Tierra Adentro
Portada del disco Mujer maíz. Advertencia Lirika. Foto: Édgar Olguín.

¿Qué significa hacer música alternativa en México? Los escenarios contemporáneos de Veracruz, Coahuila, Oaxaca, Tijuana y Distrito Federal tienen ya algunos años forjando un panorama lleno de propuestas. Alejandro Mancilla, guionista y crítico musical, reúne cinco visiones que van del folk, pop, tribal y shoegaze al indie, death metal y hip-hop.

Generan sonidos de norte a sur con escala en el centro de la república, la tierra prometida para muchos de los que se dedican al ingrato oficio de hacer música contracultural en un país que aún carga con el lastre histórico de Siempre en domingo. Algunos luchan por tocar en festivales masivos, ser reconocidos en la calle e invitados a las fiestas; vivir el sueño glam del rock and roll. Otros más sensibles sólo quieren expresarse a través de guitarras distorsionadas, sintetizadores o letras contestatarias; algunos son simples noctámbulos solitarios, coleccionistas y hacedores de ruido que se juntan con otros admirables perdedores para intentar ser los nuevos héroes de la música nacional. Todos nacieron unidos por el mismo cordón umbilical: son mexicanos y hacen música que no es precisamente la que sus padres escuchaban en frecuencia AM.

Previo a que la comunicación automática y las redes sociales llegaran a instaurar su mandato, los grupos de rock creaban fanzines, grababan casetes y se movían en una escena que buscaba ingresar al canal artístico de la ciudad de México. Gracias a esas cadenas predigitales, muchas bandas salieron del anonimato y se integraron a una escena que no contaba con recursos ni infraestructura para conseguir adeptos que financiaran un posible ascenso.

Hoy las cosas han cambiado. Ahora se puede tener una banda en el pueblo más recóndito de Quintana Roo, y con un poco de suerte y actitud, hacer que mucha gente la escuche. El problema es que esas formas de comunicación fortalecieron también la sobresaturación, provocando una oferta mucho mayor a la demanda.

Si bien no hay un lazo que determine qué estilos predominan en cada una de las regiones del país, es evidente que el medio ambiente y las costumbres de cada localidad influyen a la hora de crear un proyecto y lanzar la moneda al aire: ¿cara o cruz? ¿new wave o heavy metal? ¿urbano o jazz rock? La música folclórica de cada ciudad, delegación o municipio, por ejemplo, rara vez influye en el proceso de creación de una banda y en cómo ésta quiere sonar. Los atisbos de nacionalismo han quedado atrás; ahora un grupo de la parte más marginada de Colima puede sonar exactamente igual a uno de la zona más elitista de Monterrey porque ambos grupos escuchan prácticamente lo mismo. La pequeña diferencia estriba en que a la hora de adquirir equipo de sonido, los recursos económicos determinan si se compran un costoso sampler y hacen música electrónica o se decantan por hacer rock rupestre con una guitarra acústica y una armónica.

En el la ciudad de México encontramos un clima más diverso; desde el círculo que comienza en las colonias como La Condesa y termina en el estudio de algún tipo con muchos seguidores en Twitter. También continúa imparable el surgimiento de sellos independientes o colectivos que hacen noise convocando con ello un considerable número de fans. Igualmente existe una escena urbana, un movimiento punk, e incluso una escena black metal. Por lo general, las bandas comienzan a contactar a integrantes de cada una de esas escenas buscando encajar, llegar a la capital y sumarse a estas efímeras corrientes artísticas. Mientras tanto, en algunas ciudades como Guadalajara, Cuernavaca, Puebla y Monterrey, florecen históricamente “movidas” y sellos autónomos que se mantienen dentro de su propio circuito generando cosas interesantes. Caso concreto el de la compilación del sello Soc-Sub, Antojitos Mexicanos, proyecto fundado en Cuernavaca por el músico Aletz Franco, que lleva varios volúmenes dedicados a difundir proyectos independientes extraídos de todo el país.

Platicamos y analizamos este inexorable proceso de hacer música alternativa en México con algunas bandas y proyectos surgidos en diferentes rincones del país: de Veracruz a Coahuila, pasando por Oaxaca, Tijuana y la ciudad de México. Algunos son nuevos en el camino, otros llevan varios años forjando escena desde sus respectivas trincheras. Todos tienen el común denominador de entender desde su óptica individual la problemática de hacer arte y música carente de prejuicios.

