Tierra Adentro
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En los próximos días se cumplirán 10 años de la muerte del líder terrorista, Osama bin Laden (1957-2011), sin embargo, es preciso hacer un recuento de su vida para ubicar a un personaje tan polémico en el S.XXI y establecer por qué su relación con EEUU, el terrorismo internacional y su impacto en el mundo contemporáneo lo llevaron de ser una figura aliada al ejercicio unipolar hegemónico estadounidense al final de la Guerra Fría, a una de carácter repudiable y constituyente del gran enemigo universal en los últimos tiempos: el terrorismo religioso radical.

Bin Laden el activista

Nacido en Riad (capital de Arabia Saudita) en 1957, dentro de la extensa familia (54 hijos) fundada por Mohammed bin Laden, constructor proveniente de Yemen que logró desarrollar de manera exitosa su empresa, logrando establecer vínculos satisfactorios con la familia real Saudí, por medio de préstamos que fueron correspondidos por los últimos mediante contratos de construcción, que volverían a la familia bin Laden una de las más ricas de la región.

A pesar de quedar huérfano de padre a los 10 años, Osama pudo incorporarse a la empresa familiar y participar de las ganancias de ésta, no obstante, no ocuparía estos recursos para derrocharlos en lujos ni fatuidades, sino que aquellos irían a parar a una misión mucho más elevada y loable a ojos de este personaje: la construcción de un movimiento político religioso basado en el islam militante1.

Aquella oportunidad se presentaría en 1979, año de suma importancia para el despegue del islam político junto con su posterior radicalización. A este respecto, dos eventos marcarían la pauta de desarrollo, por un lado, la Revolución Islámica de 1979 en Irán2 y por otro la Invasión soviética de Afganistán (1979-1989), ésta última representó para bin Laden la plataforma ideal para realizar sus aspiraciones político-religiosas de unificar al mundo islámico contra uno de sus grandes enemigos (junto con EE. UU.), la URSS.

Es así como al calor de dicho conflicto, no solamente esta figura comenzaría el apoyo y organización de soldados (llamados Muyahidines) miembros de grupos guerrilleros también financiados por Washington junto con el grupo Talibán, para combatir la república secular establecida y apoyada militarmente por los soviéticos hasta 1989.

El triunfo islamista en Afganistán posterior a la retirada soviética en 1989, convirtió a bin Laden en una figura relevante dentro del movimiento político islámico posterior al fin de la Guerra Fría, generando simpatías en otros países del Medio Oriente y con población musulmana fuera de él que experimentarían la influencia directa o indirecta de EEUU, y de igual forma cimentó las convicciones personales de Osama respecto a su futuro como líder político dentro de la organización política que previamente había fundado en Afganistán, nos referimos a Al-Qaeda (la base).

Esta organización, nutrida ideológicamente por el Salafismo3 y el Wahabismo4, creada en 1988 se volvió para bin Laden el centro de reclutamiento para los guerrilleros combatientes contra el ejército soviético en Afganistán, pero posterior al término del conflicto, se volvería la plataforma de adscripción y coordinación de células y miembros terroristas encaminados a atacar a todos los gobiernos y Estados contrarios a sus preceptos político-religiosos.

Pronto así, Al-Qaeda se encontraba exportando soldados desde Bosnia (en plena desintegración yugoslava) hasta Chechenia (en pleno combate con el debilitado y recién formado ejército ruso), además, hacia fines de los años 90 y principios del 2000, el liderazgo de la organización comenzaría a ensayar ataques terroristas en diversas partes del mundo que culminarían con el ataque al centro financiero de Manhattan el 11 de septiembre de 2001.

Desgraciadamente, diversos elementos ayudaron a alimentar la idea de bin Laden y Al-Qaeda respecto al éxito político de los ataques terroristas, uno sería la incapacidad de los servicios de inteligencia estadounidenses (y de muchos otros países en ese tiempo) de detectar con anticipación suficiente los planes de ataque y su consecución; y otro sería la sobreexposición mediática5 de la nueva figura “maligna” de Osama como sustitución a la amenaza comunista para justificar las intervenciones y aventuras militares estadounidenses en el exterior.

