéter verde y lanudo con todas las palabras que no te dije. Más años en mi ojera. Todas las veces que emerjo es doloroso. Esta es la última vez que nazco. El pájaro chillante sigue en tu boca. Un gato cínico y voraz lo atrapa con sus garras, y se lo traga, y toma el suéter que tejimos y se duerme en él.

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