ADVERTENCIA LIRIKA: LA CALLE GRITA

Mare y Luna son dos chicas oaxaqueñas que llevan varios años haciendo hip-hop. “Todo comenzó en el año 2003 cuando descubrimos que ningún otro medio funcionaba para comunicar esas ideas tan fuera de lo establecido que traíamos”, comenta Mare, “para mostrar una realidad que no es como muchos quieren ver.”

Para ellas, en cualquier parte de la república es complicado hacer música alternativa y más si se trata de hip-hop, ya que la gente no está acostumbrada a darle valor a ese tipo de cosas, “piensan que hacer música es un hobby, pero es una profesión como cualquier otra.” En las letras de Advertencia Lirika se enarbola un feminismo latente del que ellas reniegan: “Nunca hemos usado esa bandera; el feminismo no deja de ser sexismo”, afirma Mare, “todos los ismos son malos”. Dice Luna: “la igualdad de género y el respeto son la base de todo.”

Vivencias de su comunidad, tensión social, migración e igualdad de género, son los temas que se entrelazan en sus rimas y esas coordenadas que definen su sonido, fueron registradas exitosamente en el documental Xip-Xop Oaxaca, realizado por el videasta y defensor de los derechos humanos Simon Sedillo, en complicidad con el colectivo Manovuelta. El trabajo audiovisual retrata de manera visceral y efectiva la problemática actual de su estado y coloca a las chicas en la posición de activistas musicales: “No simpatizamos con el pop, solo tomamos sampleos y algunos aspectos de éste”, enfatiza Luna.

Con respecto al nacionalismo que muchas bandas han pretendido tomar como estandarte, las chicas comentan: “Hemos tratado de adaptar canciones y estilos de la música popular a lo nuestro, sin embargo nuestras letras abordan varias problemáticas sociales; el nacionalismo está totalmente ligado a lo social, así que creemos que a nuestra música en particular no le hace falta ese toque de folclor”, continúa Luna. A veces alguien les dice que son “raperas”, Mare aclara: “Hacemos xip-xop o hip-hop, lo cual es una cultura que envuelve al mismo rap, el djing y el grafiti en su conjunto, por lo tanto no somos simples raperas.” Sobre sus gustos e influencias prefieren mencionar proyectos a los que se sienten afines, como Rabia Rivera de Torreón, Coahuila; Padre Anderson, originario de Mérida, Yucatán; o Caballeros del Plan G, afincados en Gómez Palacio, Durango.

Actualmente, Luna vive en la ciudad de México. No nos dijo si era permanente su estancia, pero Mare, quien vive en Oaxaca, habla sobre el tema de emigrar a la capital: “Tiene sus ventajas y desventajas, como cualquier lugar; para mí es más una cuestión de actitud y esfuerzo; quien quiera hacer las cosas las hará donde sea.” Luna está de acuerdo y explica que no necesitaron venir antes a la capital para que las conocieran en sus inicios: “Después de todo, el centralismo es algo que todos nosotros impulsamos.”

El grupo cuenta con un cd independiente titulado 3 Reinas (llamado así cuando la agrupación se conformaba de tres integrantes) y además, tienen un material publicado para su libre descarga en Internet (soundcloud.com/advertencialirika).

EL MARÍA Y JOSÉ: BAILE PARA LA TRIBU JUVENIL

Hace tiempo las bandas se juntaban en un garaje, un cuarto de azotea o una habitación improvisada. Hoy, el entorno es lo de menos, “lo único que importa es que te sientas cómodo”, nos dice Tony Gallardo a.k.a El María y José. Seguramente estaba en ese momento recluido en su habitación en Tijuana, donde nos lo imaginamos apretando botones y programando cajas de ritmos virtuales. Sin duda, el joven artista tiene mucho qué decir, tanto musical como estilísticamente hablando: “Ya no necesitas ser un prodigio de la guitarra o un baterista extraordinario, sólo usa tu imaginación y tu computadora y saldrá la magia”, explica.