Así, con un bin Laden convencido en sus ideales y un Al-Qaeda funcional, desde mediados de los 90, su actividad terrorista mundial comenzaría a despuntar. El 7 de agosto de 1998 se realizaron ataques bomba contra las embajadas estadounidenses en Kenia y Tanzania, causando la muerte de 301 civiles y más de 5000 heridos; y para el 12 de octubre del año 2000, terroristas lograrían dirigir un ataque exitoso contra un destructor del ejército norteamericano causando su zozobra a no ser por la rápida intervención del capitán. Lo anterior sin duda atrajo la atención del gobierno federal en la Casa Blanca, no obstante, seguiría el poco interés de monitorear y establecer como objetivo la eliminación de aquella amenaza terrorista por su carácter menor.

Sería hasta los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 que todo ello cambiaría, luego del secuestro de aviones comerciales que tenían ruta interna en el territorio estadounidense (y cuyos controles de seguridad poseían una laxitud menor a los internacionales), los perpetradores afiliados a células de Al-Qaeda dirigieron la ruta para impactarlos hacia el WTC de Nueva York, el Pentágono, la Casa Blanca y el Congreso estadounidense, librándose éstos últimos dos edificios de daño pues los pasajeros lucharon contra los terroristas y derrumbaron los aviones antes de llegar a su blanco.

Luego de 10,000 MDD de daños materiales, más de 3,000 personas fallecidas y 25,000 heridos, el gobierno de George W Bush (2000-2008) experimentó la terrible realidad y seriedad con la que bin Laden y su grupo iban en contra de la yihad (guerra santa) contra el “imperio del mal”. A partir de ello, la realidad internacional y la dinámica de muchos Estados modernos6 no sería la misma.

Bin Laden el enemigo #1 de Estados Unidos

La respuesta ante dichos ataques por parte de Washington no se hizo esperar, comenzaría la llamada “guerra contra el terror” que tendría como principal área de objetivo todo el Medio Oriente, en primer lugar, en 2001 la campaña contra el gobierno encabezado por el Talibán en Afganistán (lugar donde supuestamente residía bin Laden desde entonces) sería derrocado y establecido un gobierno civil apuntalado por el poder militar extranjero (muy similar al problema nacional de 1979).

En segundo lugar, para inicios del año 2003, Estados Unidos contrario a las convenciones del Consejo de Seguridad de la ONU, invadiría Irak bajo el pretexto de eliminar la amenaza que representaba para ellos la posesión de armas de destrucción masiva por parte gobierno de Saddam Hussein (1979-2003), y un supuesto apoyo a la actividad terrorista de Al-Qaeda en la región7.

Aparte de las campañas militares encabezadas por EE. UU., sus organismos de seguridad designarían a Osama como uno de los objetivos principales de captura para avanzar hacia el triunfo en la lucha contra el terrorismo mundial, y así se lanzaban el FBI, la CIA y el ejército norteamericano a la caza de uno de los personajes más buscados por la justicia en el S. XXI, llegando a ofrecer hasta 25 MDD por información que lograra su arresto.

Mientras tanto, bin Laden no cesó su actividad político religiosa y planeación de ataques contra occidente, ello mediante publicación de comunicados, audio casetes y videos en los cuales pugnaba por una reforma al Islam y la implementación de la Sharia en todos los países musulmanes para combatir la corrupción secular y diabólica de EEUU y sus aliados.

De igual forma, los ataques terroristas continuarían de manera activa durante la primer década del año 2000. De los cuales destacan el realizado el 12 de octubre de 2002 en Bali, Indonesia contra turistas extranjeros (su mayoría australianos) que resultarían en 202 muertos y numerosos heridos; en 2003 ataques bomba se realizarían en Londres y Estambul, y para 2004 España sufriría uno de los peores atentados en su historia al explotar diversos explosivos en el tren de Madrid y junto a ello también contamos los ataques contra una escuela rusa en Beslán (Osetia del Sur)8.

Entrada la segunda década del 2000, la actividad terrorista internacional disminuyó, en buena medida gracias a todo el reacondicionamiento que exigiría EE. UU. a todos los gobiernos en cuanto a normativas de viaje internacional, pero también al temor y demanda social que hicieron los ciudadanos a sus respectivos países (especialmente en Europa occidental) en contra del terrorismo islamista.

