País de oro y limosna
Soberbio, amado, hambriento, odiado. Puro en la pura sinrazón que nos gobierna. País que del verde al rojo salta sin detenerse en el blanco porque el blanco, punto medio y perdido, es el infierno-paraíso que comparte los templos.
(Vivimos rodeados de pureza, Efraín: lavamos el dinero, tenemos drogas y mujeres blancas Y el territorio es un áspero edén de muerte cuartelaria donde la sangre de los buenos corre todavía.)
Es nuestro país el alcohol y el asco entre la prórroga de los préstamos y de los créditos. Es decir: ¿Qué le parece el mar de dólares, Mister President? Y es así como la patria deja de ser patria para volverse museo y sepulcro y jauría de huesos y divisas que la tierra reclama.
Y es piedra cíclica la Historia: vendrán los mismos gases, vejaciones y calumnias de otro tiempo. Nos quedaremos soñando la patria sin crímenes; viviremos vendados con banderas cobardes, bajo la negra niebla de las más negras condiciones.
(Ya escucho las botas de la Gestapo criolla, Efraín. ¿A dónde vamos ahora?)