En su sonido se puede captar tanto la elegancia electrónica de unos Hot Chip o Capri, como cierta nostalgia en clave folk, muchas tendencias posmodernas kitsch y hasta eso que llaman tribal: “Mi música proviene de distintos lugares; de lo que escuchaban mis papás en su pueblo, de mi hermano que era fan a morir de Caifanes y de mi descubrimiento de la música electrónica con el disco de Mighty Dub Catz en 1997.” Sobre ese rescate de una identidad nacionalista en el rock del que se hablaba tanto y que ahora parece estar en estado de incubación, comenta: “A mí me ayuda mucho el tener ese toque mexicano en la música y las letras, es un pequeño tributo a mi país, claro que tengo influencias externas, sobre todo del acid house de finales de los años ochenta y principios de los noventa.”

Otro de los aspectos que llaman la atención de este proyecto es el nombre, que nos remite a una imagen religiosa: “Creo que los jóvenes de hoy ya no tenemos el mismo fervor que nuestros antecesores, a mí me gustan mucho esas imágenes, no las ataco”, comenta; pero apostamos a que se persigna cuando viaja al interior de la república a presentaciones: “Distrito Federal, Toluca y Monterrey son mis lugares favoritos para tocar, la vibra que la gente emana en esos lugares es espectacular y son muy entregados.” ¿Y de la escena de su ciudad? Le preguntamos al respecto, ya que hace menos de cinco años había cosas interesantes como la desaparecida Valeria Leyva

y su proyecto Faca: “No me identifico con nadie, yo siempre he sido un rebelde, en mis primeros shows nada más gritaba y me quitaba la ropa, todos me veían feo por eso, yo me la pasaba genial. Aparte nunca he tenido una banda, entonces para mucha gente está mal visto no usar instrumentos.”

Con seguridad pronto estaremos escuchando más sobre este proyecto fronterizo concebido tanto para la pista de baile, como para los entendidos del pop vernáculo. Vale la pena escuchar sus remixes oficiales a El Columpio Asesino o Jóvenes y Sexys, y su material desperdigado por la red bajo títulos como Líder Juvenil E.P. o Tony Gallardo II. En la red: elmariayjose.tumblr.com.

LOS MUNDOS: MÉXICO DESCUBRE EL SHOEGAZE

Hace poco más de un año asistí al Centro Cultural España de la ciudad de México a ver en vivo por segunda vez a Piyama Party, proyecto de Luís Ángel Martínez, con quien había coincidido alguna vez en el Festival Taladro de Ciudad Victoria. “Tengo una banda alterna”, me comentó. Se llaman Los mundos y hacen shoegaze y rock con influencias de bandas como My Bloody Valentine o Dinosaur Jr. “Fue natural, nunca pensamos en hacer un proyecto de este género, todo fue porque llevamos años escuchando bandas así”, comenta Ángel. Lo curioso de la banda es que ambos viven en ciudades separadas y si bien ahora se ven para tocar en vivo, al principio hacían música muy en el formato del proyecto estadounidense The Postal Service. “Intercambiamos archivos de audio a través de Mediafire y usábamos el correo electrónico o los mensajes en Facebook para platicar de las grabaciones.”

Sobre las diferencias de hacer música en provincia o en la capital, Ángel piensa que: “el Distrito Federal tiene ventajas para el rock & roll. Su escena se apoya en muchas revistas, blogs, tiendas, antros, etc. Además, en la actualidad es muy seguro comparado con todas las ciudades del norte.

Esto facilita que haya más actividad. Si no fuera por la inseguridad la escena de Monterrey hubiera mantenido su rumbo hasta el 2007 o 2008.”

Sobre el ambiente musical en su lejana Monclova, él mismo comenta: “No pasa absolutamente nada. En Monclova no hay una cultura del rock, y es que estamos hablando de un lugar entre urbano y rural con actividad mayormente industrial. Sus pocas bandas terminan yéndose a tocar a Monterrey o Saltillo.” Tal vez por este aislamiento ambiental, las letras de la agrupación tienen: “una tendencia a ciertos temas como la música, las guitarras y las chicas. Es shoegaze con la estructura básica del pop.” Sin duda, una banda que alegra los oídos de los amantes del las guitarras con distorsionador y las capas de sonido sobrepuesta en tonadas pegajosas como chicle.