Lo anterior también tendría como resultado la localización y elaboración de la misión para capturar a bin Laden por parte de la CIA, la NSA (Agencia de Seguridad Nacional) y el ejército, quienes darían con su paradero a principios del 2010 y comenzarían a planear la misión para su captura (llamada “Tridente de Neptuno”). Posteriormente, para mayo de 2011 un equipo de Navy Seals (equipo de élite de la marina estadounidense) junto con el apoyo aéreo de un helicóptero y la agencia de seguridad paquistaní lograrían asediar el conjunto fortificado en el cual se hallaba bin Laden y asesinarlo al resistirse a su captura.

Ello fue comunicado de manera oficial por el presidente Barack Obama (2008-2016) el 1º de mayo de 2011 en un mensaje televisado a toda la nación estadounidense, la noticia pronto se hizo mundial y el hombre más buscado terminaría sus días en una tumba submarina clasificada, para evitar la transformación de su sepulcro en un lugar de peregrinaje y adoración extremista religiosa9.

El terrorismo mundial después de bin Laden

 Con la muerte de su líder y principal apoyo financiero, la actividad de Al-Qaeda en el mundo se redujo, más no la generación de un nuevo grupo, pues el Estado Islámico (daesh) surgiría como reemplazo en la cruzada terrorista internacional, lograría apoderarse de partes importantes de Irak y Siria en términos energéticos y monetarios entre 2014 y 2015, y desataría una nueva oleada de ataques terroristas hacia el territorio europeo y estadounidense.

 Esto último constituye una amenaza nueva por parte de cualquier grupo terrorista conocido hasta el momento (a excepción del separatista en Chechenia entre 1996 y 1999), pues jamás un grupo de aquella naturaleza había controlado un territorio tan amplio como gobernante de facto en diversas ciudades iraquíes y sirias.

Además de ello, el grupo terrorista se adjudicó numerosos nuevos ataques mientras la coalición liderada por EE. UU. y Rusia contra dicho Estado Islámico en Siria e Iraq durante 2014 y 2015, destacando los de Paris en 2015, Niza en 2016 y en Manchester en 2017 durante un concierto de pop, lo cual generó una nueva ola de repudio internacional contra el terrorismo, sólo que esta vez no era encarnado por una figura sino una organización en general.

Más allá de ello, esta nueva configuración respecto al terrorismo internacional no hubiera resultado de la misma manera sin lo desarrollado previamente por bin Laden en cuanto a ideología, planeación de ataques y construcción de la narrativa anti-estadounidense y occidente, y que se alimentarían para obtener adeptos,  de décadas de intervención de dichos países en Medio Oriente, así como la negativa a aceptar las propias configuraciones, políticas, sociales y religiosas por oponerse a las concepciones modernas y heredadas de Europa de libertad, gobierno y el papel del Estado en la vida del individuo.

Como efecto de esta amenaza contemporánea iniciada por Al-Qaeda y Osama desde el despunte del nuevo milenio, también se ha suscitado una nueva configuración geopolítica en el mundo, en la que hasta ahora, mantiene como principal foco de tensión internacional de las potencias militares neo imperiales (EEUU, Rusia y China) y regionales (Israel, Irán y Arabia Saudita) a todo el Medio Oriente bajo el pretexto de la lucha contra el terrorismo, su fomento cubierto hacia conflictos locales (como el caso de las Guerras Civiles en Siria o Yemen).

Lo cual tiene como efecto secundario el continuo ejercicio presupuestal de gasto militar con fines económicos (para EEUU) y de reposicionamiento (para Rusia), pero también por resultar toda esta zona (del Medio Oriente) en conjunto de suma importancia para la maquinaria económica, manufacturera y comercial del mundo, pues los países que lo conforman poseen el 32% de la producción total del petróleo en la actualidad y casi el 50% del total de reservas mundiales de tan vital recurso natural10.

Con esto último llegamos a la conclusión, en la que es preciso mencionar que si bien se han dado avances orientados por parte de los países hacia el combate al terrorismo en el Siglo XXI, es necesario considerar que muchos de los problemas emanan en buena medida de las políticas exteriores de ciertos países que dadas sus concepciones geoestratégicas estatales, en las que el daño y perjuicio que sus acciones pueden acarrear a terceros (invasión por lucha contra el terrorismo) muchas veces puede tener efectos contrarios a los que se dese combatir (fortalecimiento del sentimiento anti estadounidense y apoyo al movimiento terrorista insurgente local), generando un círculo vicioso de violencia y muerte para ambos bandos, y el aplazamiento de verdaderas soluciones integrales a tan complejo problema.

