Hace algunos años me contaron que el director editorial de una gran transnacional —de esas con premios Nobel y best sellers en su catálogo— no iba a librerías ni leía libros fuera de su horario de oficina.
Era la 40ª edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires y Quino había sido invitado a dar el discurso inaugural tras 41 años de haber dejado de publicar las tiras cómicas de Mafalda.