La banda siente afinidad por grupos como Sr. Amable, Los Negretes, Pipe Llorens, Uvilov, Matilda Manzana, La Ola Que Quería Ser Chau y The Mueres. Recientemente lanzaron el ep Mi propia banda quiero ver a través del sello argentino Fuego Amigo. También están preparando su próximo lp, que saldrá a principios del año 2013. Su página: soundcloud.com/los-mundos

 

LA NUNK MUERTA REBELIÓN

Muy cerca de la sierra de Zongolica, en las altas montañas de Veracruz, surgió hace ya casi veinte años Nunk Muerta Rebelión, con el compromiso de hurgar introspectivamente en su anarquista interior, utilizando punk y gothic rock como acompañamiento. “En un principio nos gustaban cosas como The Cure, La Polla Records, Eskorbuto y Sex Pistols, pero la banda siempre ha estado en constante experimentación”, comenta Rafael Gálvez, vocalista y compositor del grupo, quien junto con su hermano Marcelo en el bajo, son la base de la banda: “ha habido muchos cambios, es un aprendizaje, parte del recorrido. Son jarocho, música clásica; ya no escuchamos solo punk”, comenta Marcelo, “de hecho ha habido propuestas para trabajar con algunos jaraneros.”

Si bien el nombre de la banda evoca anarquía, sus integrantes siempre se han encargado de aclarar que se trata de una insurgencia existencial: “el estar en una banda implica la suma de muchas ideologías y a veces no todo mundo las comparte.” Coherentes con su espíritu de búsqueda, el grupo grabó hace un par de años algunas de sus canciones en un dialecto náhuatl. “La cosmogonía propia del náhuatl hace que no haya por qué traducir las canciones al español, es una lengua viva”, comenta Rafael sobre la experiencia.

El grupo emigró a la ciudad de México durante casi un año, buscando proyección nacional; sin embargo la falta de continuidad impidió que en ese momento crecieran como agrupación. Tres discos después, la banda se encuentra más activa y en plena grabación de nuevo material, el cuarto en su trayectoria. Además de estar planeando una gira en el interior del país. Actualmente, el grupo está integrado por Max Hernández en la guitarra, Carlos Rodríguez en la batería y Sarahí Huerta en el violín, además de los hermanos Gálvez. Su trabajo se puede escuchar en: myspace. com/lanunk.

 

COYOLI: RUIDO DE DISEÑO

Coyoli es un proyecto de folk-noise melancólico con influencias de Radiohead y del folk más obscuro. La banda nació fuera del círculo de la música, ya que su creador, Óscar Coyoli estudió diseño gráfico y justo por eso, la primera dificultad fue poder entrar a esa escena alternativa un tanto ajena. “Uno de los problemas de la escena musical es el elitismo, pero me he topado con gente como la banda Torreblanca que me han jalado al circuito y han colaborado con el proyecto.”

Su primer ep titulado Una tarde de domingo en la isla de la Grande Jarre está basado justamente en obras pictóricas, y cada uno de los tracks que conforman el material tiene nombre alusivo a una pintura. “No puedo imaginar música sin esa parte visual, ahora ambas partes se retroalimentan.

Si no tengo una base visual no puedo hacer una canción.” El hecho de que el sonido del grupo sea tan personal, a veces da la idea de una especie de dictadura, a lo que Óscar responde: “Sí, tengo un gran problema con que alguien modifique mis ideas. Como crecí queriendo ser pintor, no me gusta que me digan qué ponerle o no ponerle, por eso igual hay tantos cambios de integrantes.” Es casi una constante que en la niñez o la adolescencia se exacerbe ese impulso de hacer música; en el caso de Óscar Coyoli la influencia vino por el lado de su familia, ya que vivieron un tiempo en Francia y ahí lo que escuchaban que sus padres era derivado de la chanson française, con excepción de Serge Gainsbourg: “me decían que quitara a ese borracho-drogadicto”, comenta el músico.

Acerca de las influencias líricas del grupo, Óscar confiesa que compra libros al azar, y hasta ahora no se ha topado con nada que no le haya gustado de esa selección arbitraria; esa parte incidental de buscar inspiración también tiene que ver con lo que se topan en los medios tradicionales: “Nuestra influencia pop más marcada es Mecano”, confiesa Pilar.

Sobre la saturación musical que ha provocado la democratización de los medios, Pilar Hernández, también integrante de Coyoli, comenta: “Ahora hay millones de propuestas y eso te hace querer resaltar y ser mejor que la mayoría, por eso tiene sus pros y contras. Hace falta una identidad y que empecemos a hacer cosas con una fuerte carga nacionalista, no me refiero a que todo lo que se produzca lleve un toque folclórico. Lo que no debería pasar es que las bandas canten en inglés, es una grosería.” Se puede descargar parte de su trabajo aquí.