Tierra Adentro
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¿Crees en el perdón de los pecados?

El infierno no. Jamás me ha parecido que el fuego sea. Otra cosa, tal vez. Un árbol en llamas que dice que es el Dios, eso. También un parrillada, algo de carne, algo de diversión. Es más una fogata y cantar alrededor. Pero el infierno, gente que arde por la eternidad, una grabadora con éxitos de los ochenta, eso no. El dolor, no. La muerte, la posteridad, definitivamente no. El fuego es otra cosa: una farola de hace siglos que alumbra al que se pierde. El corazón de un hogar, tal vez. Un corazón a secas, seguro. El fuego es fuego y eso es una obviedad que a mí me importa. Porque el infierno no pero sí los ojos del que ama.
Lo que quiero decir es:
no

¿Crees en la resurrección de la carne?

Guardo una escena de mi infancia. Mezcla la cebolla (picada) y el cilantro con la carne (molida). Después añade sal con ajo al gusto. Precalienta el horno a 200ºC. Por algún motivo, que ahora no recuerdo, la mujer que me cuidaba me bañó con ella. Una única vez. Una solísima vez. Pero sus pechos grandes, sus pezones osscuros. No su rostro ni su sexo pero el agua y mi entraña y el deseo. Extiende la carne sobre el papel de aluminio. Procura que no quede una capa demasiado delgada, pues se rompería. Y entonces algo se torció dentro de mí, como la rama de un árbol siniestro. Pájaros de mal agüero graznan dentro del pecho. Hojas de parra secas recubren mi sexo que ofrece reverencias sin el menor reparo. Para el relleno: coloca en el centro del rectángulo de carne molida las rebanadas de jamón y la verdura. Corta el huevo cocido en rodajas. Sus pezones oscuros son una pequeña casa derruida en la que guardo las cosas que me forman. Un cofre de nada son sus pechos en mi mente. Un espacio vacío entre dos palabras tartamudas. En uno de los lados, coloca una hilera de salchicha, otra de huevo cocido y otra de jamón. Hecho esto, enrolla la carne y envuelve el rollo con el papel de aluminio. De ahí que cada que toco un cuerpo, cada que la fortuna se lía con mi sangre, tengo presente el agua de la infancia y la mujer que, sin saberlo, ofreció a este que soy el sigiloso misterio de la carne. Hornea durante 45 minutos. Cuando esté listo, retíralo y córtalo en rodajas. Puedes servirlo acompañado de una ensalada de brócoli con aguacate, ensalada de piña y marisco, puré de patatas o puré de garbanzos. Quiero decir: no.


Autores
(Cuernavaca, 1992) es poeta y editor de Ediciones Simiente. Actualmente estudia una maestría en edición.
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