Fuentes consultadas

 Jalata, Asafa, Phases of Terrorism in the Age of Globalization: From Christopher Columbus to Osama bin Laden, Palgrave Macmillan, EEUU, 2016.

Scheuer, Michael, Osama Bin Laden, Oxford University Press, EEUU, 2011.

Bari Atwan, Abdel, The Secret History of Al-Qaeda, Saqi Books, Líbano, 2012.

Mockaitis, Thomas R., Osama Bin Laden: A Biography, Greenwood, EEUU, 2010.

  1. Cuyas raíces ya se habían ido extendiendo desde los inicios del conflicto árabe palestino de 1947, y cuyos negativos resultados para el mundo árabe en la guerra de los seis días de 1967, y la “traición” de los movimientos pan-arabistas liderados por Egipto harían buscar un nuevo referente en la región, el cual en un futuro sería representado por Irán después de 1979 en adelante.
  2. Encabezada por el ayatola Ruhollah Jomeini, este evento tuvo como el resultado el establecimiento de la República Islámica de Irán y se volvería la pauta de gobierno para muchos movimientos radicales posteriores en Medio Oriente, los cuales buscarían establecer una República o un califato basado enteramente en el Islam (incluida la aplicación de la Sharia, ley religiosa suprema). Esto parcialmente es resultado de la lucha ideológica y política en la región entre Estados Unidos y la URSS como alternativa a dichas conformaciones, aunque después de 1991 y el término de la Guerra Fría, esto se volvió una alternativa atractiva para muchos movimientos políticos de la región que buscaban contrarrestar la violenta injerencia de EEUU en sus asuntos internos, como la conformación política de sus países.
  3. Corriente religiosa dentro del Islam que busca que los musulmanes regresen a las enseñanzas primigenias de la Uma (comunidad de creyentes) de los tiempos de Mahoma. Y que también contempla la rebelión contra los gobiernos que no vivieran y gobernaran conforme a la Sharia.
  4. Corriente apoyada por el téologo Mohammed ibn Al-Wahab en el mismo sentido del Salafismo que busca un ejercicio religioso del Islam más refinado y acorde a los primeros tiempos de su creación.
  5. Mockaitis, Thomas R., Osama Bin Laden: A Biography, Greenwood, EEUU, 2010, p. 86.
  6. A este respecto, sociólogos como Ulrich Beck y Anthony Giddens, reafirmaron su teoría respecto a la sociedad del riesgo (cómo la sociedad responde a amenazas durante el tiempo), y cómo el terrorismo internacional pasa a incorporarse dentro de las nuevas amenazas y cuestiones de análisis para la sociología después de la modernidad.
  7. Cabe mencionar a este último respecto que desde aquella incursión militar estadounidense en aquel país, numerosos efectos negativos se han suscitado, pues lejos de aminorar la amenaza terrorista, aquella aumentó, surgiendo nuevos grupos que disputarían el vacío de poder dejado por Hussein como el Estado Islámico, y también generaría un mayor repudio al intervencionismo occidental en Medio Oriente y una mayor percepción favorable a la lucha terrorista contra los “invasores infieles”.
  8. Quizá uno de los conflictos contemporáneos que más se tiene prueba de la participación directa de Al-Qaeda en la primer década del 2000 es la Segunda Guerra Chechena, la cual supondría un serio reto para el gobierno de Vladimir Putin y sus agencias de seguridad contra un nuevo enemigo más elusivo y de carácter militar no convencional. También es muestra del verdadero carácter de internacionalización que llegó a tener Al-Qaeda en pleno periodo de apogeo.
  9. S/A, Osama Bin Laden, al-Qaeda leader, dead – Barack Obama, 1 de mayo de 2011, en bbc.com, disponible en: https://www.bbc.com/news/world-us-canada-13256676, consultado el 20 de abril de 2021.
  10. Sönnichsen, N., Distribution of global oil reserves from 2010 to 2019, by region, 5 de enero de 2021, en statista.com, disponible en: https://www.statista.com/statistics/263459/share-of-global-oil-reserves-by-region/, consultado el 20 de abril de 2021.